Juegos Olímpicos 2024 | Pánico moral, ofensiva anti-trans y la tutela sobre cuerpos de mujeres racializadas
"Una mujer cis, la boxeadora Imani Khelif, está siendo evaluada por los jueces de Internet, en pleno 2024, como no “suficientemente femenina” y, a partir de esa presunción, está siendo acusada de ser trans..."
Imani Khelif es una boxeadora de Argelia que participa de las Olimpiadas de París. Es una mujer cis y racializada cuya construcción corporal y expresión de género no responde al modelo de feminidad tradicional impuesto por Occidente a lo largo del tiempo.
Es por ello que cuando transfeministas como Viviane Vergueiro afirman que las normas de género colonizan cuerpos y existencias, se trata justamente de eso: una mujer cis está siendo evaluada por los jueces de internet, en pleno 2024, como no “suficientemente femenina” y, a partir de esa presunción, está siendo acusada de ser trans, porque dentro de esa lógica cis-colonial, la transgeneridad sería una ofensa, un desvío.
Al final, solo así la cisgeneridad logra afirmarse en el lugar del “bien”, de lo “bello”, de lo “saludable”. Sin ese contraste, apenas sería una identidad de género más. Pero no basta con imponerse como norma, ya que, para mantenerse en ese lugar, la norma cis necesita demonizar otras expresiones de género.
Khelif tiene un nivel hormonal ligeramente superior a lo que convencionalmente se estipula como nivel hormonal femenino, y digo convencionalmente pues las Ciencias Médicas también trabajan con consensos y con gramáticas sociales y culturalmente establecidas. Como nos recuerda Anne Fausto Sterling, cuando analizó el caso de María Patiño en su ya clásico texto “Dualismos en duelo”:
“El Comité Olímpico puede aplicar la prueba del cariotipo o del ADN, o inspeccionar las mamas y los genitales, para certificar el sexo de una competidora, pero los médicos se rigen por otros criterios a la hora de asignar un sexo incierto. Se centran en la capacidad reproductiva (en el caso de una feminidad potencial) o el tamaño del pene (en el caso de una presunta masculinidad). Por ejemplo, si un bebé nace con dos cromosomas x, oviductos, ovarios y útero, pero un pene y un escroto externos, ¿es niño o niña? Casi todos los médicos dirían que es una niña, a pesar del pene, por su potencial para dar a luz, y recurrirían a la cirugía y tratamientos hormonales para validar su decisión. La elección de los criterios para determinar el sexo, y la voluntad misma de determinarlo, son decisiones sociales para las que los científicos no pueden ofrecer guías absolutas.”
Imani Khelif y la persecución de la transfobia global
De acuerdo a criterios especializados, los niveles hormonales de Imani Khelif son comunes entre muchas mujeres, incluidas aquellas con ovarios poliquísticos. Atendiendo a esto, el COI consideró que la atleta efectivamente podía participar en los Juegos Olímpicos de París, ya que no tiene ningún tipo de ventaja sobre otras boxeadoras de su misma categoría. En un reciente comunicado a raíz de toda la persecución y el acoso en redes que sufren tanto la atleta argelina, como la taiwanesa Lin Ty-ting expresó:
Sin embargo, los ya conocidos transfóbicos globales, como Elon Musk e JK Rowling, vomitaron una vez más su transfobia y racismo contra una mujer árabe que está siendo perseguida porque su expresión corporal y de género no se corresponde con las expectativas de los fiscales de género, de cromosomas, de internet.
En Argelia es un delito ser LGBTQIA+. Después de todo el escrutinio que esta atleta está sufriendo podemos preguntarnos: ¿Qué pasará cuando regrese a su país, después de todas estas acusaciones infundadas sobre su biología? ¿A qué tipo de violencia estará sujeta, especialmente cuando figuras repugnantes como Elon Musk y JK Rowling utilizan sus gigantescas plataformas para promover mentiras, desinformación y odio?
La transfobia y el racismo no solo engendran pánicos morales y tentativas de tutelas de los cuerpos que no corresponden al modelo blanco cishetero, ellas también nos impiden ser libres, circular tranquilamente, estar en paz cuando queremos alcanzar nuestras metas y proyectos como pretendía Imani Khelif al ir a competir en las Olimpiadas.
Yarlenis M. Malfrán
Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.
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