Teresa Díaz Canals: una de las voces feministas cubanas contemporáneas
Con la obra “Mujer, saber, feminismo”, su autora apuesta por recuperar historias de mujeres cuyo legado feminista precisa ser reposicionado dentro del pensamiento social cubano contemporáneo.
Preludio: “teoría para qué? la teoría es un cliché academicista” (dicen algunxs en tierras feisbuqueras y tuiterianas).
No es poca la polémica que habita el campo feminista cubano. Una cosa que vengo notando es cuánto esa polémica está permeada por visiones manualescas de gente que se resiste a encarar el desafío de leer teoría feminista, que es entre otras cosas, un potente instrumento de crítica social. Así como un carpintero no construye un mueble sin instrumentos adecuados (y previamente tiene que comprender los usos del martillo): ¿Cómo es que se supone que avancemos en la consolidación de pautas políticas, sin la rigurosidad que aporta la teoría social (incluida ahí la teoría feminista)?
Nadaremos hasta el cansancio en los mares de Facebook, sin que eso transforme absolutamente nada de nuestras pautas políticas porque definitivamente las redes sociales son cualquier cosa menos espacios formativos (tampoco digo que la academia sea el único lugar donde se pueda aprender y hacer avanzar las agendas políticas, si pensamos inclusive a partir de Paulo Freire).
Como prueba fehaciente de que el conocimiento crítico no se restringe a la academia, ni la falta de rigor tampoco, vemos a diario a personas banalizando a la interseccionalidad y, consecuentemente, reduciendo la construcción política que puede basarse en esta herramienta.
La interseccionalidad no es una palabra bonita, es un paradigma interpretativo; no lo digo yo, lo explica Patricia Hill Collins en su libro Pensamiento Feminista Negro. A veces usan la interseccionalidad como sinónimo de marcadores identitarios (nada más alejado de lo que propone esa herramienta), otras veces la usan en un sentido descriptivo que nada aporta a la transformación de situaciones sociales (porque para describir grupos sociales ni hacía falta que tantas feministas negras dedicaran años de reflexiones y luchas para legarnos esta preciosa herramienta de lucha). Por eso yo insisto, estudien. No es para acumular títulos, es para que el debate político, inclusive en el terreno de la militancia (donde en breve van a empezar a establecer carné que pruebe quien es “militante de verdad”, de tan manualizado que veo que se se está volviendo esa gramática), pueda construir diálogos fructíferos que nos lleven a un lugar distinto al de la gritería de las redes sociales.
Y digo más: ¿cómo es posible que algunes critiquen a Camila Acosta (la influencer de moda) por su falta de rigor y al mismo tiempo afirmen que la teoría no sirve para nada? Es más que evidente que los colectivos feministas (llamados o no militancia) producen saberes que son distintos a los que circulan en una revista científica; sin embargo, esos territorios no son necesariamente excluyentes entre sí. Es tan importante la marcha feminista a favor del aborto como disponer de argumentos (elaborados en un plano teórico) sobre la autonomía de las personas con útero. Ambos dominios pueden colaborar entre sí, por ejemplo, para la adopción de políticas públicas inspiradas por perspectivas feministas. Por eso mi insistencia de estudiar teoría feminista. Todo ese preámbulo para pasar directamente al tema anunciado en el título de esta columna.
Un libro sobre mujeres cubanas, ¿un libro feminista o ambas cosas?
Supe de la existencia de Teresa Díaz Canals a través de su libro Mujer, saber, feminismo, lanzado en 2018 por la Editorial de Ciencias Sociales de La Habana. El libro tiene una extensión de 170 páginas, divididos en una introducción y tres capítulos. La apuesta de la autora es recuperar historias de mujeres cuyo legado feminista precisa ser reposicionado dentro del pensamiento social cubano contemporáneo, denunciando desde el comienzo el borramiento de las trayectorias de algunas de estas mujeres y de sus contribuciones.
