Narrativa cubana | Sin ojos

"Desde allí, logré ver a mi madre, sentada en el sillón de la sala, era ella, como una pintura renacentista, con su ropa color ocre, la de siempre, sus sandalias rotas por las suelas, y esa postura de mujer antigua y gastada..."

| Escrituras | 28/12/2024
foto de Nonardo Perea
"Orgasmo". Foto: Nonardo Perea

Ayer creí que estaba muerto, muerto de verdad, aún no sé porqué pensé tanto en esa probabilidad. 

Chupándome un dedo, recité: no estoy muerto, no estoy muerto, y qué difícil es estarlo con un dedo dentro de la boca.

TRES*

Por lo visto, hoy no tendré permitido salir del cuarto. 

Al saltar de la cama, la puerta ya estaba con llave. 

De las paredes se esfumó el ejército de hombres y encima de la pintura blanca sólo abundaban notables manchones que se asemejaban a nubes matizadas en gris y negro, color de tormenta que tanto me gusta. 

Con la mirada fija en una de las paredes enseguida noté que cuanto más alto conseguía entonar la voz, y gritaba ¡déjame salir, déjame salir! Todo se tornaba más sombrío y era mucho más bonito, algunas de las nubes llegaban a cambiar de tamaño y de posición. 

Entre el claroscuro, distinguí una diversidad de figuritas que parecían haber sido torneadas a mano en un torno alfarero, creadas con una mezcla hecha de pasta blanca y pigmentos coloreados en azul turquesa y amarillo pastel, otras, las que más sobresalían en belleza y tamaño, se asemejaban al biscuit. 

Eran pingas fácilmente reconocibles en su forma alargada, aunque no en el color, llegaban a ser pingas de fantasía, rosadas, azules, verdes, moradas, negras, fosforescentes. Algunas se mostraban vulgares paradas en su estado se excitación, dejaban ver la venosidad que se ocultaba debajo de la piel finísima, daban la impresión de ser lombrices de fango conviviendo allí dentro, amamantándose en grupos. Otras, no pasaban de ser unos trocitos de carne comunes y corrientes, ridículas en proporción, mientras que una buena manada de pingas contaba con la facilidad de haber adquirido distinciones especiales, éstas eran las de mayor grosor y de pieles más tersas y sudorosas. Eran pingas voladoras, tenían alas en cada uno de sus extremos, dos ojos postrados uno en cada testículo y una boca dos o tres milímetros debajo, éstas se llamaban las cazadoras, y se pasaban la mayor parte del tiempo en los aires, como aves de rapiña, buscando día y noche a quien poder engullirse, se tragaban unas entre sí, se masticaban y después se devolvían al exterior y volvían a tragarse unas a otras, hasta terminar saciándose, muchas se iban a los terrenos más silenciosos y despoblados, aburridas se iban huidizas, temiendo ser devoradas por otras pingas insignificantes, en todo aquel espacio no aparecía ni un solo bollo volador, al parecer los bollos voladores no existían, se habían extinguido, ni un solo bollo. Durante días y meses buscaron y según las pingas con bocas, lo que más saciaban encontrar era la isla de los culos voladores, pero se cansaron de buscar porque por ninguna parte apareció un culo volador. Entonces, determinaron seguir tragándose una a la otra, y pasar todo el tiempo así, huyendo de ser devorado por una pinga más pequeña. 

Las imágenes se diluyeron de una manera fugaz, y solo se quedaron las nubes.

Un poco excitado, grité y volví a hacerlo, sólo me contuve al sentir un dolor punzante, y sequedad en la garganta. 

Pegando una de mis orejas a la maldita puerta, escuché un sinnúmero de palabrejas atravesándome de oído a oído. 

Con un movimiento rápido, busqué la hendija, esa que, durante mucho tiempo las hormigas en su arduo vaivén, construyeron para mí. 

