Tres cosas que no me gustan de Madrid

"Desde que me exilié nada ha sido igual en muchos sentidos y una de las cosas que más me ha chocado ha sido la inseguridad habitacional".

21/06/2024
Nonardo Perea mirando por la ventana
Fotografía de Nonardo Perea.

Ya han transcurrido cinco años de estar viviendo en España, y ha sido suficiente para saber qué cosas no me gustan.  

Aunque aprecio y me gusta Madrid, que es el sitio en el que vivo desde que llegué, y que me ha acogido amablemente, hoy me quiero enfocar en 3 cosas que no son de mi agrado.  

Vale destacar que son criterios personales, basados únicamente en mis vivencias.

Casa

Desde que me exilié nada ha sido igual en muchos sentidos y una de las cosas que más me han chocado ha sido la inseguridad habitacional.

En Cuba, y esto es una de las pocas buenas que puedo decir de esa isla, tenía una casa. Y aunque es algo inusual, porque es muy difícil conseguir allí una independencia económica que te permita alquilarte solo, o comprar directamente una casa, yo desde muy joven tuve la posibilidad de tener mi propio espacio. El no tener que pagar cada mes por un lugar donde vivir, solo eso, ya te ofrece un gran alivio y seguridad. 

Fuera de Cuba, el mambo ha sido diferente, porque aquí hay que agenciárselas para tener un trabajo con el que puedas cobrar un dinero mensual que te alcance para pagar una habitación o un piso, ya sea para vivir solo, o compartido.

Desde que estoy viviendo en Madrid, lo más barato que he pagado por una habitación han sido 300 euros. Las habitaciones que rondan los 200 o 250 euros son preferiblemente para mujeres internas que solo las usan los fines de semana. 

Por lo general cuando se hace una búsqueda en plataformas que se utilizan para conseguir alquiler como son: Badi, o Idealista, entre muchas otras, además del pago mensual exigen otros requisitos como el tener que hacer el pago por adelantado de una fianza que podría ser de uno o dos meses. 

Además, algunas veces los propietarios ponen ciertas limitaciones como: no permitir visitas, usar la cocina a una hora específica, poner la calefacción un tiempo corto, no tener mascota, etc. 

Algunas de estas normas suelen ser complicadas para muchos, principalmente para las personas emigrantes que no tienen la documentación requerida para hacer un contrato de renta. Siendo migrante, conseguir un permiso de trabajo, a menos que estés solicitando asilo político, es bastante difícil. Y aunque a veces se hacen trabajos en el mercado informal, como extra en un restaurante, o limpiando casas, y tienes dinero para pagar el alquiler, se hace difícil que los propietarios confíen en que puedes pagar mes a mes. Entonces todo se hace un círculo vicioso: sin permiso de trabajo no puedes hacerte de un contrato y sin contrato se hace muy difícil conseguir alquiler. Si eres una persona negra, o de la comunidad LGBTIQ+ todo esto se agrava.  

Ante este contexto, solo queda hacer una exploración profunda por esas aplicaciones, encomendarte y tener suerte. De esta manera es que logras conseguir una habitación menos costosa, y sin tantos requerimientos, pero el trabajo de la búsqueda siempre es muy agotador. 

Sanidad

Otra de las cosas a la que le tengo cierto amor-odio, es al tema de la salud pública. Lo más positivo que veo, ante todo, es que es gratuita, luego que cada persona tiene su médico de cabecera, y nuestra hoja clínica está registrada de manera digital. 

Contactar con el médico también se hace relativamente fácil, porque existe una aplicación móvil llamada: Cita Sanitaria, donde uno mismo puede entrar, acceder al calendario y elegir el día que te sea mejor. La cita puede ser presencial o telefónica. Esta primera cita si es presencial, por lo general puede tardar una semana, y si es telefónica podría demorar unos días más. 

Hasta ahí todo bien, el problema está cuando eres remitido a algún especialista, porque las consultas especializadas y el tema de las cirugías pueden ser muy demoradas, y si te ocurre algo de urgencia, y tienes que acudir a esas unidades porque no te queda de otra, te encontrarás que están saturadas de personas y que por esa razón se afecta la calidad de la atención. 

Es cierto que una vez que consigues ser atendido te asisten de manera eficiente, pero se puede estar perfectamente unas ocho horas en Urgencias. 

Centro

Ya para finalizar, me quiero centrar en el centro de Madrid, un sitio culturalmente privilegiado, en donde disfruto mucho andar e ir conociendo y revisitando sitios que visualmente me son muy agradables. 

Pero lo que no soporto es el bullicio ya que siempre está repleto de personas. Sea el horario del día que sea, hay demasiada actividad. Muchas veces se me hace agobiante andar por la zona de la Plaza de Sol porque la multitud de personas es indescriptible, y esto se pone más “emocionante” por ejemplo en ciertos días festivos como pueden ser los fines de año.

Por otro lado, ni hablar del tráfico. 

Quizás esta última queja sea un poco frívola, pero los espacios públicos también son parte del disfrute de la ciudadanía ¿no? 

La inseguridad habitacional, el sistema de salud pública con sus demoras, y el bullicio constante del centro de la ciudad, son realidades que forman parte de mi vida aquí. Estas experiencias no solo han moldeado mi perspectiva sobre mi exilio en España, sino que también me han hecho reflexionar sobre la importancia de la resiliencia, la adaptabilidad y los desafíos de cada contexto. 

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(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).