Apagones y “pobreza de tiempo”: la otra desigualdad que vacía los días de las cubanas

“La pobreza de tiempo no es una metáfora: es un costo que hoy pagan, en silencio, millones de mujeres en Cuba.”

| Observatorio | 21/08/2025
Una madre protesta golpeando su cazuela en La Habana, 20 de octubre de 2024. Foto: Ramón Espinosa / AP
Una madre protesta golpeando su cazuela en La Habana, 20 de octubre de 2024. Foto: Ramón Espinosa / AP

A las 5:30 a. m. suena el despertador. Antes de que amanezca, ella ya puso a hervir el café, dejó el uniforme del niño listo, atendió a su madre que necesita ayuda para levantarse y salió a la cola del pan. A las 8:00, apenas empieza su jornada laboral. Para cuando se sienta, ya trabajó. Nadie le pagó por esas horas. Ese desfase —el trabajo que no se ve, no se paga y, sin embargo, sostiene la vida— está en el centro de una forma de desigualdad: la pobreza de tiempo.

Lo que muestra un apagón (cálculo ilustrativo)

Si el servicio se interrumpe 4-8 horas al día, una jefa de hogar puede sumar entre 1 y 3 horas extra no remuneradas para cocinar sin electricidad, resolver agua y reorganizar cuidados. Valorado al salario medio 2024 (ONEI: 5.839 CUP/mes), el tiempo “perdido” equivale aproximadamente a 1.000-3.000 CUP/mes (unos 33,7 CUP/hora) —entre 17% y 51% del salario medio. Este cálculo, ilustrativo y conservador, sirve para dimensionar la brecha y puede refinarse con una encuesta de uso del tiempo.

En los meses de junio y julio de 2025, la UNE ha pronosticado déficits de 1.700-1.962 MW en horario pico, con máximos reales de 2.054 MW (22 de julio). Agencias como EFE reportaron que entre el 41% y 49% del territorio nacional sufrió apagones simultáneos en varios días de ese mes. En marzo (15/03), un fallo dejó a la isla completa a oscuras. Estos eventos no son solo oscuridad: son horas que se esfuman de las tareas del hogar, el cuidado de personas dependientes y el descanso.

De un vistazo: ¿cuánto “cuesta” el tiempo que se pierde en un apagón?

Cálculo ilustrativo (ver “Nota metodológica”): si valoramos una hora de trabajo doméstico/cuidado no remunerado con el salario medio publicado por la ONEI para 2024 (5.839 CUP/mes), una jefa de hogar que pierda entre 1 y 3 horas extra diarias por cocinar sin electricidad, acarrear agua o reorganizar cuidados, está “pagando” unos 1.000 a 3.000 CUP al mes en tiempo.

¿Qué es la pobreza de tiempo y por qué importa?

La pobreza de tiempo es no disponer de horas suficientes, tras cumplir con trabajo remunerado y no remunerado, para descansar, formarse, cuidarse o simplemente vivir. A escala global, la OIT ha documentado que las mujeres realizan alrededor del 76,2% del trabajo de cuidados no remunerado; además, en 2024 estimó que 708 millones de mujeres en edad de trabajar están fuera del mercado laboral por responsabilidades de cuidado. Estas cargas restringen empleo, ingresos y autonomía.

La factura invisible: horas que se esfuman

Trabajo doméstico no remunerado. Foto: David Abundance
Trabajo doméstico no remunerado. Foto: David Abundance

Entre marzo y mediados de agosto de 2025 se sucedieron fallas y déficits persistentes; tras el colapso del 15 de marzo, el sistema se reconectó gradualmente. Para los hogares, cada déficit no solo apaga bombillos: alarga la jornada doméstica y recorta descanso, salud e ingresos. En julio la Unión Eléctrica reportó picos de afectación cercanos a 1.962 MW; el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y la prensa oficial informaron que había más de 860.000 personas con afectaciones en el abasto de agua por la combinación apagones+sequía+combustible.

¿Quién paga con su tiempo?

En Cuba, según el análisis de la ONEI basado en la ENIG-2016, las mujeres dedican 36,55 horas semanales al trabajo no remunerado, frente a 21,03 en los hombres: una brecha de 16,3 horas por semana que se intensifica en hogares extensos y cuando hay dependientes. El propio documento técnico destaca que “ellas dedican más de 14 horas semanales promedio con respecto a los hombres” a estas tareas.

