Miriam Muñoz, Premio Nacional de Teatro 2025

El jurado reconoció el ejemplo de perseverancia de Miriam Muñoz, así como sus logros docentes y artísticos, y su impacto en la vida cultural del país.

La destacada actriz Miriam Muñoz ha sido reconocida con el Premio Nacional de Teatro 2025, el más alto galardón que se entrega en Cuba a las artes escénicas. Nacida en Matanzas en 1947, Miriam Muñoz es una figura multifacética del arte escénico cubano, con una extensa carrera como actriz, profesora, promotora cultural, investigadora y directora artística.

El jurado, presidido por el director Carlos Díaz, e integrado por los también premios nacionales Verónica Lynn, Raquel Carrió y Carlos Pérez Peña, así como por el funcionario Omar Valiño, reconoció en Miriam Muñoz el impacto de su trayectoria en la vida cultural del país, y elogió su “ejemplo de perseverancia y logros docentes y artísticos sostenidos a lo largo del tiempo”.

La “parametración” y el olvido

De formación autodidacta, Muñoz inició su carrera profesional en 1967, en el Teatro Guiñol de Matanzas, y a inicios de los años setenta formó parte del Conjunto Dramático (hoy El Mirón Cubano). Posteriormente, trabajó en el grupo Papalote bajo la dirección de René Fernández Santana, y en 2001 fundó el grupo Icarón Teatro, uno de los pilares del teatro contemporáneo cubano.

Un hecho poco divulgado sobre su vida es que, durante los años setenta, Miriam Muñoz fue víctima, como muchos otros artistas, de la llamada “parametración”, un mecanismo de represión política y social aplicado por el gobierno revolucionario de la época para excluir a quienes no se adecuaban a sus estrechas pautas.

El término, que se impuso poco después de concluido en 1971 el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, hacía referencia a un proceso de depuración ideológica y moral dentro de los sectores artístico y laboral. Las razones podían incluir sospechas de homosexualidad, una vida considerada libertina, creencias religiosas, maneras de vestir “extravagantes”, o un apoyo insuficiente a las decisiones del gobierno. Este proceso conllevaba la expulsión de los afectados de sus espacios laborales, y el castigo de verse obligados a desempeñar oficios considerados “menos influyentes” en la sociedad.

Muchos artistas vieron así interrumpidas sus vidas como creadores y forzados a trabajar en empleos que en nada se correspondían con su talento y vocación. En el caso de Miriam, se la apartó de su labor en las artes escénicas y se la envió a una fábrica de fósforos. De esto, sin embargo, el acta del jurado que la reconoce con el Premio Nacional de Teatro no hace mención entre la lista de méritos de Miriam Muñoz.

El Premio se entregará el próximo 22 de enero, Día del Teatro Cubano.