Entrevista | Osikán 'loves' crear 

Desde Teatro Histrión y la ocupación de cines abandonados en Cuba hasta la creación de un centro cultural en Madrid, José Ramón Hernández narra la historia de Osikán como una práctica de resistencia artística, comunitaria y política.

23/12/2025
José Ramón Hernández dramaturgo cubano
José Ramón Hernández, artista cubano

“Yo llegué caminando”, “yo llegué caminando” canta José Ramón Hernández con una voz de sonero mayor en el Festival de Afro conciencia que se celebró en Madrid. Claro que es una metáfora, es un canto espiritual que se le canta a algunos Eggúns que nos han ayudado a llegar a donde estamos, que nos aseguran que la soledad no tiene por qué ser uno de nuestros pesares. Nadie puede atravesar el océano caminando y desembarcar con un proyecto en la capital española, con un proyecto a cuestas y replantarlo porque Osikán no es nuevo. Osikán tiene sus raíces en Santiago de Cuba.

Osikán On

“Osikán nace en el 2012 en la periferia de las instituciones culturales agrupando una serie de creadoras que en ese momento estábamos trabajando justo con temáticas que salían de las lógicas o salían de esas fronteras institucionales de entender el teatro, la danza, porque estaba más enfocado en las artes escénicas”, nos comienza a contar José Ramón.

Fueron “prácticas pensadas como herramientas de creación y en las que participan procesos comunitarios, en procesos sociales. Era repensar el entorno en el que estábamos”.

La raíz de Osikán se encuentra en un proyecto que se llamó Teatro Histrión fundado por José Ramón en Santiago de Cuba en el 2004, y que se desarrolló en esa provincia oriental justo hasta el 2012.

“En Teatro Histrión, trabajamos principalmente desde la experimentación escénica, empezamos a hacer espacios colectivos de pensamiento, experimentación y reflexión, donde jóvenes directoras, directores y artistas en ese momento en Santiago de Cuba, que no tenían espacio en las lógicas o los grupos profesionales del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, encontraban en nuestros espacios de investigación un espacio también para poder experimentar, para poder ahí poner en práctica deseos y poner en práctica otros lenguajes y formatos”.

Junto con Teatro Histrión fundamos el Festival Teatro de Otoño, que fue el primer festival de Teatro Joven de Cuba y después desapareció su título. 

“Luego aparecieron otros festivales, pero el Teatro Histrión fue el primer festival de jóvenes directores de Cuba en el 2009. Era un espacio de experimentación y de cruce de creadores de la escena santiaguera y oriental con otros creadores de la escena occidental, con referentes teatrales escénicos. Estuvo muy conectado con el Laboratorio Escénico de Experimentación Social que en ese tiempo se llamaba Tu Ensayo”, recuerda el director de Osikán hasta que viajan a La Habana.

José Ramón Hernández, fundador de Osikán
José Ramón Hernández, fundador de Osikán.

Para la llegada de José Ramón a La Habana de los cines de barrio solo quedaban las ruinas. Eran espacios llenos de aguas albañales, que perfectamente podían ser aprovechados por grupos de teatro, tal cual hizo el santiaguero.  

“En el 2012 empezamos a ocupar cines abandonados. Hicimos una sede en el cine Ideal, de Acosta y Compostela. Ahí teníamos todo un trabajo de investigación escénica, de investigación comunitaria y trabajábamos con todas las vecinas de la comunidad. Tuvimos que limpiar el cine, poner electricidad, gestionar toda la programación del cine, tanto la programación interna de formación, ensayos, talleres, como la programación abierta. Estaba muy conectado a los deseos, a las latencias que tenía la comunidad de Jesús María”, uno de los barrios más céntricos de La Habana pero también más olvidados. 

“Y vino alguien que no me acuerdo el nombre, con un extranjero, con inversión extranjera, con la directora de cine y con la policía y nos dijeron: ‘ustedes son unos delincuentes, para afuera’, y nos sacaron”.

