Iliana Hernández: “Siempre son unos pocos los que se atreven a dar el paso al frente”
Uno de los argumentos de los medios oficiales y los agentes de la Seguridad del Estado para desacreditar a opositores, activistas y periodistas independientes es que la disidencia es solo un medio para obtener una visa que les permita irse de Cuba.
Podrían tener razón. Si durante décadas los cubanos se han lanzado al mar, y el fin de la política “Pies secos, pies mojados” lejos de hacerles desistir de abandonar Cuba, solo les ha hecho cambiar el Estrecho de la Florida por las penurias de la selva del Darién y Tapachula. Por qué no estarían dispuestos a oponerse al régimen y soportar amenazas, arrestos violentos, el robo de sus medios de trabajo, el hostigamiento a sus familias, la violación de sus derechos a viajar fuera del país y la posibilidad de una larga sentencia en la cárcel con tal de escapar. Más bien habría que preguntarse el porqué de tanta desesperación, de qué huyen quienes intentan irse de Cuba a como dé lugar.
Pero si alguien logra escapar, obtener la ciudadanía de otro país, además de empleo y prosperidad, y luego regresa a Cuba para sumarse a la lucha por la democracia, ¿quién puede afirmar que su único objetivo dentro de la disidencia es una visa? ¿Qué motivaciones pueden atribuírsele, excepto el compromiso con la libertad de su país? ¿Qué argumentos podría usar la Seguridad del Estado para desacreditarla?
Este es el caso de Iliana Hernández, realizadora del desaparecido programa en Internet Lente Cubano y periodista de Cibercuba. Como muchos compatriotas anhelaba “un futuro de libertad” y como muchos arriesgó su vida para alcanzarlo, la primera vez fue cuando apenas tenía veinte años.
Tuve dos intentos de salida ilegal del país: el primero, en 1994 cuando la Crisis de los Balseros; el segundo, el 17 de febrero de 1996 a través de la Base Naval de Guantánamo en el que fui detenida y pasé 37 días en el DTI (Departamento Técnico de Investigaciones) de Guantánamo hasta que se eliminó la ley que condenaba las salidas ilegales del país.
A diferencia de muchos compatriotas que no sobrevivieron a esos intentos o sobrevivieron solo para resignarse a permanecer en Cuba, Iliana logró partir el 13 de agosto de 1996, fecha del cumpleaños del fallecido Fidel Castro…
Desde 1994 a diciembre de 1995 estuve trabajando en Playas del Este en La Habana. Por ese entonces, unos amigos españoles que se enteraron de mis intenciones de salir del país me ayudaron para que no siguiera arriesgando la vida. El pasaje lo pedí para el 13 de agosto a propósito.
En España trabajé en varios oficios: agente inmobiliaria, modelo publicitaria, bailarina, Community Manager.
Pero después de haber logrado escapar de Cuba y tras vivir veinte años en España, país del que es ciudadana, ella hizo lo inaudito: se repatrió (2016). ¿Se volvió loca esta mujer? ¿Le entró un ataque de nostalgia y no se le curó con los quince días en Cuba, que suelen bastar para que recuerdes por qué te fuiste en primer lugar y salgas corriendo? ¿Le iba tan mal económicamente en el país europeo que decidió recular?
A diferencia de muchos cubanos que, a partir de la entrada en vigor en 2013 de las modificaciones de la política migratoria a través del Decreto-Ley No. 302, decidieron repatriarse para recuperar la residencia —que nunca debieron perder— en el país donde nacieron, y poder realizar algún negocio o tener derecho a alguna propiedad, el objetivo de Hernández fue trabajar con la oposición dentro de Cuba. Fue miembro-fundadora del Movimiento Somos +, al que perteneció hasta 2017. “Entre otros motivos, porque su líder Eliécer Ávila se fue sin contar con el resto, ni nos dijo nada”, explica Iliana y añade:
Realmente no decido regresar a Cuba. Mis intenciones eran pasar seis meses del año en la isla y seis meses en España, pero al régimen cubano “regularme” no pude seguir con mis planes de vida. La decisión de repatriarme fue a raíz de que recibiera amenazas de deportación por parte de la policía política.
Los cubanos perdemos la residencia en nuestro país después de permanecer dos años fuera del territorio nacional sin solicitar prórroga o un permiso del gobierno. Tras la entrada en vigor del mencionado Decreto-Ley No. 302, los cubanos no necesitamos solicitar un permiso para viajar al extranjero. Sin embargo, el régimen puede impedirnos salir del país, aunque no exista un proceso legal contra nosotros, ni tengamos deudas con la justicia ni multas pendientes. Iliana Hernández está “regulada” desde 2018, es decir, sin la posibilidad de viajar a su patria adoptiva. ¿Qué puede implicar para una ciudadana española permanecer fuera de España dos años?
