Testimonios de cientos de mujeres confirman la violencia obstétrica en Cuba
La violencia obstétrica no solo es una de las violencias más invisibilizadas, también es una de las más naturalizadas en el sistema de salud cubano.
Durante el último año, Partos Rotos, una colaboración de periodistas independientes cubanas, estuvo investigando las experiencias de parto en la Isla de las últimas décadas. Muchas madres recuerdan el día en que dieron a luz como un episodio traumático, donde sufrieron violencia obstétrica.
Por primera vez, una investigación en Cuba agrupó 514 cuestionarios. Estos detallan partos en la Isla desde los años 60 hasta el año 2021 (el 82% de las respuestas son de los últimos 21 años). Los formularios fueron respondidos por madres cubanas de todo el país que dieron a luz en Cuba. (Algunas, con varias experiencias de parto, llenaron más de un formulario).
El 80% de las mujeres preguntadas se concentraron en tres provincias: La Habana, Camagüey y Pinar del Río. De los 514 partos, el 60% fueron partos vaginales y el 40% cesáreas.
Los resultados de este proyecto no son una muestra representativa a nivel estadístico de la población de mujeres cubanas
Hay una sobrerrepresentación de La Habana y menor número de respuestas de otras provincias. Por tanto, los resultados que aquí expondremos no se pueden extrapolar ni generalizar como un reflejo de todas las experiencias de parto en el país.
Sin embargo, aclaramos que la muestra es aleatoria. No se seleccionaron mujeres que expresamente hubiesen tenido un parto traumático, sino madres que dieron a luz en Cuba y que tuvieran la disposición de responder.
Partos Rotos trabajó con 13 mujeres que compartieron el cuestionario entre sus redes de contactos, y estas con otras mujeres hasta sobrepasar los 500 cuestionarios.
Aunque puede existir una predisposición de las embarazadas que vivieron violencia a responder el cuestionario, tanto periodistas como mujeres que aplicaron cuestionarios eligieron libremente a quién preguntar.
Violencia física y de género
Para su tesis doctoral, uno de los pocos estudios sobre violencia obstétrica en Cuba, Daylis García Jordá abordó esta temática. Concluyó que en Cuba “rutinariamente” las embarazadas son sometidas a prácticas y a políticas que son “violencia física y de género”.
Para su estudio la doctora entrevistó a 36 mujeres. Partos Rotos ha multiplicado por 14 esa cifra.
"Las mujeres suelen ser concebidas como cuerpos sin autonomía y sin derecho a decidir nada, y no reciben información sobre su estado o los procedimientos que les van a realizar"
El análisis de los datos muestra que la violencia obstétrica es sistemática. Las mujeres suelen ser concebidas como cuerpos sin autonomía y sin derecho a decidir nada. No reciben información sobre su estado o los procedimientos que les van a realizar.
Tampoco pueden elegir en qué posición parir ni se les permite caminar. Además muchas son maltratadas física, psicológica y verbalmente.
La violencia obstétrica: un fenómeno mundial
La violencia obstétrica no es un fenómeno propiamente de Cuba, sino mundial, y que ocurre incluso en países con muchos más recursos. Al igual que otras violencias contra las mujeres, tiene su origen en el machismo.
En los últimos años, y cada vez con más frecuencia, estas prácticas son denunciadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF.
Sin embargo, sigue siendo un tema ausente en el discurso oficial cubano que prefiere centrarse en ostentar una tasa baja de mortalidad infantil. El discurso oficial no le da la misma relevancia a la tasa de mortalidad materna o a otros indicadores que reflejen el grado de satisfacción de las madres con el trato recibido.
“No me informaron o pidieron consentimiento para ningún procedimiento: sueros, medicamentos, dilatación manual, espéculos... Solo me decían : ‘Niña coopera’”, relata una madre que dio a luz en el Hospital Materno Infantil Manuel Piti Fajardo.
Según el 80% de los cuestionarios, las madres no fueron informadas sobre su estado de salud durante el parto
Otras dos mujeres que dieron a luz en Camagüey y La Habana agregan: “En ocasiones preguntaba o llamaba a las enfermeras y no me contestaban. No levantaban ni la mirada para verte a los ojos”; “En el momento del parto le tomé la mano a un doctor y me la rechazó con desdén y asco”.
