Entrevista | La belleza, lo doméstico y lo sutil en la obra de Gabriela Reyna

“La obra de la artista visual Gabriela Reyna explora y expone códigos tradicionalmente asociados con la femineidad. El uso de maquillaje en lugar de óleo o acrílico acentúa su objetivo estético y social.”

| Diálogos | Mundo | 26/01/2024
Rostro de la artista Gabriela Reyna pintado con lápiz labial rojo.
“La musa inquieta”, de la serie “Vestir”. Foto: Cortesía de la entrevistada

…el vestido, un lugar habitado, un espacio vivido...
Vístete con mi fuerza, con mi fragilidad, con mi incomodidad,
con mi serenidad, mi preocupación, mi intimidación,
mi lucha, mi naturaleza,
con esto que somos todas.

Tomado del dosier de la artista

Graduada de la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, en 2011, y del Instituto Superior de Arte (ISA), en 2016, en la especialidad de escultura, Gabriela Reyna (La Habana, 1991) se dedica a pintar o a representar escenas y figuras femeninas sobre toallas desmaquillantes en lugar de lienzo, y maquillajes en vez de óleos o acrílicos. La belleza, lo doméstico y lo sutil, son algunos de los elementos que componen sus piezas.

En 2023 recibió la Beca Espuela de Plata que otorga la Fundación Mariano Rodríguez, acompañada en esta edición por la Fundación Brownstone. La beca dota a un artista emergente cubano con un programa personalizado de mentorías de la mano de notables investigadores, artistas y profesores.

Podría pensarse que la elección de materiales no tradicionales se debe a la escasez que enfrenta la isla, o sea, una forma creativa de superar ciertos obstáculos, pero la verdad es que estos elementos son usados por la artista más bien por la carga simbólica que representan en su obra, pues están vinculados a la significación de su discurso. “Comenzó como experimentación y me enamoré de ellos. Creo que fue todo lo contrario a lo que se cree: increíblemente es más difícil conseguir maquillaje y toallas húmedas en Cuba que acrílico, óleo y lienzo”.

Lo doméstico como fuente de inspiración

“Andrómeda” (performance), de la serie Vestir, 2019. Foto tomada del catálogo de la artista.
Andrómeda (performance), de la serie Vestir, 2019. Foto tomada del catálogo de la artista.

En su trabajo artístico llama la atención la utilización recurrente de artículos representativos de la femineidad como tacones, maquillaje, vestidos, etc., además de que, en la performance, ejecuta acciones atribuidas históricamente a las mujeres por la sociedad patriarcal.

La fuente de inspiración en mi trabajo mayormente se encuentra en lo doméstico. Ahí es donde empieza y termina todo. Las labores de una mujer en su hogar tienen un peso muy grande, y eso me interesa, me preocupa y ocupa, como el papel de la mujer en la sociedad, desde la que ejerce un rol más visible hasta la menos reconocida.

Asegura que queda aún mucha historia por contar desde los supuestos clichés femeninos.

Está demostrado que la que ha llegado a nuestros tiempos es una historia que ha sido contada más por hombres que por mujeres… ¿Y las mujeres? ¿Dónde estaban en los siglos pasados? En las casas, en las cocinas. Ni siquiera podían pararse solas en las ventanas. Ahora hay muchas de aquellas barreras derribadas. Esos territorios conquistados nos brindan oportunidades para seguir creciendo.
“Limpiar” (performance), de la serie Vestir, 2015. Gabriela Reyna. Zapatos de tacón forrados con colcha de trapear.
Limpiar (performance), de la serie Vestir, 2015. Foto tomada del catálogo de la artista.

Se considera una artista feminista que no está ajena a las muchas posturas y machismos latentes.

Si miramos las estadísticas de género en la escolaridad, existe un amplio por ciento de mujeres en las aulas de nivel medio (academias); sin embargo, terminan graduándose en el nivel superior (ISA) un por ciento más alto de hombres. De igual manera sucede con los premios de artes plásticas en nuestro país: hasta la fecha, el número de mujeres premiadas no es ni la mitad de la mitad, en comparación con los hombres premiados.

Sobre el valor simbólico como capital de sutiles lecturas a partir de un eficaz tratamiento de la belleza en cada pieza —aunque estas, en algunos casos, sean confeccionadas a partir de desechos o materiales reciclados, como paños de cocina o bolsas usadas de té—, explica que “la belleza es poder, y, sin duda alguna, el universo de la indumentaria tiene fuerza incuestionable”. Aunque para ella no es un acto preconcebido porque no es del todo consciente de esa belleza durante la creación. “Cuando se unen materiales no convencionales a una indumentaria clásica, visualmente termina llamando poderosamente la atención”.

