Los cambios inevitables

"Hoy en día, los estereotipos difundidos en redes sociales demonizan la vejez, alimentando una industria que perpetúa la ilusión de la juventud eterna".

22/01/2025
nonardo perea con un dedo en la boca
Serie sin título de Nonardo Perea.

En febrero cumpliré 52 años. No puedo evitar sentir que el tiempo avanza a una velocidad vertiginosa. Con los años, me he centrado más en aceptar que el envejecimiento es parte natural de la vida. A pesar de consumir alimentos saludables, beber abundante agua, tomar vitaminas y realizar ejercicios moderados, no puedo frenar este proceso.

El paso del tiempo es inevitable para todos los seres vivos; lo único que lo detendría sería la muerte.

Sin embargo, agradezco estar aquí, a pesar de las circunstancias actuales y pasadas, para continuar observando, aprendiendo y creando. El tiempo vivido me ha permitido reflexionar sobre mi entorno y realizar proyectos que abordan mis experiencias y conflictos, tanto internos como externos. Esta realidad, marcada por mi exilio en España, ha sido un despertar espiritual que me ha llevado a analizar el envejecimiento como un problema social que nos atañe a todas las personas. En esta publicación comparto un fragmento descartado de mi última película, La mentira humana, que también aborda esta temática.

Vejez vs. juventud eterna

He notado, ahora en estos años que tengo acceso a información porque dentro de Cuba era imposible, cómo en las redes sociales muchas personas glorifican la "juventud eterna", sin reconocer que nuestros cuerpos están en un proceso constante de cambio. Este culto a la juventud tiene un impacto especialmente dañino en las mujeres, quienes enfrentan una presión social desmedida relacionada con la apariencia física. En muchas culturas, cumplir 50 años marca un punto crítico donde los estereotipos sobre la edad afectan la autoestima y las oportunidades de las mujeres. Desde jóvenes, las mujeres son bombardeadas con mensajes que exaltan la juventud como el estándar máximo de belleza, lo que refuerza expectativas irreales y limitantes.

El impacto de estas presiones no es exclusivo de las mujeres; también afecta a muchas personas del colectivo LGBTIQ+. Envejecemos en un mundo que asocia la vejez con la soledad y el rechazo, especialmente dentro de comunidades donde la apariencia joven es vista como una ventaja para conseguir empleo o encontrar pareja. Las personas LGBTIQ+, a menudo enfrentan un mayor riesgo de aislamiento social a medida que envejecen, en parte debido a la pérdida de lazos familiares por su orientación sexual o identidad de género. La falta de redes de apoyo puede intensificar el miedo a la soledad y la vejez.

Hoy en día, los estereotipos difundidos en redes sociales demonizan la vejez, alimentando una industria que perpetúa la ilusión de la juventud eterna. Tratamientos antienvejecimiento, cirugías plásticas y cosméticos prometen detener el tiempo. Si bien es válido buscar sentirse bien con uno mismo, la obsesión por evitar los signos del paso del tiempo puede desconectar a las personas de su propia realidad biológica.

Esta obsesión crea un autoengaño peligroso: muchas personas que viven inmersas en esta burbuja superficial creen que nunca envejecerán. Este pensamiento no solo es insostenible, sino dañino, ya que fomenta la discriminación por edad y estigmatiza a las personas mayores.

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(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).