Carmilla, cuando Drácula fue mujer
La novela de horror gótico Carmilla cuenta la relación íntima entre dos mujeres ilustrando una sexualidad femenina adelantada a su época.
"Carmilla, de Sheridan Le Fanu, es una obra precursora del género vampírico que ha dejado una huella indeleble en la literatura de terror. Con una prosa elegante y evocadora, Le Fanu teje una trama llena de suspense y horror que explora los límites entre la realidad y la fantasía, la razón y la locura, la moralidad y la perversión"
Leamos atentamente este fragmento:
"...A veces, después de una hora de apatía, mi extraña y hermosa compañera me tomaba la mano y la retenía apretándomela cariñosamente, mirándome al rostro con ojos lánguidos y ardientes, y respirando tan aprisa que su vestido subía y bajaba con la tumultuosa respiración. Era como el ardor de un enamorado. Me turbaba. Era una cosa, sin embargo, irresistible. Con mirada ansiosa me atraía hacia sí, y sus cálidos labios recorrían a besos mis mejillas; y susurraba, casi sollozando:
"—Eres mía, serás mía, y tú y yo seremos una para siempre.
"Luego se dejaba caer nuevamente hacia atrás en su silla, tapándose los ojos con sus pequeñas manos, y me dejaba temblando".
Breve, intenso y extraño relato de amor y sangre escrito en un contexto puritano bastante estéril. Con esta historia su autor desafió los prejuicios de sus lectores, enfrentándolos a su naturaleza más oculta; esa que no atiende a razones cuando de atracción se trata, sea el objeto de deseo mujer, hombre o ensueño.
Hoy hablaremos de Carmilla, o Mircalla, o Camirlla, la primera gran vampira de la literatura occidental.
Carmilla, la novela
"La seducción y el terror se entrelazan en una obra maestra del vampirismo gótico"
Escrita por el irlandés Joseph Sheridan LeFanu (Dublín, Irlanda, 28 de agosto de 1814 - 7 de febrero de 1873), Carmilla se publicó por entregas en 1871, en una revista inglesa que costaba un chelín llamada The Dark Blues.
Así que por un chelín la vampiresa entró a los hogares ingleses adueñándose para siempre de los pensamientos de sus habitantes.
Sheridan LeFanu era descendiente de dramaturgos. Estudió leyes, se dedicó al periodismo, dirigió varios periódicos…
Sus amigos solían llamarle "El príncipe invisible". Era un hombrecito apocado, neurótico y bastante enfermizo al que la muerte de su mujer sumió en una profunda depresión, de manera que se impuso un aislamiento casi total.
Tal vez, y esta es solo una vaga conjetura, la muerte de su amada esposa llevó a nuestro autor a imaginar la posibilidad de una vida eterna en la tierra y no en el cielo, un cielo que no escuchaba sus desesperados reclamos y que solo le respondía con aguaceros y granizadas.
LeFanu se evadió del mundo e hizo aquello que más le ayudaba a conjurar el dolor de su pérdida: leer compulsivamente y escribir.
Carmilla, una novelita de “horror gótico” que causó furor en el público femenino…
De su silencio brotó Carmilla, una novelita del llamado “horror gótico” que causó furor sobre todo en el público femenino…
Sabemos por alguna nota biográfica que nuestro autor conocía de primera mano el acreditado Tratado sobre los Vampiros, escrito a mediados del Siglo XVIII por el sabio benedictino Augustin Calmet que trataba, claro está, de apariciones de espíritus y revinientes.
Sheridan LeFanu estableció de manera definitiva las principales características del Nosferatu o “no-muerto”. Estos atributos fueron utilizados más adelante por Bram Stoker, en Drácula, y por casi todos cuantos han tocado el género de manera directa o indirecta, por ejemplo: la escritora Anne Rice, el maestro del horror contemporáneo Stephen King, o la controvertida Stephenie Meyer, autora de la saga Crepúsculo.
Podemos resumir las características generales del Nosferatu de la siguiente manera:
- Costumbres nocturnas. La noche, con su ansiedad, sus angustias y sus pesadillas lo es casi todo para ellos, es su territorio natural.
- Inevitable sujeción al sepulcro, la tumba es el principio y el fin del vampiro.
- Palidez, languidez casi poética, caninos alargados, cierta elegancia inquietante que los vuelve irresistibles.
- Capacidad para transformarse en bestia: gatos, perros, lobos, murcièlagos o insectos.
- Carácter pandémico, pestífero y desolador. El Vampiro lleva la enfermedad y la desgracia allí adonde va. Es una criatura terminal y apocalíptica.
Sheridan LeFanu creó, incluso, la figura del experto cazador de vampiros. En Carmilla encontramos al pintoresco barón Vordenburg, claro antecedente del famoso profesor Van Helsing.
Podemos decir que cuando Bram Stoker empezó a escribir Drácula ya el castillo literario-vampírico se encontraba a medio construir…
¿Por qué afirmo esto? Muy sencillo:
Carmilla apareció veintiséis años antes de que Bram Stoker publicase su Drácula.
Y veintiséis años es mucho tiempo.
