Las muertes que nos tocó vivir
Nonardo Perea nos comparte un capítulo de su novela inédita: "Las muertes que nos tocó vivir". La Muimuy, personaje central de esta trama, se aferra a sus recuerdos para sobrevivir en una Cuba solitaria y miserable.
Las buenas fiestas siempre empiezan tarde. Cuando llegué ya eran las 12 de la noche, y el show aún no había comenzado, entré por la puerta principal y casi nadie advirtió mi llegada, cada cual estaba en lo suyo. La música de discoteca tenía un volumen tan alto que podía hacerle la competencia a cualquier centro nocturno de la Habana. Hombres con hombres, y mujeres con mujeres daban saltos, reían y se besaban sin ningún tipo de disimulo, el brillo de sus lenguas resaltaba en la penumbra, todos parecían ser personas realmente libres.
Al parecer Sandra había acabado con las tiendas del barrio de Chueca1, gran parte de los adornos de pared eran eróticos, una sencillísima cortina de plumas conformada por cientos de colores atravesaba la sala de punta a punta. Enseguida pensé en la cantidad de pajaritos que debieron estrangular para hacer semejante cortinaje, aunque también creí que podían ser plumitas falsas, de fantasía. Todo era muy chic y de un gusto dudoso, por no decir horripilante. Un pene-cenicero color pantera llamaba la atención situado sobre una mesita de vidrio, que permanecía esquinada cerca de una pecera muy colorida e iluminada, donde los escuálidos daban la impresión de no ser reales. Aquellos animales se movían nerviosos y sobre sus escamas se les veía tatuados los colores de la bandera gay.
Acercándome me di cuenta de que eran peces artificiales revoloteando dentro de una prisión de vidrio falseado y que parecía hecha de silicona —igual que el nuevo culo de Sandra— pero el agua que tenía dentro, sí parecía ser auténtica.
Busqué asiento para no llamar la atención. Enseguida vi a la anfitriona salir meneando su culo de estreno. Se dirigió a una habitación que permanecía con la puerta cerrada. Sandra entró para no volver a salir de allí. Al parecer esa era la habitación donde las divas invitadas transformaban sus caras y cuerpos de estibadores. Cuando de la misma habitación salió una presentadora, creí estar viendo una película de Almodóvar, la música se detuvo y todos los presentes buscaron un sitio para disfrutar del espectáculo que prometía comenzar.
Sec. 1 Fiesta. Noche.
El transformista lleva una peluca anaranjada con pequeñas betas negras, muestra una imagen que tiende a recordarnos a Cruella de Vil, con una ligera mezcla de Lady Gaga y Rihanna, aunque tiende más bien a ser caricaturesca. Posee una voz fañosa que de inmediato nos recuerda a Raúl Castro. Los zapatos le quedan pequeños y aunque no lo demuestra, parece no estar pasándola muy bien porque está deseosa por sentarse.
Transformista (Se dirige al público que la abuchea y se ríe de ella...)
¡Por favor hagan silencio!
El transformista parece perder el control, pero intenta sonreír y continúa a pesar de los abucheos, y gritos donde incorporan las palabras de pájaro feo, escaparate, y media con cebollas.
Transformista (Ecuánime)
Bueno, pajaritos, hoy en esta noche tan espléndida, tendremos una linda velada, comenzaremos con varias actuaciones especiales. En nuestro primer bloque, contamos con Mirtha Medina4, más tarde vendrá Celia Cruz5, y este bloque será cerrado por Gloria Estefan6 y La Lupe7. ¡Aplausos por favor…! ¿Nadie va a aplaudir?!
Sonido. Aplausos de mala gana, y gritos de: bruja, fea, fenómeno, zombi, renacuajo, etc…
Sec 2. El desamor de La Muimuy
Sandra sale del cuarto indignada por la gritería, se para frente al público que enseguida hace silencio. Me levanto del asiento para tratar de que note mi presencia y me salude.