Desde allí, logré ver a mi madre, sentada en el sillón de la sala, era ella, como una pintura renacentista, con su ropa color ocre, la de siempre, sus sandalias rotas por las suelas, y esa postura de mujer antigua y gastada, meciéndose como una niña con la mirada por momentos puesta en el suelo, o en el retrato del hombre con traje que también tiene cara de ser un tipo antiguo o un muerto, ahora mira al techo, a la puerta, yo sé que yo soy la puerta, y me mira como quien no sabe que va a hacer con esa puerta, yo era la puerta y no lo supe hasta entonces, porque después no le apartó más la vista. 

¡Deberías de morirte por mal hijo!

¿Por qué tengo que cargar contigo?

¡Ahí te vas a quedar!

¡Eres un enfermo! ¡En-fer-mo!

¡Un loco! 

¡Mi hijo Benjamín, es un loco!

¡Mi hijo Benjamín, es un loco!

¡Yo no estoy loco!- le contesté con un grito, y gocé viendo como los manchones se extendían formando un estupendo círculo alrededor del techo. 

¡Yo no estoy loco, y tú te llevaste a todos mis hombres!

¡Me has alejado de todos mis hombres! 

¡Puta!

Decirle eso, dolió. Puta, pude haberle dicho, cínica, mala, mala, pero no puta. Sólo esperaba que Dios o alguno de sus secuaces espías estuviesen lo suficientemente ocupados en menesteres de otra índole, y no fisgoneando en mis asuntos. 

Sé que no habría misericordia, porque a una madre no se le puede calificar de una manera tan bárbara. 

Mi madrecita: Belinda de los Portales, no era una puta; ella sólo es una mujer cansada y demasiado nerviosa que juega conmigo y desconoce el peso de algunas palabras. 

Sé la razón de su angustia, es a causa de la pérdida de Ñico, desde que nos abandonó para irse a parrandear a las calles, su hija dejó de ser atenta con nosotros, ya no nos da más dinero. Vivíamos de eso, cincuenta dólares al mes por mal atenderlo, desayunábamos bien, almorzábamos y comíamos con decencia, ya en casa no abunda la comida, malamente nos la tenemos que ingeniar con lo que nos toca en la bodega, todo el mundo está pasándola igual, vivimos con dos trocitos de pollo una vez por mes, 16 libras de arroz, un puñado de frijoles de cualquier tipo, poco aceite, pocos huevos, nada de leche. 

Pasamos hambre. Es por eso, mi madre se fatiga, tiene hambre, mucha hambre de todo, demasiada, a ella le gusta la leche. 

Le digo que me perdone, no puedo cargar toda la vida con ese peso en la conciencia. 

Perdóname mamá, yo te quiero, perdóname. 

Y es a la puerta a quien le contesta. 

¡Pajuso! 

¡Estás loco! ¡Has estado loco siempre!

¡Eres un enfermo Benjamín! ¡El viejo Nicolás, se murió hace más de veinte años!

Y allí mismito, parado sollozando como una margarita le respondo que no, que el viejo Nicolás ya no se llama así, sino Ñico, se llama Ñico, y se fue a coger mulatos y negros a las calles, se fue a singar para ser feliz, se fue a singar mamá, yo no estoy loco, es mentira. Y vuelvo a repetirle la palabra puta, y aguanto la lengua con los dientes, y la aprieto fuerte, fuerte, queriendo detener toda la ira que se despertaba en mi cuerpo, puta, puta, puta, puta, puta, puta, puta. 

Concluí con la palma de mi mano, arremetiendo contra la boca, recordé que una vez no sentí dolor por los golpes, usé la mano abierta, la mano cerrada, mano abierta, mano cerrada, y luego con roña desgarré toda la ropa que llevaba puesta. De los labios agrietados manó el líquido con el que escribí encima de mí. La puerta, de arriba abajo. 

Yo no estoy loco. 

Yo no estoy loco. 

Yo no estoy loco. 

Y desde la hendidura le mostré los labios y le dije: 

Déjame libre mamá, 

Déjame salir, 

Quiero ser pájaro, 

Yo soy un pájaro, 

Déjame, 

Déjame, 

Déjame. 