Un libro siempre suscita algunas preguntas e inquietudes, y quiero compartir aquí algunas de las que instauraron en mí. Ya en las primeras páginas Teresa Díaz anuncia:
“Lo que haré es una especie de síntesis de filosofía y biografía cruzada con la posibilidad que nos brinda la sociología del conocimiento. Las historias de las mujeres seleccionadas son únicas [...]. Es necesario nombrarlas, visibilizarlas, aunque sabemos muy bien que ello no es suficiente”
Teresa Díaz Canals, 2018, p. 3.
Dicho esto, una de las contribuciones más relevantes de la obra, desde mi punto de vista, es el modo en que ella nos muestra una especie de radiografía del epistemicidio de los estudios de género en Cuba. La propia autora no usa este concepto, surgido en el seno de los estudios decoloniales, es por ello que agrego aquí algunas notas al respecto.
Epistemicidio fue acuñado por Boaventura de Sousa Santos para referirse al desperdicio histórico de saberes del sur global, por cuenta del eurocentrismo y occidentalismo que aún imperan en el campo de la producción, circulación y legitimación de lo que cuenta como “conocimiento verdadero”. Sin embargo fue Ramón Grosfoguel quien en uno de sus textos apuntó que “el conocimiento producido por las mujeres (occidentales y no occidentales) también es inferiorizado y marginado del canon de pensamiento” (Grofosguel, 2013, p35). Así, este último demarca un tipo específico de borramiento de saberes que pudiéramos entender como sexismo epistémico. Es precisamente dentro de esta perspectiva que se inserta el trabajo de Díaz Canals.
El término epistemicidio fue acuñado por Boaventura de Sousa Santos para referirse al desperdicio histórico de saberes del sur global, por cuenta del eurocentrismo y occidentalismo.
Ellas son Dulce María Borrero (1883-1945), pedagoga y escritora de varios diarios y revistas; Lydia Cabrera (1900-1991) antropóloga pionera en los estudios afrocubanos; María Zambrano (1904-1991), española radicada por un tiempo en Cuba desde 1936, que contribuyó a los debates filosóficos en el ámbito universitario cubano; y Zayda Capote (1967), crítica literaria y feminista.
El trabajo de rescate histórico hecho por Teresa Díaz Canals en este libro nos permite conocer acontecimientos tales como el papel de Dulce María Borrero en uno de los hechos más importantes de la historia de la nación como fue “La Protesta de los Trece”. Al paso descubrimos que la historiografía cubana ha borrado el papel del Club de Mujeres Cubanas en este importante hito. El programa político de este Club, reconocido como una de las primeras organizaciones feministas cubanas activas desde 1918, incluía: la fundación de una escuela para trabajadoras, la exigencia al gobierno de la época de un horario de descanso para las empleadas domésticas, política conocida como la ley de la silla. Esta organización también exigió una ley destinada a garantizar el 50% de las plazas laborales para mujeres. Un desafío que este recorrido histórico nos plantea a las feministas cubanas contemporáneas, es cómo promover políticas para minorías sociales que se inspiren en el feminismo.
Teresa Díaz Canals es incisiva al apuntar varias lagunas y silenciamientos a donde son arrojadas las producciones y luchas de mujeres cubanas. Sirva esta breve pincelada como una invitación para conocer su trabajo y, por medio de él, poder dialogar con varios saberes críticos que han sido objeto de epistemicidio.
El libro ofrece una comprensión profunda y contextualizada sobre la inercia de la formalización de los estudios de género en los cursos de licenciatura del área de las ciencias sociales y humanidades en el país.
Tengo algunas críticas al trabajo de Teresa Díaz Canals que están recogidas en la reseña que sirvió de base a este texto; no obstante creo que su lectura es impostergable por las mismas razones que expuse al inicio de este texto: las redes sociales son escenarios demasiados superficiales para tratar rigurosamente de pautas políticas que precisamos transformar; entre ellas, el epistemicidio de la producción feminista y de género en el contexto cubano.
Dejo también a los lectores esta pregunta: ¿Cuántos libros y qué otras producciones de feministas cubanas Ud. conoce?
Yarlenis M. Malfrán
Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.
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