Inés Arredondo abordó en sus cuentos los tabúes de su época con respecto a la mujer: el erotismo, la violencia, las pasiones destructivas y el deseo de libertad.
La poesía de Pat Parker, arraigada en sus propias traumáticas experiencias, dio voz al dolor y las esperanzas de muchas otras mujeres.
En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, Toni Morrison habla de la necesidad de desarrollar una actitud crítica ante la realidad y el lenguaje.
Con un extraordinario dominio de la técnica, pero libre de las normas que regían la escultura de su tiempo, Camille Claudel dejó su huella única en la historia del arte.
“Cumplir con una obligación siempre es un bien. La verdad, la belleza, la justicia, la compasión son bienes siempre, en todas partes.”
En sus relatos Carmen de Burgos dio rostro a las mujeres de su tiempo, mostrando la complejidad de su psicología, sus sueños y frustraciones.
Berthe Morisot dignificó la experiencia femenina y la maternidad con una autenticidad que ningún pintor masculino había logrado.
Figura clave del impresionismo, Berthe Morisot destaca por lo personal de su estilo y la sensibilidad con que representó la vida doméstica y la intimidad femenina.
Hipatia no fue solo una pionera de las matemáticas y la astronomía, sino también un ejemplo la resistencia intelectual frente a la intolerancia.
“La única facultad humana verdaderamente interesada en la libertad pública de expresión es esa parte del corazón que grita contra el mal.”