Entrevista | Yohania de Armas Gandaria: “He sabido utilizar mi identidad como un activo”

Yohania de Armas, mujer negra, cubana, migrante y madre soltera, reconocida como Emprendedora del Año en España, habla sobre su trayectoria profesional en entrevista para "Alas Tensas".

| Diálogos | 17/11/2025
Yohania de Armas, fundadora y directora de la plataforma Conecta Iberoamérica.
Yohania de Armas, fundadora y directora de la plataforma Conecta Iberoamérica.

La abogada cubana Yohania de Armas Gandaria, fundadora y directora de Conecta Iberoamérica, acaba de ser reconocida como Emprendedora del Año en España por la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA). El galardón la ubica en un lugar singular dentro del ecosistema empresarial español: una mujer negra, cubana, migrante y madre soltera que dirige una red de más de 1300 profesionales en 22 países.

Desde ahí, Yohania se ha abierto paso con una narrativa propia que combina disciplina, liderazgo precoz y una confianza férrea en su identidad. Su historia, sin embargo, no se narra desde la excepcionalidad, sino desde la continuidad de una herencia familiar marcada por el impulso, la exigencia y una ética del trabajo que ella describe como su primera escuela.

“Crecí viendo a mi madre desafiando límites”

La entrevista con Yohania de Armas Gandaria para Alas Tensas, ocurrió entre mensajes de WhatsApp, con el tono inmediato y casi íntimo propio de las conversaciones que se sostienen entre un día lleno de reuniones y una noche demasiado corta.

Cuando le pregunté qué parte de su historia personal la preparó para levantar un proyecto de alcance transnacional, Yohania volvió al origen: su madre. La describe como una mujer incansable, médica e investigadora que, dentro del rígido sistema de salud cubano, imaginaba innovaciones que “se iban un poco de los límites establecidos”.

“Para mí esa era la normalidad, ver a mi madre desafiando límites. Con lo cual yo creo que esa influencia y haber crecido y haberme educado en un entorno donde estás en constante transformación, en superación, desafiándote los límites que te son impuestos por cualquier razón”.

Ese ambiente, explica, sembró en ella la idea de que ninguna barrera es definitiva. También reconoce que asumir liderazgo desde muy joven en la Universidad de La Habana moldeó su carácter profesional. Con 23 años dirigía el área legal en un entorno dominado por generaciones mayores.

“Mi antecesora se había llevado todos los materiales… tuve que empezar de cero. Mis compañeros tenían 50 o 55 años y tuve que ganarme el reconocimiento. Creo que esa capacidad de liderazgo que fui desarrollando me ha llevado a entender muy bien a las personas y cómo funcionan las conexiones humanas auténticas, lo que puede llegar a pasar cuando las personas conectan de verdad. Y bueno, yo creo que eso ha sido como los dos hitos, digamos, que han generado influencia en mi yo actual.”

“Nunca he sentido que juego en desventaja”

Yohania de Armas.
Yohania de Armas.

Cuando la conversación entra en el terreno de las desigualdades —ser mujer negra, migrante, madre sola en Europa— Yohania responde desde una afirmación que revela su propia experiencia, pero también deja ver una perspectiva donde lo estructural a veces queda en segundo plano.

“Yo sinceramente nunca he sentido que juego en desventaja por ser negra, migrante, madre soltera… No sé, creo que es la forma en la que me han educado las mujeres de mi familia, obviamente la crianza de una mujer negra, es como si la vara de medir fuera más allá que del uno al diez, tienes que dar más, si te equivocas, el juicio a lo público va a ser peor. Así es como nos crían a las mujeres negras, tienes que intentar ser mejor que nadie, ser intachable, ser excelente, entonces yo creo que siempre eso de alguna forma te inculca autoconfianza y seguridad”.

Aun así, reconoce que entrar al mundo empresarial europeo implicó partir desde cero: sin contactos, sin redes previas, sin la “herencia empresarial” que sí poseen muchos de sus colegas. “Mis colegas a lo mejor son segunda o tercera generación de empresarios. El punto de partida no es el mismo. Yo tuve que adentrarme en espacios a los cuales no tenía acceso”.

