«CORPORA AUTEN» (nomadismos)

| Escrituras | 29/09/2021
"SOS manos". Imágenes: Nelly del Río

I

Salgo a caminar por mi barrio en la tarde: debo cubrir al menos 6, 000 pasos diarios, para garantizar algo de salud física y mental. Descubro unos árboles que atraen por la sensualidad de sus formas. Los miro, los palpo, y me hermano con sus gestos. Decido visitarlos a menudo, vivir el silencio profundo en cada una de sus ramas. Más tarde, el espacio virtual me revela su nombre, que remite a la escena bíblica donde un señor principal, de baja estatura, decide subirse a uno de estos árboles para entrever a Jesús. 

Era aquella una época de copiosas migraciones, de mezclas étnicas, culturales, y de tantísimos credos. Lejos quedaba el (mítico) primer desplazamiento, que se supone partió de África y se expandió por el globo a lo largo de siglos, batallas, de hambrunas y epidemias. Los caminantes aprendieron a cultivar parcelas, desviaron el curso de los ríos, o aprovecharon el contorno de los lagos para fundar ciudades. 

En algún momento decidieron cruzar océanos; o descubrieron caminos  conectados con lo que hoy es tierra continental. Al menos, eso es lo que todavía se cree en algunos de los pueblos nativos de Norteamérica. No se sabe qué fue primero: eran/fueron las primeras migraciones: ¿Qué fue de uno solo de aquellos hombres? ¿Qué partícula de experiencia podía legarnos uno de entre todos ellos? Desde entonces, movernos es un principio imprescindible, aunque emigrar fuera y siga siendo un drama.

«SOS cuerpos».

II

Al dolor del desplazamiento forzoso se suma para el cubano un desarraigo que aumenta, incluso dentro de los límites territoriales: y es el extrañamiento de lo que se ha sido, y se desdibuja sin que haya tiempo para adaptarnos. Ni siquiera para sujetar un pequeño hallazgo y hacer algo por ser, o sentirnos coherentemente cubanos. Esa angustia se da, y crece en ambas circunstancias, aunque de manera muy especial en los que vivimos el exilio propiamente dicho. 

«Gota».

Es imposible no vivir el dolor del hogar huérfano de uno mismo, desdibujado no ya por la distancia, sino por un mayor y más penoso aunque irreversible desprendimiento: el verte privado a ti mismo de hacer algo que remiende, o que de algún modo integre las piezas de un desamparo que el otro lado igual padece, antes y después de tanto y tan inútil sacrificio, allá en el patio familiar.

No es la problemática exclusiva de este o de cualquier otro país, de esta o cualquier otra época. El desplazamiento es una suerte de condición eterna, que se lleva con malestar, aun en medio de las realizaciones que concede el movimiento. Llevada a extremos, nuestra época rebasa cualquier idea de humanidad, cuyos contrastes van de la conciencia de sus valores (sean o no cumplidos) a prácticas inéditas de salvajismo tantas veces disfrazado de evolución. De eso puede hablarse, y se habla, sin llegar más lejos. 

«Ah, Isla».

III

De exilio hablan las imágenes que encontré en mi rutina de caminante, necesitada de un mínimo resguardo. Me precedían y siguen estando cuando he pasado, más allá de que intente comprenderlas.  Más allá de que fuera o no indiferente a ellas. Pero el caso es que no pude evitar mi escrutinio. Se clavaron en mí, se hicieron vísceras, músculos que pujaban por cubrir sus huesos, para que los llevara también a caminar: ¿Quién los hizo? “SOS Cuba” es la firma de su creador. ¡Ni más, ni menos! No voy a cambiarla yo.

En el momento que obturaba, una mujer salía con su perro. Obviamente desconfiada, echaba un ojo escurridizo a la cámara y a mí. Aproveché para preguntarle: “¿Halloween?” Sin pensarlo dos veces, respondió: “No hija, si falta más de un mes”. Pero  mientras se iba, subrayó su desdén: “¡Cada loco con su tema!” Yo nada más sonrío a esta otra forma de ser cubana. 

«Adiós».

Sobre un camión viajan dos muertos serios, uno fumándose un tabaco, el otro con la mirada en el vacío. De pie, a cierta distancia, una bruja platinada se sujeta a un mástil, contra no se sabe qué desoladores vientos. No he creado a estos personajes: soy el testigo mudo, compensado por un Dios, o por un hombre que necesitaba entrever a un Santo. Es más fácil adaptar el cuerpo (y de ningún modo lo es), antes que adaptar el espíritu. Somos, con mucho, lo que hemos sido. El movimiento y la eternidad. De los árboles quiero conocer, y a ellos volveré por noticias. 

                                                                  (En Miami, Florida, 19 de septiembre de 2021)

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