La originalidad suele ser lo olvidado vuelto a recordar
Como nada es totalmente original en nuestro mundo, eso lo sabemos muy bien los que amamos la lectura, encontramos muchas veces que unas historias están contenidas en otras, y en otras, y en otras, y que ya los vampiros causaban estragos en la literatura casi desde el origen de la escritura.
Si nos vamos a otros territorios más allá de Occidente y exploramos sus fábulas tropezaremos con que el vampiro aparece también allí bajo diversas formas, algunas tremendamente bestiales: con alas, garras, cola, dientes afilados, ojos aterradores…
En 1819, John William Polidori, un joven y atormentado médico de profesión, y escritor de segunda fila vinculado a algunos autores románticos bastante famosos, como Lord Bayron y Percy Shelley, escribió una historia llamada El Vampiro.
El Vampiro, primer relato moderno de vampiros de la literatura occidental
El Vampiro es considerado el primer relato moderno de vampiros de la literatura occidental.
Con esta historia, John William Polidori, creó el arquetipo del vampiro romántico. Esta criatura, llamada Lord Ruthven, era un ser solemne, hipnótico, seductor y despiadado.
Así que, si Le Fanu se anticipó con Carmilla al Drácula, de Bram Stoker, Polidori se anticipó a Stoker y al propio LeFanu con su vampiro Lord Ruthven.
Y podemos irnos más lejos aún…
Dos siglos antes de que Bram Stoker inundara la cultura popular con su Drácula, un vampiro croata llamado Jure Grando ya sembraba el terror entre los aldeanos de Istria.
Sus andanzas le han valido el honorable título de primer muerto viviente de Europa.
El legado de este vampiro sigue hoy vivo como atracción turística en Kringa, la semidesierta localidad croata donde vivió, murió, se levantó de la tumba y fue de nuevo muerto por sus paisanos.
Terminemos con William John Polidori.
Sobre William John Polidori
De haberlo sabido, si hubiera sido consciente de su trascendencia, tal vez nuestro atormentado John William Polidori no se habría suicidado a los veintiséis años tomando ácido azul, es decir, cianuro.
¡Pero solo los demonios, las brujas, los magos y los vampiros pueden avizorar el futuro!
La historia de Polidori es otra.
De momento, ¡qué descanse en paz!
Sigamos con Carmilla…
La historia que cuenta Carmilla
Carmilla cuenta la historia de Laura, una joven inglesa que vive con su padre en un solitario castillo situado en Estiria, Austria. Aunque la joven es razonablemente feliz siente que algo falta en su vida, de manera que experimenta prolongados estados de melancolía. Un día, una carroza se voltea frente al castillo.
Las víctimas del accidente son dos mujeres nobles: Carmilla, una bella joven, y su madre, una dama espigada y extraña vestida de luto. La señora pide de favor al padre de Laura que dé asilo a su hija por tres meses, pues ella debe proseguir urgentemente con su viaje ya que graves e impostergables asuntos familiares requieren de su presencia de inmediato.
Como hemos de suponer, Carmilla queda bajo la protección de su nueva familia. Las dos jóvenes, Laura y Carmilla, inician de inmediato una amistad que adquiere inquietantes tintes de intimidad. Poco a poco, Laura comienza a percibir que Carmilla se siente fuertemente atraída por ella; además de que su comportamiento es muy extraño: duerme todo el día y explota en repentinos ataques de ira de cuando en cuando. Un breve tiempo después, Laura cae enferma y su padre comienza a preguntarse qué le pasa a su hija, pues desde la llegada de Carmilla a su hogar, Laura sufre de malestares y pesadillas…
La relación de los personajes Carmilla y Laura
Fragmento de Carmilla:
"De Carmilla a Laura:
"Me juzgarás cruel, muy egoísta, pero el amor es siempre egoísta; cuanto más ardiente más egoísta. No puedes saber lo celosa que soy. Habrás de venir conmigo, y amarme hasta la muerte; o bien odiarme y aun así venir conmigo, y odiarme en la muerte y después. A pesar de mi apática naturaleza la palabra indiferencia no existe para mí".
Como dicen algunos críticos de la novela, quizá el gran acierto de la misma, entre otros muchos, sea mostrar al lector un interesante compendio de pulsiones opuestas.
Deseo irrefrenable contra rechazo, aproximación contra evitación, contraste indisoluble entre la atracción por la vida y las ansias de muerte, el Eros y el Thanatos.
Todas estas pulsiones son planteadas en el librito de una u otra forma mucho antes de que el gran Freud las formulara.
Pensemos que si el final irrevocable del ser humano es morir, Carmilla desea, ante todo, vivir; vivir la entrega, el amor y el goce. Y no lo desea solo de una forma espiritual o simbólica sino de un modo físico, muy físico: con abrazos ardientes, palabras alocadas e hiperbólicas, besos, palpitaciones, suspiros, juramentos…
Una sexualidad desafiante
Dice la joven Laura en uno de los pasajes más explícitos de la novela:
"A veces era como si unos labios cálidos me besaran, besos cada vez más prolongados y amorosos hasta alcanzar mi garganta, donde la caricia se instalaba de forma permanente. Mi corazón latía más deprisa y mi respiración se aceleraba, subiendo y bajando muy rápido. Entonces me sobrevenía un sollozo […] que se convertía en una terrible convulsión, durante la cual mis sentidos me abandonaban y me quedaba inconsciente".
