25N │ El Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer: cifras y razones para continuar la lucha
Cada diez minutos una mujer o una niña muere a manos de su pareja u otro miembro de su familia en el mundo, y una de cada tres ha sido víctima de violencia.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó su “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, un documento donde se definía que “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada” se considera violencia contra la mujer.
Unos años más tarde, en 1999, la ONU designó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha que se conmemora en casi todo el mundo desde el año 2000. La intención es sensibilizar a las personas sobre un problema cuya incidencia y gravedad todavía hoy, más de un cuarto de siglo después, algunos desconocen.
Según estimaciones de la ONU en 2025, cada diez minutos una mujer o una niña muere a manos de su pareja u otro miembro de su familia en el mundo, y casi una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida, lo que equivale a cerca de 840 millones de mujeres. Además, de todos los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo, el 38% son cometidos por su pareja masculina. A pesar del esfuerzo de numerosas instituciones, colectivos feministas y activistas a nivel global, las cifras siguen siendo alarmantes. Y las nuevas tecnologías hacen aún más compleja la situación.
El 38% de las mujeres han sido víctimas de violencia en línea, pero solo el 67% de ellas denuncian esta modalidad de agresión contra su integridad. y un 85% han presenciado violencia digital contra otras mujeres. El 73% de las periodistas en todo el mundo han sufrido esta forma de violencia digital. Con el auge de la inteligencia artificial generativa, entre un 90 y 95% de todos los deepfakes en internet son imágenes pornográficas no consensuadas y la abrumadora mayoría de ellos representan a mujeres. Sin embargo, menos del 40% de los países han implementado leyes que protejan a las mujeres del ciberacoso.
Las mujeres de América Latina y el Caribe ante la violencia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estiman que en América una de cada tres mujeres de 15 años o más ha experimentado violencia física o sexual a lo largo de su vida. Una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 49 años ha sido víctima de agresiones por parte de una pareja al menos una vez, y una de cada ocho fue agredida sexualmente por alguien que no era su pareja. El 21% de las mujeres jóvenes de entre 15 y 19 años ha sufrido violencia en la pareja antes de alcanzar los 20 años, y el 23% de las mujeres de 65 años o más ha pasado por esa experiencia alguna vez. Solo en los últimos doce meses, en las Américas, el 7% de las mujeres ha sufrido violencia por parte de su pareja.
Según datos recopilados por la OPS, Honduras presenta las tasas más altas de feminicidio en la región. Allí, durante lo que va de 2025, una mujer ha sido asesinada cada 32 horas.
En Colombia, la Policía Nacional registró en el primer semestre de 2024 más de 60 mil denuncias por violencia intrafamiliar, y alrededor de tres de cada cuatro víctimas fueron mujeres. El 75,6% de los casos reconocidos como violencia de género en 2024 fueron contra mujeres, según el Instituto Nacional de Salud de ese país.
Argentina, por su parte, contabiliza 247 feminicidios, según el registro que actualiza la Corte Suprema a través de su Oficina de la Mujer. Esto equivale a más de 20 feminicidios mensuales.
Violencia contra las mujeres en Cuba
En el caso de Cuba, el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT) y otras organizaciones de la sociedad civil han insistido durante años en la necesidad de que el Estado adopte medidas estructurales frente a la violencia hacia las mujeres y las niñas, empezando por incluir el feminicidio como delito específico en el Código Penal y reconocer los diferentes tipos de feminicidio, más allá de los cometidos por una pareja o expareja. OGAT también exige que se deje de criminalizar el trabajo de organizaciones de la sociedad civil que ofrecen acompañamiento a víctimas, como Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTCC).
OGAT y YSTCC han verificado 308 feminicidios desde su fundación en 2019, 41 feminicidios en el país durante el año 2025 (hasta el 25 de noviembre), 15 intentos de feminicidio y 15 alertas en proceso de verificación. En un país caracterizado hoy por la ausencia de refugios, de protocolos de protección, de leyes específicas, de transparencia y de políticas públicas reales, donde la vida de mujeres y niñas está permanentemente expuesta, cada caso verificado es una victoria contra el ocultamiento y la censura. Cada nombre, una vida truncada y una familia devastada.
El caso de Martiño Ramos Soto, pedófilo español entre los diez fugitivos más buscados, capturado caminando libremente por La Habana mientras continuaba moviéndose en espacios culturales y sociales, y ejerciendo su “profesión” de “fotógrafo artístico” a la caza de nuevas víctimas, revela una verdad terrible: un Estado que permite esto no protege a su infancia, ni a sus mujeres.
Mientras tanto, quienes denuncian sí son perseguidas: madres de presos políticos, defensoras de derechos humanos, activistas feministas. El régimen impide la libre asociación, criminaliza la protesta e intenta silenciar a quienes documentan lo que él niega. En dictadura, la lucha de las instituciones oficiales contra la violencia machista es una fachada vacía: no puede combatir lo que reproduce estructuralmente.
En este 25N, desde Alas Tensas y su Observatorio recordamos también el legado de las hermanas Mirabal, asesinadas por otra dictadura del Caribe. Su historia sigue dialogando con la nuestra: con las cubanas asesinadas, encarceladas, desterradas o exiliadas por exigir justicia; con las niñas desprotegidas ante el abuso; con un país donde la violencia machista se entrelaza con la violencia política.
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