Y de tanto grito iracundo, regresaron aquellas pingas tragonas, y las letras fueron poniéndose oscuras y de las paredes renacieron otras nubes que llegaron para nutrirse de la claridad, éstas, con lentitud, fueron adueñándose de la luz y mi espacio. 

Yo no estoy loco. 

Yo no estoy loco. 

Una vez más, le dije. 

Allá afuera ocurren cosas muy extrañas, cosas que no puedo ver porque no me dejan. 

Cuando Dios vuelva a visitarme, ya le preguntaré sobre el tema.

A veces, quisiera ser como él. 

Ya sé que no voy a morir nunca, pero no puedo estar en todas partes, y eso es malo. 

Yo no soy Dios. Y es una pena. 

foto de Nonardo Perea
"Cazadoras". Foto: Nonardo Perea

CUATRO 

- ¿No le parece que es mucho dinero? - regateé, y lo noté nervioso, haciendo mover la mandíbula constantemente, mascando un pedazo de habano que mal olía a hierba barata. 

- Estoy seguro que nadie le va a hacer este trabajo por menos de lo que le pido, además… - quedó en suspenso, para ponerse a repasar lo que diría, y prosiguió no sin antes tragarse un buche de saliva. ¿No ve? ¿No ve cómo están las condiciones de su casa, y las paredes? Un desastre, mire esas puertas y ventanas, están comidas por bichos. 

- ¿Bichos? 

- ¡Comejenes, mi vieja! Comején. Que, si se demora dos meses más, la veo durmiendo debajo de un puente- dijo, sin dejar de prestarle interés a las paredes y los techos. Tragó la mezcla que ya previamente había triturado en la boca, y tocando una ventana se le escuchó: hummm, hummm, aunque no lo crea mi vieja, a lo mejor se ha puesto de mala suerte y dentro de las paredes haya bacterias destructoras, que nadie las ve, pero están ahí, y acaban con todo. 

- No me parece. Ésta casa es muy fuerte, de cuando la Colonia, fue construida por un viejo millonario, que se llamaba Gonzalo Alcalay y Mendoza, no la disfrutó, porque enseguida se fue a España con su mujer, y la vendió a un tío mío. Por aquí han pasado muchas generaciones, aquí vivieron los padres de mi abuela materna, y mis padres, y quince hermanos que ya por desgracia murieron, vivíamos todos en esta casa, y nunca tuvimos problemas. Es verdad que se ha descuidado y me asusta eso que me dices de los… ¿Cómo dijiste que era? 

- Bacterias destructoras, son pequeños bichos, minúsculos que se alimentan del ladrillo, y que sólo se pueden ver a través de un microscopito. 

- ¿Microscopiqué? 

Deletreó mi-cros-co-pi-to, agrandando los ojos, poniéndose bizco como si fuera el propio bicho al que hacía referencia. 

Nunca escuché semejante animalidad, pero fingí creerle, y lo miré poniéndole cara de boba. Para él, yo no pasaba de ser una mujer incrédula y asustadiza, o sea, la ignorancia personificada. 

Haciendo gala de mis dotes actorales le dije a media voz que tenía mareo, enseguida se prestó a posar las nalgas encima del mimbre roto del sillón, y ya hastiada y aburrida de su disertación sobre lo mismo, sujetándole el brazo, en su presencia eché varias lagrimitas que sirvieron de detonante para conmoverlo y removerle la sangre que circulaba por sus venas. El momento me hizo rememorar agradables instantes de mi juventud, cuando en la escuela, entusiastas, ensayábamos una obra teatral de Shakespeare que siempre me ha parecido tremendamente patética: Romeo y Julieta. 

Desde muy niña aprendí a darle rienda suelta a las lágrimas, sabía como llevar a cabo algunas situaciones, y buscaba el momento justo para dejarlas deslizarse por las mejillas, solían ser lágrimas muy productivas, y mucho más ahora, cuando ya no se trata de las lágrimas de una linda muchachita, sino de las de una sesentona, a la que a juzgar por lo que dicen todos, le queda poco baile en el convento. 

