La “Revista de la Asociación Femenina de Camagüey”: memoria de una época
La “Revista de la Asociación Femenina de Camagüey” dio espacio a figuras que abogaban por el feminismo, la ciencia y la cultura de la época.
La Revista de la Asociación Femenina de Camagüey fue, sin lugar a duda, la publicación dirigida por mujeres, que más larga vida tuvo en la Cuba republicana. Esta revista apareció en enero de 1921, bajo el gobierno de Alfredo Zayas Alfonso.[1] Su último número salió, en julio 1926, con la presidencia de Gerardo Machado, no hacen falta comentarios cuando de tiranos se trata.
Aunque nunca se pronunció como feminista, dio espacio en sus páginas a figuras que abogaban por el feminismo y a las que no. En este sentido, en sus páginas aparecieron no solo textos de mujeres, sino también de figuras masculinas de la ciencia y la cultura de la época. Publicó las bases del Primer Congreso Nacional de Mujeres llevado a cabo en La Habana en 1923. No se encasilló en ninguna tendencia y, el haber abierto sus páginas a voces diversas de la cultura insular, fue su mejor realización.
Desde el primer número dejó sentado cuáles iban a ser sus intereses y el público al que iba a dirigirse. Sus portadas no fueron como las de Social, pero si algo las caracterizó, fue la suavidad de los diseños, la finura y firmeza de las líneas, todos desde un estilo esencialmente art nouveau.[2] Esta es la razón por la que puede considerarse como un objeto de arte.
Primera ola feminista cubana
¿Por qué esta revista y en este período? Cuba, en los primeros treinta años de la república, está en medio de su “primera ola feminista.” Todo lo ocurrido en el siglo XIX en relación con la mujer, especialmente a fines de la centuria, tal como su rol en las luchas por la independencia, su papel decisivo en los clubes de emigración, su incorporación a la manigua, incluso, la problemática de las mujeres prostitutas,[3] fue el punto de partida para que se produjera un cambio de mentalidades no sólo en la mujer, sino también en los hombres.
En 1869 se escribió el primer manifiesto político de las mujeres cubanas. Así refiere la historiadora Raquel Vinat de la Mata, quien es de las muy pocas que ha estudiado el tema de la mujer entre el siglo XIX y XX , en su libro Las cubanas de la posguerra (1898-1902):
En 1878 habían logrado las mujeres de la isla su entrada a los diferentes talleres de producción, y en 1882 su entrada a las aulas universitarias. Su incorporación a la vida social, no solo en Cuba, sino también en el extranjero, para ejercer diversos oficios, algunos nuevos para ellas, constituyó un cambio decisivo para las mujeres cubanas. Las mujeres alcanzaron un nivel de independencia, al hacerse responsables de la familia en sustitución de los hombres que habían marchado a la manigua. Ya no era posible volver atrás. Más tarde, durante la intervención, se produjo la partida hacia Estados Unidos de más de mil maestros, incluidas mujeres, para que se pusieran al día con los métodos, temas y formas de enseñanza que permitiera romper con el lastre colonial español en este importante rubro. Este también fue un cambio esencial, poco estudiado, pero que también influyó en la población femenina.
Si alguna vez llega a escribirse la verdadera historia del feminismo en Cuba no se pueden obviar estos aspectos. Nunca fueron más diversas las miradas a la problemática cubana que en esos tiempos. En estos años no sólo hubo reclamos y exigencias de derechos por parte de las mujeres, sino también un pensar y reflexionar, tanto por mujeres como por hombres, acerca de los problemas que estas enfrentaban.[5] No sólo sobre la mujer obrera, sino también de diversos oficios que incluyó estudios sobre causas y atención a las prostitutas en Cuba. El Primer Congreso de Mujeres de 1923 tuvo en su agenda esta problemática.
Por tanto, lo que se alcanzó en esos años del siglo XX no fue otra cosa que una continuidad de las luchas anteriores. Las mujeres cubanas tuvieron, en aquellos momentos, tres aspectos cruciales por alcanzar: la educación, una ley que aprobara el divorcio y el derecho al trabajo. Se destacaron en este reclamo María Luisa Dolz, Aurelia Castillo de González y Concepción Boloña.
