La Federación de Mujeres Cubanas: una historia por contar (primera parte)

“La FMC siempre ha negado el carácter diverso, contradictorio y difícil de las luchas de la mujer por sus derechos antes de 1959.”

| Escrituras | 27/09/2024
Vilma Espín habla a milicianas cubanas.
Vilma Espín habla a milicianas cubanas.

Constituida el 23 de agosto de 1960, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue una de las primeras organizaciones sociales creadas por el régimen castrista. Desde su fundación estuvo dirigida por Vilma Espín Guillois hasta poco antes de su muerte en el año 2007. Resulta de interés conocer que los libros que recogen la historia de la revolución cubana apenas se detienen en esta organización. No parece haber, ni siquiera en la Editorial de la Mujer, adscrita a la FMC, un libro orgánico que aborde la historia de la misma. Apenas se encuentran artículos, alguna que otra tesis, o acercamientos a cuestiones específicas del trabajo de la mujer en esferas como la salud, le educación, la producción, pero nunca nada en relación con la mujer como artista, escritora o intelectual. Tampoco sobre la mujer campesina o negra.

Historia y censura

Primer Congreso Nacional de Mujeres, La Habana, 1923.
Primer Congreso Nacional de Mujeres, Gran Teatro de La Habana, abril de 1923.

En el año 2012 apareció un libro de la editorial Pathfinder Press titulado, La mujer en Cuba. Haciendo una Revolución. Desde Santiago de Cuba y el Ejército Rebelde a la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, firmado por Vilma Espín, Yolanda Ferrer (quien, tras la muerte de Espín, la sustituyó en la dirección de la FMC) y Asela de los Santos, una de las amigas más cercanas de la “eterna presidenta de la FMC”. El compromiso entre ellas hacía obvio el carácter triunfalista y nada de crítico del texto.

Hablar de la mujer en Cuba solo a partir del Ejército Rebelde ya es una mutilación de la historia de la propia revolución. ¿Y las mujeres que lucharon en las ciudades, fueron prisioneras y sometidas a torturas dónde se sitúan? ¿Las que quedaron marcadas por la pérdida de sus seres más queridos y nunca se recuperaron? ¿Las que tuvieron que marchar a un exilio forzado? ¿Las que cayeron en las calles o en las mazmorras? No, de la lucha de la mujer en la ciudad nunca se ha hablado. La visión de la mujer en Cuba siempre ha estado rodeada por límites muy precisos que no son otros que los que convienen al poder.

La escritora, feminista, fotógrafa y activista social norteamericana Margaret Randall, en su larga estancia en la isla, escribió dos libros acerca de la mujer cubana: Cuban Women Now: Interviews with cuban women y Mujeres en Cuba: veinte años después, pero apenas tuvieron circulación en el país. Llamo la atención al respecto, porque cuando estos vacíos ocurren en el terreno de la investigación histórica, política o cultural en Cuba es que son temas censurados, manipulados y/o prohibidos por el discurso oficial. Es lo que ha ocurrido con espacios temporales como la década de 1940 donde tan triste y miserable papel tuvieron los comunistas.

La historiografía cubana ha venido, desde hace ya algún tiempo, investigando la presencia de la mujer cubana en la historia. Pero sin tener nada que ver, hay que agradecerlo, con la FMC. Son dos cosas totalmente diferentes. Nada han hecho en este sentido las Cátedras de la Mujer que se instituyeron en las universidades cubanas. Tampoco los resultados, si es que los ha habido de relevancia, del Centro de Estudios de la Mujer ha mostrado una investigación sobre la historia de la FMC. Y es que no puede haber una historia escrita acerca de esta organización. Porque siempre han negado el carácter diverso, contradictorio y difícil de las luchas de la mujer por sus derechos antes de 1959.

