El costo de menstruar en Cuba: entre la escasez, la inflación y una “tasa rosa” de facto
“Para muchas familias cubanas, cubrir los gastos de la menstruación significa perder hasta la mitad de sus ingresos mensuales, si encuentran los productos.”

En Cuba, menstruar se ha vuelto un ejercicio de resistencia. Lo que antes se resolvía con un paquete de almohadillas higiénicas subvencionado en farmacias —1,20 CUP, menos de cinco céntimos de dólar— hoy casi nunca ocurre. Los estantes permanecen vacíos desde hace más de dos años. Aunque el precio oficial sigue siendo simbólico, la mayoría de las mujeres solo encuentra el producto en tiendas en divisas o en el mercado informal, donde los precios se multiplican. El resultado se parece demasiado al pink tax: no un impuesto decretado, sino una penalización oculta que obliga a quienes menstrúan a pagar más dinero y emplear más tiempo para resolver una necesidad fisiológica básica.
Una angustia mensual
M., trabajadora estatal de 38 años, lo describe con crudeza: “Hace más de un año no dan íntimas en la farmacia. Yo he estado usando la reserva y una amiga de mi mamá me ha ayudado regalándome paquetes. Cuando averigüé en el mercado me alarmé al saber que cuestan 700 CUP, casi un cuarto de mi salario. Ahora vivo con la inseguridad de no saber hasta cuándo tendré acceso. Para mí ya es un motivo de estrés imaginar que tendré que destinar gran parte de mi dinero para satisfacer esta necesidad de forma digna”.
Su experiencia no es excepcional. En Matanzas, el periódico Girón documentó que las mujeres pueden llegar a gastar entre el 10% y el 30% de sus ingresos en productos menstruales, siempre que los encuentren.
El deterioro
El desabastecimiento no apareció de la nada. Hace cinco años, la empresa estatal Mathisa, principal productora de almohadillas, empezó a sufrir atrasos por falta de insumos. Las interrupciones fueron cada vez más largas hasta convertirse en paradas totales de la planta. En paralelo, el Gobierno abrió el mercado a productos importados que solo podían comprarse en divisas, empujando a miles de cubanas hacia un circuito excluyente.
En provincias como Matanzas y Sancti Spíritus, la prensa oficial reconoció que pasaron meses —incluso años— sin que las farmacias recibieran un solo lote. Mientras tanto, los precios de reventa alcanzaban cifras absurdas: entre 400 y 1.000 CUP por paquete, en un país donde el salario medio en 2024 fue de 5.839 CUP. Para muchas familias, cubrir la menstruación significó perder hasta la mitad de sus ingresos mensuales.
Cinco años en retrovisor: prácticas, precios y decisiones que moldearon el costo de menstruar (2021-2025)
El desabastecimiento ha seguido y muestra una clara tendencia hacia el deterioro constante:
- 2021: “vía equipaje” y los primeros paros. Tras la crisis de abastecimiento, el Gobierno flexibilizó la importación sin carácter comercial de alimentos, aseo y medicinas en el equipaje de pasajeros (medida que sería prorrogada varias veces). Simultáneamente, se reportaban interrupciones y atrasos en la producción y distribución en Mathisa, la empresa estatal que abastece a buena parte del país.
- 2022: producción insuficiente y venta en cadenas estatales. El periódico oficial cubano Granma reconoció que la oferta seguía por debajo de la demanda y reportó que parte de los surtidos se comercializaban a través del comercio electrónico de Tiendas Caribe y Cimex. Es decir, no en la red de farmacias en CUP, sino a través de canales con pago desde el exterior en MLC.
- 2023: paradas prolongadas y reinicios a cuentagotas. La planta de Mathisa en Sancti Spíritus estuvo en pausa por carecer de insumos, reanudó operaciones parcialmente y volvió a detenerse por faltas de materiales. El propio medio provincial Escambray informó que el reinicio sería escalonado, según llegaran las materias primas necesarias. En Matanzas, todo 2023 transcurrió sin que las farmacias recibieran un solo lote.
