Pola Weiss: una mujer que revolucionó el videoarte y le costó su vida

Pionera del videoarte en México, Pola Weiss rompió los límites que la sociedad imponía a la mujer y creó una nueva visión del cuerpo femenino.

Pola Weiss (1947-1990), pionera del videoarte.
Pola Weiss (1947-1990), pionera del videoarte.

Al recorrer el vasto universo de los “nuevos medios” y su contemporaneidad, muchas veces se hace silencio sobre la relevancia del quehacer creativo de una mujer más que importante para el panorama del videoarte y sus orígenes, por su originalidad y perseverancia. Hablamos de Pola María Weiss Álvarez, conocida en el ámbito artístico como Pola Weiss, quien, desde sus inicios, tuvo que navegar un entorno donde aún hoy se minimiza y deslegitima las voces femeninas, en un país —México— donde el arte es tradicionalmente dominado por hombres.

Su vida fue un acto de resistencia al racismo y los prejuicios con que se cuestionaba no solo su valía como artista, sino también su identidad como mujer. Pero ¿quién es Pola Weiss? ¿Que sucedió con esta mujer que es hoy apenas conocida en el panorama de una expresión artística que ella misma inauguró?

Pola Weiss, pionera del videoarte

Fotograma de “Pola Weiss Documental” (2023), largometraje escrito y dirigido por Alejandra Arrieta.
Fotograma de “Pola Weiss Documental” (2023), largometraje escrito y dirigido por Alejandra Arrieta.

Ubiquémonos antes en el contexto cultural mundial. En la Europa de mediados del siglo XX comenzaba una revolución creativa: un grupo de creadores, agotados de los convencionalismos que impregnaban la escena artística, comienzan a gestar una serie de obras “experimentales” donde el sonido, la poesía, las tecnologías y el pensamiento se daban la mano para generar un discurso y una postura nueva ante la intelectualidad. Era el grupo Fluxus.

Paralelamente, Pola Weiss, nacida en Ciudad de México, en 1947, de padre alsaciano y madre mexicana, realiza estudios de “teleasta” bajo las influencias de su abuela, con quien visitaba los cines de su ciudad. Rodeada del arte de la imagen, Pola tardó mucho en decidirse a involucrarse en la televisión y en eso que hoy se entiende como videoarte. Cursó estudios de danza, literatura inglesa, ciencias sociales y políticas —un amplio compendio que formaría lo que pronto definió su personal mirada—, licenciándose más tarde en Comunicación y Periodismo. Su tesis de graduación, realiza en video, fue la primera en que se hizo en ese formato. Más tarde se destacó como docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Sus trabajos se vieron influenciados poco a poco por las formas y estructuras de Fluxus, que concebía al arte y la vida como una misma esencia. Así, las alteraciones cromáticas y la estética psicodélica comenzaron a ser parte de sus videos, integrando los movimientos corporales con la cámara como si esta fuese parte de su cuerpo.

En 1976, en Nueva York, Pola Weiss conoció el trabajo de Nam June Paik y Shigeko Kubota, e influida por ellos estableció su productora, arTV, con la cual realiza su primera obra: Flor cósmica.

Es durante el IX Encuentro Internacional de Videoarte, en la Ciudad de México, donde recibe la valoración del propio Nam June Paik, que la reconoce como “pionera del videoarte en México”.

En 1978, en la exhibición de “nuevas tendencias”, presenta el video Ciudad-mujer-ciudad. A partir de ahí, algunos de sus trabajos se exhiben en foros de México y el extranjero, y comienzan a transmitirse en la televisión por cable internacional. Luego, en 1979 gana la beca FONAPAS y asiste a Encuentro de Performance y Videoarte, en Venecia, donde realiza Videodanza —video-performance considerado como uno de sus principales trabajos—. Su obra comenzaría a ser brevemente reconocida, logrando exhibiciones incluso en el Centro Georges Pompidou de París.

En 1980 Pola Weiss realiza en la explanada del Auditorio Nacional de México otra obra emblemática de su carrera, el video-performance a dos tiempos La venusina renace y reforma, donde, cámara al hombro, danza frente a espejos, mostrándose y captándose a la vez en una abstracción de imágenes del público, ella y los propios reflejos.

Dos años más tarde comienza una relación con Fernando Mangino, que con el tiempo se irá deteriorando —en parte por el carácter de Pola—, a lo que luego se suma un aborto (se sospecha que haya habido más).

En 1987 crea Merlín y asiste al Festival de Montpellier, en Francia, donde presenta una retrospectiva de su obra, y se le declara como la videoasta más importante de América Latina. Ese mismo año forma parte del jurado del IV Festival Internacional de Cine, TV y Video de Río de Janeiro.

La identidad, el cuerpo y la experiencia femenina

Folleto de “La venusina renace y reforma” (1980), de Pola Weiss.
Folleto de “La venusina renace y reforma” (1980), de Pola Weiss.

Un año después, su padre enferma de cáncer. Ahí comienza el definitivo declive sentimental de Pola, que la condujo a quitarse la vida en 1990. Esa Ciudad de México que la vio nacer, se convirtió entonces también en testigo de su descanso eterno.

