Raquel Vinat de la Mata: “A partir de ahora las matronas cubanas amamantarán a sus hijos con la leche de la libertad” (Segunda parte)
“Hoy en día la mayoría de la población cubana es incapaz de hablar acerca de las luchas de las mujeres por sus derechos.”

En la primera parte de esta entrevista, la destacada historiadora y feminista cubana Raquel Vinat trazó un brillante panorama de las luchas de la mujer en Cuba durante el siglo XIX. En esta segunda parte, abordó la situación a partir del siglo XX. Debo agregar que se trata además de una investigadora con una personalidad muy singular; su pasión por la ciencia es verdaderamente magnética. Una científica cabal. Una mujer de profunda cubanía.
Los congresos de mujeres en la Cuba republicana
Su investigación de la etapa republicana ha incluido los congresos femeninos que se llevaron a cabo en ella. Su estudio y análisis acerca de esos cónclaves han sido pioneros. ¿Podría hablarnos acerca de los aspectos que considera más relevantes de esas reuniones y sus principales limitaciones?
La tímida divulgación acerca de los congresos de mujeres realizados durante la República resulta otra evidencia de la sistemática falta de respeto sobre el accionar de las cubanas en esta fase de nuestro pasado. Deber y derecho de todo ciudadano en cualquier parte del mundo es tributar a la difusión de su memoria y defenderla. Pero lo que no se conoce, no se puede aquilatar ni ser valorado. Todo esto explica por qué hoy en día la mayoría de la población cubana es incapaz de hablar acerca de las luchas de las mujeres por sus derechos.
Efectuados en tres momentos: 1923, 1925 y 1938, estos congresos constituyen un reflejo del nivel alcanzado por las fuerzas femeninas en la isla y el influjo de la dinámica nacional e internacional en su trayectoria emancipadora y no a la inversa, según se infiere de algunos textos. Insisto en esto porque cuando la historiografía cubana los analiza, suele verlos como si hubieran nacido espontáneamente al calor de otros eventos de protagonismo masculino ocurridos en esos años. Es el caso de los congresos obreros, los de estudiantes, los movimientos de intelectuales, entre otros. No es así: los congresos de mujeres fueron una continuación de un largo proceso de integración y organización femenina que tiene un punto de inflexión en 1898. Es a partir de esa fecha que las cubanas se volcaron a reconstruir un país herido por las batallas bélicas y la demencial Reconcentración. Fueron las heroínas del mambisado y el exilio silenciado por el relato exaltador del guerrero, pero también la mano que se tendió para revivir a su pueblo: benefactora, maestra, enfermera, obrera, escritora.
“Los congresos de mujeres fueron continuación de un largo proceso de integración y organización femenina que tiene un punto de inflexión en 1898.”
Por eso, al dialogar con los nuevos tiempos ya el horizonte feminista se acercaba, aunque algunos no percibieran todavía cuán necesarias les eran sus palabras. Pero ya había nacido la nueva cubana del postmambisado y la postemigración. Era la mujer que vio de cerca la muerte, el acoso del hambre, los horrores de las cárceles y el sacrificio del exilio. Ya la dama aristocrática o el párroco de la villa no volverían a ser sus mentores. Ahora las líderes serían ellas mismas, debiéndose entrenar en duro enfrentamiento con sus compañeros de lucha, tan inexpertos e indomables como ellas. Pero persistían los viejos modelos y el doble código moral asomaba a cada paso, y hacían peligrar la supervivencia y el neofeminismo que ya gateaban en algunos puntos de la geografía insular.
Las cubanas necesitaban insertarse en esa sociedad cambiante en todos los ángulos y esto las propulsaba a radicalizarse en lo que a sus mentalidades correspondía. Los períodos de intervención militar norteamericana mostraron la inestabilidad política e incapacidad de las facciones del patio para guiar atinadamente a la nación y una constitución que no las amparaba desde el momento mismo en que les negó la condición de ciudadanas, al privarlas del derecho de tener voz, porque tampoco les dio el derecho al voto. Todo esto fue caldo de cultivo para la maduración de una conciencia que iba a luchar por los derechos ciudadanos de la mujer cubana.
