Camille Claudel: el poder de la vida frente a una piedra inerte
La vida y la obra de Camille son un recordatorio no solo de las dificultades que una mujer puede encontrar en su camino, sino también de su fuerza.
Incontables son las historias de mujeres artistas que, a lo largo de siglos, han intentado abrirse camino en un entorno dominado por los hombres. Ser respetadas por la calidad de su arte y tratadas como iguales es una aspiración justa que, sin embargo, no todas logran. Con talento y tenacidad, afrontando el desprecio y los obstáculos, muchas han creado obras en nada inferiores a las de sus pares masculinos. Y sus historias de vida son fuente de inspiración para quienes aún en nuestros días lidian con la discriminación por razones de género.
Entre esas historias de vida, a la vez amargas e ilustrativas, está la de Camille Claudel, una escultora excepcional cuyos últimos treinta años transcurrieron en la más oscura pesadilla.
Ser mujer y escultora en el siglo XIX
Camille nació el 8 de diciembre de 1864 en Fère-en-Tardenois, un pequeño pueblo en Aisne, donde su padre trabajaba como funcionario público. Fue la mayor de tres hermanos, todos con inclinaciones artísticas, aunque solo ella y Paul, el más joven, llegarían a convertirse en artistas reconocidos.
En el otoño de 1876, Cuando Camille tenía doce años, la familia se mudó a Nogent-sur-Seine. Ya para entonces la niña mostraba habilidad en la escultura y su padre, preocupado por desarrollar su talento, pidió consejo a Paul Dubois, residente del pueblo, que por esas fechas había sido designado director de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Dubois y su discípulo, el joven escultor Alfred Boucher, admitieron a Camille como alumna. Fue una decisión polémica que trajo conflictos en la familia, pues a fines del siglo XIX lo que se esperaba de una mujer era que encontrase un hombre para casarse y tener hijos. La idea de una mujer escultora implicaba renunciar a su sexualidad y vivir una vida de soltera, algo que su madre no aceptaba. Pero la determinación de Camille era inconmovible y su padre la apoyó.
Camille Claudel y Auguste Rodin
Dubois y Boucher la prepararon para ingresar a la prestigiosa Academia Colarossi, que no solo aceptaba a mujeres, sino que les permitía usar modelos masculinos para el estudio del desnudo. En París, la destreza de Camille se hizo ver desde el primer momento, y en 1883, con apenas 18 años, llamó la atención de Auguste Rodin, que la invitó a trabajar en su taller. En poco tiempo, la joven artista se convirtió en modelo, musa, amante y principal colaboradora de un Rodin ya maduro y famoso.
El romance entre ellos fue intenso. El indomable temperamento de Camille, su extraordinario genio creativo y su sentido de la libertad cautivaron a Rodin, que la retrató en obras como La aurora (1885) y Pensamiento (1886), y le prometió matrimonio. Sin embargo, él mantenía relaciones con otras amantes y no estaba dispuesto a tanto. Por otro lado, aunque apoyaba su carrera y reconocía públicamente su talento, se aprovechaba de su colaboración sin darle el crédito que merecía. Piezas de Camille como El vals (1885) y Sakountala (1888) mostraban un dominio técnico y un estilo que se distinguía cada vez más del de Rodin, pero su condición de mujer y la proximidad del célebre maestro eran una sombra sobre ella.
En 1892 Camille quedó embarazada y fue obligada a abortar. Esto marcó el fin de su relación y el comienzo de una etapa en que la joven escultora trabajó de manera incansable, tratando de afirmar su independencia económica y su originalidad como artista. Aunque por un tiempo su vínculo con Rodin continuó, su voluntad de alejarse se hizo cada vez más firme. Produjo en ese período algunas de sus obras más notables: La implorante (1892), La edad madura (1893), La ola (1897) y Sueño junto al fuego (1899).
Los años finales
A principios del siglo XX, Camille Claudel exhibe sus piezas en el Salón de los Artistas Franceses y en el Salón de los Autónomos. Perseo (1902), La flautista (1903), El abandono (1905)y Niobe herida (1906) se ganan el reconocimiento del público. Pero su salud ha empezado a deteriorarse. Cada vez más distante de la sociedad, descuidada en su apariencia e irritable, sufre episodios de paranoia y reacciona con violencia ante la gente y hacia su propia obra, destruyendo bocetos e incluso esculturas ya acabadas.
En 1908 realiza su última exposición en la Galería Eugène Blot. Para entonces sus escasos amigos comienzan a abandonarla y su familia considera la posibilidad de recluirla en un asilo para enfermos mentales. Los próximos tres años vive prácticamente aislada en su casa, hasta que en 1913, tras la muerte de su padre, su hermano decide internarla, primero en el hospital psiquiátrico de Ville-Évrard, y unos meses después en el manicomio de Montdeverges, donde permanece hasta su muerte en 1943.
Durante esas tres décadas, olvidada por su familia y el mundo, Camille escribió cientos de cartas que nunca llegaron a su destino, cartas que dejan ver el atroz despojo de su arte y el abandono a que fue sometida, cartas de una lucidez que ni el silencio ni el largo encierro apagaron. En una de ellas, dirigida a su hermano, escribió:
Me llamo Camille Claudel, artista. Eterna amante. Superé tu obra genial y sobreviví sola hasta que me arrastraron de mi pequeño apartamento, cuyas paredes sangraban por heridas de rabia. Así quiero ser recordada. Como la mujer que descubrió el poder de la vida frente a una piedra inerte y conoció a su peor enemigo.
El legado de Camille Claudel
En 1949, seis años después de la muerte de su hermana, Paul Claudel pidió al Museo Rodin hacer una exposición retrospectiva de la obra de Camille y escribió las palabras del catálogo. En 1983 Anne Delbée publicó una biografía novelada sobre la vida de la artista, con fotos y fragmentos de sus cartas. Este libro contribuyó enormemente a la restitución de su memoria e inspiró a Bruno Nuytten a hacer el filme La pasión de Camille Claudel (1988). En 2013, Bruno Dumont escribió y dirigió una nueva película, Camille Claudel 1915, donde recrea los inicios de su internamiento en el manicomio. En marzo de 2017, en Nogent-sur-Seine, el pueblo donde la escultora descubrió su vocación, se abrió el Museo Camille Claudel.
La vida y la obra de Camille son un recordatorio no solo de las enormes dificultades e injusticias que una mujer puede encontrar en el camino de su realización, sino también de su fuerza y su capacidad creativa.
▶ Vuela con nosotras
Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.
(Para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@alastensas.com)
Responder