“Las vecinas se amarraron a la puerta del cine, lloraron, fue histórico ver al pueblo de Acosta y Compostela llorando para que no sacaran a ese grupo que estaba ahí creando otras narrativas, poniendo otros imaginarios, otras posibilidades de crear que no fuera la representación de La Colmenita y Lizt Alfonso, pero el llanto ahí no vale para nadie, nos dijeron para afuera y tuvimos que irnos”.

“De ahí nos fuimos para un cine que está en Velazco, y cuando empezamos a trabajar también nos sacaron. La propia institución empezó a alquilarle ese cine a La Fiesta Única”, unas fiestas de las que nadie sabía su origen, pero que contaban con cierta impunidad en un país donde las fiestas privadas no son muy bien vistas. 

En el centro de La Habana

“Lo resumo en una frase popular: ‘La Habana es La Habana y lo demás es área verde’. En La Habana hay un control muy fuerte de la práctica creativa vanguardista. Lo demás que está fuera de La Habana casi no existe en ese panorama teatral” y cuenta que a veces lo más cerca que se llega es al Festival de Teatro de Camagüey al que fueron invitados en tres ediciones. 

“Por ejemplo, en el tiempo que empiezo a crear en Santiago de Cuba y fundo Teatro Histrión, el Consejo de las Artes Escénicas me decía que no podía profesionalizarnos, que no podíamos formar parte del catálogo de artes escénicas. Por eso tuvimos que hacer todo un trabajo independiente”. 

“En ese tiempo, Alcides González Díaz, Tití, que Dios lo tenga en la gloria, que en ese tiempo dirigía la Asociación Hermanos Saíz nos dio un espacio y me dijo: ‘bueno, lleva la parte escénica aquí en ese patio’”.
“Empezamos a hacer toda una revolución escénica en ese momento y como nosotras estaban muchas creadoras que fueron las que entraron luego a experimentar y por eso surge Teatro de Otoño, para poner en el centro o para visibilizar toda la práctica experimental y creativa que se estaba haciendo en ese momento en Santiago de Cuba, pero también en Holguín y en Guantánamo. Estas prácticas, ante La Habana, no existían”. 

“Cuando llego a La Habana en el 2012, yo no existía y llevaba años trabajando, haciendo teatro y con un reconocimiento local, con un reconocimiento de Santiago de Cuba, reconocimiento popular, reconocimiento de la gente que iba al teatro y que esperaba el Teatro de Otoño. La gente nos conocía, pero de ahí para allá no había ningún reconocimiento institucional porque no nos acababan de profesionalizar y tampoco había un reconocimiento a nivel nacional, incluso de las propias estructuras que sí nos conocían”, recuerda el dramaturgo.
Después de 10 años trabajando, al llegar a la capital, se convirtió irónicamente en una “joven promesa”, en un “director emergente” del teatro y gana una beca que le permite producir Aleja a tus hijos del alcohol. 

“Justo por venir de Santiago de Cuba, a mucha gente de mi equipo de trabajo le decían pero ¿tú trabajas con ese loco?¿Quién es ese?¿De dónde viene?¿De dónde salió? Porque no me conocían”.

“Y gracias a esa obra que se volvió muy mediática en la prensa digital, empezamos a trabajar en el 2012 en la fundación de Osikán. Eso nos puso en el ojo escénico y artístico”, y cuenta que con esa obra cogen mención en el Premio Villanueva de la Crítica y mención en el Premio Aire Frío. 

“Después aparece un Family Trash que empieza a ser polémico y aparece en toda la prensa también con toda la crítica. Hasta llegar a BaqueStriBois con el que ponemos una investigación sobre masculinidades. Es una obra que pone en el centro una investigación de masculinidades disidentes y prostitución masculina en Cuba. La obra defiende la práctica a partir de una investigación de campo profunda que hicimos del 2015 al 2017 en la que estuvo a tope con nosotros Marta María Ramírez”. 