Los primeros presidentes republicanos hicieron caso omiso de los reclamos de aquellas mujeres. Las primeras damas de la República hicieron silencio ante las demandas de sus congéneres. Al calor de estas demandas y de la necesidad de ocupar espacios en el mundo extradoméstico nacían agrupaciones de trabajadoras y gremios de obreras que clamaban por sus derechos y dejaban a un lado a los dirigentes masculinos, desplazados gradualmente por el liderazgo femenino.
En medio de esta situación estalla la Primera Guerra Mundial; contienda que para Cuba tuvo un doble signo. Al favorecer a la principal fuente de exportaciones que era la industria azucarera, perjudicó a la tabacalera, donde se concentraba la mayor parte del obrerismo femenino (las despalilladoras). El despido masivo de estas obreras y de otros sectores de la economía de la isla, como la agricultura, produjeron una involución en lo alcanzado hasta el momento por las mujeres. Estas, para sobrevivir, se integraron a servicios como sirvientas, planchadoras, lavanderas, nanas, entre otros no vinculados a esferas productivas.

Paralelamente se produjo la llamada Danza de los Millones, que fue otra vía de enriquecimiento para los grupos de poder vinculados a la industria azucarera. Las consecuencias fueron el aumento del número de prostíbulos, el aumento de la lujuria, la corrupción, la trata de blancas, el consumo de drogas, el alcoholismo, el juego. Nombres de famosos proxenetas y meretrices pasaron a la historia como parte de todo ese desatino moral. Este desequilibrado estado de cosas afectó a la mujer que trabajaba. Y las feministas debían jugar su papel para tratar de detener tanto desafuero que terminó con la caída de los precios del azúcar al finalizar la guerra. Se abrió entonces la época de las Vacas Flacas.
Se fundaron agrupaciones femeninas enfiladas en el mejoramiento social. Y tomaron conciencia de un impostergable debate de amplia proporción e intercambio en colectivo. Un congreso era la aspiración de aquellas cubanas. Abril de 1923 fue la fecha acordada. La realización en La Habana de lo que sería el primer cónclave de su tipo en Cuba y uno de los primeros en América Latina, más que una reunión fue una osadía.
Unir en un mismo escenario a féminas que no solo sostenían puntos de vista diferentes, sino diametralmente opuestos, nos habla del clima democrático y plural que rigió en todas las sesiones ¿Estaban las líderes cubanas para atemperar las pasiones de sus inquietas congéneres? Del silencio social ahora se desplegaban sus palabras. ¿Temas puntuales? El sufragio y el derecho a igual amparo jurídico de los hijos habidos no solo dentro del matrimonio, sino también fuera de él. Eran tópicos debatidos vigorosamente, tanto por las representantes de la línea conservadora como por las identificadas como transgresoras, sin olvidar a las sumidas en la identificación o la reserva ante los problemas existenciales femeninos. A despecho de tal limitación, en su mentalidad pasiva tanto el tradicional clasismo y el fuerte regionalismo y, más bien el racismo, se alzaron como barreras emergentes e infranqueables entre ellas.
Compartieron butacas y tribunas las delegadas de varias provincias, algunas de las cuales por vez primera se desenvolvían en público y expresaron sus criterios frente a las anfitrionas del evento, congéneres de una comparativamente elevada autoestima y mayor nivel de desarrollo político. Ilustra los antagonismos que emergían en las sesiones sobre el tema del divorcio. Aunque aprobado el divorcio como ley cinco años atrás, todavía arañaba la piel de muchas. Les resultaba intolerable frente a su afán de evitar la ruptura de la comunidad conyugal desde su esencia sacramental o por perder el estatus social que le confería ser la señora de… También estaba el hecho de que el divorcio las dejaba en una difícil situación económica si no contaban con otra vía de sustento debido a la prejuiciada y prejuiciosa relación de total dependencia al proveedor masculino.
