Bienvenido el Propofol, la felicidad (“My diary”)

“En algún momento de la colonoscopia escuché al doctor pidiendo que volviesen a suministrarme otra dosis de Propofol, y una vez más me arrastró a la felicidad de la inconsciencia”

| Diversas | Mundo | 07/06/2022
Audiovisual de Nonardo Perea de la serie "Silencios". Captura

25-05-2022

Durante dos días y una madrugada tuve que llevar una dieta blanda, y me indicaron tomar unos sobres que contenían un polvo blanco saborizado que tenía un gusto entre dulzón y amargo nada agradable, y que servirían para limpiar mis intestinos. Tuve que llevar al pie de la letra las indicaciones para poder tener éxito en una colonoscopia donde explorarían mi colon y mi recto.

Era la primera vez que me sometería a una prueba de este tipo, y eso en mí implicaba cierto temor porque parte de mi familia paterna ha tenido que lidiar con el cáncer hasta el fin de sus vidas, entre ellos mis abuelos y también algunas tías.
Mi padre se fue en el año 2000 por un cáncer colono rectal que concluyó con una metástasis que afectó a todo su organismo.

En los últimos años también tres tías maternas fueron víctimas de esta enfermedad sumamente invasiva, y que cada vez afecta más a miles de personas en todo el mundo.

Lo más difícil de mi situación actual era saber que no estaba en Cuba, donde vive toda mi familia, allí está mi madre que en casos como estos siempre ha permanecido a mi lado. Pero esta vez ella no está en Madrid físicamente, aunque sí la llevo en mis pensamientos, y de algún modo visualizarla aquí me ha ayudado a sentir tranquilidad.

autorretrato del artista cubano Nonardo Perea
Fotografía de Nonardo Perea. Título «El Universo y yo».

La primera vez que entré a un salón de operaciones fue por una apendicitis, fui operado en el Hospital Militar del municipio donde vivía en Marianao. No olvido que para mí la recuperación fue muy dolorosa, pero al menos en aquella ocasión no estaba solo.

Esta vez tampoco estaba completamente solo, porque la vida es sabia y suele elegir a las personas que siempre estarán ahí para ti de manera incondicional. Algunas de ellas permanecen en cuerpo presente y otras se conectan conmigo de manera espiritual, y estas también me ayudan a sobrellevar las cargas del día a día.
Gracias a mi querida Yanelys y a Migue, no me sentí abandonado, y de algún modo el poder contar con ellos alivió mis temores y preocupaciones.

nota médica
Nota médica entregada a Nonardo Perea tras la colonoscopia. Foto: Cortesía de Nonardo Perea.

El procedimiento se me hizo largo y tedioso, porque antes de entrar al salón tuve que esperar unas siete horas para finalmente, una vez tumbado sobre una camilla, recibir la esperada sedación con Propofol.

En ese instante me desconecté de la vida, se quedaron atrás las preocupaciones y los pensamientos recurrentes, la ansiedad y los dolores existenciales. Recuerdo que cerré los ojos, pensé en algunas personas que quiero demasiado, y bye bye.

Desperté no sé bien al cabo de qué tiempo por un dolor terrible que sentí dentro del culo, y por el que pude darme cuenta de que aún no habían concluido. De inmediato escuché al doctor pidiendo que volviesen a suministrarme otra dosis de Propofol, que una vez más me arrastró a la felicidad de la inconsciencia.

Desde que estoy aquí en España, hace tres años ya, este ha sido uno de los mejores momentos, tanto así que deseé no despertar nunca, y migrar silenciosamente de ese trance hacia la muerte. Supuse que morir sería algo parecido. El Propofol te induce a la pérdida total de todos los sentidos, y la muerte, supongo, ha de actuar de una manera parecida, en la que finalmente podrías sentirte libre, desconectado, sin que nada te lastime, porque absolutamente todo se iría de una manera inmediata a la mierda.

Nonardo Perea junto a la proyección de una luna
Fotografía de Nonardo Perea: «El Universo y yo III».

Recuerdo que estando ya en casa, en la noche, tuve un sueño raro, donde desde mi cama observé mi cuerpo levitando en un cielo nocturno, rodeado de planetas y estrellas que se alineaban frente a mí. Allí estaban Mercurio, Marte, Venus, Júpiter y Saturno. Los presencié a todo color, fue un espectáculo cósmico donde no me veía solo. Con ese sueño comprendí que seguía estando aquí y que nada había cambiado.

A la mañana siguiente, al despertar, regresaron los pensamientos recurrentes, el pánico cíclico y se reinició la lucha por la sobrevivencia del día a día.

Sin embargo, creo que tras este examen médico, he comenzado a luchar por hallar ese equilibrio.

Aunque el camino para estar sano mental y físicamente sé que lleva tiempo, y no pienso hacerme adicto a ninguna sustancia psicotrópica, ojalá pueda encontrar pronto ese estado de paz y tranquilidad que solo he podido experimentar, lamentablemente, con un poco de Propofol.

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