Qué dicen los datos en la región (fuentes recientes)

  • Chile (II ENUT 2023): en un día tipo, las mujeres destinan 4:57 h al trabajo no remunerado frente a 2:52 h en los hombres; brecha de 2:05 h diarias. (INE Chile; Ministerio de Economía, 17-ene-2025).
  • Colombia (ENUT 2020-2021): las mujeres dedican 7 h 44 min diarios al trabajo no remunerado; los hombres 3 h 06 min. (DANE).
  • Costa Rica (ENUT 2022): las mujeres dedican en promedio 32 h 4 min semanales al trabajo no remunerado, mientras los hombres 15 h 44 min. Sumando lo remunerado y no remunerado, ellas alcanzan 71 h 27 min semanales, frente a 67 h en ellos. Según la OCDE, las mujeres costarricenses destinan 23 h más que los hombres al trabajo no remunerado (40 h vs 17 h). (INEC CR; OCDE).
  • Uruguay (EUT 2021–2022): la carga global semanal es mayor para las mujeres, que dedican dos tercios de su tiempo al TNR; el TNR de los hogares equivale a 23,8% del PIB (2021) según la cuenta satélite propuesta. (MIDES/INE, informe 2024-2025).
  • Argentina (ENUT 2021): las mujeres realizan en promedio 6 h 31 min diarios de trabajo no remunerado, frente a 3 h 40 min en los hombres. El 92% de ellas realiza estas tareas, contra el 74% de los varones; en promedio, ellas superan las 4 h diarias, ellos apenas rondan las 2,5 h (INDEC; Tiempo Argentino).
  • México (ENUT 2019): las mujeres reportan 30,8 h semanales de trabajo doméstico no remunerado, en contraste con las 11,6 que reportan los hombres (INEGI).

¿Por qué esto importa para la economía (y para la vida)?

Cuando gran parte del día se va en trabajo no remunerado, se restringe el tiempo para el empleo, la formación y el descanso, con efectos en ingresos, salud y autonomía. Este es un componente reconocido en la agenda regional: la CEPAL sitúa la “sociedad del cuidado” como eje de desarrollo y recomienda invertir en cuidados con gobernanza, financiamiento estable y corresponsabilidad.

¿Cómo se ve la pobreza de tiempo en lo cotidiano?

  • Jornadas encadenadas: “doble presencia” o “doble jornada” donde el trabajo pago se concatena con varias horas de cuidado. (Síntesis global OIT/UN Women sobre cargas de cuidado).
  • Puertas que se cierran: abandono o postergación de estudio/empleo para cuidar a dependientes; en Cuba, la ENIG-2016 identifica y desagrega estas dinámicas por tipo de hogar.
  • Cansancio acumulado y salud: la literatura médica vincula pobreza de tiempo con peores hábitos de salud y mayor estrés; la falta de descanso se asocia con malestar mental.

Cuando cocinar depende del kilovatio

Las mujeres de áreas rurales dedican en promedio casi cuatro horas más, semanalmente, al trabajo doméstico no remunerado que las habitantes de zonas urbanas. Foto: SEMlac Cuba
Las mujeres de áreas rurales dedican en promedio casi cuatro horas más, semanalmente, al trabajo doméstico no remunerado que las habitantes de zonas urbanas. Foto: SEMlac Cuba

Desde la llamada “revolución energética” (a partir de 2005) aumentó el peso de la electricidad en la cocción de alimentos en los hogares cubanos. Con cortes prolongados y escasez intermitente de GLP, parte de las familias migra temporalmente a combustibles sólidos, lo que implica más tiempo y costos extra. (Análisis de la Universidad de Columbia sobre estructura de consumo energético; mapeo de combustibles de cocción por Periodismo de Barrio).

La factura invisible del apagón

  • Comida y frío: replanificar menús, filas extra o compra de comida hecha; riesgo de pérdida de alimentos por falta de refrigeración.
  • Agua: sin bombeo, traslado manual o pago de cisternas.
  • Cuidado: calor extremo + equipos apagados = más vigilancia y atención a dependientes.

Todo ello expande la jornada doméstica y contrae descanso, salud e ingreso disponible.

