Ileana Álvarez, la poeta que fundó la revista feminista Alas Tensas en Cuba
“Nuestra aspiración es tensa como un ala contraída antes del vuelo”, es la afirmación final contenida en el editorial inaugural de Alas tensas, la primera revista digital independiente autoproclamada feminista, que se fundó en Cuba el 16 de octubre de 2016. Desde ese texto de apertura, la publicación digital se autodefine como "un espacio para la expresión de las mujeres, para cubrir las problemáticas de género y las búsquedas de equidad".
Precisamente para responder a la necesidad de información con perspectiva de género, y de que un medio de comunicación abordara las problemáticas y logros de la mujer cubana, es que nació Alas Tensas.
Un medio digital que lo integran seis personas. Ileana Álvarez, su directora y fundadora, es la única que reside actualmente fuera de Cuba, porque fue hostigada por la seguridad del Estado, y se vio impelida a emigrar a España. Pese a esto, no se han detenido, y siguen trabajando para sus lectores dentro y fuera de la isla.
Para conocer la historia y retos de este medio digital cubano, conversamos con Ileana Álvarez (Ciego de Ávila, Cuba, 1966), una poetisa que desde el feminismo y el periodismo quiere contar la realidad de las mujeres cubanas.
¿Por qué una revista feminista como propuesta periodística?
En Cuba siempre hubo una tradición feminista, pero, a partir de 1959 —luego del triunfo de la Revolución— quedó interrumpida por decisión de las nuevas autoridades. Se pensaba que la Revolución había resuelto todos los problemas de injusticia social y de discriminación contra la mujer, y en realidad no era así. Crear Alas Tensas es un intento de entroncar nuevamente con esa tradición progresista.
También pienso que está en consonancia con lo que ocurre a nivel internacional. Cuba no puede quedarse atrás. A nivel internacional hay, digamos, una marcha hacia la búsqueda con fuerza de la justicia social y la igualdad de género entre el hombre y la mujer, una lucha contra el patriarcado y todas las desigualdades que éste trae consigo; todas las discriminaciones, que son múltiples. No queremos quedarnos rezagados. Cuba está enquistada, mirándose el ombligo, y no se da cuenta de que hay un gran movimiento social en Latinoamérica, Europa, Estados Unidos, y en todos los países donde se arremete contra las opresiones terribles que están escritas sobre el cuerpo de la mujer y que frenan el desarrollo de la humanidad. Entonces, había un vacío de información en los medios de comunicación en la isla. Por ese motivo surgió Alas Tensas, para comenzar a llenar ese vacío y dinamizar el contexto de Cuba.
Entonces, ¿podemos hablar sobre un movimiento feminista en Cuba?
Creo que hay un resurgimiento de algo que fue cortado a partir de la Revolución. En Cuba este movimiento está muy incipiente, pero sí hay una tradición que se remonta desde finales del siglo XIX hasta la década del 60, una tradición de feminismo grande. De hecho, Cuba era un referente en Latinoamérica y celebró dos congresos latinoamericanos de feministas. Además, Cuba cuenta en su historia con una gran cantidad de feministas que lucharon por el derecho al voto, por la ley del divorcio, por la necesidad de que la mujer alcanzara el espacio público, se educara en las universidades, se empoderara, lograra autonomía económica y ocupara puestos de liderazgos.
Sin embargo, la Revolución consideró que el feminismo era portador de una ideología pequeño burguesa. Por ello, se renunció a gran parte de los aportes que había traído esta tradición. Ya en la Revolución, surgieron algunos movimientos de activistas, como el grupo Magín, que intentó introducir la perspectiva de género en los espacios de la comunicación, pero, enseguida (solo duró tres años) no fue comprendido por el gobierno y fue desarticulado, debido a que tenía una autonomía que no era permitida por el sistema estatista y centralizado.
A la sociedad civil cubana le cuesta mucho articularse en tales condiciones, y con el feminismo no sucede menos: fragmentado, atacado. Incluso el propio Estado, desde el poder central, intenta ocupar y suplantar el papel del feminismo creando organizaciones paraestatales que juegan en realidad un papel de contención de las iniciativas espontáneas y verdaderamente liberadoras. Así, es muy difícil que surjan nuevas asociaciones que en el futuro se pudieran legalizar, y cuando surgen, esa autonomía muchas veces es truncada.