Al presenciar tal estado de inquietud en que me encontraba, me propinó tres palmaditas en la espalda, y librándose del amarre que le hice con mis brazos, se dirigió hasta la puerta de salida, y desde la ventana situada a un costado, miró a la gente yendo en diferentes direcciones, y de un escupitajo soltó el apestoso pegote en las aceras. 

Dio media vuelta, y otra vez su mirada tropezó con los ojos de la vieja de aspecto frágil, a la que ahora le temblaba toda la carne. 

—No se preocupe, mi vieja, le hago una rebaja.

Aquellas palabras actuaron como un sedante, ya no veía dureza alguna en su cara, y todo en él olía a limpio, incluyendo el aliento. 

Era eso, y sólo eso, lo que ansiaba escuchar, una rebaja, una insignificante rebaja para una vieja revieja a la que lo único que lo que le queda en la vida es ésta casa mutilada por el tiempo, un hijo, y la esperanza de poder vender la casa ya arreglada para poder irse del país antes de que alguien le cierre los ojos definitivamente. 

Arreglar mi casa para venderla a un buen precio. 

Rellenar con buen cemento los miles de hoyos que como estigmas abundan en las paredes, a causa de los clavos de donde alguna vez pendieron retratos de familia, adornos de valor, de los que tuvimos que deshacernos casi a la fuerza para no conocer la cara de la miseria.

Cambiar las puertas por otras nuevas, las ventanas. 

Volver a hacerla relucir, para que otro la disfrute cuando cambie  su actual estado y se pueda apreciar como esas casas de las películas, o las telenovelas brasileñas. Mejorar los techos, para que cuando el tiempo cambie y llueva mucho, la lluvia sea motivo de alegría y no de sufrimiento, porque el agua campea más aquí que en las calles y campos, y cuando llueve nuestra casa es una ciénaga. 

Mejorar el aspecto de la cocina, y darle una buena mano al baño que parece lugar de puercos, y no de cristianos. 

Y por último, darle pintura a todas las paredes con esmalte blanco. 

¡Que lindo! 

—¿Y…? ¿Cuánto es entonces? - le hice la pregunta sacudiéndome la nariz con una punta del vestido, y seguidamente, le otorgué una sonrisita triste, conociendo ya de antemano, que tal pago nunca iba a efectuarse, porque no tenía ni un centavo, mucho menos de donde poder sacarlo. Pero la casa, alguien tenía que arreglarla. 

Lo escuché redondear la cifra, hablaba no queriendo ser hiriente. Es mucho menos, explicó. 

—Son ochocientos dólares, mi vieja. Yo se lo pongo todo, ahora mismo salgo y resuelvo los materiales que se necesitan. Ese es mi negocio, y yo solito en tres meses le dejo esto al kilo, si quiere mañana mismo empiezo la pincha, eso sí, mi vieja, me paga una parte ahora, y al terminar, me liquida con la otra. 

Ochocientos dólares, ochocientos dólares, ochocientos dólares. Leí en mi mente la cifra, y sin titubeos, no mostré asombro y le dije, dándole literalmente un golpe en el mentón para no dejarle posibilidad alguna de que me rebatiese la propuesta. 

—No te preocupes, te daré lo tuyo en cuanto mi hermana me mande un dinero que quedó en hacerme llegar con una gente que viene de visita en febrero. 

Le mentí, lo engañé y seduje, haciéndole el cuento de una supuesta hermana que era la única que me quedaba en vida, y que había ido del país cuando la jodedera del 80. lo miré con cierta languidez, no sin antes decirle:

—Te aseguro que no habrá ningún problema con el pago, puede que demore un poco, pero de que te pago, te pago. ¡¿O es que no confías en esta vieja?!

Se quedó en silencio y asintió con la cabeza, yo le miré fijo a los ojos una vez más le mostré los dientes con una espléndida sonrisa y lo despedí con cinco palabras: 

—Puedes comenzar la semana próxima. 

Hoy es un día silencioso, nada propicio para recibir sermones.

