Día del Orgullo LGTBIQ+: Entre la memoria histórica y la lucha por la igualdad
El Día del Orgullo, más que una celebración, es un recordatorio de que la lucha por la igualdad y los derechos humanos no ha terminado.

El origen
El Día del Orgullo LGTBIQ+ tiene su origen en los disturbios de Stonewall en Nueva York, un evento que marcó el comienzo de la lucha moderna por los derechos de la comunidad LGTBIQ+. El 28 de junio de 1969, la policía realizó una redada en el bar Stonewall Inn, un lugar frecuentado por personas homosexuales y transgénero, en el barrio de Greenwich Village. La comunidad reaccionó con una serie de protestas espontáneas, lo que dio origen a un movimiento global.
Desde 1970, se comenzaron a celebrar las primeras marchas del Orgullo Gay en ciudades como Nueva York y Los Ángeles, un evento que rápidamente se expandió por el mundo. Hoy en día, los desfiles del Orgullo, o Pride Parades, se celebran en más de 150 países, convirtiéndose en un símbolo de visibilidad y resistencia para las personas LGTBIQ+.
El 12 de junio de 2016, un ataque armado en el club Pulse de Orlando, Florida, dejó 49 personas muertas y más de 50 heridas. Este trágico evento, uno de los más mortales contra la comunidad LGTBIQ+ en la historia reciente, ocurrió días antes del Día del Orgullo, intensificando las manifestaciones en diversas ciudades del mundo.
Sin embargo, en algunos países, como en Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, y varios estados de África y el Oriente Medio, el Día del Orgullo sigue siendo una celebración prohibida, debido a las leyes que persiguen las relaciones homosexuales y penalizan la visibilidad de la comunidad LGTBIQ+.
El acrónimo LGTBQ+
A lo largo de los años, el acrónimo LGTBIQ+ ha evolucionado para abarcar y dar visibilidad a una mayor diversidad dentro de la comunidad. Originalmente, en la década de 1990, el término estaba compuesto solo por las letras LGB, que representaban a lesbianas, gais y bisexuales. A finales de esa misma década, se añadió la "T" para incluir a las personas transexuales, en respuesta a las demandas del activismo trans que luchaba por su reconocimiento.
En los años 2000, se sumó la "I" para representar a las personas intersexuales, ampliando así el alcance del acrónimo. Más recientemente, se incorporó la "Q" para hacer referencia a las personas que se identifican como queer, aquellas que no se ajustan a las etiquetas tradicionales de género y sexualidad. Finalmente, el símbolo "+" se ha popularizado para incluir otras identidades y orientaciones, como las personas no binarias, asegurando que el acrónimo refleje la creciente diversidad dentro del colectivo.

Cuba: Represión histórica y avances legales limitados
Cuba tiene una historia de represión hacia la comunidad LGTBIQ+, marcada por la creación de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) en 1965, en las que miles de hombres fueron encarcelados y forzados a trabajos en campos de reeducación. Las autoridades cubanas consideraban a las personas homosexuales como 'peligrosas', una visión que perduró por décadas.
Un análisis de seis documentos revelados recientemente permite entender algunos de los métodos empleados en las UMAP para "reeducar" a los internos, como el adoctrinamiento y el trabajo forzado. Los recluidos eran obligados a participar en trabajos extenuantes, con la esperanza de cambiar su comportamiento a través de la disciplina militar y el esfuerzo físico.
Otro método utilizado era la segregación, en la cual los internos no solo eran separados por su orientación sexual, sino también por el grado de "exposición" de su identidad sexual. Por ejemplo, se diferenciaba entre aquellos homosexuales cuyas manifestaciones eran más visibles, como caminar o vestirse de forma "afeminada", y aquellos cuya orientación sexual no era tan evidente.
Además, los internos eran sometidos a lo que podría considerarse una experimentación psicológica, pues se les aplicaban técnicas de castigo y recompensa, como permitirles días de salida o negarles permisos, con el fin de modificar su conducta. Los documentos también hacen referencia a la intervención de psiquiatras y psicólogos en estos procedimientos.
Además, en 1961 se produjo la conocida "Noche de las tres P", una redada policial represiva y moralistas en la que miles de homosexuales (también trabajadoras sexuales), fueron detenidos y etiquetados con una 'P' en su ropa para ser señalados como peligrosos. Este episodio resalta la represión del régimen cubano hacia cualquier manifestación de sexualidad diversa.
En los últimos años se han realizado algunos gestos legales, gracias a la presión del activismo de la comunidad LGTBQ y sus aliados. En 2019, la nueva Constitución cubana incluyó una cláusula que prohíbe la discriminación por orientación sexual. En 2022, el Código de las Familias, que legalizó el matrimonio igualitario, la adopción entre personas del mismo sexo y la gestación subrogada no comercial, fue aprobado mediante referéndum.
Sin embargo, los avances legales no se han traducido en una implementación efectiva. Numerosos activistas cubanos, y miembros de la comunidad LGTBQ, han señalado o dejado testimonio de que, a pesar de las leyes que protegen los derechos LGTBIQ+, persisten numerosos obstáculos significativos, como la falta de educación sobre diversidad sexual, la discriminación en el ámbito laboral y la resistencia social y política a la plena aceptación de la comunidad, entre otros.

La represión de la disidencia LGTBIQ+: el 11M como símbolo de resistencia
En mayo de 2019, la comunidad LGTBIQ+ cubana se enfrentó a una nueva represión en la forma de la marcha alternativa al Orgullo, el 11M. Las autoridades cubanas respondieron con represión policial a las manifestaciones pacíficas, arrestando a los activistas y bloqueando las actividades públicas.
Este episodio fue un claro recordatorio de que vivir en dictaduras no garantiza derechos. Y que instituciones oficiales como el Cenesex solo responden realmente al poder instaurado hace más de 60 años, que sigue siendo machista y homófobo. Aunque la Constitución y el Código de las Familias reconocen ciertos derechos LGTBIQ+, las leyes no siempre se aplican en la práctica, y la discriminación estructural persiste en ese poder autocrático. La represión de la disidencia en Cuba continúa siendo una barrera para el avance hacia una sociedad inclusiva y respetuosa de la diversidad sexual.

Aunque en muchos países los derechos LGTBIQ+ han avanzado, la lucha por la igualdad y el respeto continúa. Mucho queda por hacer, aún más en un contexto en el que peligran muchos de los derechos que se han conquistado a lo largo de la historia. El Día del Orgullo, más que una celebración, es un recordatorio de que la lucha por la igualdad y los derechos humanos no ha terminado. En Cuba, como en otras partes del mundo, es fundamental que se sigan impulsando cambios estructurales, que las leyes no solo existan en papel, sino que se pongan en práctica para garantizar una igualdad real, aunque está claro que ese cambio real solo vendrá con la instauración de una democracia.
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