Cinco poemas chinos escritos por mujeres

La poesía china escrita por mujeres se enfoca en la búsqueda de la identidad femenina y en la del entorno que las rodea, tanto física como espiritualmente.

| Escrituras | Mundo | 04/04/2024
Damas de la corte preparando seda recién tejida
“Damas de la corte preparando seda recién tejida”. Pintura sobre seda atribuida al emperador Huizong de la dinastía Song.

Según la poeta y traductora china radicada en Estados Unidos Ming Di, “el feminismo se manifiesta en modos múltiples en la poesía china del siglo XXI”, y pone ejemplos como el de la maternidad, vista desde las perspectivas diferentes de madres y abuelas, así como el de las mujeres mitológicas, las trabajadoras, las migrantes, las que añoran el acople femenino con la naturaleza y las que ven en la familia un espacio de crecimiento. El feminismo en la poesía china no es sólo aquel en que “las mujeres buscan la identidad de género dentro de ellas mismas”, sino ese que les permite “mirar hacia el entorno que las rodea, tanto física como espiritualmente”.

No obstante, la poeta señala que:

Mientras que las feministas francesas voltearon hacia China entre 1950 y 1970 en búsqueda de un feminismo “ideal” en el país comunista, la mayoría de las escritoras chinas no se habían “despertado” al feminismo hasta la década de 1980, cuando las poetas confesionales estadounidenses (Sylvia Plath y Anne Sexton) fueron introducidas en dicho país.

Con tales paradigmas y contando con lo lejana que podría parecerle a occidente la poesía china escrita por mujeres, no queda otra opción que leerla, verificar que los temas, los grandes temas, siguen siendo universales, y que la mujer, en cualquier lugar del mundo desde el que escriba, siempre tendrá mucho que decir. Aquí les compartimos cinco poemas chinos escritos por mujeres.

Pechos

Frente al espejo, premenstruales
se hinchan ligeramente;
de ser un par de tejidos blandos se vuelven dos pensadores
manteniendo un diálogo, acercando posturas,
saludándose uno al otro como Presidente y Secretario General
y discuten, incluso, sobre el conflicto Palestino-Israelí
a fin de encontrar una solución compatible.

Autora: Wu Ang (Fujian, 1974).
Traducción: Yolanda Castaño

Inmensa noche

Están inmensamente dispersas aquellas noches,
sus vacíos dividen la luz del día en el ocho y medio
de Fellini; quiero decir, 8 ½.
En silencio cuentas cabezas de realidad en sueños.
Despertar es una extensión del sueño.

La plegaria de una nutria. Aparece de pronto
haciendo una interpretación imperfecta
de este solitario verano.

Ella le envía cartas. Ella las repasa una
y otra vez, preocupada por esto:
las cartas de amor de una mujer son más difíciles
de ocultar
que la presencia de una nutria.

Fellini dice que la vida es una gran
mentira.
Tiene la obligación de
tejer dentro de los sueños
de la gente.

Autora: Liang Xiaoman (Shenzhen, 1974).
Traducción: Andrea Rivas

ROUGE-ISMO 

Hace algunos años que he encarado al cielo con un rostro llano,
y me he aferrado a creer en el rougeismo. Veo un matiz rosa
al amanecer y mi atardecer es aún más de ese rouge
en el que creo. Las montañas ofrecen una sombra oscura para mis cejas,
el humo de las chimeneas en el pueblo hace remolinos
que dan contorno a las pequeñas colinas de mis pómulos.

Las mañanas de Beijing le pertenecen a mi rougeismo, mi frente saluda
al primer rayo de luz cuando el pueblo de Gushan aún duerme.
Cepillo mi cabello con corrientes claras y lavo mi rostro con el verdor
(¿no es esto amigable con el medio ambiente?) mientras mi rouge-ismo escala
desde el oriente, un cuerpo delgado oscila en la distancia,
modelo de timidez, una joven tejedora, olvidada por el mundo
se acerca a mí y me atrapa cuando levanto la cabeza.

Con un cepillo de madera en manos, hago una reverencia ante el rouge-ismo.
¿Qué intentas decirme? Ahora miro hacia el oriente,
hacia la Emperatriz viuda Cixi, que camina tras las nubes,
con el rouge en polvo de su rostro descarapelándose
como lágrimas que escurren sobre las Tumbas Quing orientales.

