Holguín: el deterioro social y el éxodo aumentan el peligro de suicidio en adolescentes
La disfuncionalidad familiar asociada a la emigración está hoy entre las causas más relevantes del suicidio en Cuba.

Entre la población adolescente de la provincia cubana de Holguín, dos nuevos factores de riesgo inciden en el crecimiento de la conducta suicida: el éxodo masivo y el aumento del consumo de drogas.
Claudia tenía 14 años cuando hizo su primer intento de suicidio en Holguín, en agosto de 2023, pero sus padres no se enteraron. La familia al cuidado de la chica decidió no informarles que ella había ingerido una mezcla de tabletas que encontró entre las pertenencias de la abuela. Ellos recién habían logrado entrar a Estados Unidos después de hacer la travesía por Centroamérica e intentaban asentarse haciendo trabajos informales mientras se alojaban en el apartamento de otra familia que también había emigrado. La noticia de que su hija intentó quitarse la vida en Cuba pudo aplastar los sueños de una vida mejor, pensaron los familiares en la Isla.
Claudia fue atendida por médicos de guardia de un policlínico y la familia decidió no internarla. El intento de suicidio quedó solo en un susto, pensaban, pero resultó ser una alarma. Solo siete meses después, en marzo de 2024, Claudia volvió a tragarse un cóctel de tabletas mayor que el de la primera vez. En esa ocasión sí se les comunicó a los padres el estado de Claudia, aunque ellos continúan sin ser informados sobre el primer intento suicida de la adolescente. La abuela y una tía la internaron en un hospital, donde la estabilizaron y la atendieron por cinco días en la Sala de Psiquiatría. Luego, asistió a la psicoterapia de grupo que sesiona un día por semana en el centro hospitalario; a veces iba sola, a veces con su tía.
Esta psicoterapia es el último paso que deben vencer los adolescentes con conducta suicida antes de ser dados de alta del hospital. La entrada de pacientes a este tratamiento es constante porque en la provincia de Holguín la conducta suicida se mantiene como uno de los principales problemas de salud en la adolescencia.
Según los registros de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en Holguín, entre los años 2021 y 2023 el suicidio ha sido la sexta causa de muerte en el total de su población. Sobre el año 2024 aún no se han publicado datos. Particularmente en Holguín, sí hay registros de un aumento de casos por lesiones autoinfligidas atendidos en el hospital pediátrico de la provincia, según una fuente del mencionado centro. Aunque es preciso tener en cuenta que, tal como expresa el psicólogo Reinier Martín-González en una investigación publicada en 2024, es innegable que sobre la conducta suicida en Cuba existe un subregistro estadístico.
“Me tomé las pastillas porque me sentía sola”, nos explica Claudia en una entrevista concedida con la condición de mantener en anonimato su nombre real. “Ahora no pienso igual que en esos momentos, pero yo creía que si mis padres se fueron era porque yo no les importaba y les daba igual lo que fuera de mi vida. Mi abuela es muy buena, me quiere mucho, pero es muy moralista, no me entiende. Estoy tratando de mejorar, de aceptar que va a pasar mucho tiempo antes de que pueda volver a ver a mis padres”. Habla de ella y su familia, pero su sufrimiento es también el de cientos de familias en la actual ola migratoria provocada por el deterioro social en la Isla.
Las causas de la conducta suicida son diversas y están influidas por varios factores de riesgo, según el doctor Hugo González, quien además formó parte del equipo médico que atendió a Claudia. En este sentido, la disfuncionalidad familiar asociada a la emigración se ha vuelto más relevante. La ausencia de miembros clave de los grupos familiares ha desestructurado dinámicas y rutinas, y ha obligado a varios miembros a asumir roles inesperados, como las abuelas a cargo de sus niños o adolescentes, indica el experto en sintonía con las conclusiones de diversas investigaciones relacionadas con la salud mental.
“El suicidio ocupa el quinto lugar entre las causas de muerte en la provincia de Holguín.”