¿Qué se puede hacer? Medidas con impacto (y medibles)

Sobre esta “pobreza de tiempo”, organismos como la OIT, ONU Mujeres y la CEPAL han identificado y promovido un conjunto de políticas con impacto comprobado, aplicables también al contexto cubano:

  • Medir mejor: levantar una Encuesta Nacional de Uso del Tiempo periódica, armonizada con estándares internacionales; guías disponibles de ONU Mujeres y la División de Estadísticas de la ONU.
  • Sistema de cuidados: plan plurianual con metas verificables de cobertura (infancia, mayores y dependencia), estándares y financiamiento estable. (CEPAL, “La sociedad del cuidado”; Panorama Social 2024).
  • Conciliación corresponsable: licencias parentales equilibradas, horarios flexibles, teletrabajo regulado y servicios de respiro para cuidadores familiares; la evidencia de la OIT muestra efectos positivos en participación femenina.
  • Empleo en el sector cuidados: profesionalizar y formalizar estas ocupaciones con salarios y protección social, dinamizando empleo y aliviando la carga doméstica.
  • Cambio cultural: corresponsabilidad masculina y comunitaria como norma social.

Qué esperar si el país mide y actúa

Las madres cargan casi exclusivamente con la responsabilidad del cuidado de los hijos. Foto: Jorge Luis Baños / IPS
Las madres cargan casi exclusivamente con la responsabilidad del cuidado de los hijos. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Con datos periódicos, es posible fijar un umbral operativo de “tiempo disponible mínimo” y monitorear qué grupos (por ingresos, tipo de hogar, territorio) están en pobreza de tiempo. Países de la región han avanzado con ENUT/ENCUESTA de Uso del Tiempo recientes (Chile 2023; Colombia 2020-21; Costa Rica 2022; Uruguay 2021-22; Argentina 2021; México 2019), lo que habilita políticas focalizadas y cuentas satélite del cuidado.

Diez preguntas urgentes para las autoridades

  1. ¿Cuántas horas de afectación promedio por hogar registró la UNE por provincia en 2025? (serie diaria).
  2. ¿Cuántas interrupciones de bombeo de agua se debieron a inestabilidad eléctrica por municipio y día?
  3. ¿Qué protocolos de respaldo eléctrico existen para escuelas, hogares de ancianos y hospitales durante más de 8 h de corte?
  4. ¿Cuál es el plan de mantenimiento (fechas y unidades) y su cumplimiento trimestral?
  5. ¿Cuántas plantas de emergencia operativas tiene el INRH y con qué combustible asegurado?
  6. ¿Qué porcentaje de hogares cocina mayoritariamente con electricidad/gas/carbón por provincia?
  7. ¿Qué metas de reducción de déficit (MW) y fechas plantea la UNE para 2025-2026?
  8. ¿Cuánto presupuesto va a respaldo de bombeo/centros de cuidados y de dónde sale?
  9. ¿Qué canales públicos tendrá la ciudadanía para consultar déficits horarios en tiempo real?
  10. ¿Cuándo estará disponible un balance de género del impacto de los apagones (tiempo e ingresos) y una ENUT periódica?

La pobreza de tiempo no es una metáfora: es un costo que hoy pagan, en silencio, millones de mujeres. Si el país quiere recuperar productividad y salud social, necesita dos decisiones medibles y simultáneas: estabilizar la energía con cronogramas y datos públicos auditables, y reconocer y redistribuir los cuidados con una ENUT periódica, presupuesto y servicios concretos. Sin ese binomio, cada arreglo técnico será un parche sobre una desigualdad que se agranda en la oscuridad.

La luz puede volver en minutos; el tiempo perdido no. Que el próximo apagón no nos encuentre a ciegas también en las cifras: midamos, publiquemos y actuemos para que el tiempo —ese recurso no renovable— deje de ser la moneda con la que ellas sostienen, gratis, lo que el sistema no provee.

Nota metodológica (resumen)

  • Definición: “pobreza de tiempo” = falta de tiempo disponible luego del trabajo remunerado y no remunerado. (OIT/ONU Mujeres).
  • Cálculo ilustrativo de costo del tiempo: se valora la hora con el salario medio 2024 de Cuba (5.839 CUP/mes, ONEI). Se asume jornada formal de 40 h/sem y 4,33 semanas/mes → ~33,7 CUP/hora. Se proyecta costo mensual para 0,5-4 h extra diarias durante 30 días. Es una aproximación: no sustituye salarios reales por territorio/sector ni captura efectos en salud/estrés.
  • Evidencia reciente regional: series oficiales ENUT/EUT en Chile (2023), Colombia (2020–21), Costa Rica (2022), Uruguay (2021–22), Argentina (2021) y México (2019).

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