La Federación de Mujeres Cubanas: una historia por contar (segunda parte)

“Concebida bajo el error de que todas las mujeres piensan igual, la FMC ha despreciado siempre a la intelectualidad y las artistas.”

| Escrituras | 22/10/2024
X Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), marzo de 2019.
X Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), marzo de 2019.

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Los primeros meses después de 1959 fueron, en verdad, muy difíciles para todos aquellos que de una forma u otra participaron en la lucha contra Fulgencio Batista. El desconcierto, las dudas y cuestionamientos acerca de lo que se proponían aquel grupo de individuos, jóvenes por demás, en relación con el poder y el rumbo político de la isla estaban en primer plano.

El dogma y el rechazo a la Historia

Era obvio el hecho de que no todos aquellos que estaban situados en el protagonismo de la lucha contra el tirano profesaban iguales credos políticos. Las posturas iban desde un nacionalismo confeso en contra de posiciones comunistas, como expresaron públicamente Armando Hart y Faure Chomón, hasta aquellos que abogaban por un cambio hacia una democracia representativa caracterizada por la justicia social y una economía planificada.

Esta última idea había sido expresada por Castro en una entrevista realizada por la prensa norteamericana en la Sierra Maestra, en 1958. Además, en su discurso del 16 de marzo de 1959, ante instituciones cívicas cubanas, Castro afirmó que: “nuestra revolución es tan cubana como nuestras palmas”.1 Y en esa misma alocución fue tajante al afirmar:

Que no vengan, ni soñando, a comenzar las campañas tendenciosas y falsas; a querer confundir aquí al pueblo acusando a la revolución cubana, endilgándole calificativos determinados, llamándonos, en dos palabras, comunistas […] Llamarnos comunistas, ¿por qué? Llamarnos comunistas ¿para qué? ¿Acaso para asociarse a intereses extranjeros enemigos de Cuba? ¿Acaso para asociarse a oligarquías internacionales, que han visto en el triunfo de la revolución cubana y en la destrucción de la maquinaria militar de la tiranía un peligro para sus intereses retardatarios y antipatrióticos? […] Porque nosotros hemos proclamado el respeto a todas las creencias religiosas, el respeto a todas las ideas políticas, y empezamos a no tenerle miedo a ninguna.2

Todo esto era una jugada muy bien hecha por Castro, pero no es este el espacio ahora para analizarla. Las ideas del marxismo-leninismo más dogmático prevalecían en el Partido Socialista Popular, que de inmediato, sin mérito alguno, se empezó a situar al lado del poder que ambicionaba.

Hubo posturas como la de Ernesto Guevara, que simpatizó con los marxistas chinos y soviéticos en un primer momento. Pero al lado de esto, otras expresiones ideológicas, todavía por estudiar, como el troskismo movieron a algunos jóvenes que participaron en las luchas. Las ideas martianas, la presencia de un humanismo nacionalista fueron otras posiciones presentes en aquellos años.

En medio de esta diversidad de intereses y posturas ideológicas se sitúan también las mujeres que participaron en la lucha contra la tiranía batistiana. Organizadas en diversas secciones, lo que parece haber predominado en ellas fue, con excepción de las mujeres del Partido Socialista Popular, un credo martiano y nacionalista.

Gladys Marel García, importante historiadora cubana, protagonista de muchos de estos hechos, al comentar acerca de aquellos años, ha expresado las enormes dificultades que se presentan para una evaluación de los mismos. La historiadora ha señalado el lastre que significan el dogma soviético y el rechazo a la Nueva Historia a la hora de abordar este período. Ese es uno de los elementos que han impedido, a mi juicio, el estudio de una historia de las mujeres en la isla. Gladys Marel García lo expone con meridiana claridad:

Hacer una nueva historia, diferente y capaz de tener en cuenta un enfoque de género para analizar la participación de la mujer, fue una necesidad imperiosa a partir del triunfo de la Revolución. Se hizo evidente la importancia de la narración oral sobre la gesta recién ocurrida, y las publicaciones se iniciaron con los testimonios de combatientes y dirigentes femeninos y masculinos.
[…] en el campo de las Ciencias Sociales y la cultura, de manera especial a partir de 1961, se introdujo el aparato conceptual y el dogma ortodoxo del llamado “socialismo real” de origen soviético, y en consecuencia aparece una historiografía ajena y distorsionada.3

Las Brigadas Femeninas Revolucionarias

Milicias Nacionales Revolucionarias Femeninas, fundadas en 1959.
Milicias Nacionales Revolucionarias Femeninas, fundadas en 1959.