El estrés y la ansiedad por las ausencias, sumados a las dificultades económicas y al aumento del consumo de drogas, se convierten en amenazas adicionales para los adolescentes de Cuba, donde la tasa de suicidio supera los 10 por cada 100.000 habitantes y supera al promedio de países de la región, según los registros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La situación en Holguín es peor, porque es una de las cuatro provincias consideradas de alto riesgo, junto a Las Tunas, Villa Clara y Sancti Spíritus, tal como lo expresó la doctora Evelyn Martínez Cruz en un boletín de la OPS que se redacta desde la Isla.
El suicidio ocupa el quinto lugar entre las causas de muerte en la provincia de Holguín, territorio en el que entre los años 2019 y 2023 se suicidaron 977 personas, según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), además: “Holguín mantiene una tasa de intento suicida por encima de la media nacional, con una tendencia ascendente en la población adolescente”, según investigaciones científicas consultadas para este reportaje.
La vía más frecuente que los adolescentes emplean para atentar contra su vida es la ingestión de tabletas (envenenamiento intencional, no necesariamente psicofármacos), seguida del ahorcamiento (más habitual en adolescentes masculinos) y las lesiones autoinfligidas con objetos cortantes (más común entre las adolescentes), según Hugo González.
La emigración: difícil para todos

Claudia habla sobre su segundo intento suicida con serenidad: “La segunda vez que tomé pastillas ya no quería vivir porque sentía que todos los días eran iguales, que nada iba a cambiar, que no me iba a encontrar con mis padres, que aquí no iba a estudiar algo que me gustara y que sirviera para vivir pero que tampoco llegaría a un lugar mejor. Sentía que el tiempo no pasaba”.
Alcanzar “un lugar mejor” es el empeño de la mayoría de la población en Cuba en momentos del mayor éxodo en su historia. Este éxodo está favorecido por la exención de visado que en noviembre de 2021 el gobierno nicaragüense declaró para los ciudadanos cubanos. Esto permite viajar al país centroamericano (como hicieron los padres de Claudia) y, antes de las medidas tomadas por el gobierno de Donald Trump respecto a la emigración, era una clara posibilidad de trasladarse por tierra hasta la frontera sur de Estados Unidos, en un trayecto menos largo y riesgoso que el que recorren miles de migrantes desde Suramérica.
Por otra parte, miles de cubanos se beneficiaron del programa de Parole Humanitario que en enero de 2023 estableció el anterior presidente estadounidense, Joe Biden. No todos los aspirantes a emigrar contaban con un patrocinador en Estados Unidos para iniciar el proceso de Parole, por lo que la ruta por Centroamérica fue una de las vías más comunes para llegar a ese país. Aunque tales vías para emigrar no hubieran existido, la asfixiante situación económica, social y política que se ha acentuado desde 2019 en Cuba basta para provocar el éxodo y, por tanto, la separación de las familias.
En diciembre de 2023 un artículo publicado en la revista CEPAL reveló que al menos en el año 2020 el Caribe presentaba “una de las mayores diásporas del mundo en proporción a su población”, con Cuba como tercer país de mayor diáspora en términos absolutos, solo superado por Puerto Rico y Haití. Cinco años después, con una crisis multifactorial sin solución inminente, la diáspora continúa creciendo. Por eso la familia de Claudia no es un caso aislado, sino representativo del estado actual de la sociedad cubana.
Incluso los ricos desean irse de Cuba para dejar atrás la inseguridad alimentaria y ciudadana, la normalización de la corrupción, la falta de acceso a servicios de calidad en educación y salud, los constantes cortes de electricidad y la galopante inflación.
Ellos solo hablaban de irse
La vida de Claudia antes del viaje de sus padres estaba muy lejos de ser placentera: “En la casa pasábamos muchas necesidades. No había mucha comida, a veces yo no podía desayunar bien antes de irme para la escuela. No teníamos ni luces recargables para los apagones. Ahora mi papá mandó bombillos y linternas. También mandan paquetes de comida y mi abuela tiene medicamentos que antes no tenía. Yo sé que mis padres se fueron para mejorar y que quieren llevarme para allá, pero yo les echo mucho de menos”.
Antes de irse de Cuba los padres de Claudia llevaban mucho tiempo sin estar presentes de manera total en la vida de su hija: “Ellos nunca habían hablado de irse, así, tan serios. Empezaron a venderlo todo, hasta vendieron la única computadora que teníamos y parte de los muebles de la casa. La casa no la vendieron porque ni mi abuela ni yo tenemos para dónde irnos. El viaje les costó miles de dólares y dicen que todavía deben mucho dinero. Ellos solo hablaban de irse”.