Si al fin, Dios aparece, le daré con un palo en la cabeza para no dejarlo entrar.

A veces el silencio hace mucha falta.

Él, lo sabe.

Foto de Nonardo Pera
"Pose" de Nonardo Perea

CINCO

No deberías irte nunca más y estar así todo el tiempo haciéndome rizos en el pelo acariciando lo he dejado crecer para ti ya sabes es lo más que he podido hacer no tengo la culpa de no ser femenino como tu quisieras es probable que tenga demasiadas hormonas masculinas revoloteándome dentro es un fastidio mala suerte pero no logro ser diferente no me queda bien cambiar el tono de voz imposible o partir la mano mucho menos poner el dedo meñique como una putica cualquiera no poseo el don de la naturalidad o autenticidad nada es perfecto eso lo sabes como lo sabe todo el mundo cada vez nos alejamos mas de la perfección es un misterio nadie logra ser perfecto deberías pensar en quedarte así para siempre yo no diría una palabra no me opondría cementarte a mi cuerpo y ser tu y yo en uno Carlo y Benjamín Benjamín y Carlo eres a quién mas he querido a pesar de todo no olvido en mi libreta de repeticiones he escrito tu nombre en más de cien cuartillas Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo Carlo ya ves que no consigo dejarte atrás cuando he intentado echarte a un lado te recuerdo haciéndote el muerto por aquél tiempo cuando jugábamos en la escuela que días aquellos íbamos a trabajar al campo eras tu el que siempre caías herido de muerte yo no yo era la enfermera la enfermera más feliz del mundo te socorría tu fingías no respirar en mi protagónico debía darte respiración artificial se suponía que una buena enfermera estuviese entrenada con mi boca conducía tu legua a la mía la juntábamos y ambas tenían el gusto de aquellos frutos ácidos recogíamos fresas en el campo ¿lo olvidaste? Nos quedábamos solos en los surcos tan largos que no conseguíamos ver el fin olvidados por el mundo entre tanto cielo tierra y hierba comías más fresas que nadie te hartabas porque siempre tenías hambre la comida que nos daban era poca un asco pero no importaba nosotros más que toda esa porquería nos alimentábamos de nosotros mismos con nuestros juegos ¿verdad que sí? Lo hacíamos y no nos cansábamos no nos aburríamos de hacerlo nos descubríamos con paciencia estabas ahí quieto muerto como un regalo de guerra yo te endulzaba los labios con las frutas que llevaba en mi boca besaba tu olías a hombre y a deseo mordía tus nalgas y te quedabas quieto te dejabas hacer cualquier cosa que Dios me perdone que Dios me perdone pero tenías un culo envidiable una suerte de trofeo que me pertenecía tocaba y era bueno tocarte buscar y redescubrir la más sensibles zonas de tu cuerpo te tocaba como solo un hombre es capaz de saber hacerlo a otro hombre ni suave ni duro tu seguías muerto pero no frío ni muerto del todo eras feliz yo lo sabía así estuviste tres años medio muerto eras lo peor una sanguijuela incrustada en mi piel eres un enfermo tan enfermo como yo de solo pasarte la lengua por la espalda se te ponía duro como un tronco loco por meterla la cogí en mis manos disfrutaba de ella sobándola como si fuese la mía propia y me entretenía con ella en la boca era agradable una sensación que pocas mujeres conocen porque no saben descubrirlas mucho menos la descubrirán la mayoría de los hombres es rico muy rico tener algo así dentro de la boca toda una noche para hacer feliz a alguien eso hace feliz a la gente a mi me gustaba verte así yo también lo disfrutaba fueron los mejores años de mi vida con ella dentro de la boca la mayor parte del tiempo parecía haber nacido conmigo un órgano más entre los labios y le extraía todo tu sabor a Carlo tu seguías estando muerto fueron demasiados años juntos incumplíamos reglas para que nos suspendieran las salidas a casa no estudiábamos desaprobábamos cursos y se repetían los años nos fugábamos de clases me dolió mucho oírte decir que nunca más te tocara de pronto comenzaste a sentir miedo sabías bien que yo no podía