En su manera de narrarlo, el esfuerzo personal ocupa un lugar protagónico, aunque admite que el camino está lleno de barreras silenciosas. Sin dramatizarlas —ni nombrarlas necesariamente como discriminación estructural— reconoce que aprendió cometiendo errores y sin nadie que le explicara cómo funcionaban ciertos códigos del sector. “He cometido errores por desconocimiento, porque nadie viene y te explica las cosas. Pero siempre he sido una persona muy segura; aquí no tengo nada que perder”.

Desde esa seguridad, dice, intenta abrir puertas a quienes lleguen después, un gesto que adquiere un peso particular en un contexto donde no todas las personas racializadas tienen la misma experiencia que ella.

La pregunta sobre si el racismo y el machismo estructural han condicionado su camino como emprendedora, la lleva a matizar aún más su visión. Yohania insiste en que no ha sufrido racismo en España, al menos no de forma frontal.

“No siento que vaya en desventaja por ser una mujer negra. He sabido utilizar mi identidad como un activo. Antes llevaba un afro, ahora trenzas, hablo con mi acento… esto es lo que hay”. Para ella, reafirmar su identidad ha sido una estrategia de posicionamiento, una decisión consciente frente a la tendencia —que observa en muchos cubanos migrantes— de intentar pasar desapercibidos. “No tengo por qué renunciar a eso para avanzar. Y casualmente eso me ha ido posicionando”.

Al mismo tiempo, introduce otro elemento que explicaría algunas ventajas relativas en el contexto español: la percepción positiva hacia la migración cubana. “Los cubanos somos muy bien percibidos en España. Nos tienen como una migración que no da qué hacer, que se integra, que está capacitada”.

Su relato se sostiene en una experiencia personal concreta, aunque ella misma reconoce que este “techo” no es universal para otras comunidades afrodescendientes. La tensión entre vivencia individual y desigualdades estructurales aparece aquí de forma implícita, sin necesidad de nombrarla. Lo que sí destaca es la importancia del tejido asociativo: “Pertenecer a una comunidad te da fuerza… siempre me he integrado a asociaciones y redes de mujeres empresarias, emprendedores migrantes, de todo lo que te puedas imaginar”.

“El talento es un activo que genera transformación”

Al hablar de Conecta Iberoamérica, Yohania cambia el tono. La descripción del proyecto se vuelve técnica, precisa y entusiasmada. La plataforma, explica, nació como una comunidad y hoy funciona como consultora con cuatro grandes verticales. “Tenemos una línea que llamamos movilización o activación de talento… conectamos a estos profesionales con oportunidades, tanto de empleo, de proyectos, de mentorización, de formación, desde nuestra red, pero también para otros jóvenes de la región”.

Insiste en que la región habla mucho de turismo, gastronomía y cultura, pero muy poco de innovación, ciencia o conocimiento, lo que limita las políticas públicas. “Si no hablas de talento, si tú no hablas de eso, pues no destinas unos presupuestos, no están en políticas públicas y no se generan cambios reales”.

La segunda vertical es la consultoría: apoyo a empresas, universidades, cámaras de comercio, gobiernos locales y administraciones públicas tanto en España como en América Latina. “Hacemos de puente […], hay actores trabajando las mismas agendas que no se conocen […], hacemos todo el engranaje”. La red incluye más de 1300 miembros altamente cualificados en 22 países, desde expertos en IA hasta chefs con estrellas Michelin.

Una tercera área es la formación: una marca educativa alimentada por la diversidad profesional de su propia red. La cuarta es Proyecta, una plataforma para fortalecer la gestión de proyectos de cooperación, “sobre todo para instituciones latinoamericanas que quieran acceder a oportunidades de financiación o que ya tengan proyectos que han obtenido financiación y necesiten apoyo extra en liderazgo de equipos, a nivel formativo, desarrollo de capacidades internas, gestión económico-financiera, o sea, todo lo que tiene que ver con el liderazgo del proyecto”.

Y, de forma transversal, añaden una quinta área, destinada al trabajo en asuntos públicos, especialmente relacionados con empleabilidad en el sector empresarial iberoamericano. “Ayudamos a entender a actores clave del entorno Iberoamericano visiones diferentes”.