Cierto que estas magnas reuniones no lograron la integración total de las fuerzas femeninas. Ni incluyeron la problemática de otros sectores, como los de las obreras, las negras, las campesinas, por ejemplo. Pero sí la cohesión entre las diferentes tendencias. Tácticamente no debe considerarse un revés, porque sí ocurrió un importante salto: la radicalización-definición del pensamiento feminista y la refomulación de los diseños de actuación.
Ahora cada tendencia aprendió una decisiva lección y en su propio carril trazaron el itinerario para alcanzar el gran logro de los históricos congresos posteriores.
“La nueva cubana era la mujer que vio de cerca la muerte, el acoso del hambre, los horrores de las cárceles y el sacrificio del exilio.”
¿Por qué transcurrieron trece años entre el 2do y 3er Congreso? Fue un lapso sin acción? ¿La falta de organización de las fuerzas femeninas? Todo lo contrario. Fueron jornadas de intenso movimiento, tanto que este se escenificó durante el triunfal derrocamiento de la tiranía de Machado, tras la oleada huelguista en todos los sectores, y sucedió el instante histórico: se logró la aprobación del sufragio femenino. Así mismo, las mujeres fundaron decenas de agrupaciones de tinte político.
Entonces, por qué no se reunieron en un nuevo cónclave? El aprendizaje alcanzado en esos agitados primeros treinta años republicanos impulsó una mayor madurez en la vida interna de cada sector social y las cubanas daban pasos más conscientes. No era suficiente congregarse con elementos desgastantes o indecisos. La reagrupación y la resiliencia debían darse solo entre actrices de probada identificación ideológica e interrelación empática, alejadas de infértiles fricciones. Finalmente comprendieron con sentido agudo que el sufragio en sí mismo no era el objetivo reivindicador. Era menester que la población contara con el macizo respaldo jurídico que solo podía ofrecer una Constitución renovadora. Y la lucha después de 1936 imantó a las cubanas en el batallar por dar al país la carta magna reclamada por todas y todos.
Es crucial comprender que después del mandato de Estrada Palma, los presidentes que se fueron sucediendo en el poder se pronunciaron a favor del voto femenino. No podemos certificar que a todos los animó compartir con las mujeres el reto eleccionario (devenido a veces burda trifulca). La intención de no pocos políticos fue utilizar a favor de personales campañas la pasión y capacidad movilizativa o los convincentes argumentos esgrimidos por ellas para ganar electores.
Mas el derecho a ser elegidas como senadoras, representantes, alcaldesas, ganado desde 1936, demuestra tanto las posibilidades reales de estas mujeres como la confianza de su pueblo a darles esa misión, aunque no todas las cubanas vieron en él algo correcto y muchas llegaron a rechazarlo. Para algunas significó propiciar su masculinización. Para otras, aceptar algo que no consideraban compatible con su naturaleza. Otras censuraron la inserción de las mujeres en los acalorados debates de los hombres. El panorama político se dividió a favor y en contra en medio del creciente temor de desencadenamiento de una nueva guerra mundial.
Sin embargo, otro factor amenazaba con debilitar a las feministas: la vitalidad de las izquierdas. Haciendo suya la causa de obreras, campesinas y negras, tanto el partido socialista como el movimiento sindical (mayoritariamente dirigido por izquierdistas), ganaron seguidoras en sectores habitualmente desatendidos por las feministas. De modo que las brechas intragenéricas se ahondaban hasta incluso llegar a ser diametralmente opuestas. Ahora aparecen enérgicas discrepancias políticas cuando centran la atención de las izquierdas. Y las izquierdas rechazaban las ideas y postulados feministas por considerarlo una corriente burguesa incongruente con el proyecto del socialismo. Todo esto marcó un notorio punto de inflexión. Bajo esas difíciles circunstancias se convocó para 1938 el tercer congreso de mujeres cubanas.