dejar de hacerlo tocarte eras mío de los pies a la cabeza se lo contarías a todos eras un falso como cualquier otro estúpido se  te salía la mierda sola y todo por culpa de aquella promiscua con cara de yo no fui la usabas para evitar os comentarios que podían surgir nunca te enamoraste de ella te la cogías pensando en mi culo caliente y húmedo un culo con boca que gritaba con boca que gritaba Carlo ven por mi y métemela yo no sentía miedo no conozco el miedo ni del mundo ni de nadie al carajo la gente al carajo lo que se piense me enamoré como cualquier podía enamorarse como lo hacen los animales me empeñé en quererte en desear tu pasividad de falso cadáver a partir de entonces te quise como hombre no pensé en nada más de no haber sido por el aquel rubio con olor a leche que te chantajeaba con decirlo todo olvidé su nombre he aprendido a olvidar eso es bueno cuando lo que se olvida es malo malo es olvidar lo bueno debí dejarlo hacerse el muerto como lo pidió no se como pudo descubrirnos el muy puerco nos siguió para ver lo que yo hacía con tu cuerpo demonio demonio quería hacerse el muerto también con aquel olor a leche de vaca a mi nunca me gustaron las pieles demasiado blancas y el era un rubio casi transparente pensé en ti y el nos quería a los dos cogernos usarnos para sus juegos y cada vez que lo quisiera ponerle collar a nuestros culos y un nombre culo negro culo blanco dos culos para él solo o le contaría a sus amigos que estarían interesados en estar en el juego de hacerse el muerto ojalá se hayan muerto todos ojalá esté pudriéndose bajo tierra eternamente devorado por todas esas pecas que abundaban en su cara olían a rancio podrirse podrirse sería poco yo se que te llevaron a la fuerza no querías eso cargaron contigo como si fueses un bulto una maceta vacía creí volverme loco loco mi madre dice eso estoy loco de remate lo repite todo el tiempo Benjamín esta loco yo no estoy loco le he dicho es la gente si es la gente que no ve más allá de lo que quieren ver yo no estoy loco Carlo son ellos los que quieren verme así te llevaron a la fuerza no pude hacer mucho te obligaron a odiarme a escupir sobre mi nombre confabulaban se unieron estaban e contra de nosotros tuviste que aprender a odiarme te hicieron creer que todos lo que hacíamos era algo abominable merecíamos un castigo pero no conseguiste borrar mi boca también a mi me obligaron pero ya no me importaba nada si según mi madre estaba loco Benjamín estaba loco a un loco se le perdona todo incluso matar no podía hacerte invisible   debí dejarle hacerse el muerto no era difícil aceptar al pecoso o a los otros no me gustaban pero no era difícil las cosas hubiesen sucedido de otra manera sin dolor lo peor fue estar frente a todos Dios no apareció por todo aquello nunca aparece cuando se necesita nunca nunca nos condujeron a la fuerza casi nos golpearon pero sabían que no podían atreverse a tanto éramos soldados de guerra nos trataban como tal esta vez no caías en mis brazos y tenías que estar allí con los ojos aguados aguantando para ser juzgados en frente de todos los alumnos de la escuela con sus uniformes impecables cuchicheando riéndose en nuestras caras que odio había en ellos que regocijo Dios de haber estado allí hubiese visto las caras de sus cristianos el sarcasmo risas risas risas como podían comportarse así necesitaba tanto una razón alguien que me explicase como los dos estábamos allí agredidos sentí como se endurecía mi carne se contraía por el bochorno la pena las mujeres reían mas alto descaradas repartidoras de sífilis como podían reír así si por las noches sus albergues funcionaban como prostíbulos cundidos de perversiones inimaginables pero nosotros éramos culos con lazos culos andantes sin cerebro culo uno y culo dos ambos culos no podían juntarse se suponía que dos culos juntos de por vida apestarían demasiado y eso el director masa de pan no podía permitirlo que asquerosidad sucios sucios culos de varón llenos de leche esa zona