Mi anécdota sobre Carlos Massola

“Aunque a veces los eventos del pasado no sean especialmente buenos, deben ser sacados a la luz para que aporten más luz y justicia al presente”.

22/07/2024
autorretrato de Nonardo Perea con las manos en la cabeza
"La revolución de las redes sociales, en especial Facebook, está lejos de ser sólo positiva".

El miércoles 3 de julio me sorprendió la noticia de la muerte del actor cubano Carlos Massola. Según leí en varios medios de prensa, que se hicieron eco de la noticia, Carlos de 62 años, murió de un shock hipovolémico, lo que provoca que el corazón no sea capaz de bombear la sangre suficiente al resto del cuerpo. 

Luego de esto, he pensado mucho en sí estará bien contar esta historia. Bien podría dedicar mi primera columna de este mes a escribir sobre el Orgullo Gay, que se realizó aquí en Madrid el pasado 6 de julio, pero pienso que justo ahora es el mejor momento, pues aunque a veces los eventos del pasado no sean especialmente buenos, deben ser sacados a la luz para que aporten a un presente con más luz y justicia. 

Spoiler: la anécdota que tengo sobre Massola no se trata de un buen recuerdo, al menos no para mí.

Por demás puedo asegurar que no soy una persona rencorosa, pero olvidar muchas veces, o casi siempre se me hace complicado, y por suerte o desgracia, aún no estoy senil y mis recuerdos aún están bien resguardados en mi conciencia. 

Esto no quita que a veces quisiera que todos esos instantes, al menos, los más negativos se borrasen como si fuesen palabras mal escritas. 

Nonardo Perea junto a maniquí
Foto de la serie «Maricón tropical» de Nonardo Perea

Al meollo 

Recuerdo que ese día habíamos tenido un encuentro en casa del actualmente preso político Luis Manuel Otero, en San Isidro. Luego de eso, un grupo de artistas fuimos a visitar la galería de arte o taller, creado por el actor Jorge Perugorría, y que se encuentra ubicado en  San Isidro No 214 e/ Picota y Compostela.

El lugar estaba concurrido, y si mal no recuerdo las obras expuestas pertenecían a los hijos del actor que también estaban allí presentes. Había un pequeño grupo de actores disfrutando del evento. Ahí estaba Massola, a quien nunca había conocido personalmente, pero sí lo tenía presente por sus apariciones en televisión. 

En un momento de mi recorrido por la galería —antigua panadería del barrio—, Carlos Massola se acercó a mí y me saludó. Creí que estaba un poco ebrio porque él actuaba como si me conociese de toda la vida. 

Luego, todo fue muy rápido. Me tomó por el brazo y me condujo al grupo de actores. Yo estaba consternado porque no sabía a qué se debía su acercamiento.

Al llegar me soltó del brazo y yo me quedé a una distancia corta del grupo. Entonces él llamó al actor Néstor Jiménez y en tono de burla le dijo “Néstor ¿no quieres conocerlo?”. Néstor se quedó un poco confundido, y él continuó llamándolo hasta que fue a donde yo estaba y me saludó. Acto seguido Massola se comenzó a reír y continuó diciendo: “¿no lo quieres conocer?”. De repente vi que todos en el grupo se reían, y yo sin haber entendido muy bien la situación me fui rápidamente. 

Fue un momento muy incómodo para mí.

De ese episodio homofóbico nunca dije nada, ni siquiera a mi expareja, pero recuerdo que fue algo que por algunos días estuvo rondando en mi cabeza y que me hacía pensar en el falso mito de que el mundo del arte es más plural y tolerante. 

No quiero que esta anécdota se entienda como una revancha contra el actor y menos busca desmotivar iniciativas como la propuesta de poner el día 3 de julio como el Día del Artista Disidente, —Carlos Massola en los últimos tiempos se pronunció en repetidas ocasiones en contra de la represión en Cuba y a favor de la liberación de las presas y presos políticos del 11J—pero sí es importante que hechos de violencia y de bullying como el que viví no se sigan repitiendo dentro de ningún entorno.  

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(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).