Las consignas generales fueron las del país: “Por Cuba fuera de la guerra” y “Por una Constituyente Libre e independiente”; el ochenta por ciento de las participantes fueron los sectores menos favorecidos por el feminismo. Allí estaban las mujeres líderes con franca militancia comunista y también las simpatizantes de estas ideas. La agenda del cónclave focalizaba las demandas laborales por encima de otras. Pero otros tópicos resultaron más atrevidos… el derecho al aborto y el amor libre. Si ya resultaban tensas las relaciones entre las diferentes agrupaciones e ideologías esos planteamientos hacían más difíciles las sesiones del congreso.
“El castrismo, con su filiación comunista y tiránica, cerró las puertas a todo movimiento emancipatorio de la mujer.”
Para muchas este evento y los avances plasmados en la Constitución de 1940 no fueron un descalabro del feminismo en Cuba, sino la confirmación del tránsito hacia un nuevo nivel de desarrollo. Después de estos acontecimientos, comienza la desaparición del feminismo como movimiento (objetivo colectivo), pero no como modelo de vida (objetivo individual). Ya con el entrenamiento en las guerras mundiales, la emigración, más la difícil década republicana del 40, la mujer elevó su autoestima colectiva. Ya en los cincuenta Cuba exhibe una voluminosa masa de mujeres empoderadas. La desaparición del movimiento no sólo se produjo por la incisiva penetración de las comunistas o la conducta racista-clasista de cierto sector de feministas (principalmente las urbanas y al extremo en las habaneras).

Las feministas entonces abandonaron el escenario público sólo por considerar que el derecho al sufragio y su condición de ciudadana, otorgados por la constitución ya satisfacían las metas de su lucha. Ahora podían volver a su vida hogareña y/o retornar a las actividades culturales comunitarias y a las de índole religiosa y benéfico-caritativas (reforzadora de la idílica imagen materno-femenina). Su voluntaria exclusión dejó el terreno abierto para el control y dirección del actuar social femenino por parte de las comunistas, que en mucho dañaron las auténticas luchas por los derechos de la mujer.
Algo muy similar ocurrió en los Estados Unidos por estas mismas fechas. Hubo que esperar a los años 60. Fue el momento en que Betty Friedan publicó el libro La mística femenina. Nunca un libro había calado tanto la mentalidad de la mujer. El texto daba paso a la segunda ola mundial del movimiento feminista,pero para Cuba era tarde, porque el castrismo, con su filiación comunista y tiránica, cerró las puertas a todo movimiento emancipatorio de la mujer. Al cabo, las comunistas de los años 40-50 ganaron la batalla, al menos por ahora.
Los tres congresos fueron una aleccionadora etapa del gradual empoderamiento de las cubanas en la República. Entre reveses y victorias marcharon y crecieron.
El grupo Magín
Hay un desconocimiento acerca del grupo Magín, una asociación de mujeres comunicadoras cubanas. El grupo, que comenzó con un gran entusiasmo y abrió el camino hacia los estudios sobre la mujer en América Latina y el resto del mundo, acabó siendo prohibido por las altas esferas del Gobierno y el Partido Comunista de la isla, porque “suplantaba la labor de otras organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas”. A pesar de eso, las “magineras” se mantuvieron durante un tiempo haciendo talleres y conferencias. ¿Qué nos puede decir al respecto?
El grupo trabajó durante tres años más o menos. Tuvimos el apoyo de la UNICEF, nunca de las organizaciones ni de las instituciones cubanas y mucho menos de la Federación de Mujeres Cubanas. Vinieron importantes especialistas de América Latina, Europa y hasta de los Estados Unidos. Se hicieron talleres no sólo en La Habana, sino también en Sancti Spíritus, Santiago de Cuba y quizás en otros lugares del país.