La historia gubernamental solo ha reconocido a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) como la única organización que surgió para agrupar a las mujeres de la isla en 1960. Ha desconocido totalmente que, en verdad, incluido Castro, que la primera organización femenina que se funda Cuba en 1959 fueron las Brigadas Femeninas Revolucionarias del 26 de Julio. La fundación de esta agrupación ocurrió en marzo de 1959, por indicación del comandante Ernesto Guevara. La persona sobre la que recayó tal responsabilidad fue la historiadora Gladys Marel García.

Aquellas brigadas agruparon a las mujeres, sin distinción de ningún tipo, con el objetivo de apoyar las diferentes tareas que emergían con la rapidez del entusiasmo revolucionario de aquellos primeros momentos. Tuvieron entre sus objetivos de trabajo la lucha contra el flagelo de la prostitución, la regeneración de los presos comunes y la intervención en las barriadas más pobres de la capital para realizar los primeros censos y entregar juguetes a los niños que allí mal vivían.

No parece que haya habido una plataforma de acción, pero a pesar de esto movilizó a una buena cantidad de mujeres de diferentes sectores de la población y sindicatos que participaron, incluso, en la creación de las primeras milicias femeninas.

El Congreso Internacional de Mujeres

Delegación cubana que asistió al I Congreso Latinoamericano de Mujeres, en Santiago de Chile, en noviembre de 1959.
Delegación cubana que asistió al I Congreso Latinoamericano de Mujeres, en Santiago de Chile, en noviembre de 1959.

Todo indica, insisto, que estas brigadas realizaron su trabajo sin interferir en otras organizaciones femeninas que ya estaban desde antes de 1959 y que habían participado en la lucha contra Fulgencio Batista. Era el caso del Frente de Mujeres Cubanas, el Frente Cívico de Mujeres Cubanas, el Frente Cívico de Mujeres Martianas (este se disuelve en enero de 1959), las Mujeres Oposicionistas Unidas y el Movimiento de Mujeres Católicas Cubanas entre las más importantes. Hubo Secciones Femeninas del movimiento revolucionario 26 de julio también en el exilio.

Estaba también la sección femenina del Partido Socialista Popular, que había incumplido en más de una ocasión con las indicaciones emanadas del Frente Democrático Internacional de Mujeres (FDMI), al que pertenecía desde su fundación después de la II Guerra Mundial. Esa organización aprovechó las circunstancias del momento y, como refiere la historiadora Gladys Marel García:

En abril de 1959 la organización femenina del Partido Socialista Popular celebró una asamblea nacional e inició un movimiento de masas que le permitió lograr la correlación de fuerzas que conduciría en 1960 a la desaparición de las organizaciones y figuras insurgentes, portadoras de las ideas nacionalistas revolucionarias […]. De esta manera, en las relaciones de poder, lograron la representatividad fundamental para la creación y liderazgo de la futura Federación de Mujeres Cubanas.4

Según testimonio de la historiadora cubana, a las actividades realizadas por las Brigadas Femeninas que ella dirigía asistían Vilma Espín y Aleida March, pero no pertenecieron a esta ni a ninguna otra organización femenina en aquel momento.

Por tanto, no es de extrañar que a la constitución de la FMC no se invitara a ninguna de aquellas otras organizaciones de mujeres que aún existían en la isla. Tampoco se contó con ellas para formar la delegación cubana que iba a asistir al Congreso Regional de la Federación Democrática de Mujeres, conocido como el Congreso Internacional de Mujeres, que se celebró en Santiago de Chile.