Muchas madres coinciden en que la falta de información y ser ignoradas fueron las muestras de violencia que más padecieron. Un 69% dijo que no recibió psicoprofilaxis. O sea, no les explicaron cómo sería el proceso de embarazo, parto y la etapa posterior al alumbramiento.
Y una vez ingresadas, según el 80% de los cuestionarios recopilados, las madres no fueron informadas sobre su estado de salud durante el parto. Solo el 52% confirmó que le pidieron consentimiento para todos los procedimientos que realizaron a ellas y a sus bebés durante el parto.
¿Qué nos contaron las madres?
“Trataron de dilatarme a la fuerza y estaba con dolor. Me culparon por no poder parir. Me dijeron ‘cochina’. Le dijeron a mi familia que no quería cooperar. Me pegaron en la cara. Me sentí humillada. No quería repetir esa experiencia. Lo consideré el peor momento de mi vida” respondió a nuestro cuestionario una madre que dio a luz en el Hospital General Docente Universitario Martín Chang Puga de Nuevitas, Camagüey.
Cientos de mujeres confirmaron que hay un panorama de violencia hacia ellas dentro del sistema de salud. Un 41% afirmó haber sufrido algún episodio de violencia verbal o psicológica. Otro 17% no se consideró víctima de este tipo de violencia aunque describió haber padecido prácticas que sí son consideradas violencia obstétrica.
"...las mujeres han naturalizado ser maltratadas como un proceso indisoluble del acto de dar a luz y que no reciben la información sobre qué es un parto humanizado y/o cuáles son sus derechos"
Esta evidencia apunta a que las mujeres han naturalizado ser maltratadas como un proceso indisoluble del acto de dar a luz y que no reciben la información sobre qué es un parto humanizado y/o cuáles son sus derechos. La obstétrica no solo es una de las violencias más invisibilizadas, sino también una de las más naturalizadas.
Ignorar a las embarazadas, negarles el uso de analgésicos y otras formas de violencia obstétrica
Según pudimos confirmar con los testimonios, las manifestaciones más comunes de maltratos fueron: ignorar a las embarazadas y no atender a sus pedidos, negarles servicios como el uso de analgésicos, y no llamarlas por su nombre sino por calificativos que ellas consideraban ofensivos o irrespetuosos (negra, gorda, etc.).
Gritarles, culparlas por algún inconveniente y hablarles de modo grosero también son episodios frecuentes.
En el país, con hospitales carentes y que no satisfacen la demanda, los médicos/as suelen acelerar los partos para facilitar su trabajo en detrimento del curso natural de un proceso fisiológico.
Al menos en los testimonios recogidos por esta investigación, el uso de la episiotomía, un corte en el perineo que facilita el parto, parece ser indiscriminado en los hospitales cubanos. A la par, se realizan procedimientos obsoletos que pueden afectar la salud de la madre y su bebé.
Al parecer, la prioridad es que la gestante dé a luz rápido, aunque sea violentada en el proceso. “No tenían que picarme porque tenía espacio y lo hicieron. Yo sé que tenía espacio porque escuché cuando el jefe del equipo médico los regañaba”, corrobora una madre que dio a luz en el Hospital Universitario Ginecobstétrico Eusebio Hernández Pérez.
Episiotomía y Maniobra de Kristeller
Un 76% de las madres que tuvieron un parto vaginal afirmó que se les practicó una episiotomía. De ellas a solo el 21 % le pidieron consentimiento y al 73% no le aplicaron anestesia para cortarlas.
Por otra parte, un 44% sufrió la maniobra de Kristeller. Este procedimiento que consiste en apretar a la embarazada por las costillas y exprimirla para conducir al bebé al canal de parto. Incluso se pueden llegar a subir sobre ellas. Desde 2014, la OMS desaconseja tal maniobra; pero en Cuba se sigue practicando.
Además, la mayoría de las madres (el 86%) aseguró que se le negaron analgésicos cuando los pidieron. Las madres cubanas deben atravesar el parto sin que se les ayude a aliviar el dolor y sin recibir muestras de empatía.
