Poesía uruguaya │ Dos poemas de Delmira Agustini

Pionera del feminismo literario hispanoamericano, Delmira Agustini dio voz en su poesía a una sensibilidad que sacudió las normas sociales de su tiempo.

Lo inefable

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!...

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!

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Explosión

Si la vida es amor, ¡bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡la vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor

en la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

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Desde la publicación de su primer cuaderno, El libro blanco (1907), Delmira Agustini sorprendió a sus lectores con una poesía audaz que daba voz a una intensa sensibilidad femenina y un erotismo poco comunes en la poesía escrita por mujeres a inicios del siglo XX. Con su segundo libro, Cantos de la mañana (1910) y especialmente con Los cálices vacíos (1913), la admiración que provocaba su obra se hizo también motivo de escándalo. Que una mujer expresara abiertamente sus deseos sexuales era, para la sociedad de su tiempo, una transgresión inadmisible.

En su prólogo a este último libro, Rubén Darío advertía : “es la primera vez que en lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de su inocencia y de su amor... si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de habla española”. Hoy Los cálices vacíos se considera uno de los libros más notables del modernismo y una obra fundacional del feminismo literario hispanoamericano. Agustini murió un año más tarde, asesinada por su exmarido poco después de haberse divorciado.

Se ilustran estos poemas de Delmira Agustini con una pintura de la artista Amalia Polleri (1909-1996). Reconocida como una de las creadoras uruguayas más importantes del siglo XX, sus búsquedas formales la llevaron también al dibujo, el grabado, el diseño y la pintura mural. Fue profesora y crítica de arte, autora de ensayos, poesía y periodismo, y una infatigable defensora de los derechos de la mujer. Desde su columna de opinión en La República de las Mujeres, contribuyó a la lucha contra el machismo institucional en su país y a divulgar la obra de otras mujeres artistas.