La delegación cubana a este evento continental fue presidida por Vilma Espín. Para este congreso, por órdenes obvias de Castro, se nombró a la Espín presidenta de las mujeres cubanas. Para asistir a ese congreso internacional, Gladys Marel García, tuvo que convocar a una reunión de las brigadistas para poder ser elegida. El resto de las cubanas que acompañaron a la Espín fueron designadas, no elegidas.

Fundación de la FMC

Desfile de milicianas cubanas en 1963. Foto: Korda
Desfile de milicianas cubanas en 1963. Foto: Korda

Al regreso de aquel cónclave, donde se hizo evidente el pésimo trabajo de las comunistas cubanas, se decidió por el gobierno de Castro fundar la FMC. Al hablar de este hecho, García ha afirmado con la razón que le da el haber sido testigo:

Al Congreso de agosto de 1960 en que se constituyó la Federación de Mujeres Cubanas, no fueron invitadas las dirigentes de las organizaciones insurreccionales femeninas […]. Tampoco las que se organizaron en 1959 como secciones en las Casas del 26 de Julio, ni las Brigadas Femeninas Revolucionarias del 26 de Julio.
Comenzaba en Cuba la puesta en práctica del modelo soviético. A lo largo del mismo, se cambió el proyecto nacionalista de izquierda (1959-1960) por la tendencia vinculada al socialismo soviético (1961). Como parte de ese cambio, se disolvieron las organizaciones femeninas insurgentes de la revolución.5

Vilma Espín nunca hizo la clausura oficial de ninguna de sus magnas reuniones. Estas clausuras siempre fueron realizadas por Fidel Castro. Se está, pues, ante una organización de mujeres donde nunca hubo un discurso de mujeres. Yolanda Ferrer, quien estuvo con Vilma Espín desde los primeros momentos y la sustituyó en la dirección de la organización, en una entrevista que se le realizó para un programa de Cuba internacional en el año 2021, mintió sin cortapisas al decir que las mujeres cubanas se organizaron por primera vez después de la II Guerra Mundial, porque había un movimiento de mujeres muy fuerte en América Latina y en el mundo.

Tales ideas son una verdadera falacia. El movimiento femenino en el continente apenas existía y la llamada primera ola del feminismo internacional había perdido su fuerza inicial. La aparición de la Federación Democrática Internacional de Mujeres fue manipulada, desde los inicios, por la izquierda soviética y no fue fácil para ella insertarse en América Latina.

Hay que saber que la comunista Edith García Buchaca fue la delegada cubana a la constitución de esta organización en 1949. Las comunistas trataron de entorpecer la labor de las cubanas que participaron de esta Federación Democrática de Internacional de Mujeres en la Sección Cuba. Esto ya fue analizado anteriormente en este espacio.

Negación del feminismo cubano

Mujeres cubanas partiendo a la campaña de alfabetización en 1961.
Mujeres cubanas partiendo a la campaña de alfabetización en 1961.

Para Ferrer, la FMC nació no como iniciativa de Castro, ni de Vilma, sino de las propias mujeres de la isla, después de la firma de la primera Ley de Reforma Agraria, para poder defender a la revolución. Esa, según la Ferrer, era una idea que Vilma siempre tenía presente.

Acuden a Vilma porque ella era una leyenda viva […] porque Vilma no consideraba que fuera necesaria una organización de mujeres. Es entonces que le comenta a Fidel lo que le están planteando las mujeres. Fidel le respondió que eso era lo más revolucionario que había sucedido hasta el momento y le da la tarea a Vilma.6

No es de extrañar la manera en que se falseó y negó toda la historia de las mujeres en la isla. Castro necesitaba tener también bajo su mando y manipulación a las mujeres cubanas. ¿Quién mejor que una mujer mediocre e inculta como Vilma Espín para llevar a cabo el control que deseaba Castro sobre el universo femenino insular? Allí está una de las razones de la negación de la historia del feminismo en Cuba y de la mirada en bloque de una historia que para ellos comenzó en 1959.