Esta organización femenina en Cuba nunca ha reconocido la lucha de las mujeres, ni siquiera después de 1959, desde un corpus antropológico, sociológico o filosófico, entre otros. A pesar de que esa visión la tuvieron, desde el primer momento, las mujeres que se reunieron en 1923 a celebrar el Primer Congreso Nacional de Mujeres en Cuba y en Iberoamérica. Solo recordar los temas que se presentaron en esa reunión. El feminismo cubano ha sido negado una y otra vez por la FMC. La investigadora Manuela Navarro analizó la importancia de este hecho histórico del que nunca ha hablado la FMC:

El hecho de que un movimiento de mujeres lograra crear la primera experiencia de este tipo en América Latina, era un paso gigante en la reivindicación de los derechos de las mujeres no solo en Cuba, sino en la región. Además, lograr replantear las actividades que cumplían las mujeres en la época es un acto más que revolucionario, valiente, ya que en muchas ocasiones se les tildó, juzgó y acusó de querer ser hombres, adjudicándoseles características que son masculinas. Como resultado de este primer congreso, las mujeres lograron tener la atención de la prensa, y con esto, se acercaron al periodismo, pero a un nuevo tipo de periodismo y no en el que enseñaban recetas de cocina.1

La negación del feminismo

Fidel Castro con Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre en Cuba, 1960.
Fidel Castro con Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre en Cuba, 1960.

La ensayista Nivia Ivette Núñez de la Paz, en “El anquilosamiento del proceso revolucionario cubano”, ha afirmado desde su visión, una situación que se ha acentuado hoy en la isla como consecuencia de la grave crisis que atraviesa el país y que tiene su mayor expresión en el alza, ya imposible de ocultar, de los feminicidios:

Cuba, sociedad patriarcal. Las mujeres, salvo raras excepciones, no son registradas en la historia escrita. Si bien es cierto que varias conquistas fueron alcanzadas en la revolución en relación con las mujeres, se percibe que en el ámbito privado continúan siendo inferiorizadas, violentadas, esclavizadas, moldeadas y evaluadas por los patrones que les impone la cultura patriarcal. El lenguaje utilizado por los centros de formación, por las distintas organizaciones existentes y por el propio gobierno es un lenguaje machista, sexista, patriarcal y androcéntrico.2

No se olvide que en la década de los setenta Vilma Espín, además de decir públicamente que odiaba el feminismo, negó la existencia de este en la historia de Cuba. Ella asumió la presidencia de la FMC en el momento en que se producía el ascenso de la segunda ola del feminismo internacional, cuyo principal escenario fueron los Estados Unidos. Pero obviamente se mantuvo de espaldas a todos estos movimientos. A pesar de que estas luchas, en los Estados Unidos, acabaron uniendo a sus protagonistas al punto de radicalizarse en la oposición a la guerra en Vietnam. Lo que hizo que aquella segunda ola del feminismo participara también de un extraordinario movimiento por la paz.

La periodista, escritora y activista norteamericana Betty Friedan tuvo mucho que ver con este resurgir de las luchas de las mujeres en Norteamérica, con su libro La mística femenina, publicado en 1963. Desde una perspectiva histórica, antropológica, sociológica y de historia oral, analizó la autora el devenir de los reclamos de la mujer norteamericana y la necesidad de un replanteamiento de sus luchas. El libro contó con múltiples ediciones y hasta J.F. Kennedy se interesó y leyó el libro.

En 1960 visitaron la isla Jean Paul Sartre y su esposa Simone de Beauvoir, quien había escrito en 1949 El segundo sexo, un libro medular para el estudio de la mujer y el feminismo. El matrimonio de escritores y filósofos franceses recorrió la isla con Castro y se reunió con múltiples grupos, incluyendo los artistas e intelectuales. Nunca hubo un encuentro con la dirección de la FMC. La autora de La mujer rota y Para una moral de la ambigüedad, fue totalmente ignorada por Vilma Espín y su equipo de “cultas” mujeres. No creo que conocieran de El segundo sexo, salvo el hecho de que era un libro feminista, por tanto, enemigo. Se saltaron, porque no podían entenderlo, afirmaciones capitales como esta:

El drama de la mujer es este conflicto entre la reivindicación fundamental de todo sujeto que siempre se afirma como esencial y las exigencias de una situación que la convierte en inesencial. ¿Cómo puede realizarse un ser humano dentro de la condición femenina? ¿Qué caminos se le abren? ¿Cuáles conducen a una conducen a un callejón sin salida? ¿Cómo recuperar la independencia en el seno de la dependencia? ¿Qué circunstancias limitan la libertad de la mujer? ¿Las pude superar? Son las preguntas fundamentales que quisiéramos dilucidar. Lo que viene a ser que, si nos interesamos por las oportunidades del individuo, no definiremos esas oportunidades en términos de felicidad, sino de libertad.3

Feminismo y pensamiento sobre la mujer cubana

Ofelia Domínguez junto a otras integrantes de la Unión Laborista de Mujeres (1930).
Ofelia Domínguez junto a otras integrantes de la Unión Laborista de Mujeres (1930).