Obra de teatro de José Ramón Hernández
Foto de puesta en escena de "BaqueStriB"

“Pero la obra terminó siendo censurada por el tipo de lenguaje escénico, por el tipo de espacio que generaba, por usar piedras, por usar merengue. En ese tiempo se le llamó la obra de la piedra” y su director supo de muchos teatros que no quisieron programarla porque decían “que la lluvia de piedras podría romper el escenario”. 

“Incluso en todo ese tiempo me habían invitado a programas donde había otros investigadores como Julio César González Pagés que decía algo en lo que yo no estoy de acuerdo y es que la prostitución en Cuba está mediada por el abuso, por la pobreza y por la marginalidad. Hay una satanización o victimización de las personas que deciden tener sexo transaccional, pero no hay una complejización de esos contextos, ni hay una complejización de esos deseos.

Osikán Off

Finalmente les habían dejado estar en el Teatro Fausto, en Prado y Colón de donde salen algunas de sus obras más importantes hechas en La Habana. 

“Empezamos también a hacer toda una lógica de remodelación del teatro autogestionada, poniendo electricidad, poniendo luces. Hacíamos escuela de espectadores, abríamos nuestros procesos escénicos para los espectadores, encuentro de pensamiento y formación para los creadores escénicos que estaban en La Habana o encuentros nacionales conectados a la experimentación y a la formación de estos creadores escénicos” y en el 2017 crearon Havana Off. 

La idea era que Havana Off cuestionara las lógicas curatoriales del Festival Internacional de Teatro La Habana de 2017.

“En esta contra narrativa se ponían prácticas artísticas nacionales e internacionales en diálogo con otras rutas posibles de programación en la ciudad, que saliera de la Calle Línea”, habitual circuito teatral de los festivales oficiales. 

obra de teatro de José Ramón Hernández
Foto: Cortesía del entrevistado

En esas experiencias se “generaron piezas como BaqueStriB, que fue una pieza que ganó el Premio Aire Frío y el Premio Villanueva de la Crítica. Estaba el Laboratorio Escénico de Experimentación Social con el proyecto y la residencia Creación Inservi. Estaba Christophe Haleb, un coreógrafo alemán, William Ruiz, Gabriel Aburza, Lubien Mederos y una serie de creadores. Se generó la fiesta El Mejor y la Fiesta de la Gravilla. Todo era muy fuerte”. 

“Pero en el 2019 nos llaman y nos dicen no podemos hacer el Havana Off en el marco del festival de teatro porque le quitaba visibilidad. Y es justo ese año cuando estrenamos, Okana, Ritual afroRadiactivo, en El Ciervo Encantado, que era una pieza que ponía en el centro el país con la lógica martiana, con todos y para el bien de todos”.
En Okana, Ritual afroRadioactivo Osikán se pregunta “¿Dónde están los cuerpos negros? Y abrimos sobre la escena un debate del racismo estructural en Cuba”.

“A la quinta función nos cancelan. La tumban del Festival de La Habana y a la semana nos tumban también del Fausto, porque supuestamente el Ballet Nacional quería el teatro como sede. Ahora sigue en las mismas condiciones en que lo dejamos, pero nos sacaron”.

“Era un constante desplazamiento de una práctica que ya nace sin la protección institucional, a la que teníamos que aguantar que nos dijera que hacíamos periodismo en escena, que no era teatro lo que hacíamos. Pero era una práctica de resistencia profunda, en un contexto con otras lógicas sensibles, políticas”.

cartel de teatro de José Ramón Hernández
Cartel de la obra "Okana"

En medio del caos de Okana… José Ramón viaja a Madrid a hacer un capítulo de la serie I Love Cities, que “es una serie escénica performativa que empiezo a hacer desde el 2016 en ciudades, a partir de la biografía de inmigrantes que habitan esas ciudades”, explica el dramaturgo.

