Entrevista │ Nereida Apaza: “Poner el alma en defensa de las niñas”
“La historia y el sistema machista, el patriarcado, han invisibilizado todo lo que hemos hecho conjuntamente, hombres y mujeres, por la sociedad.”
Nereida Apaza, artista visual peruana, nos comenta en esta entrevista sobre su práctica artística diversa y su vinculación con la crítica feminista mediante el arte textil. Participando en la controvertida 15 edición de la Bienal de La Habana, nos cuenta también sobre su experiencia en Cuba.
Explorar diversos lenguajes
Me ha parecido pertinente, a la hora de hablar con las artistas, que sean ellas mismas quienes, primeramente, se introduzcan y cuenten a los lectores los ámbitos del arte en los que trabaja. Así pues, cuéntanos un poco sobre quién eres.
Mi nombre es Nereida Apaza Mamani. Soy del sur de Perú, específicamente de la ciudad de Arequipa. Soy artista visual y mi práctica es multidisciplinaria. En los últimos años, he estado trabajando sobre todo con los textiles, pero también he indagado en lenguajes como el audiovisual, a través de animaciones en stop motion. También he trabajado en cuadernos de artista, ensamblaje, escultura, algo de cerámica y hasta poesía. Intervención en el espacio público también, y performance.
A diferencia de otros artistas que se especializan en algún medio de expresión, tú tienes un amplio campo de trabajo, y muchas técnicas a tu disposición, a qué se deben estos intereses tan diversos.
Bueno, esto no es porque sea una artista súper talentosa y muy dotada de cualidades y habilidades, sino más bien esta indagación en diversos lenguajes artísticos es por intentar encontrar la manera, la forma más precisa o adecuada en que se pueda expresar una idea, un sentimiento, un concepto.
En mi ciudad, Arequipa, es difícil acceder a galerías de arte o centros culturales cuando uno es una artista que recién está empezando. Por ejemplo, empecé a hacer stop motion porque una galería de arte virtual del Perú me propuso tener una exposición individual. Entonces me dije: ¿Qué formato se adecua más a las redes, al Internet? Que no sea solo poner una imagen de un trabajo ya hecho, que además va a perder el tamaño, el detalle, la forma en la que se percibe. Y empecé a hacer estas animaciones en stop motion, que fueron videos cortos de un minuto, más o menos.
O sea, fue por una necesidad de adecuarme al espacio que vi. Así desarrollé esta propuesta en stop motion, que no he dejado de hacer. O sea, fue como iniciar un camino que me ha permitido experimentar, me ha permitido hacer cosas que de otra manera no podrían hacerse, no en un cuadro o en un cuaderno, ni en una pintura. He intentado explorar diversos lenguajes por ese motivo específico.
Bordar es una forma de expresarnos
Mencionaste al inicio que últimamente estabas más enfocada en el textil: ¿cómo y por qué te acercas a este lenguaje.
Empezó por un problema económico. Cuando estudiaba en la Escuela de Bellas Artes, no tenía dinero para comprar gran cantidad de óleos para hacer cuadros. Lo que tenía a la mano en casa, porque mi mamá es costurera, eran agujas, hilos, telas, una máquina de coser. Y con este material empecé a hacer mis primeras propuestas de último año de estudio: una técnica mixta entre pintura, telas e hilos.
Trabajando con esos materiales, sentí una comodidad y un deleite, como si estuviese navegando por aguas muy tranquilas, respirando, meditando. Me di cuenta de que es un oficio que he aprendido desde niña, porque yo veía a mi madre trabajar, y sin enseñarme ella, solo viendo, aprendí que es una técnica laboriosa, de mucha paciencia, una técnica que requiere fuerza, porque cada puntada que uno da es una fuerza fina que se hace. Es muy delicado, y hay que tener mucha resistencia, ¿sabes? Es algo que me ha ayudado a ser paciente, a tener mucha más fortaleza, a ser persistente. Y siento que es un legado de mi madre. Es algo que ella me ha legado y que yo estoy empezando a usar también como una forma de trabajo, de propuesta.
Históricamente, el textil como medio de expresión artística ha sido discriminado en las ferias de arte y las bienales. ¿Qué crees de esta situación?
Es cierto, en el Perú también hay todo un debate sobre las bellas artes y el arte popular. No hay que discutir si es arte popular, folklórico. Es creación, y es la transmisión de quiénes somos como sociedad, de dónde venimos, y también se proyecta, porque algunos trabajos son muy críticos, hacia dónde vamos como sociedad.
“Bordar es ahora una forma de expresarnos, de encontrar una voz para decir quiénes somos, qué queremos, qué hacemos en esta sociedad.”
Yo considero que hay tal riqueza en la Amazonía, en la Costa, en los Andes de mi país, que deberíamos, no solo los artistas, aprender las técnicas de los maestros artesanos. Porque son años y años de trabajo, de búsqueda, de refinamiento de sus diversos procesos.
A pesar de la belleza de estas técnicas tradicionales, siempre han estado asociadas a las clases pobres, a las poblaciones indígenas, a las mujeres…
Es muy cierto. Se asocia mucho a que es una práctica del ámbito doméstico. Está circunscrita al hogar, a la casa, al cuidado, a las mujeres, que son las que bordan, son las que hacen uso de esta técnica. Pero ¿hasta qué punto nosotras mismas podemos hacer uso de esto para subvertir ese orden? Ya no desde la pasividad y la obediencia, sino más bien desde una reacción, desde un alzar la voz, desde una forma más urgente de decir que nosotras también pensamos, opinamos, hacemos y hemos construido esta sociedad. La historia y el sistema machista, el patriarcado, han invisibilizado todo lo que hemos hecho conjuntamente, hombres y mujeres, por la sociedad.