esta prohibida ningún varón de verdad lo que se dice varón con cojones puede dejarse acariciar ese punto esa es una isla infinita y deshabitada un viejo imberbe que estando de pie ni siquiera podía el mismo verse la pinga porque le quedaba oculta bajo esa panza grasosa cundida de pendejos lo vi haciéndose una paja en las duchas cuando se vino casi no soltó leche seguramente padecía de varicoselis por eso los huevos le colgaban casi hasta los tobillos ridículo ridículo debí haberle gritado frente a todos pero a nadie le importaría era el director que ya debe estar bien muerto muerto de verdad metido en una caja llena de  bichos que se encargarían de hacerlo polvo convertirlo en una mal oliente bola de estiércol de corral tuviste que contarlo todos dijiste mentira que yo te obligaba a hacerlo y me dolió pero no tuve miedo como tú y ellos gritando a coro aquel lema que inventaron para nosotros y tú seguías haciéndoles creer que yo era culpable de todo mil voces en contra nuestra para ellos tú también eras culpable y me golpeaste delante de todos querías sentirte limpio y te comportaste como un hijo de puta estás ahí yo sé que estás aquí siento tu olor lo siento Carlo después te entendí pude entender me golpeaste en la cara y no dije nada me quedé callado se hizo silencio silencio en mi interior Dios no estaba Dios no estaba nunca está y debió ver como me golpeabas y no te detenías no solté una lágrima no podía a quien le iba a dar el gusto todos tan aplicados falsos engañosos con sus risas con olor a rancio a miseria a poca  comida y malas noches tú me querías me querías tanto o más de lo que imaginé golpeabas sin quererlo tú ocupabas el puesto de cada uno de ellos hacías lo que todos hubiesen deseado yo también me sentí infeliz reducido al tamaño de una pasa y canté canté no sé si era una canción o de tristeza que es lo mismo después yo también me golpeé por no conseguir quererte más de lo que te quería yo no estoy loco yo no estoy loco mamá es la gente que nunca entiende nada vomitaban amarillo y gris muchos trozos de gris asqueados de ver frente a ellos dos culos adornados con lazos rosados dos culos que se apetecían asco asco de gente y Dios no se portó por allí pero fue sustituido a masa de pan le comenzó a sangrar la nariz mientras cruzabas tus puños en mi cara no sentí dolor tenía la cara dormida anestesiada la nariz le sangraba más embarrando toda la camisa se le empegostaban los labios frente a nosotros estaba el coro coro coro ni siquiera se percataron comenzaron a destilar sangre primero fueron sus narices coágulos rojos saliéndole a borbotones como cuando se pincha el corazón de un cerdo o se le arranca de cuajo la cabeza a una cabra sangre sangre sangre yo cantaba y ellos hicieron silencio descubrieron en sus manos la sangre se llevaron los dedos a las narices y los introdujeron dentro de los orificios para intentar detenerla era demasiada sangre sangre sangre yo cantaba y veía la sangre a masa de pan arrodillado en el piso intentado detenerla con las manos por los ojos salían coágulos espesos atractivos coágulos de color rojo escarlata tú no parabas de mover los puños juraría que lo hacías con placer yo recibía los golpes y ellos eran los que salían lastimados sangre sangre sangre Dios no estaba allí no era Dios coágulos coágulos coágulos por los oídos coágulos que fueron cambiando su espesor hasta no se otra cosa que un líquido aguado como una acuarela golpeabas golpeabas ellos iban cayendo en grupos unos sobre otros arqueándose por el dolor como si todo hubiesen caído de un edificio tirados para terminar reventándose por dentro ninguno supo descifrar la angustia que llevabas dentro por eso no te detuviste era una satisfacción un gusto apreciable sangre sangre sangre por todas partes pediste perdón por tanto mal trato creíste estar infligiéndome mucho daño recuerdas Carlo como te dije continúa no te detengas yo no sentía dolor y tú seguiste para verlo retorcerse como serpientes echadas al fuego