Bertha von Suttner: una mujer frente a los peligros de las guerras

Bertha von Suttner fue la primera mujer distinguida con el Premio Nobel de la Paz y la segunda laureada con un Nobel después de Marie Curie.

Bertha von Suttner
Bertha von Suttner (Praga, Chequia, 1843 - Viena, Austria, 1914).

En el momento en que, una vez más, el clima de la guerra se cierne sobre varios puntos del planeta, pero alcanza su punto más agresivo en los conflictos de Rusia-Ucrania y de Gaza-Israel, resulta útil traer a la memoria a una de las figuras que en el tránsito del siglo XIX al XX luchó con más constancia y talento en favor de la paz. Tanto, que logró que Alfred Nobel añadiera un premio más a los que ya había constituido con su nombre.

Así que el Premio Nobel de la Paz fue el último creado por el magnate sueco, y por aquello de last, but not least, devino muy pronto en uno de los reconocimientos de mayor significación para el planeta (alguna vez, como ocurre en los premios de toda naturaleza, entregado con muy poca justicia). Me refiero, desde luego, a la segunda mujer galardonada con un premio Nobel y la primera en obtener el de la Paz, que ella precisamente impulsó a fundar.

Bertha von Kinsky

Esta gran figura de la cultura mundial no sólo fue pacifista incansable, sino también una luchadora por los derechos de la mujer.  Ejerció el periodismo, escribió una novela que ha alcanzado desde su publicación un número impresionante de ediciones y tradiciones, Abajo las armas, unas interesantísimas memorias, así como ensayos y artículos periodísticos.

Nacida condesa Kinsky von Wchinitz und Tettau, una de las más encumbradas familias principescas de la nobleza checa y austríaca,  las polvorientas y poco leídas páginas del Almanaque Gotha, príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico, emparentada con dinastías tan poderosas y sombrías como la de los Hohenzollern, reyes de Prusia y emperadores de Alemania, Bertha parecía destinada a la  vida privilegiada y frívola de tantas otras aristócratas centroeuropeas. Nadie hubiera podido augurar, a su nacimiento, que esta noble dama sería figura destacada a la vez en dos grandes batallas político-culturales que comenzarían a librarse con intensidad en el siglo XIX: el feminismo y el pacifismo.

Bertha von Sutter en 1882.
Bertha von Sutter en 1882.

Curiosamente, su familia, como tantas otras que recorrieron un tortuoso camino desde unos orígenes plebeyos hasta un sitio de privilegio nobiliario, contaba con una leyenda más o menos medieval para explicar su ascenso social, que realmente comenzó en el siglo XVII y no antes.

Según esa leyenda familiar, el primer Kinsky habría sido un pobre joven campesino que salvó la vida a una hija del rey de Bohemia, audaz damisela que se internó a cazar en un bosque y allí se vio en peligro de morir en las fauces de una manada de lobos. Los cortesanos que la acompañaban huyeron y salvó la vida gracias al pobre campesino, a partir de allí convertido en su esposo y, en cuanto tal, en aristócrata checo. Juntos, fundaron una familia que, muy aparte de su relieve militar y político, tiene en su haber un aporte mucho más permanente y valioso: fueron protectores del gran compositor Beethoven.

Bertha von Kinsky pareció haber heredado la intrepidez de la mítica pareja. Ella se internó también en un bosque amenazador: el de las tradiciones machistas y bélicas de la sociedad europea de su tiempo. Hija de un militar con un determinado reconocimiento gubernamental, y rodeada por la tradición histórica de su familia, Bertha von Kinsky también tuvo una particular formación cultural, hablaba cuatro idiomas europeos, tocaba el piano y, por parte de su madre, estaba emparentada con un distinguido escritor austriaco.

La muerte de su padre dejó a la familia en penurias económicas tales que Bertha tuvo incluso que trabajar como institutriz en casa de una familia acaudalada de Viena, empresarios exitosos, los von Suttner. Aceptó, por amor, a un miembro de dicha familia, Arthur von Suttner, a pesar de que ese era siete años más joven que ella y de que la madre de Bertha, al estilo de la época, ya había concertado su matrimonio con un noble de mayor alcurnia e incluso de más notable situación económica que los Suttner. Estos no aceptaron el compromiso de la pareja enamorada, despidieron a Bertha y esta tuvo que buscar otro trabajo.