“Me invitan a hacerla aquí en El Matadero el capítulo de I Love Madrid, después de haber hecho I Love New YorkI Love Havana(en 2017), I love Australia —que es una comunidad rural en que está en Matanzas, Jaguey Grande—; I love Montreal y I love Berlín”, y le atrapa la pandemia y lo que él llama “el recrudecimiento de la censura cultural en Cuba”. 

Fue un tiempo para repensarse Osikán como un vivero que tuviera en diferentes lugares alguna “pata o espacio de pensamiento”.

Obra Okana en el Ciervo Encantado
Puesta de "Okana" en el Ciervo Encantado

Osikán Vivero

“Yohayna Hernández, que es cofundadora de Osikán, estaba en Montreal. Alain Cantillo, uno de los performers en Chile, yo aquí en Madrid”, entonces empieza a trabajar Osikán desde Madrid.

“No hemos renunciado al trabajo que vincula todo un legado de ancestralidad afrodescendiente, y como todo eso puede tener una conexión con todo un universo de performatividad y cómo generar dispositivos que cruzan ancestralidad, memoria, performatividad, espiritualidad”, esas son las bases sobre las que se amplía al mundo Osikán.

“Desde que llegamos empezamos a trabajar de la mano con Conciencia Afro. Estamos haciendo incidencia para que la práctica artística de los creadores migrantes, racializados, afrodescendientes y disidentes sexo-género encuentren un espacio”, y acaban de desarrollar la Residencia Fronteriza que es un programa de residencia y de formación que ofrece acompañamiento intenso de tres meses y luego en dos años. Abarca la fase de investigación hasta la producción de estas obras o de estas prácticas.

Otro de los proyectos que tienen con Espacio Afro es Tejiendo Raíces donde se construye un archivo afro en el contexto de España. 

“Un archivo afro español que pueda poner en valor y reivindicar la identidad histórica de las personas afrodescendientes en el España, rompiendo la narrativa de que las personas migrantes negras, afrodescendientes es algo contemporáneo, cuando han tenido presencia aquí desde muchísimos siglos anteriores”, es una manera de reivindicación política para “exigir derechos culturales con una perspectiva afrocentrada desde este trabajo del Archivo Afro”.

Pero el más sólido de los proyectos, el más reivindicativo para el esfuerzo de José Ramón que lleva años siendo desplazado, es el centro cultural Osikán, que tiene como perspectivas generar un espacio de acogida, un espacio para generar comunidad con artistas afrocubanos, caribeñes, migrantes, racializados. Allí se ofrecen clases de baile, comidas comunitarias, espacios de pensamiento, charlas, espacios de residencia artística.

“Más que reproducir la cultura cubana, tenemos una lógica de generar, activar y pensar en comunidad desde las herramientas sensibles de la creación”, y así expande la visión de lo que siempre ha querido José Ramón con la creación de Osikán.

José Ramón Hernández
Foto: @estudio_perplejo
...

La Habana (1979). Escritora. Realiza la columna de opinión «Mujeres de Alas», en la Revista Alas Tensas. Ha colaborado como periodista en medios y revistas como Cubaliteraria, Havana Times, Diario de Cuba, El Tiempo en Colombia, Hypermedia Magazine, Programa Cuba y Connectas. Sus reportajes han sido publicados en una compilación de ediciones Samarcanda, España, bajo el título Apocalipsis La Habana (americans are coming). En el 2020 publicó la novela Elizabeth aún juega a las muñecas (Editorial Hurón Azul) y el libro Orquesta Hermanos Castro: la escuelita, sobre la historia musical olvidada (Unos & Otros Ediciones ). Fue reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como Women Journo Heroes. Sus reportes sobre la vida cotidiana de las cubanas y los cubanos se pueden encontrar en el diario CubanetNews.