Sensible aumento de la mortalidad infantil en Cuba durante 2025

Cuba cierra el 2025 con una tasa de mortalidad infantil de 9,7 por cada mil nacidos vivos y pronósticos críticos en otros indicadores.

Según datos divulgados por el gobierno cubano, la isla cerrará el año 2025 con una tasa de mortalidad infantil que asciende a 9.7 fallecidos por cada mil nacidos vivos. Se trata de un aumento de 2.6 puntos respecto al registro del año anterior, un retroceso que las propias autoridades describieron como un “deterioro” de este indicador sanitario.

El anuncio lo hizo el ministro Manuel Marrero Cruz durante una sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) el pasado 18 de diciembre. Aunque ya desde julio de este año se advertía un notable aumento de este indicador, cuando el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, reconocía que en el primer semestre de 2025 la mortalidad infantil se situaba ya en 8.2 por cada mil nacidos vivos, la cifra oficial al cierre del año evidencia la profunda crisis que atraviesa la atención médica en Cuba y el sensible costo para las familias.

Marrero evitó informar sobre el comportamiento de la tasa de mortalidad materna durante el año, un dato clave que también en julio iba en rápido ascenso: 56.3 por cada cien mil nacimientos durante el primer semestre de 2025, cifra que ya entonces contrastaba con los 37.4 del año anterior.

Declive demográfico y crisis multifactorial en Cuba

En su intervención ante la ANPP, Marrero Cruz expuso además algunos datos sobre el panorama de presión social y demográfica que enfrenta el país en medio de un contexto económico adverso. El envejecimiento y la acelerada reducción de la población, además de una tensa situación sanitaria agravada por la circulación de virus como el chikunguña y el dengue, que inciden en la mortalidad.

En ese mismo informe, Marrero detalló proyecciones demográficas específicas. “Se prevé cerrar el año con 9 millones 600 mil habitantes y disminuirá a 7 millones 700 mil en 2050”, afirmó. También dijo que el envejecimiento poblacional “pasará del 25.7% al 36.4%”, mientras que la población en edad laboral se reducirá de 5 millones 900 mil a 4 millones 100 mil”. El cuadro descrito apunta a una contracción sostenida de la base productiva y al aumento del peso relativo de los adultos mayores en las próximas décadas.

Las autoridades atribuyen el declive demográfico a una combinación de emigración masiva y un saldo vegetativo negativo persistente, con más muertes que nacimientos cada año. El resultado es una estructura poblacional cada vez más envejecida, en medio de una larga crisis económica sin perspectivas de solución a corto plazo y en un país que figura ya entre los más envejecidos del continente.

Ante los miembros del aparato legislativo, Marrero presentó además un balance del programa gubernamental para enfrentar la crisis, en el que admitió problemas en áreas clave. Entre ellos, reconoció el incumplimiento del plan de construcción de viviendas, que atribuyó a la baja producción de materiales y al déficit de cemento y acero. Como “alternativa viable”, insistió en una estrategia ya aplicada: reconvertir contenedores de transporte marítimo en viviendas.

Cuba atraviesa un panorama de tensión sostenida: a los problemas económicos se suma una crisis energética persistente, sin señales claras de una solución estructural en el horizonte. En ese cuadro ya frágil, la presión aumenta por la crisis sanitaria, con el impacto de la epidemia de arbovirosis, que agrava la carga sobre servicios y hogares en un país donde las carencias de todo tipo y el colapso de servicios básicos como la electricidad, el suministro de agua potable y la recogida de basura, se han vuelto parte del día a día.