Frida Kalho no es sólo una de las pintoras más importantes de América, sino también una figura universal de la cultura y el feminismo.
Frida Kalho transformó el dolor privado en reflexión pública, defendió lo local sin renunciar a lo universal, y anticipó debates que siguen vigentes.
Con un extraordinario dominio de la técnica, pero libre de las normas que regían la escultura de su tiempo, Camille Claudel dejó su huella única en la historia del arte.
Berthe Morisot dignificó la experiencia femenina y la maternidad con una autenticidad que ningún pintor masculino había logrado.
La obra y la vida de Leonora Carrington son un testimonio de independencia, y una conexión inquebrantable entre lo místico y lo femenino.
La revolución silenciosa de Georgia O’Keeffe consistió en transformar lo ordinario en una experiencia contemplativa.
Georgia O’Keeffe no fue una artista decorativa ni una figura secundaria en la historia del arte moderno, fue una visionaria.
El trabajo como dibujante y su pasión por la horticultura la convierten en una prestigiosa botánica.
La artista que sufrió las consecuencias de haber nacido en una época equivocada.
La artista nos ofrece su peculiar visión sobre el papel del arte como medio para transformar la sensibilidad humana.