Paula Rego: Gracias por los cuentos
La pintora portuguesa que revolucionó la representación de las mujeres y una de las voces más singulares del arte del siglo XX, murió en Londres a la edad de 87 años.
Ha muerto Paula Rego, pintora. Tenía 87 años y murió en su casa en Londres el miércoles 8 de junio tras una breve enfermedad, dicen los periódicos. Es considerada por muchos, incluida esta servidora, de los mejores artistas de las últimas décadas, sin distinción de sexo. Yo quedé prendada de su obra desde que conocí su existencia (cómo evitarlo) y cuando empecé a escribir para este espacio sabía que en algún momento le dedicaría unas palabras. Hoy la ocasión me obliga a ello, mas no le veo tanto sentido a lamentar su deceso como a celebrar su paso por el mundo y agradecer el arte que nos legó, la huella de un sinnúmero de maravillosos dibujos, pasteles, grabados, collages y óleos llenos de fuerza, belleza y originalidad.
Los cuadros de Paula Rego son como relatos. Algunos, oníricos y entrañables, se basan en memorias de su niñez en Portugal, donde nació en 1935. Otros, igualmente surrealistas, beben de esa imaginación fabuladora protagonizada por animales que asumen atributos y comportamientos humanos. La influencia del folclore y de la literatura infantil tradicional, cuyo aspecto cruel, siniestro y perturbador la complacencia de nuestros tiempos se ha encargado de diluir, ocultar, omitir o cambiar, así como de varias figuras de lo que podríamos identificar como la vertiente expresionista de la tradición pictórica universal (incluyamos allí tanto a Goya como a Ensor), contribuyeron a conformar esa dimensión psicoanalítica de su arte que encuentra en las imaginaciones y los miedos de la infancia uno de sus tópicos favoritos.
También destacan las situaciones relacionadas con experiencias, sobre todo de tipo traumático, típicamente experimentadas por mujeres (por ejemplo, sus series sobre el aborto clandestino en 1998 y sobre la mutilación genital femenina en 2009), y una aversión palpable al autoritarismo y las figuras de dominación, posible vestigio de sus orígenes portugueses bajo el régimen de Salazar.
Gracias a la potencia narrativa que hay en sus obras, estas a menudo ilustran o representan momentos que sugieren toda una historia, con personajes perfectamente descritos, individualizados en sus atributos, sus relaciones y su psiquis. La violencia, el morbo, el tabú… afloran silenciosamente en escenas ambiguas e inquietantes.
En muchas de sus representaciones domésticas se percibe una atmósfera de rancio patriarcalismo, un ambiente enrarecido de miradas, actitudes y acciones cargadas de sospechas y silencios, sobrentendidos e incomunicación. Amantes, padres y maridos encarnan el binomio del mando y la lascivia, y también el infantilismo impúdico del poder. Por su parte, llama la atención el aspecto físico de sus mujeres y niñas: carnes y huesos anchos y fuertes, rostros y gestos duros, de cierta animalidad (bastante notable en la serie Dog Women, de 1990). Ellas participan de amores insanos, odiosas dependencias y complejas sumisiones con una fortaleza desafiante y vengativa, una hosca y desconfiada dignidad.
Paula Rego interpela la moral colectiva dirigiendo una mirada entre sutil y delatora al plano de lo íntimo y lo privado, como ámbito donde laten los síntomas y perversiones de lo social. Pero su arte, sin dudas político mas nunca panfletario, conserva en el centro de su sensibilidad el drama humano como tal. Quizás por eso, aunque cargados sus cuadros de intuiciones oscuras, hay en el trato ofrecido a sus personajes y situaciones una última, delicada, instancia de piedad.
Isel Arango
(Camagüey, 1987).
Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana en 2011. Profesora en Academia de Artes de Camagüey (2014 – 2019). Curadora. Autora de textos sobre arte en medios de comunicación cubanos y extranjeros.
Colaboradora en Asociación Árbol Invertido.
Integrante de los proyectos Cuba Constituyente Podcast y Grupo Ánima.
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