Cuento ⎸El tamaño de los perros

"Imagine que usted es bonito y tiene dinero, ¿cree que por eso va a tener éxito con las mujeres? ¿Sí? Error. Con lo estúpido que usted es, y perdone si le ofendo, la belleza no le servirá de nada".

| Escrituras | 26/08/2023
imagen de prohibido pasar con perros sobre una pared gris
Imagen: PixaBay

¿Usted nunca ha visto cómo se reducen las cosas con el tiempo?, ¿con qué facilidad cambian de dimensión —siempre en detrimento, es cierto— sin que apenas nos percatemos?

Hoy he comprado un jabón que era, digamos, como un peso veinticinco menor. Claro, el precio era el mismo, pero eso precisamente es lo sorprendente, cómo cambian las cosas ante nuestros ojos. El hombre nunca va a comprender el Universo, me dije, ni siquiera le interesa comprenderlo, porque, pongamos un ejemplo, a qué se debe esa reducción de los objetos. A la relatividad, diría usted. Eso es una ley. Bueno, si es una ley no hay nada que alegar, a qué preocuparse tanto entonces. Pero justo ahí viene el problema. Porque hace apenas una semana aumentó el precio del transporte público, y no hay una jodida ley, por aleatoria que sea, ni variables que introduzca, ni teoría del caos, ni principio de la incertidumbre, ni el coño e su madre que pueda demostrar semejante incongruencia. Ya le digo, el Universo está medio loco.

Ahora bien, yo que no soy científico, ni economista, mucho menos político, aún creo en lo de causa-efecto e, incluso, en eso otro que llaman determinismo.

¿Ah, no ha oído hablar usted de eso? Si hasta ha salido en el noticiero. ¿Que no ve el noticiero?, ¿que no le interesan las noticias? Hace muy mal usted, por eso no sabe nada de determinismo.

Bien, le voy a poner un ejemplo para que comprenda: Imagine que usted es bonito y tiene dinero, ¿cree que por eso va a tener éxito con las mujeres? ¿Sí? Error. Con lo estúpido que usted es, y perdone si le ofendo, la belleza no le servirá de nada, con el dinero es suficiente. Claro, tiene que ser mucho dinero, algo así como demasiado dinero. Eso es determinismo al más alto nivel; ese tal Laplace no sabía mucho de eso, no se requiere conocer todos los parámetros, solo se necesita conocer uno, el más importante, y lo otro está hecho.

Pero, bueno, ese no es el punto, le hablaba del jabón; como un cuarto menos. Claro, usted dirá que qué demonios son uno veinticinco y tal vez tenga razón si el Universo, digamos, fuese plano. Pero no lo es, amigo mío, es curvo, o peor, algo así como una montura de caballo, o peor aún, nadie tiene una puta idea de cómo es. Se imagina un jabón como uno sobre cuatro más pequeño en un universo geométricamente desconocido, un jabón chiquitico, un jaboncito dentro de tanto caos. Veo que no le alarman esas cosas, claro, porque usted no entiende nada de física y ni siquiera ve los noticieros.

Una señora se me acercó y me dijo ¿oiga, usted es el último? Y yo solo le dije que sí, se lo juro por mi madre que solo le dije Sí, pero parece que algo vio en mi cara, algo había en mi expresión, porque se me acercó de nuevo y me dijo, bien bajito, casi en el oído: Oiga, si no va a comprar los tres jabones que le tocan yo se los compro. Señora, yo me baño todos los días, fue lo único que atiné a decir; suena estúpido, lo sé, pero no se me ocurrió otra cosa.

Me pasa siempre, cuando estoy indignado no puedo pensar coherentemente. Eso me molesta, porque después pienso en los miles de argumentos que podía haber dado, pero ya es demasiado tarde, ya estoy solo en la casa y a nadie en mi casa le interesan esas cosas, sobre todo porque, hablando con franqueza, no hay nadie más en mi casa. Determinismo, amigo mío, solo que usted desconoce los valores iniciales.

Una vez tuve un perro; no le miento, que no tenga familia no significa que no pueda tener un perro. Era como de tres metros, un perro así de grande, bueno, un poco más grande, es que la mano no me alcanza. Era un perro muy inteligente, siempre veía las cosas desde arriba. Pero tenía un gran defecto, la intolerancia. Algún día de estos me compro un perro mediano, algo así como de mi tamaño, un perro cualquiera que sea agradecido. A lo mejor hasta lo baño con esos jabones de tres setenta y cinco que cuestan cinco pesos.

Ríase si quiere, usted se ríe porque no entiende esas cosas, pero los perros son muy agradecidos. Uno los baña con un jabón chiquitico y no protestan. Por eso nos quieren tanto, no lo dude. Además, porque los perros no compran jabones, en eso son más inteligentes que nosotros. En las noticias dijeron que E=mc2, ¿se imagina?, c es la velocidad de la luz, una pila de kilómetros por segundo, una barbaridad. Se imagina cuánta energía hay en un jabón, uh, una cantidad tremenda, incluso con el pedazo que nos robaron pudiéramos darle corriente a muchísima gente. Como a no sé cuántos millones de personas por no sé cuánto tiempo. Increíble. Por eso hay que conocer esas cosas y ver los noticieros.

¿No me cree?, allá usted. Un pedacito de jabón puede afectar a toda la humanidad, incluso, al Universo entero, como la mariposa en el Amazonas que con su aleteo acaba con el clima en Japón.

¿La señora de la cola?, le vendí los jabones a seis sesenta y siete, así devolvía al Universo a su estado inicial. Solo que ahora no podré tener un perro. Porque un animalito de esos merece ser bien atendido, nada de aprovecharse de su docilidad. Si no puedo bañarlo como Dios manda, mejor no lo domestico. Ríase, usted se ríe porque es un ignorante, y disculpe nuevamente la palabra. Pero mientras el Universo siga como está es mejor vivir solo.

Este cuento forma parte del libro La fórmula de Drake, Premio Deslinde 2021 y publicado ese mismo año por Ediciones Deslinde.

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