Por otra parte, más allá del puro activismo feminista, estoy convencida de que cualquier proyecto de desarrollo socioeconómico debe evitar que se perpetúe la discriminación y, para ello, debe estar transversalizado por la perspectiva de género. Lograr que la mujer alcance todos esos espacios en los cuales tradicionalmente ha sido relegada, marginada, a través de una verdadera autonomía, no se procura con simples decretos, implica la concientización de amplios sectores de la sociedad, y pasa por el cambio de las mujeres. Por ejemplo, en Cuba es normal para muchas trabajadoras considerar que sobre ellas recaigan las tareas del hogar y el cuidado de los niños y los ancianos, esa sobrecarga afecta su crecimiento personal.
¿Cómo Alas Tensas cuenta desde el feminismo? ¿Cuáles son sus temas y cómo los abordan?
Somos un medio, no un movimiento activista; aunque activistas se expresen dentro de este medio. Es decir, tiene un sentido objetivo, con una perspectiva de género. Nuestros artículos tratan de cubrir problemáticas cruciales de la mujer como el feminicidio, la violencia machista, las agresiones sexuales, etcétera, pero también abordamos los empoderamientos de la mujer, visibilizamos los logros de la mujer cubana incluso en los momentos de crisis, mostrando su creación artística, literaria, y su labor en el ámbito científico, deportivo, incluyendo las historias de superación.
¿Cuáles son las principales complicaciones a las que se enfrentan?
Al hacer un medio con un punto de vista feminista, tenemos una serie de incomprensiones. Esto muchas veces no es bien mirado. Hay mujeres que, aun luchando por la equidad, rehúsan proclamarse feministas, porque se ha estigmatizado el término, asociándolo con actitudes extremistas o tendenciosas. Existe cierto rechazo entre la población y los profesionales de la comunicación, algo que parte del peligro real que rodea a cualquier posicionamiento independiente y cuestionador dentro de una sociedad tomada por la ideología gubernamental. Luego, impera un gran desconocimiento sobre la riqueza de propuestas, experiencias y teorías feministas.
No es un tema de especulación, sino un hecho que, gracias al feminismo, las mujeres hemos logrado mucha justicia a nivel mundial; de lo contrario, hoy seguiríamos sin votar, sin poder divorciarnos, sin acceder a la educación, a las universidades, sin disfrutar derechos reproductivos y sexuales, sin poder acceder al espacio público, recluidas en nuestros hogares. Entonces, no ver el movimiento positivo, magnificar solo las manifestaciones radicales; no valorar sus aportes a la humanidad, en el fondo es algo muy, pero muy injusto.
Otra dificultad es que, como medio independiente, resulta complicado encontrar fuentes para nuestro trabajo, hay mucho miedo a sufrir represalias, las mujeres evitan contar incluso sus graves problemas, hasta las familias de víctimas de feminicidio tienen temor a hablar. El Código Civil en Cuba no tipifica la violencia machista, ni los feminicidios, como tampoco existen protocolos de seguridad para las mujeres maltratadas, ni hay casas refugios. Así, esta desprotección crea en la mujer un estado de profunda inseguridad. Entonces, encima, si intentas introducirte en este territorio como medio independiente, se disparan todas las alarmas. El gobierno ha demonizado a la prensa independiente. No conseguimos fácilmente la información. Agrégale que se ocultan las estadísticas de violencia machista, ni los medios oficiales tienen acceso a ellas; son medios como Alas Tensas, que abordan estos temas, los que las van construyendo.
¿Cómo te llegó el feminismo?
Nací en un barrio marginal en Ciego de Ávila conocido como “Chincha Coja”. Allí la violencia y el machismo estaban naturalizados, y tempranamente fui testigo de feminicidios, de maltratos, de agresiones físicas y sexuales. Violaban a una niña, mataban a una mujer; yo lo vivía muy de cerca, eran personas que conocía, tanto las víctimas como los victimarios.
Fueron acontecimientos que me marcaron. Sin conocer nada de la teoría feminista, me daba cuenta de que aquello tenía que ver con un ensañamiento del “macho”, creerse dueño del cuerpo de la mujer y pensar: “si no me pertenece, la mato”.
En la universidad me fui dando cuenta de otros tipos de agresiones contra la mujer, como la subestimación de su quehacer, siempre marginal. Estudiando Filología, observé que el canon literario era masculino y sólo dos o tres mujeres eran citadas entre cien hombres. Pero, cuando buscaba a las creadoras, las leía, me emocionaba con su obra, descubría que tenían un gran valor.