Autora: Li Cheng’en (Anhui, 1980).
Traducción: Andrea Rivas

Tártago

recuerdo las hojas de una planta
abiertas como la palma de una mano
nueve dedos en cada una de ellas
intenté recordar su nombre
casi perdí la cabeza en el esfuerzo
de pronto vino a mí su nombre
que dije en voz alta:
“tártago, tártago”

recuerdo lo que él me dijo
deseaba deslizarse por mi vagina
habitar en mi útero
que me preñara con él en mi vientre
para luego darle vida
y amarle como sólo se ama a un hijo
eterna e incondicionalmente

recuerdo que cambié de tema
murmuré un zumbido con mis labios
como si estuviera masticando un puñado de semillas
“tártago, tártago”

Autora: Li Suo (Anhui, después de los 80).
Traducción: Isolda Morillo

Escucha al mar

Cuando mi madre habla sobre otra mujer,
sus expresiones faciales, aumentan, se extienden hasta la cima de una montaña.
Subo la cima
vislumbro un distante ayer:
Mi abuela de pie en lo alto de la colina al alba,
Sus aguzados ojos de águila atrapando la lejanía.
Lo que es lejano arde como un incendio en lo profundo de sus pupilas.

Lejos. El otro lado de la montaña. Un misterio.
Una tentación maldita. Un mandamiento no escrito.
El sueño de una joven mujer, llegando al mar a miles de kilómetros de distancia.
Un secreto que guardan las mujeres a toda costa
con cada nervio que hay en sus cuerpos.
Cada hora oscura en la que han perdido su sol,
les revela un amanecer profundamente azul.

Cuando mi madre cuenta la historia, también hay un mar
creciendo dentro de su corazón.
Ha heredado el sueño de su madre, y ese sueño
no ha cambiado, lo he heredado yo de ella.
Como aquello que corre dentro de la sangre, de lo cual una parte
te pertenece, aunque no es del todo tuyo.

Mi sueño sobre el mar madura mucho antes que el de ellas.
Cuando yo era adolescente, ponía mi sueño dentro del equipaje cuando viajaba
por las montañas. Donde dejé mis jóvenes huellas
―cimas de montañas, junglas, valles― con frecuencia escuché
un profundo relincho de caballo en mi sueño desde un rincón del océano.
Escucho al agua llamándome día y noche.

Como guiado por un poder divino, el sonido del agua me conduce, nos conduce, siempre.
Convirtiéndose en la canción celestial que somos incapaces de compartir.
Por la Vía Láctea, veo a un anciano
recogiendo mi barco de papel y murmurando:
“la forma en que te amo
es la forma en que amaré tu mar.”

Autora: Jike Bu (Xichang, 1986).
Traducción: Indira Díaz

Entorno familiar

Mi padre es absurdo,
un asesino y ladrón a temprana edad
sin logros en su vejez.
Ahora que he crecido, la forma en que me mira
me recuerda cómo miraba a
su primera mujer.

A mi madre le gusta usar gardenias
en el cabello. Ella no puede darse cuenta,
antes de salir rápido hacia el mercado, si está vestida.
Si alguien toca su pecho izquierdo,
ella ofrecería el de su lado derecho.

Mis hermanos y hermanas, cada uno más hambriento que el otro.
Cada Año Nuevo o cualquier otro feriado,
siempre pelearían por las ofrendas
colocadas en el altar de nuestros ancestros,
frutas cubiertas con pesticidas.

Mi hermano mayor se unió al ejército
sólo para derrocar a nuestro padre,
y murió gloriosamente en el campo de batalla.
Mi hermana mayor ama la música, el ajedrez, la caligrafía y la pintura.
Se ha ido muy lejos con un ermitaño.
Mi hermano menor, un violador,
ha escapado de la cárcel y se ha convertido en un bandido.
Se ha comprado una estrella de tercera para que sea su esposa.
Mi hermana menor ha muerto de SIDA,
con muchas catarinas decorando su cuerpo.

Sólo yo me he vuelto tan excepcional y de buen corazón.
Tiré una colilla de cigarrillo de marca Hongstashan
a mi casa y prendí fuego a todas sus historias.

Autora: Yang Biwei (Zhaotong, Yunnan, 1988).
Traducción: Jessica Freudenthal

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