Entre 1912 y 1917 las cubanas lograron que la lucha por el voto femenino fuera un tema recurrente en los diversos periódicos del país. En 1913 se fundó el Partido Popular Feminista, cuya presidenta Emilia Pérez de Viña elige como miembro a Aurelia Castillo. Este partido tuvo su propia revista, La mujer moderna. Entre 1917 y 1918 se aprueba en el Parlamento de Cuba la Ley del Divorcio y la Ley de Administración de Bienes. Cuba fue el primer país de América en el que la mujer ganó estos derechos.
En 1921 se funda la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. Este hecho tuvo una enorme repercusión en la organización y la lucha de las mujeres. En cada una de las antiguas seis provincias: Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente se constituyó una asociación. Estas asociaciones provinciales continuaron las campañas de luchas contra la pena de muerte, el trabajo infantil, el alcoholismo y otras lacras sociales. La Asociación Femenina de Camagüey no sólo llevó a cabo estas campañas, sino que fue la única en el país que fundó una revista.
Revista de la Asociación Femenina de Camagüey
La Revista de la Asociación Femenina de Camagüey cristalizó y dio continuidad a la voluntad de hacer de la mujer perteneciente a las clases media y alta de la cultura local y nacional. Al estar dirigida también a la clase media, recoge diferentes temáticas como las del ama de casa, las de la mujer con inquietudes sociales, científicas y por supuesto también las artistas. La revista tuvo un carácter mensual.
Su primera directora fue Isolina Torres de Barthelomy y la segunda Isabel Esperanza Betancourt quien la dirigió hasta su cierre. En ella publicaron Luisa Pérez de Zambrana, Dulce María Loynaz, María Collado, Mariblanca Saba Alomá, quien fuera una importante figura del feminismo cubano; Emilia Bernal Agüero; Enma Betancourt Agramonte; Herminia Agramonte Simoni, la hija de Ignacio y Amalia, quien dio a conocer interesantes textos acerca de las ciencias, en especial, la geografía, y Aurelia Castillo de González, a quien se le rindió homenaje al morir en las páginas de la publicación. Hubo también firmas masculinas como las de Cándido Fernández, Felipe Pichardo Moya, Enrique José Varona y otras
Quizás haya sido la única publicación cubana, en su época y hasta hoy, que le tomó el pulso a la repercusión del feminismo en las mujeres del Camagüey. La directiva de esta publicación abrió una sección donde las mujeres podían enviar sus criterios sobre el tema. Durante casi un año mantuvieron abierta la sección bajo el título de “Opiniones femeninas. Contestación a nuestra encuesta. ¿Cuál es su opinión sobre el feminismo?”. No era obligatorio firmarlas. En algunas de estas encuestas publicadas hubo, por supuesto, criterios encontrados. A todas se les respetó. Una de esas opiniones fue la que sigue:
Y más adelante la misma persona señalaba:
Tuvo secciones fijas como “Ecos mundiales” donde se daban a conocer noticias y sucesos de Cuba y del mundo. No se trataba sólo de poner la noticia, sino que se comentaba. Esta sección estuvo a cargo de la directora de la revista, Isabel Esperanza. La “Sección Recreativa” daba cuenta de las diferentes actividades llevadas a cabo por la asociación y entretenimientos.
Es interesante resaltar que a través de este espacio se puede conocer hoy la vida cultural no sólo de la asociación, sino también de la ciudad y en algunos casos del país. Allí también se publicaban poemas de diferentes autores. “Historia de unos días” daba a conocer las efemérides, notas necrológicas y la crónica social. Este último rubro es esencial para quien investigue, desde una postura sociológica, la moda, los grupos sociales, los valores entre otros aspectos. No podía faltar una sección para consejos acerca del hogar, de las modas, recetas de cocina, recomendaciones médicas, etcétera.