Coser es para Gabriela Reyna una terapia. “Es como hacer yoga. Me mantiene presente y me siento muy cómoda realizando estas labores”. Se siente fascinada por todo lo que tenga que ver con hilos y tijeras: “La simple acción de pasar la aguja por la tela o unir materialidades es algo que me seduce. La fuerza de la costura es hermosa”. Además, en el momento en que confecciona las piezas, se vuelve perfeccionista, como si estuviera trabajando en la alta costura.

Cosas de Hembra

La serie Cosas de Hembra comenzó, según declara la artista, por el deseo de pintar. Consiste en la apropiación de retratos femeninos pintados por artistas masculinos a lo largo de la historia del arte, y dialoga con la manera en la que se ha figurado la imagen de la mujer en la tradición masculina de la pintura universal. Las piezas ofrecen una versión resignificada del hecho artístico en una realidad más cercana. Al respecto de su motivación de realizar este proyecto, cuenta que, en la academia, cuando se comienza a pintar, se copia (como ejercicio) la técnica de los grandes maestros, que son, en su gran mayoría, hombres.

Ahí encontré un punto de giro. Al final, muchas mujeres artistas como yo llegábamos a pintar como esos maestros de la pintura. Así que comencé a pintar como ellos, pero con mis propios materiales: maquillaje y toallas desmaquillantes.

El proyecto fue creciendo y fue más que la acción de pintar y evidenciar su dominio en la técnica. “Cada vez que escogía un cuadro me daba cuenta de que eran retratos femeninos”. Lo importante para ella era la historia descubierta detrás de cada uno de esos retratos.

Definitivamente, la mujer ha sido la musa por excelencia, algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosas porque nuestros rostros y cuerpos conforman, en su mayoría, la historia del arte. Sin esas amantes, esposas, madres, hermanas, artistas silenciadas de la época y las anónimas, quizás la imagen del arte en los siglos XVIII, XIX y principios del XX sería otra.
Varias piezas de Cosas de Cosas de Hembra (2013-2021) de Gabriela Reyna.
Varias piezas de Cosas de Hembra (2013-2021). Foto tomada del catálogo de la artista.

Encarnar en el propio cuerpo enunciados y planteamientos sociales, políticos y culturales a través de la acción performática, es una característica poderosa de la performance. A partir de ahí se produce un diálogo directo con el espectador. Para la Gabriela Reyna, la performance representa un reto.

Aunque no lo parezca, tengo miedo escénico. Por eso me interesa la sutileza, la contemplación de una acción sencilla o de rutina que pase desapercibida. De ahí que la interacción con el espectador sea casi nula o, al menos, no me involucro de una manera intensa. Me intimida mirar a los ojos del otro, por eso prefiero accionar enfocada en mí.

El artista no debe dejar de expresar su incomodidad

En cuanto a su opinión sobre si el arte, mediante la imagen o la acción performática, ofrece alguna utilidad como herramienta de cambio en una sociedad profundamente fracturada como la cubana, y en qué medida puede desafiar y subvertir los estereotipos de género, la artista sostiene que el circuito del arte es elitista por excelencia, y muy difícilmente producirá un cambio a nivel de masas desde las artes visuales. “Mirando otros medios, como el cine o la música, sí hay influencia latente en el desarrollo social”.

Al mismo tiempo cree que el artista no debe dejar de expresar su incomodidad o su postura en la sociedad en la que se encuentre.

De alguna manera el arte es un poderoso llamado de atención. Es eso lo que espero: la curiosidad de, al menos, una sola persona, como el profesor que solo tiene un buen alumno, y ya por eso su clase valió la pena.
Gabriela Reyna
Gabriela Reyna. Foto: Cortesía de la entrevistada

Pudiera decirse que el centro de su obra no es un reclamo en sí, sino más bien una exposición de su propia esencia.

Una búsqueda incesante por reivindicar la fuerza de la mujer, por encontrar ese espacio donde podamos reconocernos todas y también todos, porque en mi proceso creativo, la sinceridad es imprescindible. No me sale hablar de algo que no he vivido, y creo que en eso radica la verdad de la obra.

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