Bertha von Suttner y la creación del primer Nobel de la Paz

Como en el cuento mítico de su propia familia, halló empleo gracias a un anuncio en un periódico. Un caballero respetable requería una secretaria que supiera idiomas: se llamaba Alfred Nobel y habría de ser uno de los suecos más notables de la historia. Así comenzó una de las amistades más extraordinarias y hermosas de la cultura europea en el siglo XIX. Esa fue la base que permitió a Bertha influir decisivamente en el millonario fabricante de armamentos, quien, en un momento dado de su vida, se arrepintió de haber contribuido a las seculares guerras humanas con el aporte letal de su inventó principal, la dinamita.  Hombre culto, incluso a ratos escritor literario, halló en Bertha von Kinsky una interlocutora ideal, de quien el sueco se enamoró sin ser correspondido, pero que influyó en él, al parecer, para que se constituyera el premio Nobel de la Paz.

Bertha se casó en secreto con Arthur von Suttner, a quien, su familia enfurecida, desheredó inmediatamente. La pareja tuvo que irse al Cáucaso en busca de trabajo, que encontraron en forma muy modesta al servicio de la princesa georgina Dadiani de Mingrelia. Allí, en ese ambiente no muy europeo (aunque actualmente Georgia aspire a integrarse a la Unión Europea), Bertha von Suttner comenzó a escribir novelas con fuerte tono reflexivo, resultado de las copiosas lecturas que su marido y ella realizaban de autores científicos y filosóficos de la época, entre ellos Charles Darwin. 

Bertha von Sutter y Alfred Nobel.
Bertha von Sutter y Alfred Nobel.

En 1877 esta mujer incansable empieza a ejercer el periodismo, como también su marido. Los dos alcanzaron una reputación europea. Suttner escribía sobre temas de guerra y viajes; ella, ensayos sobre cuestiones de la vida contemporánea. No, Bertha no renunció por capricho al enamorado Alfred Nobel. Su relación con Suttner fue muy especial y duradera. En 1885 se reconciliaron con la familia Suttner y regresaron a Viena.

Allí se fraguó su labor como pacifista. Desarrolló el tema desde una perspectiva ética, en consonancia con la formación filosófica que sus lecturas infinitas le habían proporcionado. Escribió varias novelas, incluso, con esta perspectiva, hasta que publica Abajo las armas, una novela no sólo programática en cuanto al pacifismo, sino que, desde el punto de vista literario, se distingue por su construcción desde un punto de vista netamente femenino, además de que allí defiende los derechos de la mujer, víctima particular de las guerras.

Abajo las armas, la novela premonitoria

Abajo las armas fue un éxito inmediato, circuló por el mundo entero, se tradujo a poco de darse a conocer y constituyó un verdadero logro para, a la vez, el pacifismo y el feminismo. Es, también, un hito del humanismo liberal del siglo XIX. Su densa cultura le permitió a la autora enjuiciar con lucidez, e incluso con visos premonitorios, los peligros del nacionalismo de fines del siglo XIX y adónde podría conducir en términos de política armamentista. En alguna medida, parece visualizar no ya la Primera Guerra Mundial, sino también incluso la segunda.

Una de las portadas de las múltiples ediciones de Abajo las armas, de Bertha von Sutter.
Una de las portadas de las múltiples ediciones de Abajo las armas, de Bertha von Sutter.

El enorme prestigio de su novela le permitió convertirse en una muy respetada líder pacífica, con fuerte influencia internacional. Fundó y dirigió la revista pacifista Abajo las armas. Ella y su marido contribuyeron a la gestación y organización de la Conferencia de la Paz de La Haya, en 1899. Advirtió y denunció el peligro de la naciente aviación si se la convertía en instrumento militar. Su interés por el avance de las ciencias y la tecnología no sólo le permitió advertir peligros bélicos futuros, sino que la llevaron a acercarse de cierta manera a lo que hoy conocemos en términos de teoría de la literatura y del arte como ciencia ficción

Su legado es, como puede deducirse fácilmente, extraordinario. Y pervive como aporte singular de una mujer excepcional y talentosa, cuya labor cultural, política, ética y literaria no quedó limitada a un par de declaraciones estentóreas y oportunistas a tono con tendencias de moda. Muy al contrario, Bertha von Suttner es un ejemplo de intelectual orgánica, de discreta y monumental luchadora por el bien de la humanidad. Su vida pública, tan en consonancia con su existencia privada personal, nos la muestran como si fuera una obra de arte encarnada. Ella, segunda mujer premiada, con la primera mujer laureada con el Nobel, María Curie, conforman una imagen trascendental del alcance y la tensión intelectuales de la mujer creadora a lo largo de la historia.

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