Es conocido que la emigración irregular por esta vía está llena de riesgos. Los emigrantes pueden ser víctimas de estafa, secuestros, extorsión y abandono por parte de los coyotes (traficantes de personas). Los padres de Claudia resultaron afortunados al arribar ilesos y sin mayores contratiempos a la frontera sur de Estados Unidos, siendo parte de los más de 128 mil cubanos que, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en Inglés), llegaron a ese país entre el 1 de enero y el 5 de diciembre de 2023.
Es habitual que quienes emigran de forma irregular dejen familiares en Cuba con el objetivo de reunirse cuanto antes en el país de acogida, pero los trámites para lograrlo pueden tomar años, sobre todo en este tipo de emigración irregular. Que una familia nuclear pueda emigrar a cualquier país, unida, resulta algo excepcional: “Mi prima, que era casi como mi mejor amiga, sí pudo irse con toda su familia porque les pusieron un Parole. Están en Tampa. Ella y yo chateamos casi todos los días”.
Con expresión tranquila, tal vez un tanto apagada para su joven edad, Claudia añade: “También quisiera volver a verla. Cuando veo fotos de ella con mi tío y con su mamá pienso que yo también pudiera estar así con mis padres. A mí no me gustaba mucho salir con ellos, pero ahora cuando veo a alguna muchacha en la calle con su mamá o con su papá yo siento que también pudiera andar así con los míos”.
Otra cara de la conducta suicida
Otros adolescentes aparentemente lo tienen todo: una familia bien posicionada económicamente, la madre y el padre juntos en Cuba y el tiempo para crecer y madurar sin grandes obligaciones. Sin embargo, pueden presentar conducta suicida.
Es el caso de Alejandro (es un seudónimo por razones de privacidad), un adolescente holguinero de 16 años que ingirió una abundante cantidad de tabletas en febrero de 2024. A diferencia de Claudia, él sí tiene a sus padres al lado. Su problema es la adicción a las drogas.
Alejandro dice que empezó a fumar marihuana animado por un grupo de amigos en su escuela (un preuniversitario situado en una céntrica zona de la ciudad de Holguín), y que en unas semanas sintió que estaba enganchado: “ya no podía estar sin fumar, cada vez necesitaba más. Al principio fumaba con los amigos, pero después empecé a fumar solo y también con mi novia. Hasta para dormir tenía que fumar. Si no, no podía”.
Años atrás el consumo de drogas en Cuba no estaba tan extendido entre los adolescentes, pero ahora es un hábito que tiene lugar en toda la Isla y cada vez más entre jóvenes. “En los últimos cuatro o cinco años ha bajado de manera marcada la edad del comienzo del consumo”, explicó en una emisión del programa televisivo Hacemos Cuba, el doctor Alejandro García Galcerán, especialista en psiquiatría y en salud mental comunitaria.
“El consumo de drogas se extiende por toda la Isla y cada vez más entre jóvenes.”
En el propio espacio televisivo el entonces viceministro de Educación, Eugenio González Pérez detalló que: “en los últimos diez años el promedio de edad [de consumo] es de 15,2 años y predominan los varones”. Alejandro se sincera y dice: “Yo tenía quince años la primera vez que fumé [marihuana]”.
“No sabía que fuera tan fácil comprar. Con dinero encuentras lo que quieras. El problema es que después no puedes estar sin eso y la gente que la vende es gente peligrosa, es mejor ni conocerlos”, añadió el joven sin querer revelar dónde solía adquirir la marihuana. Es evidente que se necesitan contactos muy especiales si se cuenta con el dinero para comprar la droga.
En el programa televisivo anteriormente mencionado se informó que existe mayor presencia de drogas en las costas de Holguín (junto a Guantánamo y Las Tunas). En estos lugares ocurren recalos masivos de esas sustancias porque una de las rutas del narcotráfico marítimo hacia Estados Unidos tiene lugar al norte de la Isla. En Holguín también se han detectado cultivos de marihuana, según el coronel Juan Carlos Poey, jefe del órgano especializado del enfrentamiento antidroga del Ministerio del Interior (MININT).