No teníamos sede. Éramos itinerantes. Pero nos reuníamos hasta en los portales de instituciones. En más de una ocasión solicitamos que se nos reconociera como grupo, pero nunca nos respondieron. Un día llamaron a las directivas al Comité Central del Partido Comunista de Cuba y les informaron que el grupo quedaba disuelto y que no podía seguir. Según ellos, hacíamos lo que le correspondía a la FMC. Pero lo cierto es que esa organización de mujeres nunca ha hecho nada realmente por las mujeres.
“En más de una ocasión solicitamos que se nos reconociera como grupo, pero nunca nos respondieron.”
¿Cómo llego a Magín? Una colega, impactada por mi evidente interés por la investigación de las mujeres de la aguja en Cuba, me comentó sobre un grupo de mujeres que se reunían en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana para hablar sobre esas cosas del feminismo. “Esa es su guarida”, me dijo. Y un día fui allá.
Pero mi recelo, dudas y curiosidad pronto se tornaron en experiencia, calidad, gracias al encuentro sano, seguro y apasionado con otras mujeres de pensamiento, a quienes desde el primer intercambio, sentí amigas; amigas de corazón y de itinerario común en la vida, aunque procedíamos de las más diversas profesiones. No hubo freno, límite o barreras, ni censura por nuestras primarias equivocaciones o insuficiencias teóricas. No hubo diferencia alguna por códigos heteros o raciales. Primaron el respeto, el diálogo provocador y democrático. En fin, el espacio anhelado para oír y ser oídas, para debatir sin ataduras, para compartir saberes y aprender en colectivo.
El impacto de las “magineras” llegó a mujeres de los medios y también de otras esferas: actrices, locutoras, documentalistas, videastas, sociólogas, escritoras, psicólogas, poetas, guionistas… todas, menos historiadoras, por miedo a que las incineraran por así decirlo. Desde luego, tampoco hubo machistas.

Aprender y enseñar
Por último, tengo entendido que usted no ha abandonado la docencia y que imparte clases en un diplomado auspiciado por la Oficina del Historiador de la Ciudad, el cual tiene como tema central el mundo tabacalero en Cuba… Por favor, qué puede decir al respecto.
Fue una importante y, a la vez, bella idea de Eusebio Leal. Crear una superación para todo el que labora en el sector. Desde dirigentes, empleados administrativos, tabacaleros e investigadores. Tan amplio es su programa que incluye al sector gastronómico (sommeliers) y del turismo (tiendas especializadas). Aprenden desde el cultivo del tabaco, sobre sus plagas, hasta el empleo de este en las religiones. También sobre la historia completa de los tabacaleros desde 1600, las fábricas, las litografías, el movimiento obrero, Martí en la emigración y su vínculo con este importante sector. Además de aprender y enseñar cuál es el tabaco adecuado para cada ocasión y las bebidas. Cómo se realiza la comercialización, los envases, el arte de los humidores, las Casas del Habano en Europa.
Mi tema los lleva al itinerario de los vegueros y esclavos en los primeros intentos: el primer taller en la Casa de Beneficencia, los conflictos raciales, el sexismo y el regionalismo que los identificó a lo largo de los siglos, la realización de las huelgas por las desigualdades. Los emigrados y su tributo a la independencia, labor que hicieron estos en las dos gestas libertadoras. Los capitales españoles, norteamericanos e ingleses que estuvieron presentes en este sector. Además, el empleo de la figura femenina en las maquetillas y luego en los anuncios; la presencia de mujeres en los gremios tabacaleros y sus luchas sindicales; la relación que existió entre las tabacaleras y el feminismo…
Como ves, el programa es inmenso y precioso. Único en su tipo en Cuba y el mundo. Soy profesora fundadora y mi tema está entre los más atractivos para los diplomantes. Sin embargo, no hay financiamiento para publicar un libro sobre un tema tan vital y apasionante.
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Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.
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