Me fui empapando con las teorías feministas, específicamente de la escritura femenina, y los aportes de la crítica feminista a los análisis literarios. Fue otra manera de llegar al feminismo que vino a completar un poco aquella formación desde la experiencia que había tenido en mi infancia, cuando había sido testigo de la violencia machista en mi barrio.
¿Te consideras una mujer superviviente?
Una mujer superviviente es la que ha superado la violencia. Yo no he vivido sobre mi cuerpo la violencia machista, pero sí la he sufrido psicológicamente, y a veces este tipo de violencia deja más marcas que la agresión física. Por realizar Alas Tensas, he sufrido la violencia ideológica y psicológica, la incomprensión de la sociedad, de mis familiares, el rechazo de personas cercanas del mundo de la cultura, y el hostigamiento y las amenazas de los órganos represivos de la Seguridad del Estado. El hecho de que haya superado ese aislamiento social y ese acoso, formas de violencia psicológica motivadas por mi ideología feminista, por mi carácter independiente, y que decidiera seguir adelante con Alas Tensas a pesar de todo, me hace, creo yo, una superviviente.
¿Y la escritura cuándo llega?
La literatura ha sido mi gran pasión desde que la descubrí siendo apenas una niña. He escrito varios libros de poesía y ensayos sobre la obra de mujeres escritoras. Mi condición de poeta me ha dado fuerzas para seguir con mis sueños. Mi amor a la poesía contamina todo lo que he realizado en mi vida, incluyendo la maternidad y el periodismo.
¿Qué sueño tienes aún por cumplir?
Tengo aún muchos sueños. No es fácil, después de una vida vivida en mi patria, tener que empezar de cero otra vez. Resulta como volver a nacer. Aunque, claro, nunca llegamos a otro lugar vacíos o como una tabla rasa. Salir del espacio vital construido, conlleva dolores y pérdidas, tienes que reinventarte, contra reloj. Ningún lugar en el mundo es una panacea. Decía Eliseo Diego, un gran poeta cubano, que, si uno deja de soñar, quién nos abriga, entonces. Si dejo de soñar quién me alumbra, quién me ampara. Tener sueños es la luz que te abraza y guía para seguir andando en los caminos que emprendes.
No sé si los cumpla todos, pero al menos sé que he hecho el intento por ser yo misma, por dar lo mejor de mí, quizás me quede el sabor de no haber podido realizar cosas mejores dentro de mi patria y en aquel lugar donde nací y crecí. Intentaré, al menos, ser fiel a mí misma, a mi verdad, que puede ser la de muchas mujeres cubanas desperdigadas por el mundo. Y sueño un país con menos dolor, menos pobreza y pérdidas. Ese es uno de mis mayores sueños.
¿Extrañas algo de Cuba?
Pero, claro, extraño mucho. A mi familia, mi casa, mis libros, mi jardín, sabores, olores, calles, rincones, los cambios de luz, en fin, el mar... Eso me da mucha tristeza. Extraño el olor de mi madre, del café que me hace. El susurro del atardecer y sus colores. El olor de las plantas que cultivé, el del perro de la casa, que ya no está, el del aguacero sobre la tierra seca. Extraño la penumbra del hogar, la música, unos cuantos amigos. Hay otras cosas que no extraño porque no son para extrañar, sino para olvidar. Siento alivio por otras cosas; por ejemplo, porque me puedo expresar con más libertad, tengo menos miedo. Me van importando menos otras cosas, no sé si sea porque estoy llegando a otra edad. Me va importando más ser yo misma.
Siempre vas a extrañar el lugar donde naciste y construiste lazos entrañables que no se expresan con simples palabras; aunque viva ahora aquí, tengo todo el derecho del mundo a regresar, soy ciudadana cubana, tengo mi hogar y mi familia allí. Y a ninguna mujer por el solo hecho de ser una periodista feminista, que defiende y lucha por la igualdad de la mujer, se le debe negar el derecho de permanecer y trabajar en su país. Lo contrario es abusivo, insostenible en el mundo actual, hablaría muy mal de los que gobiernan ese país, y expondría, una vez más, su verdadero rostro.
(Publicado originalmente en Distintas Latitudes. Editado para Alas Tensas.)
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Bravo. No sabemos aún si los camaradas/genizaros se retractarán un mal día de sus abusos ejercidos sobre el soma y la libertad de la entrevistada, gran mujer, activista infatigable e ilustre poeta. Pero igualmente sus argumentos como ellos mismos resultarán olvidables. Lo que no lo es ni lo será, son las terribles secuelas producidas al cuerpo de la nación cubana eternamente ultrajada, y que otra cabrona vez nos contempla avergonzada.