17 de diciembre | San Lázaro en Cuba: peregrinación, promesas y esperanza

Año tras año, la peregrinación a El Rincón vuelve a mostrar cómo la fe opera como un lenguaje colectivo de esperanza, gratitud y necesidad.

Miles de cubanos acudieron este 17 de diciembre al Santuario Nacional de San Lázaro, en El Rincón (Santiago de las Vegas, Boyeros, La Habana), en una jornada marcada por la peregrinación, las promesas y las súplicas. Desde la noche del 16, víspera de la festividad, el poblado recibió a devotos llegados de distintos puntos del país, unos para cumplir promesas y otros para pedir protección y ayuda a una de las figuras más veneradas de la religiosidad popular en Cuba.

Durante la madrugada y la mañana se repitieron escenas ya habituales en esta fecha: personas e incluso familias completas caminando largas distancias en peregrinación, velas encendidas, flores y estampas. En redes sociales circularon imágenes donde se aprecia una multitud en los accesos al santuario, con numerosos fieles vestidos de morado, color asociado tradicionalmente a esta devoción.

Cuando la devoción por el “Viejo Lázaro” se vuelve el refugio espiritual

Para el pueblo cubano, San Lázaro (asociado a Babalú Ayé en la santería) es mucho más que una figura religiosa; es el santo de la compasión, el protector de los enfermos y el consuelo de los más necesitados.

Cada 17 de diciembre, miles de devotos peregrinan hacia el santuario de El Rincón o levantan altares en sus hogares, vestidos de yute y color morado, para pagar promesas por milagros concedidos.

San Lázaro: lenguaje colectivo de esperanza y gratitud

Esta devoción, profundamente arraigada en la religiosidad popular cubana, se expresa en un sincretismo donde la figura de San Lázaro —representado como el mendigo llagado acompañado por perros— se asocia a Babalú Ayé, deidad vinculada a la enfermedad y la sanación; en ese cruce simbólico, muchas personas depositan sus súplicas por salud y protección.

Más allá del rito, la jornada funciona como un termómetro social: muchas peticiones se concentran en lo esencial —salud, paz y sustento— y se formulan no solo a título personal, sino también por la familia y por el país.

Año tras año, la peregrinación a El Rincón vuelve a mostrar cómo la fe opera como un lenguaje colectivo de esperanza, gratitud y necesidad.