Ya en la constitución de la organización de mujeres, Castro había señalado cómo las mujeres se habían unido:

Para trabajar, para trabajar y para luchar; se han unido en todas las tareas que la revolución nos trae; se han unido para la lucha y para el trabajo; se han unido para ayudar a la patria en cualquier circunstancia.7

Siempre trabajar, siempre luchar, siempre más sacrificio, y ¿la vida personal de las mujeres dónde ha quedado en estos discursos, sus deseos, anhelos, problemas, familias, en una palabra: el ser humano mujer u hombre, no importó nunca a este régimen? Lo que evidencia su absoluta falta de un auténtico HUMANISMO. Tres años más tarde, Castro volvía sobre lo mismo y decía algo tan monstruoso como esto en el Primer Congreso de la FMC ante la necesidad de abrir más círculos infantiles:

Si ustedes (se refiere a las mujeres) no luchan por esas cosas, posiblemente en los demás organismos no se van a acordar de eso; es necesario que sean ustedes las que promuevan y las que gestionen acerca de esto en los diferentes organismos administrativos, e impulsen la creación de esos centros que pueden aliviar a la mujer de una serie de tareas que hoy la esclavizan y le roban una enorme cantidad de tiempo que le quitan a la producción.8

Violencia y discurso único

Vilma Espín habla a milicianas cubanas.
Vilma Espín habla a milicianas cubanas.

No creo que sea necesario comentar nada. Pero no es posible, para mí, dejar de pensar en aquella diputada chavista que le gritó en la Asamblea Nacional a María Corina Machado que “se le veían las patas de gallina para salir en la televisión” y que “no se había hecho el botox”, porque ellas, las chavistas, no necesitaban de nada de esto y lo odiaban. Seguidamente, aquella mujer agredió a Machado, hasta fracturarle el tabique en cinco partes.

La violencia, por supuesto, ante la imposibilidad de reconocer al otro, es lo que siempre ha prevalecido en estos regímenes. Recuérdese también cómo la Espín trató, en un pasillo de las Naciones Unidas, de arrebatarle la cámara al periodista cubanoamericano que en los años noventa cubría la noticia para Univisión de la participación cubana en una de aquellas reuniones. En el intercambio entre el periodista y Vilma se evidenció el hecho de que, de pronto, ella no sabía que estaba en los Estados Unidos y uno de sus testaferros tuvo que recordárselo. Las palabras de Vilma Espín acompañadas del gesto de intentar quitarle la cámara al periodista fueron: “¡Trae! ¡Quítame eso de ahí! ¡Dame acá el video! Me la llevo. Dámela acá”, gritaba en los pasillos de la ONU mientras la alejaban del periodista de Univisión.

Para la cúpula del poder castrista nunca han existido “los discursos”, sino “el discurso”. El feminismo en Cuba no se movió en una sola tendencia, al contrario, su riqueza es que no hubo un solo discurso, sino diversas posturas y conflictos. Eso era algo que, si lo conocían, no lo iban a permitir. Alejandra Guerrero, en su ensayo “La paradoja de la representación en Cuba: un análisis con enfoque de género”, ha afirmado:

Para Vilma Espín, Cuba no necesitaba movimientos feministas, nunca los había tenido, e incluso expresaba públicamente su odio contra estos a finales de la década del setenta.
Estas afirmaciones son problemáticas por tres hechos concretos. El primero de ellos es que Vilma Espín […] haya dicho que en Cuba nunca había habido movimientos feministas invisibiliza múltiples procesos que se estaban gestando en las primeras décadas del siglo XX, antes de la Revolución […]. Esta estrategia se puede interpretar como una estrategia institucional del régimen para desconocer el legado de la época de la República y ubicar las acciones revolucionarias como una fase superior de las luchas sociales.9

La FMC y una historia por escribir

Secretaria General de la FMC, Teresa Amarelle Boué en el XI Congreso de esa organización, marzo de 2024.
Secretaria General de la FMC, Teresa Amarelle Boué en el XI Congreso de esa organización, marzo de 2024.

