Narrativa canadiense | Margaret Atwood: “Pan”

En este breve relato Margaret Atwood integra sus preocupaciones sociales con la habilidad para transgredir las normas tradicionales del cuento.

| Escrituras | 26/04/2025
Charlotte Mannheimer: "Horneando pan" (1895), detalle.
Charlotte Mannheimer: "Horneando pan" (1895), detalle.

Imagina un pedazo de pan. No hace falta imaginarlo, está aquí en la cocina, sobre la tabla del pan, en su bolsa de plástico, junto al cuchillo del pan. Ese cuchillo es uno muy viejo que conseguiste en una subasta, la palabra PAN está tallada en el mango de madera. Abres la bolsa, pliegas el envoltorio hacia atrás, cortas una rebanada. La untas con mantequilla, con mantequilla de cacahuete, después miel, y lo doblas hacia adentro. Un poco de miel se te escurre entre los dedos y la lames con la lengua. Te lleva cerca de un minuto comer el pan. Este pan es negro, pero también hay pan blanco, en el frigorífico, y un poco de pan de centeno de la semana pasada, antes redondo como un estómago lleno, ahora a punto de echarse a perder. De vez en cuando haces pan. Lo ves como algo relajante que puedes elaborar con las manos.

Imagina una hambruna. Ahora imagina un pedazo de pan. Ambas cosas son reales, pero tú estás en el mismo cuarto con solo una de ellas. Ponte en otro cuarto, para eso sirve la mente. Ahora te encuentras sobre un colchón delgado en un cuarto caluroso. Las paredes están hechas de tierra seca, y tu hermana, más joven que tú, está contigo en el cuarto. Tiene mucha hambre, su vientre está hinchado, las moscas se le posan en los ojos, tú las espantas con las manos. Tienes un trapo, sucio pero húmedo, y se lo pones en los labios y en la frente. El pedazo de pan es el mismo pan que has estado guardando desde hace días. Sientes la misma hambre que ella, pero todavía no te sientes tan débil. ¿Cuánto va durar esto? ¿Cuándo vendrá alguien con más pan? Piensas en salir a ver si encuentras algo para comer, pero afuera las calles están infestadas de carroñeros y el hedor de los cuerpos lo llena todo. ¿Deberías compartir el pan o dárselo todo a tu hermana? ¿Deberías comer tú el pedazo de pan? Después de todo, tú tienes una mejor oportunidad de sobrevivir, eres más fuerte. ¿Cuánto tiempo tardarás en decidirlo?

Imagina una prisión. Hay algo que tú conoces, pero que todavía no se lo has contado a nadie. Los controladores de la prisión saben que tú lo sabes y todos los demás también lo saben. Si hablas, treinta o cuarenta o cien de tus amigos, tus compañeros, serán detenidos y morirán. Si te niegas a hablar, esta noche sucederá lo mismo que la noche anterior. Siempre eligen la noche. Sin embargo, no piensas en la noche, sino en el pedazo de pan que te ofrecieron. ¿Cuánto tiempo tardarás en decidirte?

El pedazo de pan era negro y fresco y te recordó un rayo de sol que cae sobre un pedazo de madera. Te recordó un bol, un bol amarillo que había en tu casa. Contenía manzanas y peras, y estaba sobre una mesa de madera que también recuerdas. No es el hambre o el dolor lo que te está matando sino la ausencia de aquel bol amarillo. Si tan solo pudieras sostener el bol en tus manos, aquí mismo, podrías aguantar lo que sea, te dices a ti mismo. El pan que te ofrecieron es peligroso y traicionero, significa la muerte.

Hubo una vez dos hermanas. Una era rica y no tenía hijos, la otra tenía cinco hijos y era viuda, tan pobre que ya no le quedaba nada de comer. Fue a ver a su hermana y le pidió un pedazo de pan. “Mis hijos se están muriendo”, dijo. La hermana rica respondió, “No tengo suficiente para mí”, y la echó de su casa. Luego el marido de la hermana rica llegó a su casa y quiso cortar un trozo de pan, pero al hacer el primer corte, brotó sangre roja. Todos sabían lo que eso significaba. Es un cuento maravilloso, un cuento tradicional alemán.

La hogaza de pan que he creado para ti flota unos centímetros por encima de la mesa de la cocina. La mesa es normal, no tiene ninguna trampa. Un paño azul de cocina flota bajo el pan y no hay hilos que sujeten al techo el paño o el pan ni la mesa al paño; ya lo has comprobado al pasar la mano por debajo y por arriba, y no has tocado el pan. ¿Qué te detuvo? No quieres saber si el pan es real o si es solo una alucinación que te hice ver. No existen dudas de que puedes ver el pan, hasta puedes olerlo, huele a levadura, y parece lo bastante sólido, tan sólido como tu propio brazo. ¿Pero puedes confiar en él? ¿Puedes comerlo? No quieres saberlo, imagínalo.

_______________________

Margaret Atwood es hoy la escritora canadiense más conocida internacionalmente. Con novelas como La mujer comestible (1969), El cuento de la criada (1985) y Los testamentos (2019), ha cuestionado la conversión del cuerpo femenino en objeto y su explotación. Su trabajo como escritora se complementa con el activismo en favor de los derechos de las mujeres y por el acceso de las niñas una educación que las ponga en igualdad de condiciones con los varones. Aunque menos divulgada, la faceta de Atwood como poeta y cuentista es también notable. Este breve relato nos permite apreciar la habilidad de la autora para integrar orgánicamente sus preocupaciones sociales con un modo de narrar que transgrede las normas tradicionales del cuento.

Acompaña este relato de Margaret Atwood una pintura de la artista sueca Charlotte Mannheimer (1866-1934). Mannheimer estudió en la Escuela de Arte de South Kensington y en la Real Academia Danesa de Bellas Artes de Copenhague. Desde 1920 dirigió la galería Ny Konst (Arte Nuevo), uno de los primeros espacios dedicados al arte contemporáneo en Gotemburgo. Durante años fue también vicepresidenta de la Asociación de Arte de esa ciudad. Su labor como promotora y mecenas fue crucial para la difusión del arte moderno y, en especial, la obra de los más jóvenes pintores nórdicos. Su propia obra, sin embargo, es poco conocida y solo recientemente ha comenzado a exponerse.

▶ Vuela con nosotras

Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.

(Para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@alastensas.com)