Creciendo en medio del deterioro social

Cuando, agobiado por las deudas y el impulso incontrolable por consumir, Alejandro pidió dinero a sus padres, estos se lo negaron. “Me dijeron que en ese problema me había metido yo solo y que me tocaba a mí arreglármelas”. La manera que encontró de “arreglarlo” fue el intento suicida. Alejandro tenía deudas con un garrotero (persona que presta dinero a corto plazo y con altos intereses): “Él mandó a que me amenazaran porque yo no pude pagarle. Al final, mis padres le pagaron todo lo que le debía”.
Una situación como la que vivió Alejandro no es algo excepcional en la Cuba de hoy. El hecho de que existan personas traficando drogas; otras, ejerciendo como garroteros, y otras a disposición de quién les pague por velar intereses —prácticamente de modo impune— es un síntoma más del deterioro social en el que se encuentra este país.
La violencia y los hechos delictivos han aumentado en los últimos años al punto de que las autoridades han admitido ese deterioro. En la Televisión Cubana han empezado a dedicar espacio a este tema. En ese medio, el coronel Idael Fumero Valdés, jefe de Información y Análisis de la Dirección Técnica de Investigaciones del MININT, admitió que la actual situación económica en Cuba “tiene una influencia en el comportamiento agresivo de los individuos…”
Por su parte, Beatriz de la Peña Lao, jefa del Departamento de Investigación de la Dirección de Procesos Penales de la Fiscalía General de la República (FGR), ha dicho que “la actividad delictiva en Cuba sí ha aumentado y ha aumentado la cantidad de procesos que tramita la Fiscalía en cualquiera de sus formas”. La fiscal también se ha referido a los factores económicos, que, a su juicio, inciden en ese aumento, identifica “una pérdida de valores”, la cual está “condicionada también por múltiples factores”. Beatriz de la Peña ha dicho que no se trata solo de los factores económicos, sino de adicionales vulnerabilidades y desigualdades “que afectan los mecanismos de resolución de conflicto” y provocan “mayor criminalidad”. A tal criminalidad está expuesta toda la ciudadanía, pero los adolescentes adictos —como Alejandro— se vuelven aún más vulnerables en un medio tan inseguro.
Tratando de estar bien
Alejandro asistió a la psicoterapia de grupo; su padre y su madre se turnaban para acompañarlo y participar, pues la psicoterapia está dirigida también a la familia. Según cuenta Alejandro, sus padres han “parado un poco en los negocios” y le dedican a él algo más de tiempo. Alejandro dice que, en realidad, es su abuela materna quien es como una madre para él, pero ella se estableció en Estados Unidos gracias al programa de Parole Humanitario: “Mi tío [materno] le puso el Parole, y aunque ella no quería dejarme en Cuba, él le insistió y ella se fue”.
Dedicados a negocios informales, los padres de Alejandro solo estuvieron conscientes de su situación a partir del intento suicida. Precisamente, en la televisión nacional el doctor Alejandro García Galcerán expresó que la “permisividad familiar ante cambios en la conducta de los hijos menores” es otra de las tendencias actuales en lo que a consumo de drogas se refiere. Al respecto, Alejandro dijo: “Mis padres no sabían cómo yo estaba y ahora no sé si cuando termine la psicoterapia seguirán así conmigo [manteniendo cercanía] o volverán a ser como antes”.
Como en muchos casos, Alejandro explica que su intento de suicidio no respondía a un real deseo por morir: “No encontraba la salida y por eso me tomé las pastillas. Además, me daba rabia con mis padres. Sobre todo, con mi papá, porque sabía que él tenía mucho dinero”.
Por ahora, tanto Alejandro como Claudia manifiestan sus deseos de seguir viviendo y de enfrentar los problemas que se presenten en su tránsito hacia la adultez, a pesar de las circunstancias difíciles que seguirán poniendo a prueba sus decisiones. “Voy a seguir esperando —nos dice Claudia respecto a sus padres—. “Yo, la verdad, prefiero vivir”, dice Alejandro, sabiendo, al igual que otros jóvenes, que en el horizonte está una alta probabilidad de irse también del país.
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