Es interesante esta vinculación de una labor doméstica como el bordado con la lucha feminista.
Bordar es subvertir el orden de las mujeres. Bordamos no porque cuidamos nuestro hogar, o porque ese sea nuestro rol de género; bordar es ahora una forma de expresarnos, de encontrar una voz para decir quiénes somos, qué queremos, qué hacemos en esta sociedad.
Una educación feminista
Ahora que sale el tema, ¿cómo se vinculan tu obra y tú con el feminismo?
Yo creo que definitivamente las mujeres estamos en desventaja en muchos aspectos en la sociedad. Para empezar, las tasas de analfabetismo, el desempleo, las posibilidades de estudiar, de desarrollar una profesión, la violencia contra las mujeres… Son muchos aspectos que hacen urgente que nosotras, las mujeres mismas, empecemos a trabajar, como lo han hecho ya nuestras antecesoras, por nuestros derechos. Y el arte, sin lugar a dudas, es un territorio que nos va a permitir indagar sobre estas problemáticas.
El arte, como una forma de transmitir mensajes, una forma de crítica social, nos va a permitir plantear diversos cuestionamientos a través de imágenes, textos. Hablo de las diversas artes. Creo que es lo que nos corresponde hacer: dar la batalla, poner el cuerpo, la voz, poner el alma en defensa de las niñas, del futuro de ellas, para que su futuro sea mejor que nuestro presente, para que no sufran violencia, que no tengan miedo de vivir, de salir a la calle… Eso pasa mucho en todo el mundo, en nuestros países, en Latinoamérica.
“Es lo que nos corresponde hacer: dar la batalla, poner el cuerpo, la voz, poner el alma en defensa de las niñas, del futuro de ellas, para que su futuro sea mejor que nuestro presente, para que no sufran violencia.”
Hay una violencia que es salvaje y de la cual se habla de forma morbosa. Porque no se dice cuál es la raíz de ese problema, solo se muestra lo que sucede, y eso no contribuye. Entonces, para mí, el arte en estos momentos, como estoy mostrando en mi trabajo, es una forma de hablar de cómo vivimos las mujeres, y de cuánto podemos construir a través del arte, como un discurso que subleva, que quiere un cambio, que exige un cambio.
Quería preguntarle, entonces, cómo surge esta instalación que usted trae.
Estoy convencida que la educación es un camino para la transformación social. Definir qué es educación, qué es conocimiento, qué tipo de educación necesitamos, eso es algo que hay que empezar a trabajar.
El modelo educativo que yo recibí es el que presento en esta instalación de la Bienal: un aula donde la autoridad está delante y los demás solo pasivamente escuchamos. Aprendemos, pero repitiendo, memorizando, no pensando ni criticando.
He presentado dos instalaciones que reflexionan sobre el tema educativo como una forma de crítica general a la sociedad, para que cuestionemos qué tipo de educación estamos recibiendo, qué tipo de educación estamos dando, ya sea en el ámbito institucional, como en los colegios, o en el hogar.
Me parece fundamental que hablemos de estos temas, porque damos por hecho que la educación es así y no va a cambiar. Sin embargo, creo que hay que empezar a cuestionar cuáles son los fundamentos de esta educación, por qué no emplear otras metodologías. Hay muchas innovaciones en el mundo, otras formas de educar. ¿Por qué no aplicarlas a nuestra realidad en el largo y mediano plazo? Yo creo que sería hermoso poder ver generaciones de niños educados de una manera distinta.
Cuba: un pueblo que fue defraudado
Ya que mencionó su participación en la Bienal, ¿qué fue lo que la motivó a participar en la Bienal de La Habana, y cómo ha sido para usted la experiencia?
La invitación a participar con estas dos instalaciones viene por un tema de curaduría. Como te he mencionado, tengo varios trabajos, uno de ellos son los textiles y las curadoras. Me hablaron sobre esta posibilidad y siento que este trabajo, que es reciente, del año 2023, era el más apropiado para presentarse.
Ahora, con respecto a la Bienal me siento muy... Ha sido una experiencia compleja llegar a La Habana y ver la realidad de este país. Ha sido difícil darse cuenta de que se puede hablar mucho sobre Cuba en el exterior, pero si tú no estás aquí, creo que no se entiende la situación realmente.
“Cuba es un pueblo que empujó sus ideales, pero que fue defraudado finalmente en lo que quiso lograr. La situación de escasez es lo que más me preocupa.”
Pueden contarnos muchas cosas. Pero si uno no está aquí, no se da cuenta de la situación. ¿Y cuál es la situación? Siento que es un pueblo que empujó sus ideales, pero que fue defraudado finalmente en lo que quiso lograr. La situación de escasez es lo que más me preocupa. También, como latinoamericana, me duele la indiferencia de todos nuestros demás países de Latinoamérica.
Lo que me llevo de mi participación en la Bienal es hablar de esto, con un sentido de respeto, de solidaridad y siempre desde un deseo de cambio y esperanza.
Me llevo también la alegría de los artistas trabajando en una Bienal les parece importante. Eso habla de lo que somos los latinoamericanos, de nuestras realidades, nuestros problemas, porque nos sentimos aquí todos hermanados en nuestras problemáticas comunes, en nuestros sueños comunes. Ese ha sido el espíritu durante el montaje, por ejemplo, apoyándonos, sabiendo que estamos construyendo algo que nos ayudará a seguir pensando. Porque nos vamos muy inspirados sobre qué hacer ahora, después de haber vivido esta experiencia.
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