7 cosas que extraño de Cuba (My Diary)

Frente a un exilio de casi 5 años, Nonardo Perea se apresta a enlistar aquellas dinámicas sociales y estructuras del sistema cubano, que no puede olvidar.

29/01/2024
casa en La Habana de Nonardo Perea
Vista del solar donde vivía Nonardo Perea en La Habana. Imagen: Nonardo Perea

Parecerá una mentira, pero ya en pocos días se habrán cumplido cinco años de haber llegado a España. El tiempo ha transcurrido demasiado rápido. En todo ese trayecto he lidiado con disímiles procesos, tanto internos como externos, pero de eso ya he hecho referencia en otras columnas.

Exiliarse no es cosa sencilla, y la experiencia sólo la puede contar la persona que la ha vivido. Es difícil de digerir. Se tiene que dejar toda una etapa detrás y comenzar de cero.

En mi caso, he sido de esos exiliados que no ha podido desvincularse completamente de Cuba, no sólo porque la familia sigue estando allí, junto a la casa, algunos amigos, y mis perros; sino también por el enfado que me provoca que el régimen nos intente sobrevivir a golpe de hambre y porra.

familia de Nonardo Perea en Cuba
Nonardo Perea junto a su familia. Foto: Nonardo Perea

Por lo que de algún modo sigo estando allá, en Coco Solo.

Mi rutina diaria es informarme de cómo va la situación. Si subió o no el cartón de huevo, el dólar, el paracetamol, el pollo, etc. Si algún militar murió, si la machi soltó en Twiter algo nuevo sobre el «dictador de su corazón». Veo YouTubers cubanos, reviso entrevistas de medios de prensa independientes, incluso en algún momento he visto algunos capítulos de la novela de turno.

Pese a todo, Cuba no deja de asombrarme y tras 5 años expulsado de ella, y viendo el camino que toma la isla, siento en estos días que extraño algunas cositas, detalles sin mucha importancia pero que lo son todo.

Spoiler alert: ésta no es la lista que ustedes imaginan.

1- El tiempo

El tiempo en Cuba no tiene ningún valor. Y por muchos años ha sido así. En este sentido, creo que lo que peor que tiene esta situación es que la mayoría de las personas no se dan cuenta de esa pérdida.

Yo, que ahora soy más consciente del paso de los años pienso en las largas colas en las que se me esfumó buena parte de mi vida. Ni la interacción con las personas que están junto a ti esclavizadas a la fila, ni el tener tiempo para contarnos nuestras miserias, sirve de recompensa frente a la pérdida irremediable de nuestras más vitales horas. Nadie merece envejecer en una fila para comprar un pedazo de jamonada o de pollo que sólo servirá para una jornada de comidas.

Recuerdo que para hacer tiempo, para que el tiempo pasase más rápido y llegase nuestro turno, nos entreteníamos protestando por tanta «continuidad». Pero lo peor de todo esto es que ni siquiera conspirábamos en esas colas, porque ya luego, aquello se olvidaba, y sólo quedaba en el aire el lamento y el deseo de que en algún momento, y por gracia divina del Señor, o de la santísima Caridad Del Cobre, un día todo cambiase.

2- La escuela

Sobre esto ya hablé en una columna titulada La escuela al campo, «El burro» y otras violencias, así que les invito que hagan clic aquí y que directamente vayan a ella a disfrutar del bullying escolar sufrido en primera persona, algo que sin dudas tiene que estar en esta lista.

3- La comida

Como no extrañar la alimentación, el arroz, los frijoles, el pollo, la carne de puerco, el hígado, los boniatos, el huevo. Esa dieta que que me acompañó durante toda mi vida en Cuba.

La pérdida de productos iba por temporadas, como las ensaladas de estación. Por lo que cada día se hacía necesario salir a zapatear algo de comida, y más en mi caso que no tenía ni un triste pedazo de tierra para sembrar alguna lechuga.

Por las mañanas, hacia largos recorridos caminando por Marianao, y en la gira casi siempre incluía al municipio de La Lisa donde existían varios puntos de venta de alimentos.

