
Los cuentos de Hebe Uhart arraigan en los detalles comunes de la vida, y a través de ellos nos hacen pensar en los problemas más profundos de la existencia.

Admirada por unos e ignorada por otros, Nahui Olin fue una de las creadoras más rebeldes y libres de la primera mitad del siglo XX mexicano.

Con su poesía y su arte, Meret Oppenheim desafió las normas sociales, los estereotipos de feminidad y el utilitarismo que impregna las relaciones de poder.

Con una mirada que sabía ver en los detalles su carga de significados profundos, Lucia Berlin tomó de su propia vida la materia con que construyó sus cuentos.

Los escalofriantes relatos de Amparo Dávila arrojan luz sobre los conflictos íntimos de la mujer en un mundo que la somete y despoja de su humanidad.

Considerada entre las mejores escritoras de su país, Mavis Gallant reflejó en sus cuentos la vida de personas frágiles, ahogadas en el autoengaño y la soledad.

La obra de Ana Hatherly, tanto literaria como visual, indaga en el arte como medio de expresión y en los límites de la comunicación humana.

Grazia Deledda desnudó en sus relatos el peculiar carácter de su pueblo, su ingenuidad y su reciedumbre, y el profundo conflicto entre modernidad y tradición.

La poesía de María Calcaño, valorada hoy entre las más logradas del feminismo literario venezolano, dio voz a un erotismo y un deseo de libertad indomables.

Atenta a su propio centro, lejos de un mundo que, sin embargo, nunca dejó de preocuparle, María Luisa Puga legó una obra de gran profundidad existencial.