Poesía estadounidense | Dos poemas de Djuna Barnes

La obra y la vida de Djuna Barnes, opuestas a cualquier convencionalismo, han sido inspiración para varias generaciones de mujeres.

| Escrituras | 17/08/2024
Émile Charmy: "Autorretrato" (1906).
Émile Charmy: "Autorretrato" (1906).

Canción de cuna

Cuando era niña dormía con un perro,
vivía sin problemas y no pensaba en maldades.
Corría con los niños y jugaba a la pídola.
Ahora la cabeza de una joven reposa en mi brazo.
Luego crecí un poco, recogía llantén en el patio.
Ahora vivo en Greenwich, y la gente no me visita.
Luego planté semillas de pimienta y las aplasté con fuerza.
Ahora estoy muy callada y rara vez hago planes.
Entonces me pinchaba el dedo con una espina o un cardo,
me llevaba el dedo a la boca y corría hacia mi madre.
Ahora yago aquí, con mis ojos en una pistola.
Y habrá un mañana y otro y otro.

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¡Ay, Dios mío!

¡Ay, Dios mío, qué es lo que amamos!
¿Esta carne puesta en nosotros como un guante arrugado?
Huesos cogidos con avidez en alguna lujuriosa cama,
y por impulso, el empujón del diablo.

Qué es lo que apurados besamos,
esta boca que busca la nuestra, o aún más
este pequeño ojo lastimoso en la engañada cabeza,
como si lamentara aquello que no alcanzamos a ver.

Este pálido, este más que anhelante oído atento
que oye de la triste boca su suave sollozo,
para marcar la silenciosa, la angustiada caída
de aún otra lágrima cálida y sin forma.

Brazos cortos, magullados pies demasiado distantes
para caminar eternamente con nosotros desde el principio.
¿Ay Dios, es esta la razón por la que amamos,
porque tales cosas son golpes mortales al corazón?

Émile Charmy: "Desnudo con pantuflas verdes" (1930).
Émile Charmy: "Desnudo con pantuflas verdes" (1930).

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Tras su regreso de Europa, Djuna Barnes se recluyó en su casa de Greenwich Village, en Nueva York, durante más de cuarenta años. Había sido una de las figuras prominentes de la vanguardia artística parisina en los años 1920 y sus libros continuaban vendiéndose. Pero Barnes prefirió aislarse y escribir. Casi toda su obra de esta última etapa quedó inconclusa y no fue hasta después de su muerte que se hizo pública. Ya para entonces era una autora de culto y se la consideraba entre los escritores más importantes del modernismo literario. Su obra y su vida, opuestas a cualquier convencionalismo, han sido inspiración para varias generaciones de mujeres. Ilustran estos poemas de Djuna Barnes dos pinturas de Élimie Charmy: Autorretrato (1906) y Desnudo con pantuflas verdes (1930).

Émilie Charmy, pintora a contracorriente en la plástica francesa de inicios del siglo XX, fue una de las pocas mujeres que lograron imponerse en el movimiento vanguardista. Su lenguaje pictórico, cercano al fauvismo y en especial al estilo de su amigo Henri Matisse, así como los temas recurrentes en sus obras, que rompían con lo que se esperaba de la pintura hecha por una mujer, llevaron a algunos críticos a afirmar que Charmy pintaba como un hombre: “Mira como una mujer y pinta como un hombre ―escribió sobre ella Roland Dorgelés―. De una coge la gracia y del otro, la fuerza”. Sus desnudos femeninos, inusuales en la pintura hecha por las mujeres de su tiempo, y sus escenas de la vida doméstica, fueron más allá de lo meramente decorativo y le valieron no solo la posibilidad de vivir de su pintura, sino el ser reconocida como artista.

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