Por lo general, en ese proceso tardaba casi toda la mañana, gastando así gran parte de mi tiempo. Pero yo pensaba en positivo y me hacía la pajita mental de que era bueno hacer algo de ejercicio, y sobre todo que era positivo disfrutar de las bondades que me brindaba el astro rey. Entiéndase la ironía.

Actualmente veo fotos mías de cuando aún vivía en Cuba, y me descubro deshidratado. Quizás de ahí pueda salir una buena estrategia de marketing para el turismo acrítico que desea el régimen: «El país de los deshidratados».

Nonardo junto a amigos en Cuba
Nonardo Perea junto a amigos en la presentación de su libro Vivir sin Dios. Foto: Nonardo Perea

4- El chisme

Algo que «extraño muchísimo», es el chisme. Durante toda mi adolescencia y juventud viví por mucho tiempo en un solar, y ahí la comida diaria es el chisme.

Pero en Cuba el chisme es una práctica generalizada, lo mismo da si vives en un palacete antiguo del Vedado (aún sin dividir); que en un «llega y pon», que en un edificio de microbrigada, que en una finca en Santiago de Cuba. Eso es algo que forma parte del entretenimiento nacional.

Luego de que ya limpiaste la casa, que saliste a hacer los mandados y que tienes el buche de comida lista, no queda más nada que hacer, y te dedicas al chisme. Por lo menos esa era la dinámica en mi solar.

Nonardo Perea junto a un amigo
Nonardo Perea junto a un amigo en el portal de su casa. Foto: Nonardo Perea

La falta de contenido permite pasar gran parte del día pendiente del vecino, intentando descifrar lo que entra, lo que sale, que si fulana le pegó los tarros a mengano, que si el otro es un mira huecos, que si fulana se compró una blusa nueva, y así se va sobreviviendo en un país donde mucha gente siempre ha vivido y vive del invento, donde no hay posibilidades reales de crecimiento.

Un país donde las personas cada vez están más carentes de empatía e inteligencia. Tanto es así que no recuerdo haber escuchado nunca donde yo nací, alguna conversación profunda de política, e incluso, intuyo que en la actualidad, nadie se pregunta qué es derecha, centro, izquierda, mientras en el mundo éstas y otras nociones políticas están todo el tiempo en disputa.

5- El paquete semanal

El paquete semanal dentro de este gran macramé destaca porque realmente me entretenía. Antes de salir de Cuba era algo que no me podía faltar. Nos llegaba para aliviar un poco nuestro aburrimiento, trayéndonos las esperadas películas de sábado, algunas series, y las novelas brasileñas y mexicanas. Este disco duro, que contenía lo último de lo pirateado en materia audiovisual, nos hacía sentirnos un poquito enajenados del mundo, y eso era una alegría.

6- La propaganda

Podría hacer una lista interminable de cosas aborrecibles del sistema cubano, y de lo que nos ha hecho vivir el comunismo por 65 años de involución, pero no tendría para cuándo acabar. Sin embargo, en ella no puede faltar el tema del transporte, que desde que tengo uso de razón nunca ha funcionado. Pero también podría incluir en la lista, el nacionalismo exacerbado del castrismo y sus interminables consignas, sus marchas obligatorias, sus propagandas socialistas, su babosería con los mártires, incluyendo el culto a la personalidad de Fidel Castro.

7- La homofobia

No podría faltar en mi lista, el tema de la homofobia. ¿Cómo no recordar que ser un gay amanerado o una lesbiana declarada, en Cuba, se convierte en el mismísimo infierno?

Las personas cis hetero, adoctrinadas en el sistema comunista y en el sistema machista del patriarcado, no validan las conductas que se salen de la norma, y eso sólo trae perjuicios para la comunidad LGBTIQ.

Sobre esto también he escrito mucho, así que pueden saber más si leen momentos anteriores de esta columna.

Nonardo Perea junto a un amigo en Cuba
Nonardo Perea junto a un amigo en Cuba. Foto: Nonardo Perea

Conformé esta lista acompañándola de imágenes de amigos y familiares porque realmente es lo que extraño de Cuba. Lo demás, es violencia y opresión sistémica de un régimen autoritario.

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(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).