No afecta para nada mi estatus. Por suerte, mi segunda patria goza de un estado de derechos que no les complica la vida a sus ciudadanos, más bien intenta siempre facilitarle calidad de vida, todo lo contrario a lo que sucede en Cuba. Sí me ha afectado por asuntos bancarios, mi tarjeta de banco se venció. Pero lo dejé todo organizado antes de venir pues sabía que el régimen podía hacer algo así.
Aunque el régimen viola el derecho de activistas, opositores y periodistas independientes como represalia y medida de coacción para hacernos abandonar nuestro trabajo, Iliana se las arregla para verle el lado positivo. “Ahora, ahorro dinero, porque no viajo”, afirma esta mujer que costeó todos sus viajes a eventos en el extranjero, a excepción de tres ocasiones en las que sus gastos fueron asumidos por las organizaciones que la invitaron. Sin embargo, volver a residir en Cuba implica acostumbrarse a todo lo que había dejado atrás cuando logró irse en 1996.
En Cuba todo está programado para hacerle la vida complicada a sus habitantes. La pobreza obligada a la que nos tiene sometidos el partido único en el poder ha hecho que los cubanos pierdan el sentido moral y esto sucede con muchos; el cubano elige seguirle el juego a la dictadura, porque meterse en política es meterse en problemas, en la mayoría de los casos están en desacuerdo con el PCC (Partido Comunista de Cuba), pero temen a las consecuencias de estar en contra del unipartidismo.
Estando en Cuba, la activista comenzó a realizar Lente Cubano, un programa audiovisual en Internet hecho y transmitido desde la isla, con frecuencia semanal y la intención de mostrar todas las aristas de la sociedad cubana. Desde allí entrevistó tanto a artistas conocidos como desconocidos, promocionó negocios privados, habló de diferencias religiosas y de orientación sexual.
Si se hubiera limitado a ello, quizás no hubiera tenido problemas; pero además entrevistó a figuras de la oposición y dedicó una sesión a las denuncias ciudadanas. Esto último fue la causa por la que en septiembre de 2016 el “oficial Leandro” de la Seguridad del Estado, le advirtiera que tuviese cuidado con el programa, justo cuando regresaba de lanzarlo en Miami.
El audiovisual no fue el único ni el principal motivo de las amenazas, detenciones y decomiso de medios de trabajo que ha sufrido Hernández, sino también su vinculación a la campaña #Otro 18, su activismo dentro de Somos + y su participación en Estado de Sats.
El programa se dejó de transmitir en 2018, pero la realizadora no ha dejado de reportar y, por tanto, no ha dejado de ser incómoda para el régimen.
Lente Cubano está ahí, en pausa, esperando mejores momentos para salir al aire otra vez. Es un proyecto que inicié con mucha ilusión, pero yo sola no podía con todo, necesitaba más personal, más dinero. Yo era quien llevaba la producción, la dirección y presentación del programa en compañía de cuatro personas maravillosas a las que, como es lógico, les tenía que pagar por su trabajo. Sufrí un robo por parte de la Seguridad del Estado que me ocupó todos los equipos ilegalmente, incluido mi teléfono iPhone 6 por el que aún estaba pagando una cuota mensual en España, todo ello fue limitando el desarrollo del proyecto. No obstante, no paré en mis intentos de hacer llegar el mensaje democrático al interior de la isla haciendo emisiones desde mi perfil de Facebook en cuanto la plataforma abrió la posibilidad de transmitir en directo. En esos días me escribían muchos seguidores, entre ellos periodistas que trabajaban para el oficialismo, los que me comentaban lo vergonzoso y frustrante que era trabajar en los medios oficiales, donde les era imposible ejercer como profesionales pues estaban sometidos a las orientaciones “de arriba”; es entonces cuando uno de estos periodistas me pide que interceda por ellos para trabajar en un medio independiente y ser libres de aquel yugo opresor. Se me ocurre hablar con una de las personas que conocía en Cibercuba —medio que había contactado conmigo en varias ocasiones para entrevistarme por mi activismo político— y, para mi sorpresa, me ofrece colaborar con ellos. Al parecer, venían siguiendo mi trabajo desde mi perfil y les gustaba lo que hacía. Así fue como el 17 de diciembre del 2018 empecé el vínculo con este medio.