La vida de Pola Weiss se asemeja a la de una gran cantidad de creadores que han ido quedando atrás en la extensa y agotadora carrera artística. En el vibrante y complejo universo del arte contemporáneo en México, Pola se erigió poco a poco como una figura fundamental, marcado un antes y un después en el videoarte. Desde sus inicios tuvo que desafiar —tal vez sin darse cuenta al principio— las convenciones establecidas, al explorar estas nuevas formas de expresión —algo “raras”—, y más siendo mujer, afrontó una lucha constante por la visibilidad y el reconocimiento en un entorno donde es habitual el minimizar la voz de las mujeres.

Por eso, los discursos feministas siempre estuvieron presentes en su quehacer, así como la tenaz necesidad de reinventarse, conformando así una nueva visión del cuerpo femenino. Quería romper los límites que la sociedad imponía a la mujer, por lo que para ella era primordial alejarse de su condición de bailarina. Era una misión personal, debía quitar las barreras que se le imponían; pues si no, todo su quehacer sería en vano.

Así creó más de treinta obras en diversos formatos, entre las que sobresalen: Ciudad-mujer-ciudad (1978), Somos mujeres (1978), Versátil (1978), Cuetzatlán y yo (1979), Autovideo, su primera video-performance (1979), Caleidoscopio (1979), El eclipse (1982), Videorigen de Weiss (1984) y muchos más. En 1986 realizó Mi corazón, quizás su obra más conocida y emocionante, con imágenes del terremoto en la Ciudad de México.

Muchas situaciones la golpeaban constantemente. Por un lado, el compromiso que asumió con su arte y su mirada particular a los tiempos que le tocó vivir, y por otro, el enfrentamiento a los prejuicios con que se la menospreciaba por no ser hombre en el ámbito artístico. Sin contar los tantos problemas personales y familiares que la afectaban. Un cuerpo puede llegar a su límite, al menos en estos casos. La oscuridad puede tornarse muy densa.

Pola Weiss tuvo que enfrentar cuestionamientos más allá del arte. Ser mujer y artista en México implicaba lidiar con estigmas que, lamentablemente, continúan vigentes. La crítica a su trabajo no solo se centraba en la calidad de su obra, sino también en su identidad. Fue una constante lucha por ser tomada en serio. En sus obras sale a relucir su profunda reflexión sobre la identidad, el cuerpo y la experiencia femenina. Cada una es testimonio vivo de sus días, y de muchas mujeres. Aún hoy el reconocimiento de su trabajo es un constante desafío.

Pola Weiss, un referente para las mujeres artistas

“Pola Weiss. La TV te ve”, exposición retrospectiva en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de México, 2012.
“Pola Weiss. La TV te ve”, exposición retrospectiva en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de México, 2012.

Por ser la primera mujer en experimentar el videoarte en México, Pola Weiss es un referente obligado para sus practicantes, poniendo de manifiesto las luchas que enfrentan las mujeres artistas en un contexto marcado por el racismo y el machismo. Demuestra que el arte puede ser un poderoso vehículo de cambio, y debe ser una tarea colectiva. Quedar expuesta sola no se hace muy recomendable en contextos similares al que ella vivió. Cada vez que una mujer artista se atreve a crear y alzar su voz, se está sumando a una tradición de resistencia que transforma el panorama cultural y que, muchas veces, trae para ella graves consecuencias.

La acusaron de mantener una relación edípica con su padre, pues se identificó con él intensamente, hasta el punto de abyectar a su madre, a quien vio como un fantasma. Es cierto que tenía un carácter abstracto que la llevaba a ser rara, excéntrica, exaltada, esencial, poeta… pero ¿qué humano no es un poco de todo eso? ¿Quién no padece de lados oscuros e iluminados?

Su psicología, algo compleja, se fue deteriorando poco a poco. Su cuerpo fue reaccionando al agotamiento, al stress, a los complejos, al dolor y la soledad. Eran muchas barreras, prejuicios, insensibilidad y abuso, para una sola mujer. Y al cabo perdió las fuerzas.

Su valía no llega hoy solamente por su discurso, su perseverancia y sus experimentaciones, sino también por haber logrado constituir una vanguardia iberoamericana en condiciones de tercer mundo, transgrediendo los cánones de las instituciones falogocéntricas. O sea, su obra estaba mirando hacia el futuro. Su compromiso con el arte era tal, que su cámara registró cada estertor mientras se quitaba la vida. El arte la acompañó hasta su último minuto. Muchos coinciden que es la creadora de la verdadera “videodanza”.

Se han buscado formas de hacerle justicia, rescatándose su obra y su lucha, para que esté accesible a los artistas más jóvenes y al público en general. Algunas tesis han tratado el fenómeno de su arte: “El Videoarte en México. El caso de Pola Weiss” (UNAM, 1997) y “Pola Weiss, pionera del videoarte” (UDLA, 1997). Esta última se transformó en libro y quedó agotada en su primera edición. La UNAM, junto a otras instituciones que apoyan al cine en su país, produjo un documental serial sobre su vida, con dirección de Alejandra Lucía Arrieta Méndez.

Puede que pequemos de ambiciosos, pero Pola Weiss merece más. Merece que se la tenga como referente indispensable, y no solo en el Arte. Fue una mujer que ofrendó su vida para que hoy veamos el mensaje.

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