revolcados sobre un lago de sangre que los engullía sangre que se mezclaba con la tierra resbalaban sin poder ponerse en pie y comenzaban a apestar como cadáveres gritaban para que los ayudásemos pobres todos ellos desesperados allí lastimándose unos a otros porque en el intento de querer levantarse se metían los dedos en los ojos y se daban cabezazos pero tú no podías ayudar tenías que cumplir con tu función de culo con lazo rosado  tenías que continuar golpeando al otro culo también con lazo estábamos ocupados tú dando golpes yo recibiendo sangre sangre sangre lloraban como cuando alguien se arrepiente divinos angelitos Dios como podía ser posible como tener el nombre de Dios en sus bocas coágulos coágulos coágulos volvían al piso de donde nunca debieron levantarse de tanta mala voluntad que habitaba en ellos de tanta roña y suciedad mentiras y mala sangre casi se ahogan se sumergían en el espesor era la tierra que los reclamaba por inservibles al menos serviría para abonar los campos aunque sus desechos malograrían los frutos secarían los árboles golpéame golpéame más fuerte sé un hombre hombre de verdad como ellos golpéame como los que te han enseñado a ser un hombre de verdad golpéame eso sí sabes hacerlo no te detengas eso te decía Carlo te decía y sólo te detuviste hasta dejarlos bien asustados y ciegos para que no nos recordasen nunca y no volvieran a odiar a dos culos como los odiaron tengo ganas de llorar yo sé que no estoy loco no me volví loco tengo ganas de gritar gritar fuerte pero no lloro no grito me aprieta el pecho el aire no tengo aire Carlo porqué te fuiste ya estoy cansado de estar aquí me aburro demasiado tú me entiendes sólo tú me entiendes deberías venir con más frecuencia tengo que confesártelo he tenido que hacerlo con otros soy un aberrado he hecho cochinadas con otros pero te quiero a ti sólo a ti de verdad te quiero los demás nada más que vienen a gozarme se sacian de una vez pasan mucho rato dentro de mí trasteándome lo hacen hasta hacerme daño es eso lo que quieren lastimarme no les intereso a ninguno sólo es el hueco no les importo yo Benjamín soy solo un hueco vacío sólo eso un miserable hueco andante dilatado una máquina aprieta pingas un hueco sin cabeza yo no soy yo sino un hueco que no siente viene a eso a coger y cogen usan y deshacen cogen de gratis no son hombres no lo son yo sé que ellos dicen que sí pero no lo son ninguno es como tú ninguno ha sido como tú que vienes y te quedas ahí así quieto sin pedir nada sólo te complace estar conmigo sin hablar la oyes verdad que la oyes es mamá está canturreando de nuevo mejor quédate en silencio no digas nada ponte un punto en la boca que si te descubre es capaz de sacarte a patadas yo no quiero que vuelvas a irte no quiero eso ella puede hacer contigo lo mismo que hizo con mi ejército de hombres se los llevó a todos y sólo me dejó esas nubes oscuras que se ven allá arriba en el techo ella ha cambiado mucho por estos días me dice cosas que no me gustan me pone triste quiere irse de esta casa que yo me vaya con ella y no quiero no quiero como voy a saber de ti está loca loca de remate no me deja salir pero estoy bien aquí contigo podemos hacer algo ahora tengo ganas mira debajo de las sábanas estoy encuero y la tengo como a ti te gusta se me quiere partir es por tu culpa Carlo quiero venirme contigo olvidarme de ella su voz es horrible óyela que mal canta verdad que horror quiero ser un poquito feliz solo un poquito Carlo venirme pensando en como te tocaba en la escuela ahora sí puedes hacerme lo que quieras nadie nos mira todos se quedaron ciegos ya ni siquiera se han de acordar de los dos culos con lazos rosados los niños con botines recuerdas Carlo era eso lo que muchos decían de nosotros éramos los niños con botines pero eso ya no tiene ninguna importancia Carlo mi Carlo quieres hacerte el muerto por favor. 

* Tres capítulos de novela en proceso de Nonardo Perea.

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