La FMC siempre ha sentido un especial desprecio por las mujeres artistas e intelectuales. Nunca ha habido una referencia a Gertrudis Gómez de Avellaneda, a Aurelia Castillo, a Sofía Estévez o a Domitila García de Coronado, pilares de la formación de un pensamiento sobre la mujer cubana en el siglo XIX. Se ha ignorado también el hecho de que muchas voces masculinas de diferentes calibres se pronunciaron a lo largo del siglo XIX por los derechos de la mujer. Es el caso de Domingo del Monte, los hermanos Zenea, Enrique José Varona y Luis Estévez (esposo de la patriota Marta Abreu), entre otros.

Fue Luis Estévez quien señaló en su tesis para obtener el título de Doctor en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de La Habana, en 1879, la necesidad de que la mujer tuviera personalidad jurídica y derecho al sufragio, con lo que se adelantó a las propias cubanas, y además:

Atrás, por tanto, la preferencia del hijo sobre las hijas para heredar a sus padres; atrás el mayor poderío del padre sobre los hijos; atrás esa potestad del marido sobre la persona y bienes de la mujer; atrás esa prohibición a la madre para ejercer la patria potestad y aun la tutela de sus hijos: atrás esos curadores, consejeros o lo que sean, que coartan a la mujer el ejercicio de su libertad: atrás, por último, todas las demás desigualdades que se conservan todavía en la condición civil de las mujeres, triste legado de antiguas preocupaciones.4

Para no hablar de la República y de lo que vino después. Después de 1959 censuraron o persiguieron a Sara Gómez, a Dulce María Loynaz, a Hilda Molina, y a tantas otras que harían larga la lista. Han desconocido la prensa fundada por las mujeres cubanas que revolucionaron el periodismo en América Latina e Iberoamérica. No existen estudios antropológicos o sociológicos acerca de la mujer en Cuba, al menos publicados, por esta organización, lo cual es un vacío y un error que nunca se podrá subsanar. Por eso no pueden, por miedo, censura e incompetencia, explicar las causas verdaderas de la violencia de género que tantas vidas ha costado a la mujer cubana.

La FMC no dio participación jamás a figuras de talla continental como Ofelia Rodríguez Acosta, Ofelia Domínguez Navarro, Loló de la Torriente o Mariblanca Sabas Alomá, continuadoras del pensamiento feminista cubano, luchadoras contra la tiranía de Gerardo Machado, periodistas, escritoras y fundadoras de importantes agrupaciones femeninas como la Unión Laborista de Mujeres. Ellas continuaron sus vidas en Cuba después de 1959. Murieron en la isla, ignoradas por la organización femenina dirigida por la Espín.

Afrofeminismo en Cuba

Sara Gómez (La Habana, 1942-1974), cineasta cubana.
Sara Gómez (La Habana, 1942-1974), cineasta cubana.

Han olvidado estas dirigentes el papel que jugaron en la lucha por sus derechos las mujeres negras en Cuba. Mujeres que desde el siglo XIX se organizaron a través de asociaciones e instituciones y que tuvieron sus publicaciones como la revista Minerva, que fue continuada en la República. Se agruparon también en sectores laborales como el de las tabaqueras y el gremio de las despalilladoras, presidido por Inocencia Valdés, mujer negra, obrera y luchadora, quien presentó en el Segundo Congreso de Mujeres, en 1925, su ponencia “El trabajo de la mujer en Cuba”.

Justo en ese texto Inocencia Valdés abordó no solo la problemática de la mujer negra trabajadora, sino también la de las mujeres blancas. En el Tercer Congreso de Mujeres, llevado a cabo en 1939, la maestra villaclareña María Dámaso Jova presentó su trabajo: “La situación de la mujer negra en Cuba, su problema social, cultural y económico”. Tampoco fue fácil entonces para las mujeres negras la lucha. Las feministas no siempre las reconocieron, al punto que hoy hay opiniones encontradas al respecto.