A lo largo de sus intervenciones Castro, ya fuera en la graduación de miles de campesinas que habían sido llevadas a La Habana a estudiar Corte y Costura, a quienes se les daba una máquina de coser gratis; o en la graduación de instructoras revolucionarias que les darían clases a las empleadas domésticas en 1962, hasta en la intervención donde clausuraba un curso de operadoras de tractores italianos llamados Piccolinos, para trabajar en aquella locura que fue el Cordón de La Habana en 1968, el denominador común, lo que siempre repetía una y otra vez, como “variaciones para un mismo tema”, eran estas palabras:

[…] pero simboliza también algo muy importante para la Revolución, que es la incorporación de la mujer al trabajo productivo, significa el principio verdadero de la igualdad de oportunidades para las mujeres, su acceso a una serie de actividades que pueden desempeñar perfectamente bien, con óptima calidad; significa cómo se van creando las condiciones mediante las cuales un verdadero régimen de justicia se establece en nuestro país.10

Así ha sido a lo largo de la dictadura más antigua que ha conocido América Latina y el Caribe. Mucho más que la de Alfredo Stroessner en Paraguay, que se mantuvo 35 años en el poder y era, en su día, la dictadura más larga del continente. Los Castro han podido, infelizmente, borrar la historia no solo de la mujer cubana, donde nunca han incluido a las afrodescendientes salvo a Mariana Grajales, cuya figura también ha sido manipulada, como la de las campesinas.

Nunca pudieron eliminar los solares, la miseria y las diferencias sociales que habían prometido borrar. La FMC, ni por un concepto de humanidad, se ha pronunciado por la liberación de las mujeres y adolescentes encarceladas del 11J. Como ha advertido la investigadora Manuela Navarro:

Actualmente, las mujeres cubanas no conocen sobre el feminismo, ya que en la isla no se venden libros ni literatura sobre este tema, de hecho, existe cierta desconfianza a lo que represente y signifique el feminismo, porque está estigmatizado como una amenaza para la masculinidad, de igual manera, este contiene una carga política y emocional fuerte, por lo que puede ser esa la razón por la cual no hay actualmente un discurso feminista en Cuba.11

La historia de la FMC está por escribir. Concebida bajo el error de que todas las mujeres piensan igual, esa institución femenina ha despreciado siempre a la intelectualidad y las artistas. Nunca creó una medalla, reconocimiento o mérito con los nombres ni de Gertrudis Gómez de Avellaneda ni de Aurelia Castillo de González. Sin embargo, cambió su logotipo en dos ocasiones hasta el que tiene hoy: la figura de Vilma Espín vestida de miliciana, la “eterna presidenta” que careció de un discurso orgánico y, por tanto, culto. Esa historia quizás algún día pueda hacerse, pero el daño que la FMC ha hecho y sigue haciendo a la mujer insular se paga, desde el punto de vista social, cultural y político, por generaciones y ya se está sintiendo.

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1 Fidel Castro Ruz: “Discurso ante instituciones cívicas cubanas del 16 de marzo de 1959”, en: www.fidelcastro.cu.

2 Ibídem.

3 Gladys Marel García Pérez: “Mujer y Revolución: una perspectiva desde la insurgencia revolucionaria (1952-1959) en: [https://www.rebelion.org/docs/92541.pdf]

4 Gladys Marel: “La mujer y el movimiento femenino cubano 1952-1960”, en: jovencuba.com/mujer/movimiento

5 Ibíd.

6 Intervención de Yolanda Ferrer en “Enlace Cuba”, programa televisivo del canal Cuba Internacional del año 2021.

7 Fidel Castro Ruz: Discurso en la constitución de la Federación de Mujeres Cubanas el 23 de agosto de 1960, en: www.fidelcastro.org.

8 Ibíd. Las cursivas son mías O.G.

9 Alejandra Guerrero: “La paradoja de la representación en Cuba: un análisis con enfoque de género”, en: Sergio Ángel Arboleda y Stephany Castro (comp.): Cuba en breve: datos y relatos de una revolución desencantada, Universidad de Bogotá, Colombia, 2020, pp. 41-42.

10 Fidel Castro Ruz: Discurso de clausura del primer curso de operadoras de Piccolinos, efectuado en Cangrejeras, el 30 de septiembre de 1968, en: www.fidelcastro.org.

11 Manuela Navarro: “¿Feminismo en Cuba? ¿Una causa perdida?”, Foro Cubano de Divulgación, vol. 6, no. 57, junio de 2023.

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