Entrevista | La belleza, lo doméstico y lo sutil en la obra de Gabriela Reyna
“La obra de la artista visual Gabriela Reyna explora y expone códigos tradicionalmente asociados con la femineidad. El uso de maquillaje en lugar de óleo o acrílico acentúa su objetivo estético y social.”
…el vestido, un lugar habitado, un espacio vivido...
Vístete con mi fuerza, con mi fragilidad, con mi incomodidad,
con mi serenidad, mi preocupación, mi intimidación,
mi lucha, mi naturaleza,
con esto que somos todas.
Tomado del dosier de la artista
Graduada de la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, en 2011, y del Instituto Superior de Arte (ISA), en 2016, en la especialidad de escultura, Gabriela Reyna (La Habana, 1991) se dedica a pintar o a representar escenas y figuras femeninas sobre toallas desmaquillantes en lugar de lienzo, y maquillajes en vez de óleos o acrílicos. La belleza, lo doméstico y lo sutil, son algunos de los elementos que componen sus piezas.
En 2023 recibió la Beca Espuela de Plata que otorga la Fundación Mariano Rodríguez, acompañada en esta edición por la Fundación Brownstone. La beca dota a un artista emergente cubano con un programa personalizado de mentorías de la mano de notables investigadores, artistas y profesores.
Podría pensarse que la elección de materiales no tradicionales se debe a la escasez que enfrenta la isla, o sea, una forma creativa de superar ciertos obstáculos, pero la verdad es que estos elementos son usados por la artista más bien por la carga simbólica que representan en su obra, pues están vinculados a la significación de su discurso. “Comenzó como experimentación y me enamoré de ellos. Creo que fue todo lo contrario a lo que se cree: increíblemente es más difícil conseguir maquillaje y toallas húmedas en Cuba que acrílico, óleo y lienzo”.
Lo doméstico como fuente de inspiración
En su trabajo artístico llama la atención la utilización recurrente de artículos representativos de la femineidad como tacones, maquillaje, vestidos, etc., además de que, en la performance, ejecuta acciones atribuidas históricamente a las mujeres por la sociedad patriarcal.
Asegura que queda aún mucha historia por contar desde los supuestos clichés femeninos.
Se considera una artista feminista que no está ajena a las muchas posturas y machismos latentes.
Sobre el valor simbólico como capital de sutiles lecturas a partir de un eficaz tratamiento de la belleza en cada pieza —aunque estas, en algunos casos, sean confeccionadas a partir de desechos o materiales reciclados, como paños de cocina o bolsas usadas de té—, explica que “la belleza es poder, y, sin duda alguna, el universo de la indumentaria tiene fuerza incuestionable”. Aunque para ella no es un acto preconcebido porque no es del todo consciente de esa belleza durante la creación. “Cuando se unen materiales no convencionales a una indumentaria clásica, visualmente termina llamando poderosamente la atención”.
Coser es para Gabriela Reyna una terapia. “Es como hacer yoga. Me mantiene presente y me siento muy cómoda realizando estas labores”. Se siente fascinada por todo lo que tenga que ver con hilos y tijeras: “La simple acción de pasar la aguja por la tela o unir materialidades es algo que me seduce. La fuerza de la costura es hermosa”. Además, en el momento en que confecciona las piezas, se vuelve perfeccionista, como si estuviera trabajando en la alta costura.
Cosas de Hembra
La serie Cosas de Hembra comenzó, según declara la artista, por el deseo de pintar. Consiste en la apropiación de retratos femeninos pintados por artistas masculinos a lo largo de la historia del arte, y dialoga con la manera en la que se ha figurado la imagen de la mujer en la tradición masculina de la pintura universal. Las piezas ofrecen una versión resignificada del hecho artístico en una realidad más cercana. Al respecto de su motivación de realizar este proyecto, cuenta que, en la academia, cuando se comienza a pintar, se copia (como ejercicio) la técnica de los grandes maestros, que son, en su gran mayoría, hombres.
El proyecto fue creciendo y fue más que la acción de pintar y evidenciar su dominio en la técnica. “Cada vez que escogía un cuadro me daba cuenta de que eran retratos femeninos”. Lo importante para ella era la historia descubierta detrás de cada uno de esos retratos.
Encarnar en el propio cuerpo enunciados y planteamientos sociales, políticos y culturales a través de la acción performática, es una característica poderosa de la performance. A partir de ahí se produce un diálogo directo con el espectador. Para la Gabriela Reyna, la performance representa un reto.
El artista no debe dejar de expresar su incomodidad
En cuanto a su opinión sobre si el arte, mediante la imagen o la acción performática, ofrece alguna utilidad como herramienta de cambio en una sociedad profundamente fracturada como la cubana, y en qué medida puede desafiar y subvertir los estereotipos de género, la artista sostiene que el circuito del arte es elitista por excelencia, y muy difícilmente producirá un cambio a nivel de masas desde las artes visuales. “Mirando otros medios, como el cine o la música, sí hay influencia latente en el desarrollo social”.
Al mismo tiempo cree que el artista no debe dejar de expresar su incomodidad o su postura en la sociedad en la que se encuentre.
Pudiera decirse que el centro de su obra no es un reclamo en sí, sino más bien una exposición de su propia esencia.
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