Margaret Mead: la antropóloga que cambió la concepción de la cultura y el sexo

Los estudios de Margaret Mead no solo determinaron el concepto de género en la cultura, también influyeron en la revolución sexual de la década de 1960.

| Mundo | 16/02/2024
Foto de la antropóloga Margaret Mead
Margaret Mead (1901-1978). Foto: Enciclopedia Británica

Poeta y antropóloga, Margaret Mead (1901-1978) dedicó sus investigaciones etnográficas a poner en entredicho la visión sexista biologicista que prevalecía en las ciencias sociales en EE.UU en los años 1960-70 del siglo XX. Este enfoque concebía que la división sexual del trabajo en la familia se debía a la diferencia innata entre el comportamiento “productivo“ de los hombres y “expresivo“ de las mujeres.

En su ensayo “Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas“ (1935), Margaret Mead introdujo la idea novedosa de que, al ser la especie humana fácilmente moldeable, los roles y las conductas sexuales varían según los contextos socio-culturales. De este modo, fue precursora en la utilización del concepto género ampliamente utilizado posteriormente en los estudios feministas.

Su libro Hombre y mujer: un estudio de los sexos en un mundo cambiante (1949) es también otra de sus publicaciones más relevantes y es un estudio comparativo de hombres y mujeres tribales en siete islas del Pacífico. Estos informes, que detallan las actitudes hacia el sexo en las culturas tradicionales del Pacífico Sur y el Sudeste Asiático influyeron en la revolución sexual de la década de 1960

Es muy conocida la anécdota que protagonizó Margaret Mead en una conferencia, cuando un estudiante le preguntó cuál consideraba que fue el primer signo de civilización de la humanidad. Mead respondió que “Un fémur fracturado y sanado”, lo que indica la existencia de cuidado de los más necesitados.

Mead consideró que los patrones de racismo, belicismo y explotación ambiental eran costumbres adquiridas, y que la sociedad humana era capaz de modificarlos para construir nuevos principios sociales totalmente distintos. Este fue el origen de su frase “No dudemos jamás de la capacidad de tan sólo un grupo de ciudadanos insistentes y comprometidos para cambiar el mundo”.

Otras de sus frases célebres fueron:

Siempre hay tres partes de un recuerdo, la tuya, la de los demás y la verdad, que está en algún sitio en medio de las otras dos.
Una cultura ideal es aquella que crea un lugar para cada ser humano.
Cada vez que liberamos a una mujer, liberamos a un hombre.

Y posiblemente la más simpática y profunda de todas:

Siempre recuerda que tú eres único. Absolutamente igual que todos los demás.

Además de Mead, han existido y existen muchas mujeres antropólogas cuyo trabajo ha sido generalmente infravalorado, como Ruth Benedict, Alice Cunningham, quien, además, nació en La Habana; Mary Douglas, Zelia Nutall y Eleanor Leacock, entre otras, siendo Antropología y feminismo de Henrietta L. Moore la gran obra inicial de la rama feminista.

Sobre 1970 surgió la rama de la antropología feminista, crítica con la vertiente clásica, que propone nuevos temas de estudio y se pregunta por qué la opresión de las mujeres es global. Sandra Morgen, Marta Lamas, Luise Lamphere y Britt-Marie Thurén son algunas de sus exponentes.

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