Sandra (Molesta)
¡Qué pinga les pasa maricones! ¡Con el calor que hace allá dentro, cállense pa´ que esto empiece ya, cojones, que yo no tengo aire acondicionado!
Sandra sale de escena, vuelve a entrar al cuarto, me escabullo por una esquina de la sala, y camino con lentitud hasta llegar a la puerta del cuarto. Sin pensarlo empujo la puerta, y entro.
Subjetiva mía. Una docena de transformistas sentados, algunos sobre la cama, otras en sillas, todas me analizan con miradas inquietas, como si fuese una más del show que llega tarde para la función. Varias se abanican, hablan entre sí, otras se retocan el maquillaje y protestan por la demora y el calor. Sandra me reconoce, se acerca a donde estoy para saludarme con un beso que no me roza la cara, se cuida el maquillaje.
Sandra (Natural)
¡Niña, pero viniste, tú si que eres perra! Estabas perdida, desde que no te veo. Tengo que decirte algo que no le conté a Lilian los otros días cuando estuvo por aquí, porque tú sabes muy bien que no me interesan los chismes, pero una es como es, y a mí no me gusta que le hagan ninguna mierda a nadie, tú sabes que yo soy amiga de Santos, pero ese maricón se la comió contigo, mira, tienes que cogerlo con calma corazón. Tú sabes lo que es empatarse con una mujer a estas alturas de la vida, y no eso, con dos niñas chiquitas, y lo peor mi hermana, viven en un bajareque que si lo ves te da un ataque. Eso yo lo sé porque hace poco de casualidad lo vi con esa mujer y las criaturas, es una media mulata tirando a negra, y en el portalito de la casa lo vi con estos ojos que se tragará la tierra. La besó en la boca. Él, con tremendo misterio habló conmigo y me contó por arribita. Nada mi hermana, fuerza, que todos son iguales, ninguno sirve. Ya tú verás que él vuelve, esa puta segura lo quiere para quitarle el poco dinero que hace, y te digo la verdad, yo no sé en qué estaba pensando Santos, hacer algo así, ¡maricón!, una mujer con dos chiquillas que mantener. ¡Qué fuerte! ¿No?
Silencio total.
Fade out.
Capítulo 5.
Todo comenzó a cambiar, a morir dentro del cuerpo. Para La Muimuy, los recuerdos del pasado ahora eran lo más significativos. Se había levantado muy temprano esa mañana, desde hacía buen tiempo no solía despertar tan pronto, no sabía por qué, pero su estado de ánimo era mucho mejor cuando dormía, porque de cierta manera lo hacía sentir como muerto, aunque luego de ese engaño tenía que aterrizar, y poner los pies sobre la tierra.
Estar solo era doloroso, y más porque se sentía cansado, comenzaba a ser solo eso: un viejo maricón, que no había logrado cumplir sus sueños de juventud. Lo único que pudo conseguir hasta la fecha fue escribir dos libros de cuentos y tres novelas de poca calidad, aun así, publicar un libro se convertía en una hazaña. Para ver algo impreso en su propia tierra tenía que ganar un concurso, y ganar era un acto muy complejo, y cuando lo recibía y conseguía publicar, no pasaba absolutamente nada, porque el libro de un escritor novato apenas recibía interés de la crítica, y lo peor, para la literatura y ciertos autores desconocidos no existía el mercado, mucho menos promoción.
Alguna vez pensó en llegar a ser director de cine, también sintió cierta predilección por la fotografía. Como le hubiese gustado poder fotografiar a las grandes estrellas del cine y la televisión cubana. Tenía conformada una lista en su cabeza donde aparecían algunos nombres relevantes: Rosita Fornés8, Daysi Granados9, Mirtha Ibarra10, Coralita Veloz11… pero en este país nunca tuvo posibilidades de nada, ni siquiera podía soñar con tener una cámara fotográfica profesional.