Le pregunto por el reconocimiento entre más de 3,4 millones de emprendedores en España. Yohania responde resaltando lo atípico de su modelo, una mezcla entre empresa de consultoría, comunidad y espíritu asociativo. “Tenemos un modelo extremadamente flexible. Creamos equipos a la medida de cada proyecto. Somos independientes, sin socios inversores que respondan a otros intereses”.

En un sector tradicional, esa autonomía ha sido clave. También lo ha sido la manera horizontal de liderar: cualquier miembro puede proponer proyectos y participar de los resultados económicos. “Parece casi una cooperativa. Para mí la libertad es extremadamente importante”. Y reconoce que el hecho de que esto lo impulse una mujer cubana también ha generado sorpresa y visibilidad: “Nuestra naturaleza es singular… y que lo haga una cubana también”.

En su discurso de premiación habló del emprendimiento como una manera de vivir la libertad. Esa idea, que podría sonar abstracta, en su caso remite a una experiencia concreta: llegar a España desde la academia cubana y descubrir una capacidad de acción sin límites burocráticos o ideológicos. Para ella, emprender es transformar ideas en proyectos reales sin que el Estado, la institución o el contexto restrinjan la iniciativa. Es un tipo de libertad que relaciona con la posibilidad de crear, asociarse y movilizar equipos sin las restricciones que conoció en Cuba.

La noción de libertad aparece como un eje emocional y político en su discurso. Yohania la conecta con su experiencia migratoria y con la imposibilidad de emprender en Cuba en su propio ámbito profesional. “Empecé este camino justo al llegar a España. Para mí fue una forma de experimentar la libertad en muchas maneras posibles”. Esa libertad, dice, se expresa como capacidad creativa, autonomía y posibilidad de construir algo sin restricciones institucionales. “La capacidad de que algo surja en tu cabeza, darle forma, que cobre vida propia… y que el sistema te apoye. Como cubana eso no lo había experimentado”.

“Soy consciente de que soy la minoría, pero lo llevo con orgullo”

Yohania de Armas en la entrega de los Premios ATA.
Yohania de Armas en la entrega de los Premios ATA.

Cuando habla de visibilidad y representación, se muestra firme. Está acostumbrada a ser la única mujer negra en ciertos espacios y no lo vive como carga, sino como responsabilidad. “Siempre soy consciente de que soy la minoría. Pero lo llevo con orgullo y con desenfado. Yo también tengo algo que aportar”.

Enfatiza que no quiere que la presenten desde la lástima, sino desde el valor que aporta su experiencia. Y subraya que el ecosistema empresarial español ya no se entiende sin la presencia de emprendedores migrantes. “Hay un millón de afiliados migrantes a la Seguridad Social. Tenemos mucho que decir”. También observa cambios: juntas directivas más diversas, mayor apertura a hablar de inclusión, más interés real —y no solo simbólico— en voces plurales. “No es que digan: ‘ya tenemos la cuota’. Hay interés en contar con una voz que representa lo que representa”.

Finalmente, al proyectar el futuro del liderazgo femenino en la región, Yohania insiste en la necesidad de que las mujeres ocupen lugares donde se diseñan políticas públicas y decisiones económicas. “No es solo cantidad: es participación real en procesos que nos atañen. Desde la planificación familiar hasta cualquier política que influya en nuestras vidas”. Habla también de la importancia de trabajar con niñas y adolescentes, y menciona sus mentorías como un espacio donde intenta sembrar posibilidades.

Yohania de Armas Gandaria cuenta su historia desde la convicción de la agencia personal y el esfuerzo propio, una narrativa donde la identidad no se vive como límite, sino como material de construcción. Su mirada, sin embargo, abre preguntas necesarias sobre las desigualdades que otras mujeres negras, migrantes o sin capital social enfrentan de manera más directa.

Su liderazgo se mueve en esa tensión: entre la seguridad propia y la conciencia —a veces más implícita que explícita— de que no todas parten de donde ella partió. Lo que queda claro es que su trayectoria no responde a concesiones ni a padrinazgos. Se ha construido sosteniéndose en redes, intuiciones, aprendizajes y una voluntad que, en sus palabras, ningún límite pudo domesticar.

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