Poesía cubana │ Dos poemas de Nieves Xenes
La poesía de Nieves Xenes retó al orden moral decimonónico y opuso a sus preceptos un ansia libertad que iba más allá de lo emocional o lo erótico.
Nocturno
La luna alumbra, aroma la floresta,
acaricia el terral, canta la ola,
alegran la ciudad ruidos de fiesta,
y yo estoy como siempre: triste y sola.
De apasionado anhelo palpitantes,
evocando un recuerdo muy lejano,
llegan a mí, distintas y vibrantes,
las notas melancólicas de un piano.
Vienen, turbando mi impasible calma,
a hablarme de delirios y ternezas,
y a su acento en el fondo de mi alma
despiertan sollozando mis tristezas.
Cuando, en distante y venturoso día,
oí por vez primera esa romanza,
un porvenir de gloria y de alegría
me mostraba risueña la esperanza.
Y del amor en el delirio ardiente,
del destino olvidando los agravios,
irradiaban los sueños en mi mente,
palpitaban los besos en mis labios...
Chispa de luz divina que un instante,
abrasadora en mi cerebro ardiste
con destello fugaz y deslumbrante,
¡en qué abismo de sombras te extinguiste!
Ternura que en mi pecho generoso
como una llama inmensa, derramaste
calor vivificante y amoroso,
¡en qué abismo de hielo te apagaste!...
Cuando, a veces, con íntimo quebranto,
de mi marasmo estúpido despierto,
me comprimo las sienes con espanto
porque siento el mareo del desierto...
Inerte la fogosa fantasía
que ya su vuelo a remontar no alcanza,
agotada del alma la energía,
sin ideal, sin fe, sin esperanza,
mi quietud a la muerte se parece;
que la vida es el ansia abrasadora,
la sensación intensa que estremece,
y el pensamiento ardiente que devora.
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Una confesión
¡Padre, no puedo más! mi amor refreno,
pero en la horrible lucha estoy vencida;
esta pasión se extinguirá en mi seno
con el último aliento de mi vida.
Cuando él no está a mi lado, desolada,
maldiciendo mi mísera existencia,
siento sobre mi frente fatigada
el peso abrumador de la conciencia.
Pero al verlo, olvidando mis enojos,
en vano a la razón ansiosa llamo,
y aunque callan mis labios, con los ojos
no ceso de decirle ¡yo te amo!
Vos me habláis de la gloria y del martirio,
del enojo del cielo que provoco,
¿pero no comprendéis que es un delirio
hablar de todo eso al que está loco?
¡Su amor!, ese es el cielo que yo ansío
de mi pasión en el afán eterno,
y encuentro más terrible su desvío
que todos los tormentos del infierno!
¡Mis ansias ahogaré desesperadas,
pero él verá en mis ojos sus ardores,
porque siempre al mirarlo, mis miradas
serán besos de amor abrasadores!
¡En vano espero sin cesar rezando
encontrar en la fe consuelo y calma,
y en vano mis entrañas desgarrando
quiero arrancar su imagen de mi alma!
¡Mi amor es el incendio desatado
cuya llama voraz nada sofoca!
El torrente que rueda desbordado
arrastrando a su paso cuanto toca!
Decís que iré a la gloria si mi anhelo
logro vencer y de su lado huyo,
¿pero habrá alguna dicha allá en el cielo
comparable siquiera a un beso suyo?
Oyendo del deber la voz airada,
fuerzas a Dios para luchar le pido,
y al verlo, de pasión enajenada,
deber y religión, ¡todo lo olvido!
Vos, juzgando el amor a vuestro modo,
decís que no es un mal desesperado,
decís que con la fe se alcanza todo,
¡no sabéis qué es estar enamorado!
Os digo que prefiero, delirante
de mi loca pasión en los anhelos,
la dicha de mirarle un solo instante
a la eterna ventura de los cielos!
¡Ay, padre!, en vuestra santa y dulce calma
rogad a Dios que evite mi caída,
porque este amor se extinguirá en mi alma
con el último aliento de mi vida!
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La poesía de Nieves Xenes da voz a pasiones intensas, sentimientos y actitudes que las normas a fines del siglo XIX censuraban. Que una mujer expresara públicamente sus deseos de amor y placer era motivo de escándalo, pues la función que la sociedad le adjudicaba era la de ser subordinada al hombre, madre abnegada y diligente en las tareas domésticas. Xenes, sin embargo, no solo escribe sobre esa dimensión negada de la espiritualidad humana y, por tanto, también femenina; sino que en poemas como “Una confesión”, reta al orden moral de su tiempo ―la Iglesia― y opone a la rigidez de los preceptos con que se sometía a la mujer, un ansia libertad que va más allá de lo emocional o lo erótico.
La obra de Nieves Xenes se une así, en su cuestionamiento a la sociedad patriarcal decimonónica, a la de otras poetas cubanas que hoy se consideran precursoras del feminismo en Latinoamérica, como Mercedes Matamoros, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juana Borrero y Úrsula Céspedes.
Acompañan estos poemas de Nieves Xenes dos obras de la artista plástica Zaida del Río. Pintora, grabadora, dibujante y poeta, Zaida es una de las artistas cubanas contemporáneas más reconocidas. Sus ya icónicas mujeres-pájaro, inmersas siempre en un abigarrado escenario donde lo natural y lo mágico se funden, han hecho de la figura femenina una energía telúrica, símbolo de la belleza y la incontenible libertad de la vida.
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