Las polémicas respecto al feminismo
Esta revista nunca se proclamó feminista. Esto es algo que considero muy importante. No fue una revista feminista, pero nunca dejó de publicar a figuras tan importantes dentro de ese terreno como Mariblanca Saba Alomá. Fue esta una decisión inteligente. No enmarcarse en una sola temática y tener un amplio espectro. Eso le dio más libertad y variedad a la publicación que iba dirigida a un público tan diverso. No dejó, a pesar de ello, de publicar a autores de las más diversas tendencias del feminismo y de las posturas contrarias. Digamos que le tomó el pulso a la época.
No se puede hacer una historia del feminismo en Cuba, sin tener en cuenta esta revista. Por eso, desde el primer número se afirmaba en el editorial: “No es feminista como algunos han creído, ni cultas y discretas damas que forman la Directiva piensan invadir el terreno en que solo se cosechan las crueles heridas de punzantes espinas”.[8]
Hubo polémicas en relación con el tema feminista en las páginas de esta revista. Una de ellas fue la sostenida entre el periodista habanero Cándido Fernández y Dolores Larrúa de Quintana. El primero había publicado en la revista un artículo titulado “Como viene”, en el que afirmaba:
La respuesta a esta publicación de Fernández no se hizo esperar. Dolores Larrúa de Quintana desmontó el andamiaje que contra la mujer y las tendencias feministas había esgrimido el periodista habanero:
A partir de ese momento, sin proclamarse abiertamente feminista, la revista dio un vuelco. A partir de entonces aparecerían importantes textos sobre el tema. Se abandonó toda postura ortodoxa en relación con la mujer. Antonia de Guevara publicó “El verdadero feminismo” en el que afirmaba un hecho que sólo mucho después fue abordado desde la misma óptica por la historiografía cubana:
Fue, en 1923, muy importante el papel que esta publicación tuvo para apoyar la realización del Primer Congreso Nacional de Mujeres. La revista no sólo publicó las bases temáticas del evento, sino también artículos alrededor del mismo. Ese fue un congreso fundacional porque fue el primero en celebrarse en América con ese carácter y al mismo asistieron mujeres de algunos países latinoamericanos.
La necesidad de abordar la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey en la historiografía
Es imposible mencionar todo el espectro que esta revista abarcó. Hoy no se cuenta con estudios que la aborden, salvo el de la investigadora camagüeyana Damaris Hernández.[12] Nunca ha sido una revista tenida en cuenta por los llamados especialistas en temas de género en la isla. No obstante, sí hay estudios parciales en universidades norteamericanas. Julio César González Pagés no la tiene en cuenta en su libro En busca de un espacio: historia de mujeres en Cuba, no la incluyó en su inventario de publicaciones entre 1911-1920 y 1921-1930. Por tanto, no la conoce, lo cual es inconcebible en un investigador como este.
La revista demuestra, a través de sus páginas, que no es posible hablar de un feminismo en Cuba, sino de las diferentes vertientes que tuvo este en la isla. Es cierto que no abordó esta revista los intereses de las mujeres más pobres como tampoco el de las obreras y las afrodescendientes. Pero no dejó de tenerlas en cuenta en los trabajos que derivaron al Primer Congreso Femenino. No obstante, esa ausencia tiene también condicionantes epocales y clasistas que no pueden pasarse por alto.
La historia del feminismo en Cuba está por hacerse. No sé si haya tiempo aun para ello. La tarea es inmensa y es preciso desprenderse de tanto dogmatismo y enfrentar las realidades. Mientras esto no se hace en Cuba otros lo harán en diferentes latitudes. No puede volver a ocurrir que Mariela Castro Espín publique una antología con trabajos de diversas universidades y centros extranjeros bajo el título de Violencia de género, prostitución y trata de personas en el 2017 y no haya trabajos de cubanas que aborden cabalmente este tema. Mucho tendría que hacer el CENESEX al respecto en lugar de respaldar a quienes afirman que en Cuba no hay feminicidios.
Esta revista debe seguir siendo abordada por investigadores de diferentes ramas. No sé si en Cuba hay personas dedicadas a la antropología femenina. Si las hay, pues, allí tienen un tema de una importancia extraordinaria. Hay que buscar y estudiar las publicaciones periódicas porque son una fuente inestimable de información para temas como este. No es solo esta revista, muchas otras están a la espera.