Incluso lo deben padecer solas. Un 83% de las mujeres que respondieron nuestro cuestionario no pudo estar acompañada durante el parto.
Testimonios alarmantes
Aproximadamente al 61% de las gestantes no les permitió tener contacto con su hijo o hija al nacer. Al 58% no le permitieron caminar para facilitar su labor de parto. Esto también es violencia obstétrica.
Tras el proceso del parto, algunas aseguraron haber sufrido anemia (16%), infecciones (10%), e incontinencia urinaria (7%). Sin embargo, fueron más frecuentes las secuelas emocionales como miedo a un nuevo embarazo (30%), visualizar imágenes repetitivas de su parto (30%) y cambios de humor (25%). Además de dificultad para dormir (24%), miedo a volver a enfrentarse al sistema de salud cubano (23%) y depresión posparto (14%).
“Me tuvieron 28 horas en trabajo de parto, me correspondía una cesárea de antemano programada, pero me obligaron a parir. Terminé con seis de hemoglobina, casi muerta. Pasé tres meses en silla de ruedas, sin contar que mi bebé nació cianótica. Solo puedo decir que tuve más embarazos y ninguno lo tuve por miedo a vivir de nuevo lo mismo”, respondió a nuestro cuestionario una madre que dio a luz en 1998 en el Hospital Maternidad de Línea.
Casi 20 años después, en 2017, otra mujer cubana salió del hospital Ramón González Coro con pánico a tener nuevos embarazos. “No quería tener más hijos: veía el embarazo como la peor enfermedad que me podía ocurrir. Durante mucho tiempo me daba terror un embarazo; veía a los niños en la calle y solo pensaba en el dolor de sus madres. Nunca más vi el embarazo de una forma linda, romántica, sino como una pesadilla, una bomba de tiempo que explota durante el parto”.
¿Por qué esta investigación sobre violencia obstétrica?
Los medios de propaganda cubanos suelen resaltar la baja tasa de mortalidad infantil y los logros del programa materno infantil (PAMI). Sin embargo, no se publicitan otros indicadores de calidad de la atención y/o bienestar de las madres.
Esta falta de información precisamente da pie a que se cuestione si existe o no el fenómeno de la violencia obstétrica en Cuba.
Esto es relevante si contemplamos que la propia Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología reconoció en un un artículo de 2018 que, dada la poca información que existe, no podía asegurarse que no haya partos humanizados, ni crueldad durante el proceso.
“La insuficiencia de estudios en Cuba respecto al tema imposibilita proporcionar datos reales o aproximados del manejo del parto humanizado. Sigue siendo necesario el desarrollo de investigaciones de corte cualitativo y trabajos de campo que estimen las características de la atención”, apuntó el artículo.
La base de datos que hemos construido —y esperamos seguir ampliando— puede ser un primer paso para suplir ese vacío de información. Y mostrar que, en efecto, al menos, cientos de mujeres han sido violentadas en los hospitales cubanos.
El sistema de salud de la Isla, si bien se preocupa por la tasa de mortalidad infantil, no tiene en cuenta a las mujeres, sus experiencias y sus necesidades.
(Publicado originalmente en Partos Rotos).
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Es una pena que nada haya cambiado desde que yo di a luz en Cuba hace 33 años: episiotomía forzada, no te dejaban caminar, ni comer por 24 horas, culpandome de tener que orinar, no querían que tomara agua durante todo el proceso de parto para que no orinara, episiotomía sin anestesia y sin consultarme, me hicieron la maniobra de Kristeller sin necesidad y sin nisiquiera decirme lo que iban a hacer (oí de pronto a la partera gritar "llámame a Lázaro", quien vino y me hizo la maniobra. Luego me cosieron la episiotomía (que se rajó aun más con la maniobra) sin anestesia, una estudiante africana practicó cosiéndome... y mientras yo gritaba me decía la partera "no gritabas cuando estabas haciendo a la niña, no?" Y claro, no me dieron a la niña ni para verla por muchas horas. El único consuelo es que mi hija es lo más maravilloso del mundo. Esto fue en el Gonzalez Coro y el día que parí no había agua en el hospital... Gracias por este trabajo.