Rosalía de Castro: la poeta gallega precursora del feminismo y el activismo ecologista

“La obra de Rosalía de Castro contribuyó a la consolidación de la identidad gallega, impugnó las narrativas dominantes acerca de las mujeres y defendió el entorno natural con una convicción irreductible.”

| Mundo | 23/02/2024
Mural de arte urbano del artista gallego Gory, realizado en las inmediaciones del antiguo Matadoiro en el aniversario 183 del nacimiento de Rosalía de Castro.
Mural de arte urbano del artista gallego Gory, realizado en las inmediaciones del antiguo Matadoiro en el aniversario 183 del nacimiento de Rosalía de Castro.

Aunque a menudo se omita en las listas de las primeras feministas españolas, Rosalía de Castro (1837-1885) no solo es un símbolo del post-romanticismo, precursora de la poesía social y defensora de una Galicia cultural y lingüísticamente distintiva, es también un referente del feminismo. Su obra, con el Lieders publicado en El Álbum del Miño (1858), se suma al legado de otras figuras notables como Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor y Victoria Kent.

Lieders es reconocido como el primer manifiesto feminista de Galicia. El mismo año de su matrimonio con Manuel Murguía, cuando la poeta cumplía sus 20, compuso esta pieza de prosa lírica. Fue visto como un contrato nupcial público, donde ella deja claro a su futuro marido su espíritu rebelde. Sin embargo, su esencia radica en ser una declaración de independencia creativa, y una reafirmación de su identidad como escritora.

Jamás ha dominado en mi alma la esperanza de la gloria, ni he soñado nunca con laureles que oprimiesen mi frente. Sólo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios, aunque alrededor hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud.

Feminista

La catedrática Pilar García Negro define a Rosalía como una “feminista en la sombra”. Por largo tiempo, la obra de Rosalía de Castro se encasilló meramente como una oda a su tierra natal y al sentimiento de nostalgia. Sin embargo, representó algo mucho más significativo. Un examen detallado de sus textos revela que la escritora fue una pionera en la lucha feminista en un momento histórico donde el papel de la mujer se limitaba predominantemente al ámbito doméstico.

Con frases como “Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas; como los árabes en el desierto y el pirata en el mar”, proclamaba su autonomía y su derecho a la libertad.

Es cierto que la obra de Rosalía de Castro, sobre todo los poemas de Cantares gallegos (1863), es un gesto de reivindicación de la lengua gallega, pero al analizar el prólogo de Follas Novas (Hojas nuevas), de 1880, podemos ver cómo Rosalía pasa de abordar el problema general que tiene su pueblo a dar voz al problema particular de la mujer en Galicia y al de la propia expresión de su dolor.

La imagen de esta poeta enorme, tradicionalmente vista a través del prisma de la soledad, es un reflejo de las tensiones entre su identidad personal y las restricciones impuestas por su entorno. Su esposo, el historiador y crítico Manuel Murguía, jugó un papel ambivalente en su carrera: aunque la alentó a publicar su obra, también ejerció un control sobre lo que debía o no sacar a la luz.

Rosalía de Castro a lo Andy Warhol, por los diseñadores de Rei Zentolo
Rosalía de Castro a lo Andy Warhol, por los diseñadores de Rei Zentolo.

Especialistas en su obra, como María do Cebreiro Rábade, María López Sández y Fernando Cabo, nos acercan a una mujer que desafía las convenciones de su época. Profundamente influida por la filosofía contemporánea y en consonancia con poetas como Espronceda, Rosalía utilizó su escritura para cuestionar la moral sexual de su tiempo y abogar por la justicia social, posicionándose como una adelantada a su época en temas de género y clase.

En Follas Novas, Rosalía de Castro ya se muestra más subjetiva: sus composiciones breves, de estilo sincero, espontáneo, impresionista, intimista y sugerente, podrían confundirse con la estética becqueriana, pero la poeta se despoja del sentimentalismo y acude a la introspección para revelar la vida radical, angustiada y pesimista que quiso plasmar en su obra como una especie de búsqueda del sentido de la existencia.

Sin embargo, Follas Novas es un libro que parece alegre. Rosalía acude al sentido del humor para describir realidades que en verdad son más bien tristes. El poema en el que narra la anécdota de la anciana viuda que rehúsa reunirse con su esposo en el más allá es, aunque nos dé risa, una crítica mordaz al matrimonio.

¡Por poco, mi Santo San Pedro,
qué bien dejas conocer
que siempre anduviste libre,
que nunca fuiste casado
ni en la tierra ni en el cielo!
Todas las comodidades
para ti quisiste, ¡vaya!

La hondura de la emigración en su poesía

De Cantares gallegos es esta traducción en la que se nota cómo el sujeto lírico es un emigrante que está a punto de embarcar hacia América y que se despide con tristeza de su tierra natal. Este sentimiento que tuvieron que afrontar muchos gallegos en la segunda mitad del siglo XIX se denomina morriña, y es un equivalente a la saudade portuguesa, que viene siendo algo muy superior a la nostalgia y la melancolía juntas.

