Poesía cubana │ Ileana Álvarez: “Prójimo”
"Sopesaba las palabras, las ensartaba como perlas a la hiedra que separó del mar la casa en ruinas. Me fui arrugando como una rosa vieja y abandonada en el sitio más oscuro del invierno que no cesa".
Yo vagué por su jardín en una noche sin luna. Me aventuré a despertar los leones dormidos bajo la sombra. Estuve en el portazo, allí, en la lluvia que limpió el mármol de hojarascas y lombrices muertas. Recé en la misma capilla de alfombras rojas y cirios adormecidos por un tiempo sin resplandor. Oré con sus mismas palabras, y me apretó el pecho idéntico olvido.
El aguijón del tábano me cegó por un instante la soledad de siglos. Bajo las alas de hierro del águila que recibió al viajero andaluz, me acurruqué y me quedé inmóvil como una salamandra, también fuera del tiempo.
Soporté las olas contra mi corazón hasta sentir la gravedad del verso hacerme libre. Me torné iguana y manjuarí, isla dormida en el rincón de ardientes laberintos, imaginando el final de tanta prisa en el fondo de un jarrón quebrado por la indolencia. Sopesaba las palabras, las ensartaba como perlas a la hiedra que separó del mar la casa en ruinas. Me fui arrugando como una rosa vieja y abandonada en el sitio más oscuro del invierno que no cesa.
Yo sujeté la mano que fechó las memorias de su padre. Temblé cuando el filo de las preguntas me sostuvo la mirada. Con ojos flácidos, la contemplé recoger los vidrios de mi insignificante miedo en su chal de seda y sonreírme aquella noche, tras los barrotes en que también vimos desmoronarse los cauces de manantiales, mientras nos cegaba la luz y la prisa grotesca de los autos.
Estuve y ciertamente no estuve, pero sí bajé las escaleras, y ella estrechó la garra adolescente que fechó aquel poema mío, el primero quizás, el único que vuelve en cada torcedura de la memoria con los zapatos rotos y enfangados a llorar la muerte de un padre rebelde como el suyo, también viejo, traicionado y que, por una tarde, por una hora al menos, no pude ocultarlo del ruido, las linternas, la multitud hundiéndolo en la desesperanza…
Este texto pertenece al poemario Escribir la noche y otros abismos (Ediciones La Mirada, Nuevo México, Estados Unidos, 2024). El libro está disponible para su compra en Amazon.
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