My Diary | Dios nos salve (de las redes sociales)
Hoy en mi columna me centro específicamente en las redes sociales y en su lado más oscuro. Muchos sabemos que por este medio se pueden encontrar personas conocidas, interactuar con ellas, hacer amistades nuevas, buscar pareja, participar en grupos que discuten temas del interés de cada cual. También se pueden compartir contenidos como imágenes, textos y videos. Se pueden realizar búsquedas de toda índole e incluso generar anuncios y ganar dinero, en fin...muchas posibilidades y hasta ahí todo me parece estupendo.
Pero la revolución de las redes sociales está lejos de ser sólo positiva. Además de mantener a la mayoría de los usuarios ocupados en actividades inútiles, las redes sociales tienen un impacto psicológico muy negativo. Según estudios la generación joven es la que más lo sufre, probablemente porque tiene menos puntos de referencia para protegerse y todavía están en fase de construcción.
¿El uso de las redes sociales nos hace más propensos a sufrir problemas de salud mental?
Me despierto cada día y lo primero que hago es tomar el móvil en mis manos. Comprendo que este objeto ha comenzado a funcionar en mí como un órgano más del cuerpo. Reviso las redes sociales y supongo que debería agradecer el aún poder pertenecer al mundo de los vivos, para seguir presenciando, con asombro, la manera en que obran algunos humanos, y lo poco empáticos y deshumanizados que algunos pueden llegar a ser.
Las redes han revolucionado el uso de Internet y de las relaciones entre las personas, pero también han creado muchos males que a menudo se ignoran. Por ejemplo, según una investigación llevada a cabo por Instagram a lo largo de 2019 y 2020, reveló que «las adolescentes culpan a Instagram por el aumento de su ansiedad y depresión». Según estos datos, sacados a la luz por The Wall Street Journal, y no por la red social, un 13% de las usuarias británicas y un 6% de las estadounidenses achacan a la red social sus pensamientos suicidas.
Algunas de estas plataformas de interacción han llegado para crear un caos en nuestras vidas y en las vidas de otras personas.
Tendencias racistas y misóginas dentro de las redes sociales
En lo personal, mis redes sociales más utilizadas son Facebook e Instagram y las tengo más bien por cuestiones de trabajo. También tengo Twitter y Tiktok. A pesar de que ya estoy muy alejado de lo que fue mi adolescencia, tengo que decir que hay muchos momentos en el día que ciertas noticias y publicaciones me enturbian el día. Me hacen sentir melancolía y ganas de no seguir dentro de ninguna red.
Cada día te encuentras con paquetes de memes de todo tipo, y las tendencias que priman casi siempre tienen un aire misógino racista y homofóbico.
Me he dado cuenta de que todo eso influye de manera negativa en mi cotidianidad.
Por otro lado, en más de una ocasión he visto posts de amigos anunciando que necesitan salirse por un tiempo de Facebook para proteger su salud mental, pero luego en menos de una semana les veo de regreso. Esta actitud que depende de muchos factores, claro está, también está muy ligada al carácter adictivo de las redes sociales.
Contar con este espacio virtual, para muchas personas se nos ha hecho tan necesario como respirar o alimentarnos. Nos hemos creado una vida paralela donde de algún modo podemos expresarnos de forma distinta al espacio "físico", aunque siempre contando con la censura de los algoritmos.
Se nos impuesto como importante el hacerle ver al otro cómo va marchando nuestra vida, o al menos una parte de ella.
Hartos de ver posts del último viaje realizado, de la última comida elaborada o comprada, de lo felices que somos con nuestras mascotas; del perfume de moda, del perrito indisciplinado o del gato demasiado tierno....
Se regalan lluvias de imágenes de hijos y familiares en sus celebraciones de cumpleaños o de fines de año. Se observan posts de regocijo al mostrar la pareja del momento. O publicaciones abatidas ante la más reciente muerte.
Chanchullos virtuales, guerras de egos, tiraderas, y un sinfín de otras cosas que sin apenas uno darse cuenta se van acumulando en nuestro disco duro mental y que a veces cuesta mucho poder limpiar.
En lo particular me cuesta conciliar el sueño normalmente y temo que es ante tanta información. Al parecer a mi cuerpo le resulta imposible borrar del todo cada día. Ni siquiera practicando la meditación guiada consigo sacarme toda esa mierda acumulada.
Por lo pronto continúo buscando alternativas saludables e intento comprender que siempre tendremos la opción de poder salir y descansar aunque sea por un tiempo.
Nonardo Perea
(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).
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