Adiós ríos, adiós fuentes
adiós regatos pequeños
adiós vista de mis ojos
no sé cuando nos veremos.
Mi tierra mía, mi tierra,
tierra donde me críe
huerto que yo labraba,
higueras que yo planté.
Prados, ríos, arboledas,
pinares que mueve el viento,
pajarillos piadores,
la casa de mi contento.
Molino del castañar,
noches de luna clara,
campanitas timbradoras
de la iglesia del lugar.
Zarzamoras de las zarzas
que yo le daba a mi amor,
caminos entre el maíz,
¡adiós para siempre adiós!
¡Adiós gloria!, ¡adiós contento!
¡Dejo la casa en que nací
y la aldea que conozco
por un mundo que no vi!
Dejo amigos por extraños
y la vega por el mar
dejo, en fin, lo que más quiero…
¡quien pudiera no dejar!
Adiós adiós que me voy
hierbas del camposanto
donde se enterró a mi padre
hierbas que besé tanto
tierra que nos crió.
Ya se oyen lejos muy lejos
las campanas del Pomal
para mi, ¡ay!, desdichado
nunca más han de tocar.
Ya se oyen lejos muy lejos…
cada son es un dolor;
me voy solo sin amparo…
tierra mía, ¡adiós!, ¡adiós!
¡Adiós también, mi querida…
Adiós quizá para siempre!...
Te digo este adiós llorando
desde la orilla del mar.
No me olvides tu mi amor
si muero de soledad…
tantas leguas mar adentro…
¡Mi casa ! ¡Mi hogar!

El legado ecofeminista de Rosalía de Castro

Rosalía de Castro no solo dejó una huella imborrable en la literatura, también se destacó como una ferviente defensora del entorno natural. Recientemente, el Real Jardín Botánico de Madrid honró su legado con la exposición El herbario de Rosalía de Castro, que reunió muchas de las plantas a las que la poeta dedicó sus palabras. En su obra En las orillas del Sar, Rosalía plasmó duras críticas a la tala desenfrenada en los montes de Galicia, expresando su profunda preocupación por la pérdida del paisaje que tanto amaba.

Uno de los símbolos más emblemáticos de su compromiso ecologista es el carballo del Banquete de Conxo, cerca de Santiago de Compostela. Rosalía defendió este imponente roble, testigo del histórico Banquete Democrático de Conxo en 1856, como un emblema de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. En 2022, se reconoció como el Árbol de España y el segundo Árbol de Europa, por su importancia en la historia y la cultura del país.

Rosalía de Castro. Ilustración: Luisa Carnes
Rosalía de Castro. Ilustración: Luisa Carnes

La poeta también mostró preocupación por la pérdida de otros árboles. Así lo refleja en su poema “Los Robles” de En las orillas del Sar (1884). Su amor por el bosque gallego, reflejado en sus escritos, sigue inspirando a generaciones, y su legado ecofeminista resuena en la lucha por la preservación del medio ambiente. “O Avó” (el abuelo), como se conoce afectuosamente al carballo del Banquete de Conxo, continúa siendo un símbolo de la conexión entre la naturaleza y la poesía y recuerda la importancia de proteger el entorno para las próximas generaciones.

Torna, roble, árbol patrio, a dar sombra
cariñosa a la escueta montaña
donde un tiempo la gaita guerrera105
alentó de los nuestros las almas
y compás hizo al eco monótono
del canto materno,
del viento y del agua,
que en las noches del invierno al infante
en su cuna de mimbre arrullaban.

Que tan bello apareces, ¡oh roble!
de este suelo en las cumbres gallardas
y en las suaves graciosas pendientes
donde umbrosas se extienden tus ramas,
como en rostro de pálida virgen
cabellera ondulante y dorada,
que en lluvia de rizos
acaricia la frente de nácar.

¡Torna presto a poblar nuestros bosques;
y que tornen contigo las hadas
que algún tiempo a tu sombra tejieron
del héroe gallego
las frescas guirnaldas!

La capacidad de Rosalía para plasmar la naturaleza en sus versos transformó la percepción del paisaje gallego. Hasta el momento, autores como Góngora retrataban a Galicia como un espacio oscuro y desolado: la poeta ofreció otra perspectiva. A través de sus versos, los paisajes sombríos cobraron vida y celebraron la riqueza y profundidad de ese mosaico de costa y montaña, fragas y llanuras, maleza y rías que penetran la tierra desde el mar.

Su contribución a la consolidación de la identidad gallega, especialmente a través de Cantares Gallegos y Follas Novas no solo promovió la cultura regional, también impugnó las narrativas dominantes que marginaban a las mujeres y defendió el entorno natural con una convicción irreductible. Nacida de madre soltera y un cura, enfrentándose a las adversidades desde su infancia, Rosalía se convirtió en una mujer culta que, a pesar de las dificultades económicas, logró hacerse de un lugar en el panorama literario español.

La vida de Rosalía de Castro culminó trágicamente a los 48 años debido a un cáncer de útero, pero su legado persiste, ofreciendo un testimonio poderoso de resistencia y de la búsqueda incansable de una voz propia en un mundo que a menudo buscó silenciarla.

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