Desde hace mucho se ha afirmado la existencia de un feminismo negro. No obstante, aquí la problemática es mucho más grave y compleja. No se olvide que desde 1960, aproximadamente, Castro proclamó la eliminación de la discriminación racial y, con eso, pretendieron borrar toda forma de racismo y discriminación, incluyendo la de las mujeres. La ignorancia de la historia de la cultura y de la antropología les impidió ver que el problema era más difícil. Estos problemas no se borran con decretos voluntaristas, sino con programas, proyectos que deben ser llevados a cabo por toda una sociedad. Las consignas no sirven para eso. Porque se trata de un problema de mentalidades y esto tiene que ver con una determinada cultura histórica y general que el régimen desconoce.

Un total desenfoque de la realidad

Anciana cubana en la pobreza. Foto: Bradys Barrera
Anciana cubana en la pobreza. Foto: Bradys Barrera

Mucho tiempo después, movida por intereses políticos que convenían al régimen, la FMC participa de los acuerdos de Beijing en 1995. Los informes enviados por Cuba han tenido un total desenfoque de la realidad. Solo comentar que en el acápite de “Mujer, economía y empleo” se habla de la existencia de:

Las Comisiones de Empleo Femenino, creadas en los 80 y revitalizadas a todos los niveles, son muestra de acción afirmativa para garantizar la participación femenina en la economía, evitar procederes laborales discriminatorios y crear condiciones para la capacitación técnica. Estas comisiones están presididas por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social e integradas además por representantes de la Central de Trabajadores de Cuba y la Federación de Mujeres Cubanas.5

Alrededor de estas problemáticas muy poco se trabajó, porque ya en esa fecha, después del llamado Período Especial, la cifra de mujeres trabajadoras disminuyó considerablemente en el país. Una buena parte fueron objeto de restricciones de los puestos de trabajo y muchas otras pasaron a trabajar por cuenta propia. Se habla de investigaciones, cursos y publicaciones emanadas de cátedras, centros e instituciones de estudios de género que no es posible acceder ni encontrar, en fin, lo de siempre.

En 1999, Vilma Espín afirmaba, en busca de liderazgos políticos, en su discurso de clausura de la Conferencia Regional para América Latina y el Caribe, convocada por la Federación Democrática Internacional de Mujeres el 25 de agosto de ese año:

Igualdad social, para que desaparezca la discriminación de todo tipo: racial, étnica, nacional, religiosa, de orientación sexual y por género. Para eliminar patrones sexistas y preparar a las nuevas generaciones para el desempeño responsable y compartido de los papeles sociales y familiares. Solidaridad y justicia, para hacer prevalecer los valores éticos, morales que dignifican y enaltecen la condición humana: las mujeres y los hombres cultos del siglo XXI.6

En realidad, en medio de la crisis que dejó a Cuba en los inicios de los noventa en un estado de asfixia del que no se ha podido recuperar, a Vilma Espín le creaban y, a ella le convenía creer, el discurso de un país que no existía ni ha existido nunca.

Por eso, la historia verdadera de esta organización femenina aun está por hacer. Al hablar de este tema, no se puede dejar a un lado el papel que, a lo largo del tiempo, tuvo Fidel Castro en relación con la participación de la mujer en la revolución desde los inicios. Esa es, pues, otra arista por abordar.

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1 Manuela Navarro: “¿Feminismo en Cuba? ¿una causa perdida?”, en: Revista Foro Cubano de Divulgación, vol. 6, no. 57, junio de 2023, p. 2.

2 Nivia Ivette Núñez de la Paz: “El anquilosamiento del proceso revolucionario cubano”, en: Protestantismo em Revista. Revista electrónica do Núcleo de Estudos e Pesquisa do Protestantismo da Escola Superior de Teología, Brasil, vol. 4, mar-ago de 2014, pp. 22.

3 Simone de Beauvoir: El segundo sexo, Epublibre, pp. 53-54.

4 Luis Estévez y Romero: ¿Cuál de las legislaciones actuales satisface mejor las exigencias de la justicia respecto a lo que debe ser la condición de la mujer así en el orden social como en el de la familia? Tesis para el doctorado en Derecho Civil y Canónico leída y sostenida en 29 de junio de 1879 en la Universidad de La Habana, Imprenta La Propaganda Literaria, La Habana, 1879, p. 21.

5 Cuestionario enviado a los Gobiernos sobre la aplicación de la Plataforma de acción de Beijing (1995) y los resultados del Vigésimo período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, p. 4 [https://www.un.org/womenwatch/daw/Review/responses/CUBA-Spanish.pdf].

6 Véase Carolina Aguilar Ayerra: “Vilma Espín: «Crear un mundo mejor»”, Granma, 22 de agosto de 2019.

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