[1] Alfredo Zayas era un hombre con una formación y cultura humanista. Había publicado en 1914 su obra, Lexicografía Antillana. Diccionario de voces usadas por los aborígenes de las Antillas Mayores y de algunas de las Menores y consideraciones acerca de su significado y de su formación. Además, Alfredo Zayas recogió toda la obra de José de la Luz y Caballero, incluida la aparecida en publicaciones periódicas, y la publicó en 1890 en dos tomos. Gracias a él hoy se conocen las publicaciones periódicas de este importante pensador cubano. Su Lexicografía… se considera un libro imprescindible en el área de la lexicografía, pero en Cuba no ha tenido nuevas ediciones desde 1934. Alfredo Zayas apoyó este movimiento femenino en Cuba. Estuvo presente en la apertura del Primer Congreso de Mujeres llevado a cabo en la isla en 1923.
[2] Es necesario apuntar que Camagüey, después de La Habana, fue la ciudad del país con mayor presencia de elementos art nouveau en su arquitectura. La oleada de inmigrantes españoles procedentes de Barcelona tuvo su papel en esto. Maestros de obra, herreros, albañiles, carpinteros y otros oficios dejaron su huella en rejas, puertas exteriores, balcones, diseño de patios y otros elementos que hoy perduran a pesar de la desidia y el vandalismo. Camagüey posee la única casa totalmente art nouveau de Cuba. El diseño arquitectónico, los arcos, la distribución y el patio en el que se insertaron bancos, fuentes y elementos ornamentales típicos de este estilo todavía en la década de los noventa podían apreciarse. Lamentablemente, hoy ha sido convertida en casa de rentas, por lo que se perdió todo el valor patrimonial.
[3] En 1888 apareció el semanario La Cebolla, que duró apenas un mes. Todo indica que fue fundado por un periodista español, Vitorino Reinieri. Se trataba de dar un lugar a esta mujer en el discurso identitario de la nación. Hoy es uno de los primeros testimonios acerca de la sexualidad femenina en Cuba.
[4] Raquel Vinat de la Mata: Las cubanas de posguerra (1898-1902). Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2002, p. 35.
[5] Importantes trabajos aparecieron al respecto. Figuras como Enrique José Varona, Salvador Cisneros Betancourt, Miguel Gener, José Lacret, Manuel Sanguily y otros, apoyaron a las mujeres desde la tribuna y las publicaciones periódicas. Comenzaron a aparecer los primeros estudios sobre la prostitución. En 1902, Manuel Secades discute su tesis como graduado de Derecho Civil en la Universidad de La Habana con el tema “Defensa de los derechos de la mujer y de la prole de las uniones ilegítimas.”.
Por otra parte, Ramón Alfonso publica La prostitución en Cuba y especialmente en La Habana, también en 1902. En 1914 aparece otro libro, esta vez de Matías Duque, La prostitución, sus causas, males, su higiene. Estos son los años de Miguel de Carrión y sus novelas Las honradas y Las impuras. Aparece también Virulilla, una novela del periodista Félix Soloni que es el primero en tratar la problemática de la mujer en la narrativa insular.
[6] Revista de la Asociación Femenina de Camagüey: “Opiniones femeninas. Contestación a nuestra encuesta. ¿Cuál es su opinión sobre el feminismo?”, Julio de 1922, p. 9.
[7] Ibídem.
[8] Dolores Larrúa: “A nuestras damas”, en: Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, No 1, enero de 1921, p. 1.
[9] Cándido Fernández: “Como viene”, en: Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, No 17, 1922, p. 16.
[10] Dolores Larrúa de Quintana: “Réplica al artículo “Como viene” de Cándido Fernández”, en: Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, No 18, 1922, p. 16.
[11] Antonia de Guevara: “El verdadero feminismo”, en: Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, No. 3, 1921, p. 9.
[12] Damaris Hernández: La Revista de la Asociación Femenina de Camagüey: su discurso sobre la mujer y el feminismo. Ed. Ácana, Camagüey, 2021. Premio del concurso nacional “Emilio Ballagas” del año 2021. Esta autora es la primera en Cuba en estudiar la colección en su totalidad. De allí su capital importancia.
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