Cuba devastada tras el paso del huracán Rafael

Los huracanes afectan a toda la población, pero sus consecuencias son especialmente graves para las mujeres y los ancianos.

Los huracanes afectan a toda la población, pero sus consecuencias son especialmente graves para las mujeres y los ancianos.

Este miércoles, el huracán Rafael, de categoría 3 y con vientos sostenidos de hasta 185 kilómetros por hora, tocó tierra en la costa suroeste de Cuba, en la provincia de Artemisa, en medio de un apagón generalizado en la isla. Desde las primeras horas de la tarde, Rafael ha provocado un nuevo colapso total del sistema eléctrico nacional (SEN), según informó la Unión Eléctrica de Cuba (UNE).

La temporada de huracanes en el Atlántico, que comenzó el 1 de junio y se extenderá hasta el 30 de noviembre, se anticipa más activa de lo habitual, con previsión de entre 8 y 13 huracanes, de los cuales entre 4 y 7 podrían alcanzar categoría mayor. Este apagón es la tercera desconexión total del Sistema Eléctrico Nacional en solo dos años y la segunda en las últimas tres semanas, lo que evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura cubana ante estos fenómenos.

El ciclón afectó a más de cuatro millones de personas -de estos unos dos millones de La Habana- y representa un nuevo golpe para una Cuba sumida en una grave crisis económica y energética desde hace varios años.

Cuba ha sufrido dos importantes eventos climáticos en fechas recientes, lo que pone de relieve la urgencia de una mayor cooperación internacional y estrategias de preparación ante desastres para minimizar los efectos sobre las comunidades más afectadas. Mientras tanto, la sociedad civil cubana comienza a movilizarse para asistir a los damnificados, destacando la importancia de la solidaridad local frente a las dificultades.

Cuáles son los impactos de las tormentas y huracanes

Debido al cambio climático, estos huracanes son más intensos y lentos, lo que aumenta las lluvias extremas y los riesgos de inundación. Se estima que habrá un aumento de hasta el 42% en la frecuencia de huracanes de categoría 4 y 5, los más peligrosos, y hasta se habla del categoría 6.

Además de los impactos directos que producen los huracanes (inundaciones, caídas de cables, destrucciones de infraestructuras, pérdidas de cosechas...), se producen efectos secundarios en la salud, que incluyen: Aumento en eventos cardiovasculares, como ataques cardíacos, interrupciones en centros médicos, que dificultan el acceso a medicamentos y atención, problemas de salud mental, como ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT), accidentes por condiciones de carreteras inseguras y exposición a moho en viviendas inundadas, riesgo de electrocución o incendios por cables eléctricos caídos.

Las comunidades de más bajos ingresos y personas afrodescendientes suelen ser las más afectadas, pues a menudo carecen de infraestructuras resistentes, recursos para evacuación y seguridad contra inundaciones. Otros grupos vulnerables incluyen a mujeres, niños, personas mayores, personas con discapacidades y enfermedades crónicas, quienes enfrentan mayores dificultades para protegerse durante y después de los huracanes.

Los niños y personas mayores requieren cuidados adicionales, pues están en mayor riesgo de exposición a agentes contaminantes, enfermedades gastrointestinales y de otros tipos causadas por la insalubridad, traumas psicológicos debido a la devastación y el caos que generan las tormentas, y huracanes. En Cuba se intensifican estas vulnerabilidades por la crisis que afecta todas las estructuras de la sociedad y la desatención del Estado.