- 2024: números duros y precios de reventa. El periódico oficial Girón, de Matanzas, publicó un balance con datos: 63.696 paquetes distribuidos en abril y 15.984 en agosto, para una población de 82.495 mujeres menstruantes; con rangos en los precios de reventa que oscilan entre 400 y 1.000 CUP por paquete. El periódico Invasor, de Ciego de Ávila, habló de al menos la mitad del país sin “íntimas” en farmacias a finales de abril y documentó reventas a un precio de 250-300 CUP y ofertas de la marca privada Angélica (Arthis S.A.) entre 900-1.000 CUP por paquete en canales de comercio electrónico. EFE describió el mismo patrón a escala nacional: desaparición del producto en farmacias, precios altos en divisa y reventas en el mercado negro.
- 2025: la excepción arancelaria sigue; el desabastecimiento también. El Ministerio de Finanzas y Precios extendió hasta el 30 de septiembre de 2025 la exención para importar, sin carácter comercial, productos de aseo (incluidas almohadillas) por la vía de pasajeros y envíos, una válvula de escape que reconoce la persistencia del déficit interno. El salario medio en 2024 fue de 5.839 CUP/mes, un indicador útil para dimensionar el impacto que tiene el gasto menstrual en la economía de las mujeres.
La memoria de lo que fue
R., de 60 años, recuerda otra realidad: “Si me cogiera ahora tendría que ser millonaria porque gastaría mucho. En mis tiempos había variedad: las ‘Buenas noches’, las normales con alas, protectores diarios. Ahora no hay, y las muchachas me dicen que la copa menstrual es la estrella, aunque no es opción para todas: requiere agua, higiene, tranquilidad”.
Su testimonio revela la fractura generacional. Lo que antes era un gasto asumible y rutinario se transformó en una preocupación que atraviesa salarios, cuidados e incluso la salud. Su memoria de “variedad” y “accesibilidad relativa” revela que la crisis no es solo biológica ni generacional, sino estructural: lo que antes se resolvía con dinero en mano hoy implica divisas, redes de contactos o improvisación.
Estrategias desesperadas
La escasez ha empujado a muchas a soluciones improvisadas. Algunas recurren a copas menstruales distribuidas en talleres comunitarios, aunque no siempre tienen condiciones de agua e higiene para usarlas. Otras compran la marca Angélica, producida en la Zona Especial de Mariel, pero vendida en MLC o en plataformas digitales. Muchas, simplemente, reutilizan telas, como en los años 90. Cada opción implica tiempo extra, gastos adicionales o riesgos sanitarios.
La factura invisible
En Cuba no existe un IVA menstrual ni un impuesto diferenciado. Pero la penalización está ahí, en la práctica: la desaparición del producto en farmacias, la venta casi exclusiva en divisas y la dependencia de un mercado informal que multiplica los precios. Menstruar, en Cuba, significa pagar más que los demás: en dinero, en horas de búsqueda y, a veces, en salud.
Una deuda que se repite mes tras mes
Mientras las adultas mayores cuentan la escasez como un problema ya superado, las mujeres jóvenes cargan con un costo que crece en cada ciclo. Para muchas mujeres posmenopáusicas el problema quedó atrás, casi como un alivio. Pero la diferencia generacional es clara: mientras unas ya no cargan con ese costo, sus hijas y nietas enfrentan precios desproporcionados y un mercado dolarizado.
El pink tax a la cubana no está en las etiquetas, sino en un sistema de abastecimiento fallido que castiga a quienes menstrúan. La desigualdad se multiplica según la edad, el ingreso y el lugar de residencia. Y convierte la menstruación en algo más que un proceso biológico: en una deuda silenciosa que las cubanas pagan todos los meses.

▶ Vuela con nosotras
Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.
(Para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@alastensas.com)
Responder