A estas alturas de su vida no tenía un televisor a color, ni un teléfono fijo en casa. Para muchos no tener posibilidades de crecer y desarrollarse era normal. Y lo entiendo, porque en un país en el que supuestamente el gobierno aborrecía el consumismo estaba repleto de tiendas con millones de artículos a los que la gran mayoría de los cubanos no podían darse el lujo de adquirir, por no tener el puñetero dinero. Ni siquiera trabajando ocho horas diarias podías comprarte un par de zapatos, o un pantalón nuevo. Obligatoriamente había que tirarse contra las tiendas de ropa reciclada, y quedarse calladito, que gracias a la revolución al menos teníamos esto.
La Muimuy, consideró que lo mejor era no romperse el coco pensando en esas banalidades impuestas por los mandamases. ¿Qué importancia podía dársele a la ropa, cuando nuestra revolución nos proporciona educación y atención médica gratuita? Al menos, gracias a Dios tenía casa propia, y no solo gracias al divino señor omnipresente, sino también a su abuela Matilda quien lo crió y se la dejó antes de irse para los Estados Unidos en los años 90.
Ella nunca fue fan de los Castro. Tampoco le gustaba el calor excesivo que hacía en Cuba, ni la tierra colorada, ni el arroz congris, mucho menos la carne de puerco tan grasienta, y qué decir de los aguaceros torrenciales en agosto, y el invierno sin frío. La vieja aborrecía todo lo que tuviese cara de miseria.
La Muimuy recordaba las de veces que la abuela lanzaba improperios a: “Fidelito maldito”. Así era como lo llamaba mientras escuchaba Radio Martí, bien bajito para que nadie en la cuadra escuchase. Constantemente la abuela le contaba que antes del triunfo de la revolución en las tiendas nada faltaba, y nunca ni ella ni sus hermanas pasaron necesidad. Ahora también había de todo, y mucha gente sobrevivía a base de migajas, la mayor parte del pueblo entraba solo a las tiendas a ver los productos y a deleitarse la vista, para soñar con algún día poder tener esto o aquello, y acarician la comida con la vista, y se saborean para luego tragar en seco.
Matilda era una lombriz de las peores, muchas veces le gritaron: ¡Abajo la gusana!, y la puerta de su casa la bombarderon a huevazo limpio. Eso fue en los 80, cuando el Mariel12, y no pudo largarse porque estaba cuidando a la madre de La Muimuy que permanecía postrada en cama, enferma de cáncer. Madre al fin, Matilda decidió no optar por el abandono cuando vinieron sus hermanos a buscarla. Ellos llegaron en un yate inmenso que en la proa traía dos banderas, una era la cubana junto a la de Los Estados Unidos.
Luego de que su única hijita murió, la vieja sintió que ya había cumplido, entonces fue que determinó irse para el carajo con un pasaporte falso, y dio varios miles de dólares por un pasaje de avión para México, dejando al nieto que se negó a acompañarla, porque por esa época La Muimuy estaba medio enamorisqueada de un negro del Cerro que tenía un rabo increíblemente bello, similar a un dildo de silicona. Y La Muimuy no es que fuese traficante de carne, ni que fuese fanática de los excesos, pero de que le gustaba lo bueno, le gustaba.
Además, por aquel entonces aún no padecía de hemorroides, y ni en su mente ni en su corazón albergaba nada en contra del sistema socialista, y mucho menos del egocéntrico Fidel Castro. Le daba horror pensar en irse, y comenzar de cero en un lugar desconocido. Durante muchos años escuchó historias de cubanos que se iban y la pasaban fatal, pero cuando escribían a sus familiares jamás contaban como era la realidad. Enviaban fotos parados al lado de autos lujosos, o en mercados repletos de comida, con paquetes de café en las manos, promoviendo: La llave, y al parecer todo era muy bonito en fotos, pero en el fondo, para muchos de los que se fueron, el sueño americano no se hizo realidad.
