Poesía guatemalteca │ Dos poemas de Alaíde Foppa
Sin ceder a estereotipos, la poesía de Alaíde Foppa desnudó con notable eficacia los problemas de la mujer en la segunda mitad del siglo XX.
Destierro
Mi vida
es un destierro sin retorno.
No tuvo casa
mi errante infancia perdida,
no tiene tierra
mi destierro.
Mi vida navegó
en nave de nostalgia.
Viví a orillas del mar
mirando el horizonte:
hacia mi casa ignorada
pensaba zarpar un día,
y el presentido viaje
me dejó en otro puerto de partida.
¿Es el amor, acaso,
mi última rada?
Oh brazos que me hicieron prisionera,
sin darme abrigo...
También del cruel abrazo
quise escaparme.
Oh huyentes brazos,
que en vano buscaron mis manos...
Incesante fuga
y anhelo incesante,
el amor no es puerto seguro.
Ya no hay tierra prometida
para mi esperanza.
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Ella se siente...
Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa,
como fruto devorado adentro
por pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
―no corteza vacía―,
una imagen que brilla en el espejo
―no sombra que se esfuma―
y una voz clara
―no pesado silencio―
alguna vez escuchada.

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Con un estilo intimista, heredero de la poesía modernista latinoamericana pero anclada en la compleja realidad de su tiempo, sin ceder a simplificaciones ideológicas o políticas, la poesía de Alaíde Foppa desnudó con notable eficacia artística los problemas vitales de la mujer en la segunda mitad del siglo XX. Su sensibilidad, ajena también a las convenciones estéticas y a las estrechas normas tradicionales, hicieron de ella no solo una poeta notable, sino también una de las principales divulgadoras del pensamiento feminista y el arte hecho por mujeres en Latinoamérica.
En 1972, Foppa creó y dirigió en México el programa de radio Foro de la Mujer, uno de los primeros en abordar temas como las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres; y en 1976 fundó la revista Fem, desde donde difundió la obra de autoras como Simone de Beauvoir y Gisèle Halimi. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), creó también la primera cátedra de sociología de la mujer y fue precursora de los estudios subalternos.
Se ilustran estos poemas de Alaíde Foppa con dos obras de la artista italo-guatemalteca Rocío Villanueva. De formación autodidacta, Villanueva ha desarrollado un singular estilo que combina elementos de la estética pop con el surrealismo y las novedosas técnicas del arte digital para construir universos oníricos donde la mujer ocupa siempre un espacio el central. Entre la aspiración a un difícil equilibrio interior y las contradicciones propias de una realidad que pretende reducirlas a simples objetos del deseo, entre la ingenuidad y la resiliencia, las mujeres en la obra de Villanueva nos colocan ante los fuertes contrastes de la representación del ser femenino en la cultura de masas y en el arte contemporáneo.
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