¿Qué cavilarían los contemporáneos de Le Fanu al leer los capítulos de Carmilla en la revista The Dark Blue? ¿Acaso el éxito de la historia se debió solamente a la fábula de demonios contra humanos, o los lectores percibieron en la obra algo más relevante, más desafiante, que los llevó a callar sin ponerse de acuerdo entre sí, complicitándose de esta manera con el autor y sus personajes para evitar la censura de las mentes puritanas?
¡Ah, maravillas de la literatura que operan en secreto en la mente del lector y establecen con el autor nexos imposibles de quebrantar!
¿Qué pensamientos desafiantes no imaginaron esas lectoras enclaustradas, obligadas a vivir una vida anónima de cuidado del hogar y sumisión matrimonial?
¡Porque Carmilla no es un apuesto caballero fortalecido por una sociedad patriarcal sino una bella joven abandonada a su suerte que roba sin miramientos aquello que considera esencial para su subsistencia!
¡Carmilla es una mujer que seduce a otras mujeres!
Una mujer que seduce a otras mujeres
Carmilla no es una vampira que se limita a succionar la sangre de sus víctimas. Ella las corteja, les habla, les susurra, se muestra juguetona, ambigua, solícita, complaciente, escurridiza, misteriosa…
También les inocula la idea de que son imprescindibles en su vida y las invita a explorar y a gozar sin tapujos de su propia sexualidad, sin cuestionamientos, sin tabúes, sin miedos absurdos.
Por otra parte, y he aquí el extremo peligro, lo que la vuelve letal: Como gran vampiro energético, Carmilla roba y dispone de la voluntad de sus víctimas a su antojo y provecho.
Actualmente los siquiatras, sicólogos, parasicólogos y otros espíritus inquietos estudian profusamente el concepto ambiguo y temible de “vampirismo energético”.
Tal vez una lectura de este librito ahorraría a muchos especialistas horas de devaneos y búsquedas infructuosas.
Sí, amigos. Afirmo que algunas de sus grandes respuestas las ha encontrado la ciencia en la literatura, en la poesía.
Nuestro autor esbozó con sencillez y maestría dos conceptos antagónicos que pueden llegar a ser indisolubles: Goce y agonía.
Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta
Entre las fuentes que LeFanu manejó para escribir su Carmilla figura también una historia en la que también se entremezclan sexo y suplicio, muerte y depravación: la de la noble húngara Erzsébet Bathory (Elizabeth Bathory), conocida en su tiempo como la Condesa Sangrienta. Esta mujer trataba de conservar su lozanía bañándose en la sangre de jóvenes doncellas a las que torturaba y asesinaba en su castillo de Transilvania.
En Carmilla, no obstante, la crueldad y el crimen adquieren una apariencia de pasión amatoria y ternura desbordada, acaso, por lo mismo, la novela resulta tan inquietante y hasta ominosa.
Claro que, puesto que todos vamos a morir, y esto constituye la gran ley de la vida y su extrema paradoja, y el terrible misterio, y la pregunta sin respuesta, es preferible hacerlo de manera natural y no succionado por alguna criatura de las tinieblas.
A pesar de su brevedad, todo en Carmilla huele a entretenido clásico literario: la ambientación gótica, con sus bosques, castillos y penumbras, el ritmo impecable de la trama, el trazado de toda una serie de personajes secundarios magníficamente dibujados, las atmósferas emocionales y, por encima de todo, la verosimilitud de los sentimientos que va experimentando Laura, la narradora, y su pormenorizada descripción.
Carmilla la perfección del arte en los relatos de Le Fanu
Le Fanu, cuyos relatos de tema sobrenatural incluyen varias obras maestras, El Visitante, Té verde, La posada del Dragón Volador… alcanzó en Carmilla la perfección de su arte.
Esta obra influyó poderosamente en muchos autores de referencia como M. R. James, E. F. Benson o Algernon Blackwood.
Podemos añadir aquí que Carmilla ha conocido numerosas adaptaciones al cine y la televisión, incluyendo la de Theodor Dreyer, Vampyr; y la de Roger Vadim, Blood and Roses.
La dualidad del bien y el mal reunidos en Carmilla
Fragmento de Carmilla:
"Hasta el día de hoy la imagen de Carmilla vuelve a mi memoria de una forma ambigua y dual: a veces es la muchacha alegre, lánguida, preciosa; otras veces, el demonio retorcido que vi en la iglesia en ruinas", rememora Laura en las páginas finales del libro.
Y de esa dualidad trata Carmilla, del bien y del mal reunidos en una misma alma, de pasiones contrarias que chocan irremediablemente, de amor y deseo, de repulsión y asco.
¿No es ese, acaso, el retrato más cercano que podemos hacer de nuestros propios sentimientos?
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