Para otros sí. Recordaba a Mongo que vivía a dos cuadras de su casa. Aquí trabajaba en un circo de come candela, y allá en Las Vegas se hizo millonario, y de una sola sentada, en uno de esos casinos lindísimos se ganó un millón de dólares. Y la China que aquí en Cuba cobraba diez pesos por una mamadita de pinga, allá se forró de plata con el negocio de la mamadera, aunque se regó la bola de que después la cogió el Sida. Pero los que hacen la historia dicen que murió contenta y sin que le faltase la carne de res.
La Muimuy, no sabía por qué, pero no podía dejar de pensar en todo lo que había acontecido en su vida, con relativa frecuencia hacia un inventario de las cosas vividas, e intentaba hacer un balance de las cosas buenas y las negativas. Para él no estaba claro si vivir era algo bueno o malo, tenía días en que preferiría no haber nacido nunca, en cambio, en otros momentos veía las cosas desde otra óptica y deseaba vivir por toda una eternidad. Supuso que a todos los seres humanos les ocurría lo mismo. Los estados de ánimo variaban según las circunstancias de cada cual y desde hacia varios meses su manera de ver y percibir la vida estaban patas arriba, ni siquiera había sentido la necesidad de echarle una ojeada a todas las noticias que poco a poco se fueron amontonando en su mesita de escribir, y que Lilian no dejaba de traerle, pensando que tal vez eso lo haría un poco feliz.
Cuántas veces Lilian no lo convenció de salir a fiestas, al cine, pero siempre que iban a la calle, la felicidad solo duraba un rato, porque al volver a casa, La Muimuy volvía a sumergirse en una burbuja de dolor.
Esa mañana volvió a pensar en Santos, estaba decidido a olvidarlo, hacerle una cruz y una raya, sabía que tenía que rehacer su vida, tanto pensar en lo que le hizo le estaba haciendo daño. Su presión continuaba descompuesta, y pesaba menos que Michael Jackson al morir, podía decirse que parecía un muerto viviente.
Se paró desnudo frente al espejo, pudo apreciar que a pesar de su delgadez aún se veía bien, era mejor flaco que no gordo. Pensó y sonrió, y no se vio tan feo como en días anteriores. Lo único que tenía que hacer era afeitarse, para no parecer un enfermo de cáncer, y eso hizo, para luego darse una ducha bien fría y así mitigar el calor.
No quiso pensar en Santos, ni en la mujer con las dos criaturas, ni en la familia de Santos que ahora amaba más a Cristo que a los seres humanos de carne y hueso.
Deseaba estar solo, sabía que, de algún modo con el decursar del tiempo, poco a poco, las historias del pasado comenzarían a evaporarse. Se hizo la idea de que a Santos le iba bien donde estaba, y esa había sido su elección.
Salió del baño casi sin secarse, fue a una de las ventanas de la sala para entreabrirla, miró a la calle que permanecía como siempre: con mucha gente andando de un lado a otro. En la cuadra un grupo de muchachones jugaban fútbol. — “Con el hambre que hay aquí, y mira todos esos cuerpos”—dijo para si, y como un árbitro permaneció un rato analizando el partido.
La Muimuy se excitó viendo a uno de los que imitaban a Cristiano Ronaldo tocándose el rabo. Pensó que tal vez el muchacho se estaba orinando, porque se lo amasaba de manera incontenible, y con una de sus manos lo comprimía. Vacilándolo, con temor de que lo vieran, La Muimuy no lo pensó dos veces y terminó saciando sus deseos, sobándose el pedazo de carne que le fue creciendo de a poco entre las piernas.
Al terminar de embarrar las paredes fue al cuarto en busca de ropa. Luego se encaminó a la cocina, tomó algo de café recalentado, y por vez primera en varios meses decidió sentarse en la poltrona que estaba frente al estante con libros de colección para disfrutar de su periódico favorito.