En mayo de 2019, Hernández fue detenida con violencia mientras intentaba cubrir la marcha alternativa de la comunidad LGBTI+.
Fui la primera persona que intentó detener el oficial que se hace llamar Mayor Jorgito. Me logré zafar y entonces me agarraron esas mujeres que se ven en la foto.
En enero de 2020 es acusada de receptación, le fueron retiradas tres computadoras, un disco duro externo, una memoria USB que no funcionaba y dos antenas de televisión en desuso. Fue amenazada con la cárcel si no abandonaba definitivamente el país y con que a su madre le quitarían los ahorros de años que guardaba en el banco.
Nada de eso ha detenido su trabajo periodístico ni su activismo. Durante el encarcelamiento del artista Luis Manuel Otero Alcántara, realizó una protesta pacífica junto a Omara Ruiz Urquiola, Camila Acosta y Abu Dujanah para exigir su liberación. En esta ocasión, en vez de niños o jóvenes, el régimen usó ancianos para hacerles un acto de repudio.
Lo peor no eran esas personas mayores que nos gritaban cosas, sino los jóvenes que estaban mirando y decían: “estos viejos comunistas, por eso estamos así”. Ellos estaban de nuestra parte, pero hablaban bajito y ninguno se atrevía a dar el paso y unirse a nosotros.
¿Tendrá sentido entonces haber dejado su vida en España y soportar la represión en Cuba cuando la mayoría de los cubanos prefiere ser espectador, depender de remesas o incluso delinquir para su sobrevivencia?
Lo que pasa en Cuba es algo que ha pasado en todas las generaciones del mundo: siempre son unos pocos los que se atreven a dar el paso al frente. Si miras en la historia de los cambios sociales te darás cuenta de que las masas solo se unen al “caballo ganador” mientras se van tejiendo los hilos y surge el estallido social que promueve el cambio. Estamos en la era de Internet, el cubano va despertando de este gran letargo y, aunque no se vea a simple vista, el régimen se siente más cercado. Cada día que un cubano abre una página de Internet y se comunica con el mundo real a través del ciberespacio, despierta, y cada día se van sumando más a la lucha pacífica por la libertad de Cuba y es lo que el régimen teme y quiere impedir reprimiéndonos más, difamándonos más y buscando la forma de encarcelarnos.
Es increíble la solidaridad de los cubanos, yo no tengo cómo agradecer la solidaridad recibida por cada una de las personas para las que no soy una desconocida, se preocupan en cada rincón del mundo donde estén cada vez que soy víctima de una injusticia. Desde dentro y desde fuera de Cuba siempre he sentido el apoyo incondicional de las personas que valoran el trabajo que hago en busca de la libertad de Cuba y eso me hace más fuerte. Yo, al contrario del régimen, confío en la capacidad de los cubanos de hacer de este país lo que nos merecemos todos, un gran país donde nadie quiera irse, pero sí regresar. Solo tenemos que quitarnos este cáncer que por sesenta y un años nos ha impedido mostrar lo que valemos y por eso tantos han tenido que emigrar y mostrarlo afuera. Es hora de que Cuba sea de todos los cubanos y no de unos pocos cobardes que se mantienen en el poder a la fuerza y por la complicidad de algunos seres sin escrúpulos.
Las detenciones que ha sufrido Iliana Hernández no han estado exentas de violencia. No es la excepción entre las mujeres que en Cuba sufren violencia por reclamar sus derechos y manifestarse contra el régimen.
Los que nos tratan a nosotras son hombres, hombres marchistas y cobardes que no soportan que las mujeres tengamos el valor que no tienen ellos. Me han maltratado verbalmente, pero sé que lo hacen porque nos tienen miedo y se sienten impunes; me imagino que, así como nos tratan, lo harán con sus esposas en sus casas. No creo que se sientan bien con lo que hacen porque son parte de una mafia del crimen organizado. Ellos se repiten muchas veces que lo hacen por la revolución para creerse su propia mentira, pero cuando los observas detenidamente te das cuenta que son unos pobres diablos que solo sirven para reprimir y en el fondo lo que me dan es lástima. Se comen las uñas, los ves nerviosos, no se fían entre ellos mismos y hasta se tratan mal. Si hay alguno de ellos con conciencia dura poco en ese trabajo, siempre existen seres malvados que disfrutan destruyendo a otros y se sienten cómodos haciéndolo. Yo confío en el poder de Dios, ese nunca falla, el karma, siempre te devuelve lo que das.
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Buena entrevista. Gracias.