Apuestas de los feminismos latinoamericanos y caribeños
"Estos feminismos envuelven el desafío de refundar las Américas por medio del cuestionamiento permanente de las estructuras de dominación colonial que nos fueron impuestas".
En el mes en que se celebra el Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, vale la pena resaltar el papel de los feminismos de la región en la defensa de los derechos de las mujeres que se agrupan bajo estos marcadores.
Tal vez no sea de conocimiento generalizado que el acuerdo de conmemorar esta fecha tuvo como sede a la República Dominicana, en el año 1992. Me atrevo a afirmar que no debe ser fruto de la casualidad, que en este mismo suelo dominicano, una década antes, (en 1981 para ser más exacta) se iniciaron los Encuentros Feministas Latinoamericanos y Caribeños.
Como bien alerta Sonia Álvarez, estudiosa de los movimientos feministas, cuando se habla de espacios transnacionales de articulación feministas, suele tomarse a las Conferencias de la ONU como referencia indiscutible de tales articulaciones. Con ello, dejamos de lado la larga trayectoria de encuentros feministas en la región latinoamericana y caribeña, así como las agendas, disputas y movilizaciones políticas que se han forjado en este lado de acá. También colocamos en los márgenes del debate a las figuras cuyo pensamiento y activismo han contribuido a delinear las principales utopías que, como feministas latinoamericanas y caribeñas, nos animan.
Améfrica Ladina...
Parafraseando a la propia Álvarez en uno de sus textos seminales sobre feminismos latinoamericanos, estos últimos han desafiado la comprensión hegemónica, propia de un feminismo occidental, de problemas clave del movimiento feminista, tales como: la salud reproductiva, la violencia de género, derechos laborales, sexualidad y el legado colonial como marca de la fundación histórica de nuestro territorio.
En tal sentido podemos imaginar una comunidad feminista latinoamericana y caribeña que alberga dentro de sí a los feminismos descoloniales, representados, entre otras, por los aportes de Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel. El feminismo comunitario, representado, entre otras, por los aportes de Adriana Guzmán. Y los feminismos negros latinoamericanos, que reúnen contribuciones de Lélia González, Djamila Ribeiro, Beatriz Nascimento1. O como diría Lélia González, un feminismo ladino amefricano o de Améfrica Ladinas2.
Con esta propuesta de una Améfrica Ladina, Lélia González traduce el carácter transfronterizo de los feminismos de la región. Al invocar a África, en ese signo lingüístico y político que ella designa como Améfrica, ella no sólo pone de relieve el papel de la dominación colonial en la historia de nuestro territorio, sino que además hace hincapié en la retomada de las trayectorias de lucha de mujeres de la diáspora africana, considerando también a los pueblos indígenas.
Los quilombos, espacios de resistencia
Con este esfuerzo de colocar en el centro a la cultura, cosmovisiones y trayectorias de resistencia de los pueblos golpeados por la dominación colonial, Lélia convoca consigo a otras figuras que, como Beatriz Nascimento, se sumaron a los esfuerzos de reconexión ancestral de las mujeres de la diáspora africana.
Así, Beatriz Nascimento, más que brasileña, se reivindicaba atlántica o transatlántica. Como parte de esta reivindicación defendió una concepción revolucionaria de los quilombos3. Para ella los quilombos no eran meros espacios de huida, sino lugares de resistencia retomados de la cultura africana que persistieron después de la abolición de la esclavitud.
Para Beatriz Nascimento, los quilombos en tanto formas de organización social, contienen y preservan la historia de pueblos africanos que fueron esclavizados pero que, no obstante, emprendieron una lucha por su liberación creando estos espacios de resistencia, de preservación de su legado cultural, religioso, político.
Por medio de estas voces, podemos captar algunas de las principales apuestas de los feminismos de nuestra región. Tales apuestas envuelven el desafío de refundar las Américas por medio del cuestionamiento permanente de las estructuras de dominación colonial que fueron impuestas en nuestras sociedades.
Lélia González reivindica el pretogués en vez del portugués, y así, adopta al ennegrecimiento del idioma como una herramienta política de combate al racismo y al elitismo de la lengua impuesta por los portugueses. Como antídoto contra las estructuras de dominación colonial, los feminismos latinoamericanos y caribeños expanden las perspectivas epistémicas, culturales y de articulación política que tienen sus raíces en las cosmovisiones africanas, comunitarias, indígenas, del sur global.
NOTAS:
1Sobre Beatriz Nascimento, existen disputas acerca de si ella puede ser considerada una representante del feminismo negro latinoamericano. Para profundizar en este sentido, se recomienda el trabajo de Silva, Ariana Mara da; MBANDI, Nzinga. Amefricas e Atlânticas: notas decoloniais sobre a gênese do pensamento feminista negro brasileiro. Epistemologias do Sul, Foz de Iguaçu, v. 6, n. 1, p. 104-121, dez. 2022.
3Esta forma de organización social, propia de las comunidades negras de Brasil, puede ser equivalente a los palenques que existieron en otros lugares de nuestra región como es el caso de Cuba.
Yarlenis M. Malfrán
Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.
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