1El conocido como barrio de Chueca es una zona del barrio de Justicia, situado en el Distrito Centro de la ciudad de Madrid (España). En los años 1990 se convirtió definitivamente en el barrio gay de Madrid al haber sido progresivamente elegido como lugar de esparcimiento y residencia de gran parte de la comunidad homosexual madrileña, desde los años 80. En sus callejuelas podemos encontrar, además de los comercios tradicionales, otras instalaciones como restaurantes modernos, sex shops2, saunas, cafés, bares, pubs3 nocturnos y una infinidad de servicios más o menos enfocados a un público homosexual como tiendas de ropa, agencias de viajes, asesorías clínicas, etc.
2Sex shop, es un anglicismo que en español se traduce como tienda del sexo. Este nombre se utiliza para designar a un establecimiento donde se venden revistas y películas pornográficas, lencería erótica, juguetes sexuales, productos para practicar sexo seguro (como los condones) y otros artículos relacionados con la sexualidad.
3Pubs, es un bar cuya clientela es predominantemente homosexual. Se pueden diferenciar entre aquellos cuyo público frecuente son mujeres (bar lésbico) u (bar gay). También se le suele llamar club gay, pub gay, boliche gay o disco gay. A medida que los homosexuales han ido ganando aceptación por parte de la sociedad europea, este tipo de locales han perdido lo que antes eran: el epicentro de la cultura gay. Concretamente en España aún existen numerosos bares gay y no hay signos notables de que esto suceda en dicho país.
4Mirtha Medina Hernández, cantante, actriz, bailarina y comediante musical, nacida en la Habana Cuba, y residente en los Estados Unidos desde 1993. Su carrera se extiende desde los años 1960 hasta la actualidad.
5Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso, mejor conocida por su nombre artístico: Celia Cruz (la Habana, Cuba, 21 de octubre de 1925- Fort Lee, Nueva Jersey, Estados Unidos, 16 de julio 2003) fue una cantante cubana de salsa que desarrolló su carrera en Cuba y Estados Unidos.
6Gloria María Milagrosa Fajardo García, conocida como Gloria Estefan (La Habana, Cuba, 1 de septiembre de 1957) es cantante, compositora y actriz cubana. Está en la lista de los 100 mejores artistas de la música, con ventas superiores a los cien millones de discos vendidos en todo el mundo, 31,5 millones de ellos en los Estados Unidos. Ha ganado además siete premios Grammy.
7La Lupe fue el nombre artístico de Lupe Victoria Yolí Raymond, cantante cubana nacida el 23 de diciembre de 1936 en Santiago de Cuba y fallecida el 28 de febrero de 1992 en Nueva York. Exiliada de Cuba pues su forma de cantar no era bien vista por el régimen fidelista que se había implantado en el país.
8Rosita Fornés (Nueva York, 11 de febrero de 1923-) es una figura artística cubana del canto, teatro, cine, radio y televisión desde los años 1940.
9Daisy Granados (nacida el 9 de diciembre de 1942 en Cienfuegos) es una reconocida actriz cubana. Se le llama la “diva de la película cubana”.
10Mirtha Ibarra (San José de las lajas, 1946) actriz cubana. Empezó su carrera como actriz en 1967 en distintas compañías teatrales. En 2008 realizó el documental, Titón: de La Habana a Guantanamera, biografía de Tomás Gutiérrez Alea quién fue un reconocido director de cine, y su esposo.
11Coralia Veloz Fernández (la Habana, 4 de noviembre de 1949) es una actriz cubana, de televisión, novelas, películas, destacada en su labor como trabajadora de la cultura. Su carrera cinematográfica, a pesar de no ser tan extensa, se caracteriza por lo relevante de sus actuaciones.
12 El éxodo del Mariel fue un movimiento en masa de cubanos, quienes partieron del puerto de Mariel, en Cuba, hacia los Estados Unidos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980. Diez mil ciudadanos cubanos irrumpieron en la Embajada de Perú en la Habana solicitando asilo diplomático. Según datos recopilados por la Dirección de Inmigración y Extranjería, más de 125 mil cubanos salieron por el puerto del Mariel, cifra que superó el éxodo de Camariocas del año 1965, en que salieron de la isla aproximadamente 30 mil ciudadanos, con igual destino.
Nonardo Perea
(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).
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